Muchas gracias por decir “Gracias.”

¿Somos una raza en extinción?

Aunque dar las gracias pudiera parecer la acción apropiada cada vez que alguien hace algo bondadoso por nosotros, la triste realidad es que los que damos las gracias parecemos una generación en peligro de extinción.  Incluso la reacción de algunos cuando decimos “muchas gracias” parece sugerir que no escuchan esas palabras muy a menudo. Con todo, dar las gracias debe ser el patrón general natural de nuestra conducta, desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos al fin del día. ¿Por qué?

Un viejo maestro a quien se le atribuye ser el fundador del pensamiento taoista Lao Tse (en realidad no es un nombre propio sino un título: “viejo maestro”) decía que “la gratitud es la memoria del corazón”. Esta no solo es una frase hermosa pero a la vez es una frase muy cierta. Si tenemos buena memoria emocional, si tenemos buenos sentimientos, debemos reconocer una buena acción hacia nuestra persona con una expresión de gratitud. Es aquí cuando decir “gracias” o “muchas gracias” caen en el lugar perfecto de las buenas relaciones entre los seres humanos.

Una frase corta llena de valor.

Virgilio, poeta italiano que nació en el año 70 antes de Cristo ya meditaba por su parte en este mismo asunto de la gratitud y también dijo algo interesante. “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido, en la mente del hombre agradecido.”  El poeta sugiere que, no solo debemos hacer una expresión fugaz de gratitud, sino que no deberíamos olvidarla jamás.

Desde mi punto de vista, sobre todos los que han podido hacer énfasis en la importancia de ser personas agradecidas, está mi cita preferida que corresponde al apóstol Pablo. Cuando escribe a los cristianos que vivían en Tesalónica, un puerto marítimo de importancia, les dice: “Con relación a todo, den gracias. Porque esta es la voluntad de Dios en unión con Cristo Jesús en cuanto a ustedes”.  ¡Que interesante! Ahora, el pensamiento paulino nos amplifica aún más el concepto y nos dice que debemos dar gracias por todo y subrraya la importancia al decir que esa es la voluntad de Dios. ¿Entendió? ¡hasta Dios nos pide que seamos agradecidos! Entonces, la idea de que debemos ser personas agradecidas se va convirtiendo en una especie de mandamiento divino que debemos tener presente.

Estos tres argumentos deben ayudarnos a meditar en cuanto a nuestros hábitos recientes. ¿Estamos demostrando agradecimiento por las bondades pequeñas o grandes? ¿Damos las gracias cuando nos abren la puerta, cuando nos alcanzan una tacita de café o nos dicen algo bondadoso? Es importante hacerlo. Y eso incluso si la persona que nos hace el favor es un empleado nuestro o un amigo íntimo. Debemos ser agradecidos no solo porque dice algo de lo que somos sino también porque las acciones bondadosas de otros también dicen algo de ellas mismas y es del todo justo que les demos reconocimiento. ¿No te parece?

Dar las gracias nos enaltece, nos dignifica y nos convierte en personas agradables y merecedoras de la bondad expresada. Por eso, amigo mío, la próxima vez que un miembro de tu familia cercana, tal vez tu esposa tu hijo, un amigo o un compañero de trabajo, incluso un empleado o un desconocido, te muestre un acto cariñoso o bondadoso, no olvides decir “muchas gracias.” De seguro escucharás una reacción amigable y positiva de reafirmación… y puede que, en el fondo del corazón esa persona te diga: “muchas gracias por decir “gracias”.

 

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