¿Rompes muros?

Tal vez te preguntas qué muro, por qué hay que romperlo y dónde está. El muro al que me refiero es al muro que te impide expresar sentimientos. La razón por la que hay que romperlo es porque te impide disfrutar de la vida en todo su esplendor. El lugar donde se encuentra ese muro es justo enfrente de ti, pero deberás tener tus ojos bien abiertos para verlo.

Estemos conscientes de ello o no, todos tenemos muros que romper, no en sentido literal, pero sí en sentido emocional. Somos como las tortugas que se encierran en su propio caparazón y que le sirve de protección contra sus enemigos naturales.  ¡Nada entra pero tampoco sale nada! Puede alcanzar los 250 años y jamás abandonará su caparazón. Para ella no pesa, ni le molesta ni le impide moverse, aunque sea lentamente. Debajo de él se siente segura. ¿Estamos sentenciados a ser como ellas?

Nosotros, los seres humanos hacemos lo mismo que las tortugas. Se nos ha inclulcado que debemos separarnos de los sentimientos y hemos llegado a pensar que son una complicación, una molestia,  y cada vez suprimimos más y más los sentimientos en nuestras vidas. Cada vez nos encerramos más pensando que es el estado perfecto para evitar problemas. Millones de seres humanos presentan las mismas razones que las tortugas para no salirse de su propio encierro. Dentro de nuestros caparazones nos sentimos protegidos y muy a gusto. ¿Existe otra razón para querer llegar a casa sino es para encerrarnos y desconectarnos de todo? ¿De la familia? ¡Sí! ¿De los amigos? También. ¿De nuestra comunidad y de nuestros vecinos? ¡Por supuesto!

Por cincuenta y cuatro años he trabajado como voluntario en programas de base comunitaria. He tenido la oportunidad y la bendición de compartir con miles de personas. Personas de distintos niveles sociales, de distintas culturas, educación, raza y estrata social. Y todas, sin dejar una, tienen las mismas necesidades y los mismos temores. Los seres humanos somos gobernandos por  cuatro sentimientos que los griegos llamaban: éros, estorgé, filía y agápe.

En términos generales, Éros se refiere al amor sexual pasional que no tiene absolutamente nada de malo dentro del contexto del amor romántico que se expresan los esposos. Estorgé a menudo se refiera al amor relacionado con nuestra familia, concretamente la relación que tenemos con nuestros padres. El amor Filía se relaciona con los sentimientos que expresamos a nuestros hermanos carnales y en general a los lazos que tenemos con nuestros amigos. Por extensión puede aplicar a hermanos espirituales. Y Agápe que suele referirse al amor basado en altos principios morales que puede incluír el amor a compañeros de escuela, de trabajo o al amor general que podemos expresar hacia otras personas, incluso hacia personas completamente desconocidas.

Estas cuatro avenidas gobiernan los sentimientos del cien por ciento de la familia humana. Es decir, todos los seres humanos nos relacionamos emocionalmente sobre estas cuatro avenidas complejas y llenas de sentimientos, emociones, resentimientos, risas y lágrimas.

Aunque podemos reconocerlas individualmente, la vida las entreteje de una forma muy particular, lo que en ocasiones, suelen agobiarnos, confundirnos, y hasta casi enloquecernos. Lo fácil, para evitarlas, es, encerrarnos y no sacar ni las narices para respirar. ¡Mala cosa! Es todo lo contrario. Debemos romper los muros que nos impidan buscar todas esas avenidas de amor y aprender a colocarlas en su debido lugar.  Es curioso cómo Mahadma Gandhi lo ilustra: Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores crean tu destino.

Si nuestros valores crean nuestro destino y andamos encerrados, me pregunto ¿qué destino? Si nuestras acciones se convierten en hábitos ¿cómo es posible sacar fuerzas para visitar a la abuela? Si nuestras creencias nos llevan a razonar que lo mejor es quedarse en casa en vez de ayudar al vecino, al amigo o al compañero de fe ¿qué poderosa fuerza puede movernos a hacer algo diferente?  

Si llegamos a pensar que no vale la pena hacer nada por nadie esta actitud se convertirá en nuestro triste destino. ¿Te das cuenta por qué es urgente romper los muros?

Hoy, abrazar o besar a un niño casi se convierte en un delito. Si un desconocido nos pide ayuda, lo catalogamos de “sospechoso”. Alguien pidiendo transporte no puede ser otra cosa que “una trampa”. Vivimos en pánico. En pleno siglo XXI levantamos castillos medievales en los que tiene que bajarse una inmensa y pesada puerta para que alguien logre entrar a nuestro corazón. Y dices tu ¿dónde están los muros? ¡Están por todas partes y nos encierran, endurecen y alejan cada día más!

Si tu corazón queda encerrado solo para ti mismo, morirá de hastío. Lo que tiene valor permanente es lo que tiene relación con los cuatro pilares del amor antes señalados. Estoy de acuerdo en que seamos juiciosos, observadores y cuidadosos pero de eso a lo que hablamos aquí hay un trecho grande. De modo que ¡ni bobos, ni maniáticos en encierro!

No olvidemos que los cuatro pilares del amor, uno queda sujeto al otro para ser total y completamente efectivos y equilibrados.  Eros sin ágape se ensucia. Estorgé sin filía, no perdura. Estorgé sin ágape solo ve defectos. Ágape sin Filía jamás será permanente.

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