En realidad si hay mucho fuego, hay que usar mucha agua para sofocarlo. Pero en la vida real ¿cuándo es que le echamos gasolina al fuego? Cuando:

  1. No atendemos un problema.
  2. Cuando ignoramos un problema.
  3. Cuando le damos una mala solución.

 

Veamos un poco más de cerca estas tres situaciones comunes.

CUANDO NO ATENDEMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Los problemas NO se resuelven solos. Algunos de ellos se ven venir pero otros surgen de repente sin esperarlos. Tal vez estaban incipientes pero como no los detectamos en su tiempo, ahora son evidentes y deben ser atendidos.

En la familia suele suceder que el padre espera que la madre atienda el asunto y la madre piensa lo mismo. Al final, ninguno de los dos atiende el tema y el problema se va complicando y el fuego va creciendo poco a poco.

Un amigo me contó que, años atrás, uno de sus hijos adolecentes trajo a la casa una pipa de marihuana. La madre y el padre se pusieron de acuerdo para atender el problema. Tenían otros dos hijos en casa de modo que el asunto sin tratar pudiera perjudicar con el tiempo a los otros dos. Además sus normas morales no estaban de acuerdo con aquella conducta. Ayudaron al muchacho con firmeza, paciencia y amor. Apagaron el fuego y ha permanecido apagado hasta el día de hoy.

Hicieron algo, no ignoraron el problema. Le echaron agua al fuego.

CUANDO IGNORAMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Aunque le parezca infantil (porque lo es) muchas personas tienen la filosofía de hacerse de la vista larga frente a los problemas. Dicen: “no eso no es un problema, déja vivir a la muchacha.” “Eso lo hacen todos los jóvenes” -tranquila”; “Eso se resuelve solo, -déjalo”. Y aquello de “no le hagas mucho caso que lo que hace es llamar la atención.”  ¡Que error! No podemos quedarnos ciegos ante lo que debe ser atendido con solicitud.

Cuando Juan llevó pornografía a la casa, su madre enseguida lo descubrió. Tenía varias revistas debajo del colchón de su cama. Sabiamente la madre quitó las revistas de allí. Las rompió y las tiró. No le dijo nada a Juan. Al cabo de varios días, cuando ya estaba calmada y podría hablar tranquila con el muchacho, le preguntó si había notado que ya no tenía las revistas bajo su colchón. Juan dijo que no lo había notado. Su madre le dijo que fueran juntos al cuarto para explicarle. Entonces, Juan le dijo que lo había notado pero que le había dado verguenza hablar del asunto con su mamá. La mamá de Juan hablón con calma y le explicó por qué debemos evitar alimentar nuestra mente y corazón con ese tipo de material y los efectos que a corto y largo plazo tendrán. ¡Excelente trabajo! Aquella conversación con su madre ayudó al joven y le ayuda hasta el día de hoy, muchos años después.

No ignore los problemas. Echele agua al fuego y los extinguirá.

CUANDO LE DAMOS UNA MALA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Las malas soluciones es lo que abunda. Los malos consejos no faltan.

Personalmente me sorprende y me choca la ignorancia de muchos que buscan consejo en personas, algunas famosas, cuyas vidas son un verdadero desastre. No faltan en los medios los divorciados dando consejo sobre matrimonio. Los que tienen una vida personal desastrosa e incluso viciosa, que se llenan la boca para dar consejos a otros, escribir libros o pararse en un púlpito de una iglesia mientras viven vidas sucias, inmorales y hasta violentas. De vez en cuando algunos de estos provocan escándalos pero como por arte de magia la gente les sigue como el famoso cuento del flautista de Hamelín de los famosos hermanos Grimm.

La lección que se presenta en el cuento es impactante e ilustra el dolor que puede provocar seguir a alguien que no tiene la moral ni la dignidad que aparenta el supuesto bien que hacen. A continuación les presento un extracto de la obra de los hermano Grimm. Al leerla piense en las aplicaciones al consejo de las personas que no tienen las credenciales debidas… aunque vendan muchos libros.

“En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprome-tieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.

Cumplida su misión, el hombre volvió al pueblo a reclamar su recompensa, pero los aldeanos se negaron a pagarle. El cazador de ratas, muy enfadado, abandonaría el pueblo para volver poco después, el 26 de junio (Festividad de San Juan y San Pablo), en busca de venganza.

Mientras los habitantes del pueblo estaban en la iglesia, el hombre volvió a tocar con la flauta su extraña música. Esta vez fueron los niños, ciento treinta niños y niñas, los que le siguieron al compás de la música, y abandonando el pueblo los llevó hasta una cueva. Nunca más se les volvió a ver. Según algunas versiones, algunos de los niños se quedan atrás, un niño cojo que no los pudo seguir por no poder caminar bien, uno sordo, que solo los siguió por curiosidad, y otro ciego, que no podía ver hacia donde los llevaban y se perdió, y estos les informan a los aldeanos.

En otras versiones, el flautista retorna a los niños una vez que los aldeanos le pagan lo que le prometieron, o en ocasiones hasta más.

Y se dice que en la versión original, los niños fueron tirados y ahogados al río Weser. Y que la cueva eterna podría significar el infierno.” (Wikipedia)

No debemos dejarnos influenciar por los que buscan quitarnos algo, no darnos algo. Cuando veo uno de estos motivadores hablar de todos sus estudios, premios y los nombres de la gente influyente que les consulta. Cuando veo que promueven sus páginas de Facebook y Twitter tratando de vendernos sus libros… veo que no quieren darnos nada. Quieren obtener algo de nosotros. Quieren vendernos algo. Si esa es la motivación del motivador… no es buena. Aprendamos a detectar entre quiénes nos quieren DAR y quiénes nos quieren QUITAR.

De hecho, los mejores motivadores que conozco por sus presentaciones, no andan tratando de sacar nada más que la satisfacción de ayudar. Personalmente me encanta tener que hacer el ejercicio de buscar sus opiniones en vez de que las promuevan constantemente por los medios. Es obvio que si percibimos que tienen una buena motivación, con gusto apoyaremos sus publicaciones o programas, si los tienen. En esos casos, ganaron nuestra confianza sobre la base de su ejemplo y con gusto los patrocinamos por sus buenas intenciones. Ser un genuino motivador debe ser un sacerdocio NO un negocio.

Con todo, para mi, no existe mejor consejo que el consejo que puedas encontrar en el Best Seller de este año: La Sagrada Biblia. Es el libro más vendido en el 2016 y lo volverá a ser en el 2017. Su autor no solo tiene la moral para darnos consejos sino que nos conoce mejor que ninguna otra persona en el universo. ¡El consejo que encuentre allí no tiene parangón! El buen consejo APLICADO, apagará el fuego.

Pero hay otro factor importante que tomar en cuenta cuando estamos resueltos a apagar nuestros fuegos y no permitir que nos devoren o nos consuman. En la tercera parte de esta serie lo explicaré.

PIENSA EN ESTO:

¿Cuántos problemas has visto complicarse por no atenderse o por ignorarse?

¿Por qué son peligrosos los consejos de personas que no están bien motivadas?

 

 

 


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