No importa la edad del muchacho, sea jovencito o un adolescente, debe tener un espacio en casa para hacer sus tareas. Si no lo tiene, en vista de que ahora pasará tiempo en la casa, debemos localizarle un lugar. No tiene que ser espacioso pero debe ser el lugar de él para sentarse y estudiar, leer o trabajar en sus proyectos.
Luego, como vimos en la primera parte de este artículo, debemos planificar su día de trabajo o de estudio. Esto dependerá de la edad, la actitud hacia el estudio que tenga el muchacho, su carácter y cualquier condición de salud que tengamos que tomar en cuenta. El propósito del plan no es obligarlo al estilo militar sino motivarlo a aprovechar los días que tenga en la casa. Hay que aprender a negociar y a ser flexibles para lograr resultados. Esto no es fácil para nadie.
No hay muchas probabilidades de que regresemos al curso regular este año de modo que debemos pensar a largo plazo. Esto requerirá mucha adaptación de parte de todos y hablando se entiende la gente así que hay que establecer nuevos métodos, metas y planes por los próximos meses.
No podemos enfatizar lo suficiente la importancia de un programa y una rutina. Y esto no solo para los jóvenes y jóvenes adultos sino para todos los miembros de la casa. El ejemplo que le demos a los jóvenes hablará más alto que nuestras palabras. Es imposible que les pidamos que conserven la distancia social y se pongan una máscara si nosotros no lo hacemos primero.
Otro asunto importante es que no es tan importante que los jóvenes aprendan cosas profundas o que mantengan el currículo escolar de forma impecable como el hecho de que se sometan a un tipo de aprendizaje que esté a su alcance y a su paso. He visto que algunos jóvenes que tienen inclinaciones musicales han pedido aprovechar el tiempo aprendiendo a tocar un instrumento. Permitirles esto es perfectamente correcto siempre y cuando todavía mantengan un orden y no quieran pasarse el día en el instrumento. El orden, el programa que establece la rutina siempre debe estar presente y debe ser equilibrado.
Los comentarios de muchos de ustedes concuerdan en que tener los muchachos en la casa los ha forzado, sin previo aviso, a tener que asumir otro trabajo y uno para el que no se han preparado de antemano. Creo que esta situación nos ha ayudado a todos a reconocer el valor del maestro. Todos nos damos cuenta, ahora mejor que nunca, que ser un buen maestro no es nada fácil.
En vez de quejarnos y permitir el caos en casa, los dos padres o el cabeza de familia si está solo, debe asumir el papel de maestro y hacer lo posible por dar dirección a sus hijos. Los menores de edad por supuesto serán más fáciles de ayudar pero los adolescentes requerirán más paciencia. Estos últimos deben participar en el programa que les establezcamos y hasta seleccionar los horarios y las asignaturas a las que van a darle énfasis. No hay problema con eso ya que sabemos que los jóvenes despuntan en ciertas asignaturas más que en otras. Esta es una importante ventaja que tienen estos durante este tiempo del covid-19.
De los cobardes no se ha escrito nada así que llenémonos de valor y emprendamos el reto de enseñar a nuestros hijos, en casa.