Hablemos de valores: La generosidad.

 

El mejor ejemplo de generosidad podemos verlo en la Creación. Siembras una semilla de mango y cosecharás miles. Si no es ganancia uno por mil, entonces  ¿qué lo es? Y seguramente conoces muchos ejemplos más. Dios nos recompensa con las cosas que ha creado de forma sumamente generosa. ¿Querrá decirnos algo?

Probablemente nos quiere decir que debemos ser también generosos para que demostremos que poseemos una de sus características más obvias y valiosas, la generosidad. En nuestra clase de religión seguramente se nos enseñó que hemos sido creados a “Su imagen y semejanza”; de modo que debe aplicarnos el dicho que reza: “de tal palo, tal astilla”.

Cuando visité el Mar Muerto en Israel, observé que no dispone de afluentes de modo que poco a poco lo que era un enorme lago ha ido secándose lentamente (adjunto una imagen comparativa de satélite desde 1972 a 2011 del Mar Muerto). Por el otro lado de la moneda, el río Jordán que comparte sus aguas, incluso con el Mar Muerto, disfruta de ofrecer sus aguas con otros ríos, se mantiene abundante y lleno de vida. Es como si, otra vez, la creación nos dijera: “debes ser generoso para vivir mejor, para no morir ensimismado, concentrado sólo en ti mismo.”

Todo esto nos debe hacer pensar. ¿Soy una persona generosa? Claro, la motivación que debe impulsarnos a ser generosos no debe tener intenciones egoístas. Es decir “soy generoso para que me vaya bien,” esa no es la idea, la idea es ser generoso “aunque me vaya bien”. He escuchado a personas decir: “Voy a regalar este dinero porque si lo hago Dios me recompensará”. Hum! …no funciona exactamente así.

El Diccionario de la Real Academia Española define lo que es la generosidad. Aunque por supuesto, toda definición tiene sus limitaciones, y a veces las definiciones de los diccionarios nos dan más problemas que respuestas, pero aún con eso, lo que el diccionario dice es información que la gente no discute. Y sobre la palabra “generoso” nos dice que la heredamos del latín: “generositas.” “es una inclinación de ánimo. “Liberal, generoso”. Esta definición es suficiente para implantar conceptos elevados, altruistas.

DAR ENRIQUECE

  1. Es común asociar la generosidad con dinero y puede ser que en ocasiones implique cubrir una necesidad o ayudar a cubrirla. El libro sagrado nos habla de una viuda pobre en Israel que echó en las arcas de la tesorería todo su medio de vida. Jesús la distinguió por su fe. Aquellas dos monedas que dio con el paso de los años ha conseguido que todo el mundo cristiano distinga a aquella pobre mujer que resultó ser más rica y alcanzar más renombre que todos los ricos que echaban sus monedas en las arcas de la tesorería. ¡Generosidad que trasciende veinte siglos! Aquella mujer lo dio todo y de seguro no murió de hambre pues el generoso siempre recibe. Cristo mismo dijo: “tu Padre te lo pagará” por lo que una persona generosa tiene la seguridad de una promesa: el pago de su bondad. (Mateo 6:5, 6; Lucas 21:1-4).  Pero hay otras maneras más seglares de ver y apreciar la generosidad.

2. Cuando damos de nuestro tiempo somos generosos. En algunas ciudades del mundo, el tiempo vale más que el dinero. Algunos hasta prefieren gastar $200 en una corona de flores para un difunto que tomarse un par de horas en ir a la funeraria para dar el pésame. La mayoría de la gente sabe, aquí en La Florida, cuánto tiempo hay entre su ciudad y el parque de diversiones más cercano, pero no preguntes cuánta distancia hay porque eso no parece interesarle a nadie. El tiempo es el dios a quien se le rinde tributo en algunos lugares.  Sin embargo, dar de nuestro tiempo a un amigo en problemas o desanimado, nos va a proporcionar una gran satisfacción y estrechará los lazos de amistad como ninguna otra forma de comunicación logra hacerlo.

3. Nuestros hijos prefieren el regalo de nuestro tiempo. Se ha dicho que gastar tiempo con nuestros hijos es mucho más beneficioso que gastar dinero con ellos. Aunque han pasado más de sesenta años, no olvido el tiempo que mi padre me dedicó, mientras armábamos “nuestro” juguete preferido.  Digo “nuestro” porque parece que no era solamente “mi” juguete preferido. Recuerdo a mi padre conectando una línea con otra de aquel tren Lionel con el que podíamos jugar todo el día. Tanto a mi como a él nos fascinaba colocar una pastillita en la chimenea de la locomotora, que cuando se calentaba, producía humo que hacía muy real aquella aventura. Aunque han pasado muchos años, el tiempo que me dedicó me hace meditar hoy en cuanto amor me tenía papá. Lo mismo hará tu hijo.

4. Podemos ser generosos con nuestros vecinos. Se ha dicho que “un vecino cercano es mejor que un hermano lejano.” Otra vez, nada tiene que ver esto con dinero. Podemos ser generosos cuidando su propiedad cuando no están en casa, ofreciéndonos para hacer alguna gestión cuando enferman o no haciendo demasiado ruido que pueda perturbar su paz. Además, se puede compartir algún postre o hasta una sonrisa cuando entramos o salimos de casa. A veces me da la impresión de que las sonrisas son, ahora, más caras que nunca antes, pues no se ven comunes entre vecinos, bueno, debo decir, entre “algunos” vecinos. El respeto no se gana con “cara de tranca” sino, todo lo contrario, con rostros generosos y afectuosos.

PIENSA EN ESTO:

 

UN HERMOSO PENSAMIENTO QUE PROVOCA

1995 Special Olympics Silver Dollar

En realidad no le había dado tanta importancia a esta moneda, aunque la tenía hace 21 años. Tampoco me impresionó tanto su confección, se trata de una moneda que conmemora las Olimpiadas Especiales de 1995. La que yo tengo fue impresa en West Point y es en realidad una moneda de un dólar plata (nunca ha circulado). Solo se acuñaron 800.000 piezas. Las Olimpiadas Especiales fueron creadas para que personas con impedimentos de tipo intelectual tuvieran la oportunidad de competir. La idea era ayudarles a enfocarse, a desarrollar confianza y habilidades sociales para alcanzar un sentido de logro y participación. En 1995 se celebraron en Connecticut, Estados Unidos de América. En su amberso se aprecia el retrato de Eunice Kennedy Shriver quien hasta aquel momento fue la primera mujer cuya imagen se acuñaba en una moneda norteamericana. Se le toma, hasta este momento, como la fundadora de las Olimpiadas Especiales.

  Pero lo que verdaderamente me llama la atención y a lo que no le había dado la importancia debida es a la cita que aparece acuñada en esta peculiar moneda de plata pulida como espejo. Dice: “As we hope for the best in them, hope is reborn in us”. Palabras de Eunice Kennedy Shriver ya fallecida en el año 2009. Traducido dice: “Al esperar lo mejor de ellos, la esperanza renace en nosotros.” (traducción mía). ¡Qué hermoso pensamiento de la fundadora de estas Olimpiadas! ¡Qué valioso detalle había pasado por alto!

  “Al esperar lo mejor de ellos, la esperanza renace en nosotros.” Cada vez que tú y yo esperamos lo mejor de nuestros amigos, de nuestros estudiantes o de nuestros hijos, la esperanza renace en nosotros. Muchas veces la tendencia automática de nuestro pensamiento es negativa, especialmente si se trata de personas con las que convivimos o de las que pensamos que conocemos bien. Somos capaces de confiar en un perfecto extraño y de dudar de los nuestros. Al pensar así tronchamos la esperanza que debemos poner en los nuestros y de la que nos alejamos cuando sólo nos concentramos en contemplar sus defectos.

Tomamos un avión y depositamos nuestras vidas en las manos de un total desconocido. Nos entregamos a las manos de un cirujano que no conocemos y en el que depositamos nuestra completa confianza, y sin embargo, muchas más veces de las debidas no confiamos en los  nuestros, en nuestros maestros, en nuestros amigos, en nuestros hijos.

Cuando tú y yo les damos confianza a los que amamos, cuando ponemos esperanza en ellos, cuando les decimos que confiamos en ellos, algo maravilloso ocurre en nosotros… “renace la esperanza”.  La esperanza que tanto nos puede fortalecer y que parece que la damos en exclusiva a los desconocidos.

Pongamos hoy un punto y aparte a esta actitud nuestra. Comencemos hoy a permitir que renazca la esperanza en los demás, esperando lo mejor de ellos. Es hora de sentarnos con los que amamos y decirles: “confío en ti”; “sé que harás lo mejor.” Cada vez que le pongamos palabras a nuestras acciones llenas de esperanza, daremos valor a los que amamos, a los que trabajan con nosotros, a nuestros compañeros de escuela, a todos ellos les daremos fuerzas, en vez de quitárselas, les daremos esperanza y les fortaleceremos.

PIENSA EN ESTO:

  1. ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tus alumnos, a tus amigos o a tus hijos que confiabas en ellos? ¿A tus empleados o a tus compañeros de trabajo?
  2. ¡Házlo hoy! Sembrarás confianza en ellos.

 

 

LA FACULTAD DE ELEGIR

Tal vez al leer el tema de hoy puedas pensar en tu primera clase de religión, cuando te enseñaron que Dios nos creó con la facultad de elegir. Lo aprendiste, pero en realidad, ¿lo creíste?  Probablemente no y por eso no lo has aplicado a tu vida y no te has hecho responsable por tus acciones. Muchísima gente ha desarrollado una actitud fatalista y acostumbran a decirte que andan “como Dios quiere”. Pero ¿realmente andan como Dios quiere o como ellos han elegido?

Seas una persona religiosa o no, tú y yo tenemos la facultad de elegir 24/7. Elegimos todas las mañanas qué ropa usar, qué zapatos ponernos y qué vamos a desayunar. A eso llamamos “facultad de elegir” y es una hermosa libertad, diaria y constante, que nos permite superarnos, si eso deseamos, dejar atrás el pasado, si eso queremos y mirar al futuro para mejorar nuestra capacidad de elegir mañana y así a lo largo de nuestra vida. La pura verdad es que no estamos como Dios quiere sino como nosotros hemos elegido estar.

Por lo que puedo ver, MILLONES DE PERSONAS son incapaces de comprender este hecho. ¿No nos damos cuenta de que cuando entramos a un supermercado podemos elegir entre comprar manzanas o comprar peras? Bueno, apliquemos el mismo principio a la toma de decisiones más importantes. TENEMOS LA FACULTAD HERMOSA DE ELEGIR. Elijo comprar un auto o no comprarlo, ver una película o no verla, hacer ese viaje o no hacerlo. POSEEMOS ESTA HERMOSA CAPACIDAD y no tenemos a quien echarle la culpa si la decisión que tomamos no fue la mejor. Vamos a seguir esta línea de pensamiento y espero que no se esté poniendo incómodo el asunto. No es mi intención que se ponga incómodo sino poner sobre la mesa una verdad importante, demasiado importante para dejarla pasar.

Si elegimos comer y comer hasta que enfermemos, ¿a quién debemos culpar? Si elegimos ser pesados como una patada en el estómago, ¿a quién debemos culpar? Si decidimos desperdiciar nuestra vida, ¿a quién debemos culpar? La respuesta es obvia: A NOSOTROS MISMOS y a nadie más, estimado amigo mío. De modo que no tenemos que quedarnos allí, tirados en el piso lamentándonos todos los días. Podemos ELEGIR ponernos de pie y seguir adelante, si es necesario, recuperar el tiempo perdido, cambiar la decisión, pedir excusas, pedir perdón y reenfocarnos… podemos ELEGIR hundirnos en la desesperación o ponernos de pie y continuar nuestro camino con una lección más aprendida.

J. Martin Kohe era publicista por los primeros años del siglo 19. Escribió un magnífico libro que se llama Your Gratest Power. En su libro el señor Kohe dice que las personas que fracasan y que se revuelcan en un sentimiento de auto-compasión y quienes constantemente se quejan, lo hacen porque no  logran emplear la facultad más grande que poseen o bien hacen un mal uso de ella. Por supuesto, dice Kohe, los resultados lastiman, no solo a ellos sino también a todos los que están a su alrededor. ¡Cuán cierto es esto! Entonces, amigo mío, USTED y NADIE MÁS QUE USTED está a cargo de su mente y de su soberanía personal. Usted ELIGE. Lo hará hoy y lo hará mañana. Puede decidir ser mediocre o puede elegir ser mejor… tal vez estar “entre los mejores”. Se de cuenta de ello o no, esto no cambiará.

Disfrutemos la capacidad de elegir, eligiendo bien. Pensando lo que vamos a decidir hacer y poniendo el corazón y la mente en la dirección que tomará nuestra vida.

PIENSA EN ESTO

¿Quién se beneficia de que no tomemos decisiones?

¿Quién se beneficia de que tomemos acción para cambiar una mala decisión?

¿Estamos dispuestos a tomar las riendas de nuestra vida?

 

“¡NO PUEDO!”

Cuando era niño… hace ya mucho tiempo, había una canción que a mi hermana y a mi nos gustaba cantar. Se llamaba “La Múcura” que es como una especie de vasija para cargar agua que se llevaba al pozo, cuando la rutina del mundo era ir al pozo a sacar agua. La canción decía: “la múcura está en el suelo y mamá no puedo con ella, es que no puedo con ella. Me la llevo a la cabeza y mamá no puedo con ella, mamá no puedo con ella.”  Era una de esas canciones simpáticas que narraba una historia (algo que carecen muchas canciones modernas). La historia de una joven que dice que no puede hacer lo que regularmente hacía por costumbre, ir al pozo, recoger agua para el día y llevarla a la casa. Lo ha hecho todos los días pero hoy, precisamente hoy, la muchacha no puede… parece que la excusa le funcionaba tal y como es probable que esa misma excusa tu y yo la sigamos usando para alcanzar la aprobación y la ayuda de alguien, de cualquiera, que nos cargue lo que no queremos cargar nosotros. Nos funciona decir: “NO PUEDO”… de modo que lo seguimos diciendo.

En realidad es que “sí podemos” lo que sucede es que no queremos que es otra cosa enteramente diferente. Hay una diferencia garrafal entre una y otra pero por alguna razón a todos nos gusta el dichoso “no puedo”.  ¿Por qué no dedicas unos segundos a recordar todos los retos y situaciones que en los últimos dos años has evitado enfrentar gracias a esa palabrita: “no puedo”?  ¿Hay alguna manera de deshacernos de esta aparentemente conveniente expresión? Pues sí la hay. Es la actitud: “Sí puedo.” 

Es obvio que no todos los “sí puedo” van a terminar igual, pero, te garantizo que solo la actitud “yo puedo” va a traer a tu vida grandes, grandes cambios. Para empezar, muchas de las tareas que has evitado pudieras realizarlas feliz y exitosamente. Como se ha dicho antes, y no hay que ser sabio para decirlo, “la actitud es la mitad de la pelea.” La otra mitad es fe y esfuerzo personal. No hay que ser un motivador famoso -de hecho, no lo soy, para entender esta verdad eterna: según tu esfuerzo así serán los resultados.

Es interesante que la filosofía personal del “yo puedo” no solo se aplica a un área sino que aplica a toda faceta de la vida. Aplica a los negocios, a los estudios, a las ventas, a las artes, al campo de la política, incluso, y tal vez debiera decir, más sobresalientemente al campo de la devoción religiosa. Si deseamos hacer cambios de personalidad o alcanzar alguna meta loable relacionada con la espiritualidad, definitivamente la actitud “yo puedo” jugará un papel de vital importancia. De hecho es el factor común del que alcanza un doctorado al que logra una medalla en las Olympiadas. En mis más de setenta años, no ha habido ninguna palabra que me haya ayudado tanto  que esas dos palabras: “yo puedo.” Me han inspirado y me han ayudado a conocer el valor del esfuerzo personal. Claro está, si la meta es digna, tendremos un factor exterior que nos podrá suplir lo que requerimos para triunfar en cualquier campo… ¡Dios!

Si la múcura está en el suelo y hoy no podemos con ella, volvamos a intentarlo, una y otra vez hasta que podamos con ella. Dejemos de buscar excusas que solo logran ponernos en la segunda fila de la vida exitosa sino que siempre digamos que sí y luego con esfuerzo !podamos!

MEDITA EN ESTO:

¿CUÁNTAS VECES DIJISTE NO PUEDO LA SEMANA PASADA?

¿POR QUÉ DEBES ELIMINAR DE TU VOCABULARIO EL NO PUEDO?

 

“EL MOMENTO MÁS PELIGROSO LLEGA CON LA VICTORIA”

Las palabras de arriba se atribuyen a un famoso conquistador: Napoleón. ¿Qué piensas de lo que dijo? La verdad es que al mismo Napoleón saber esa verdad le resultó de poco pues no lo practicó. ¡Pero la cosa se pone peor! Si el éxito parece ser permanente es todavía mucho, mucho más peligroso. Aquí es cuando viene el exceso de confianza que de seguro no añadirá nada positivo a nuestra vida. Si crees que estás en la cima y enfrentas un problema serio, es probable que te sientas frustrado y te digas a ti mismo: -“¿Cómo me puede estar pasando esto a mi?” Pues sí, te pasa a ti y nos pasa a todos, la diferencia es que tu crees que eres intocable porque te sientes en la cima. ¡No lo eres amigo mío!

Uno de los problemas del éxito que parece ser permanente es que se comporta como una niña malcriada. ¡Quiere que lo adules y lo mimes todo el tiempo! La realidad es que jamás se puede ganar siempre y todo el tiempo en la vida, no importa queien seas. La victoria solo es provechosa cuando tienes en tu mente y corazón metas más grandes y más nobles que la victoria personal. De otra forma es solo un triunfo temporal que francamente sirve de muy poco. Voy a ilustrarlo. Con una espada puedes hacer muchas cosas, menos sentarte en ella. Lo mismo sucede con el éxito.

Si tu y yo perdemos el sentido de lucha constante, diaria, cualquier éxito que tengamos es en realidad más malo que bueno. Pienso que muchas veces nos ponemos metas pero en realidad no son NUESTRAS metas, las que a nosotros nos interesen, sino metas que a la gente les interesa.  Pensamos que alcanzándolas recibiremos la aprobación y la admiración de los demás. Luego, es probable que descubramos que en realidad no nos han hecho felices. Estábamos trabajando por una apariencia vana que de nada nos aprovechó.

Tolstoi escribió una parábola que probablemente has escuchado antes. Aparece en su antigua obra “How Much Land Does a Man Need?” Te contaré: Tolstoi relata la historia de un hombre que estaba convencido de que alcanzar el éxito se relacionaba con poseer muchas tierras. Y eso buscaba. Logró descubrir un lugar donde alcanzar su sueño de riqueza y poder pues allí le ofrecieron regalarle las tierras que pudiera circundar corriendo durante todo un día. Desde la salida del sol a la puesta del sol.  El hombre vendió lo que tenía para llegar al lejano lugar donde le hacían la ofreta. Efectivamente, llegó el día y con todo su entusiasmo comenzó a correr y a correr y a correr a toda velocidad. Como deseaba muchas, muchas tierras, no se detuvo ni siquiera un minuto para beber agua ni para comer, ni mucho menos para descansar.  Solo pensaba en correr y correr para alcanzar todas las tierras que anhelaba. Cuando el sol está a punto de ponerse, el agobiado, deshidratado y agotado hombre termina su recorrido alcanzando una gran porción de tierras como era su deseo, su deseo de toda su vida. Entonces, al dar el último paso, ¡cayó muerto! Ahora toda la tierra que necesitará serán dos metros.

¿QUE APRENDEMOS? Jamás permitas que eso te suceda a ti. Si buscas el éxito en una avenida de tu vida, recuerda que no solo es alcanzarlo, sino llegar vivo y sano para poder disfrutarlo.

Cómo responderías:

¿PARA QUÉ O PARA QUIÉN DESEO EL ÉXITO?

 

LA VERDAD DUELE

Cuando tu automóvil se rompe, solo puede repararse si se sabe la causa de la rotura, de modo que el mecánico, habiendo determinado qué ha causado la rotura, resuelve el problema.  Cuando nos enfermamos el médico debe determinar las causas y entonces, puede darnos la medicina apropiada. Algunos en su ignorancia se  toman los antibióticos de su catarro del año pasado, solo para descubrir que no le sirven de nada. El virus que te enfermó el pasado año ha transmutado por lo que debes volver al médico para que te de un nuevo antibiótico.  Es evidente que necesitamos determinar las causas para lograr enfrentar los problemas. 

Aunque parezca algo básico y sencillo, en realidad no es tan sencillo de asimilar en la vida diaria. Decimos esto porque muchas veces al aprender verdades de nosotros mismos actuamos como si tuviéramos una reserva de tiempo ilimitado que vivir. ¡No nos quedan mil años de vida! Debemos actuar tan pronto nos percatamos de que hemos fracasado tal y como nos proponemos repara el automóvil tan pronto se descompone. Sin embargo eso no es lo que hacemos en multitud de ocasiones,Cuando nos enfermamos el médico debe determinar las causas y entonces, puede darnos la medicina apropiada. Algunos en su ignorancia se  toman los antibióticos de su catarro del año pasado, solo para descubrir que no le sirven de nada. El virus que te enfermó el pasado año ha transmutado por lo que debes volver al médico para que te de un nuevo antibiótico.  ¿la verdadera razón? La verdad, duele.

Probablemente entre los que buscan mil formas para demorar o no actuar con su problema que les llevará al fracaso, están los bebedores. Cuando la bebida es tan constante que es causa de un problema tras otro se preseneta un profundo deseo de fracasar, cosa que finalmente logramos alcanzar. Y este es solo un ejemplo, puedo citar muchos. En realidad lo importante no es el problema sino la voluntad que tengamos para resolverlo.

Si te cae mal el café, si eres intolerante a la lactosa, si el gluten te hincha pero sigues consumiendo esos productos que te hacen daño, ¿qué puedes esperar sino enfermarte?  Lo que debes hacer es tomar las acciones necesarias para no causarte mayores trastornos. ¿Lo hacemos? Muchas veces no.  Nos encaprichamos y queremos que el cuerpo asimile de todas todas lo que es nuestro gusto o nuestra voluntad. Es como si esperáramos que el automóvil se reparara solo… ¡Nunca va a suceder! La verdad puede dolernos pero lo valioso de la verdad es que nos puede dirigir a hacer algo, cambiar, dirigirnos en otra dirección, abandonar la senda del fracaso premeditado.

En resumen, hay semillas de espinos que nosotros mismos sembramos con la falsa esperanza de que lo que crezca no sean espinos, y por supuesto, como hemos sembrado espinos, eso vamos a cosechar. Debemos aprovechar las verdades que la vida nos enseña y nos irá mejor. Finalmente alcanzaremos éxito y felicidad. En nuestras manos está. Reparemos nuestra conducta pero antes, identifiquemos las causas del fracaso.

PIENSA EN ESTO:

¿Sabías los resultados que podría traerte cierta conducta y aún así seguiste adelante? ¿Cuántas veces tus amigos o tu familia cercana te dijo que tal conducta o manera de pensar no era apropiada? ¿Cuáles fueron los resultados que alcanzaste?

RESOLUCIÓN PERSONAL: 

Cuando fracase, en vez de disimularlo, voy a reconocerlo y a hacer los cambios necesarios para evitar el problema nuevamente.

Aunque la verdad duela, amigo mío, has aprendido algo valioso. Podríamos ser un fracaso toda nuestra vida y nadie estaría capacitado para ayudarte, simplemente porque has disfrazado las razones de tu fracaso por no aceptar la pura, llana, sencilla y a veces dolorosa, pero la verdad. Jean Cocteau escribió lo que ves a continuación:

 

 

 

 

 

“¡MALA MÍA!”

¿Te has expresado alguna vez así? De seguro fue porque cometiste un error. Tal vez fuiste apresurado en llegar a alguna conclusión o quizås prejuzgaste un asunto. Aunque te costó decirlo, fuiste valiente y lo reconociste con humildad: !Mala Mía! Pues te aplaudo por tu decisión.

De ninguna manera quiero decir que te estoy recomendando hacer caso omiso a tu error. No estoy recomendándote que lo olvides y que pases la página. Cuando reconocemos un error y damos ese primer paso, debemos dar un segundo paso inmediato. ¿Cuál? Aprender del error para no volver a equivocarnos. Si bien es cierto que no es sabio torturarnos por nuestros errores, tampoco es correcto olvidarlos por completo y no aprender nada de ellos. Si lo hacemos así vamos a ir desgastando nuestra auto estima y el paso por la vida no nos será de ningún provecho. ¿Cuál es entonces la recomendación?

La recomendación es reconocer que no resultó del todo bien nuestro proceder y la próxima vez que se presente una situación similar (y creéme que aparecerá) manejarla de forma diferente. Preprogramemos un sistema de manera que si volviera a surgir la situación, estemos preparados para manejarla de una forma más productiva y más efectiva. Esta actitud nos ayudará muchísimo a ver nuestros errores co

mo una forma de aprendizaje y convertir lo negativo que nos ha sucedido en algo que en el futuro resultará ser positivo.

Cuando te sientas tentado a colgarte del cuello una etiqueta negativa y decirte: “soy un estúpido” debemos reconocer que fallamos y que la próxima vez haremos mejor. Recordemos que hacer algo o decir algo estúpido no nos hace estúpidos. Cometimos una estupidez que es algo totalmente diferente. Nos armaremos con el pensamiento positivo como decirnos: “aprendí algo importante de modo que la próxima vez actuaré mejor sobre la base de la experiencia.”

De modo que decir “¡Mala mía!” además de demostrar humildad mental, puede servirnos de mucho para no cometer el mismo error en el futuro.

EL ÉXITO TIENE MIL DEFINICIONES

Uno de los peligros del éxito, al menos en este mundo occidental de tendencias materialistas, es, permitir que el mundo externo dicte lo que verdaderamente debe ser el éxito para ti. Permitir esta influencia externa sobre nuestra persona es un grave error. Nadie debe darte la definición del éxito. El éxito debe ser para ti tan personal y privado como los principos morales por los que decides vivir tu vida. El éxito varía de un individuo a otro como varía la personalidad, los gustos y la forma de ser.

De modo que debemos recordar que el éxito tiene mil definiciones y cada uno de nosotros tiene derecho a dar la suya, a vivir la suya, a alcanzar la suya propia. William Faulkner, un novelista ganador del premio Nobel, dijo: “Nací para ser un vagabundo. Me sentía más feliz cuando no poseía nada. En aquel entonces tenía un impermeable con grandes bolsillos; acostumbraba llevar en ellos un par de calcetines, una edición condensada de Shakespeare y una botella de whisky. En esa época era feliz, no deseaba nada y no tenía ninguna responsabilidad.”  Tu y yo podríamos rechazar y hasta criticar esta definición de felicidad pero eso no cambiaría los sentimientos de Faulkner.

No cabe duda de que si, ahora mismo, hacemos una pausa y nos proponemos definir el éxito, algunos tendríamos problemas en advertir que ya lo hemos alcanzado y que en vista de eso, debemos seguir viviendo con el mismo entusiasmo sin buscar nada más, sino con un sentimiento de gratitud y tal vez sorpresa, reconocer que nosotros también tenemos nuestra propia definición de la palabra éxito… éxito que hemos alcanzado.