El mejor ejemplo de generosidad podemos verlo en la Creación. Siembras una semilla de mango y cosecharás miles. Si no es ganancia uno por mil, entonces ¿qué lo es? Y seguramente conoces muchos ejemplos más. Dios nos recompensa con las cosas que ha creado de forma sumamente generosa. ¿Querrá decirnos algo?
Probablemente nos quiere decir que debemos ser también generosos para que demostremos que poseemos una de sus características más obvias y valiosas, la generosidad. En nuestra clase de religión seguramente se nos enseñó que hemos sido creados a “Su imagen y semejanza”; de modo que debe aplicarnos el dicho que reza: “de tal palo, tal astilla”.
Cuando visité el Mar Muerto en Israel, observé que no dispone de afluentes de modo que poco a poco lo que era un enorme lago ha ido secándose lentamente (adjunto una imagen comparativa de satélite desde 1972 a 2011 del Mar Muerto). Por el otro lado de la moneda, el río Jordán que comparte sus aguas, incluso con el Mar Muerto, disfruta de ofrecer sus aguas con otros ríos, se mantiene abundante y lleno de vida. Es como si, otra vez, la creación nos dijera: “debes ser generoso para vivir mejor, para no morir ensimismado, concentrado sólo en ti mismo.”
Todo esto nos debe hacer pensar. ¿Soy una persona generosa? Claro, la motivación que debe impulsarnos a ser generosos no debe tener intenciones egoístas. Es decir “soy generoso para que me vaya bien,” esa no es la idea, la idea es ser generoso “aunque me vaya bien”. He escuchado a personas decir: “Voy a regalar este dinero porque si lo hago Dios me recompensará”. Hum! …no funciona exactamente así.
El Diccionario de la Real Academia Española define lo que es la generosidad. Aunque por supuesto, toda definición tiene sus limitaciones, y a veces las definiciones de los diccionarios nos dan más problemas que respuestas, pero aún con eso, lo que el diccionario dice es información que la gente no discute. Y sobre la palabra “generoso” nos dice que la heredamos del latín: “generositas.” “es una inclinación de ánimo. “Liberal, generoso”. Esta definición es suficiente para implantar conceptos elevados, altruistas.
DAR ENRIQUECE
- Es común asociar la generosidad con dinero y puede ser que en ocasiones implique cubrir una necesidad o ayudar a cubrirla. El libro sagrado nos habla de una viuda pobre en Israel que echó en las arcas de la tesorería todo su medio de vida. Jesús la distinguió por su fe. Aquellas dos monedas que dio con el paso de los años ha conseguido que todo el mundo cristiano distinga a aquella pobre mujer que resultó ser más rica y alcanzar más renombre que todos los ricos que echaban sus monedas en las arcas de la tesorería. ¡Generosidad que trasciende veinte siglos! Aquella mujer lo dio todo y de seguro no murió de hambre pues el generoso siempre recibe. Cristo mismo dijo: “tu Padre te lo pagará” por lo que una persona generosa tiene la seguridad de una promesa: el pago de su bondad. (Mateo 6:5, 6; Lucas 21:1-4). Pero hay otras maneras más seglares de ver y apreciar la generosidad.
2. Cuando damos de nuestro tiempo somos generosos. En algunas ciudades del mundo, el tiempo vale más que el dinero. Algunos hasta prefieren gastar $200 en una corona de flores para un difunto que tomarse un par de horas en ir a la funeraria para dar el pésame. La mayoría de la gente sabe, aquí en La Florida, cuánto tiempo hay entre su ciudad y el parque de diversiones más cercano, pero no preguntes cuánta distancia hay porque eso no parece interesarle a nadie. El tiempo es el dios a quien se le rinde tributo en algunos lugares. Sin embargo, dar de nuestro tiempo a un amigo en problemas o desanimado, nos va a proporcionar una gran satisfacción y estrechará los lazos de amistad como ninguna otra forma de comunicación logra hacerlo.
3. Nuestros hijos prefieren el regalo de nuestro tiempo. Se ha dicho que gastar tiempo con nuestros hijos es mucho más beneficioso que gastar dinero con ellos. Aunque han pasado más de sesenta años, no olvido el tiempo que mi padre me dedicó, mientras armábamos “nuestro” juguete preferido. Digo “nuestro” porque parece que no era solamente “mi” juguete preferido. Recuerdo a mi padre conectando una línea con otra de aquel tren Lionel con el que podíamos jugar todo el día. Tanto a mi como a él nos fascinaba colocar una pastillita en la chimenea de la locomotora, que cuando se calentaba, producía humo que hacía muy real aquella aventura. Aunque han pasado muchos años, el tiempo que me dedicó me hace meditar hoy en cuanto amor me tenía papá. Lo mismo hará tu hijo.
4. Podemos ser generosos con nuestros vecinos. Se ha dicho que “un vecino cercano es mejor que un hermano lejano.” Otra vez, nada tiene que ver esto con dinero. Podemos ser generosos cuidando su propiedad cuando no están en casa, ofreciéndonos para hacer alguna gestión cuando enferman o no haciendo demasiado ruido que pueda perturbar su paz. Además, se puede compartir algún postre o hasta una sonrisa cuando entramos o salimos de casa. A veces me da la impresión de que las sonrisas son, ahora, más caras que nunca antes, pues no se ven comunes entre vecinos, bueno, debo decir, entre “algunos” vecinos. El respeto no se gana con “cara de tranca” sino, todo lo contrario, con rostros generosos y afectuosos.
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