“¡NO PUEDO!”

Cuando era niño… hace ya mucho tiempo, había una canción que a mi hermana y a mi nos gustaba cantar. Se llamaba “La Múcura” que es como una especie de vasija para cargar agua que se llevaba al pozo, cuando la rutina del mundo era ir al pozo a sacar agua. La canción decía: “la múcura está en el suelo y mamá no puedo con ella, es que no puedo con ella. Me la llevo a la cabeza y mamá no puedo con ella, mamá no puedo con ella.”  Era una de esas canciones simpáticas que narraba una historia (algo que carecen muchas canciones modernas). La historia de una joven que dice que no puede hacer lo que regularmente hacía por costumbre, ir al pozo, recoger agua para el día y llevarla a la casa. Lo ha hecho todos los días pero hoy, precisamente hoy, la muchacha no puede… parece que la excusa le funcionaba tal y como es probable que esa misma excusa tu y yo la sigamos usando para alcanzar la aprobación y la ayuda de alguien, de cualquiera, que nos cargue lo que no queremos cargar nosotros. Nos funciona decir: “NO PUEDO”… de modo que lo seguimos diciendo.

En realidad es que “sí podemos” lo que sucede es que no queremos que es otra cosa enteramente diferente. Hay una diferencia garrafal entre una y otra pero por alguna razón a todos nos gusta el dichoso “no puedo”.  ¿Por qué no dedicas unos segundos a recordar todos los retos y situaciones que en los últimos dos años has evitado enfrentar gracias a esa palabrita: “no puedo”?  ¿Hay alguna manera de deshacernos de esta aparentemente conveniente expresión? Pues sí la hay. Es la actitud: “Sí puedo.” 

Es obvio que no todos los “sí puedo” van a terminar igual, pero, te garantizo que solo la actitud “yo puedo” va a traer a tu vida grandes, grandes cambios. Para empezar, muchas de las tareas que has evitado pudieras realizarlas feliz y exitosamente. Como se ha dicho antes, y no hay que ser sabio para decirlo, “la actitud es la mitad de la pelea.” La otra mitad es fe y esfuerzo personal. No hay que ser un motivador famoso -de hecho, no lo soy, para entender esta verdad eterna: según tu esfuerzo así serán los resultados.

Es interesante que la filosofía personal del “yo puedo” no solo se aplica a un área sino que aplica a toda faceta de la vida. Aplica a los negocios, a los estudios, a las ventas, a las artes, al campo de la política, incluso, y tal vez debiera decir, más sobresalientemente al campo de la devoción religiosa. Si deseamos hacer cambios de personalidad o alcanzar alguna meta loable relacionada con la espiritualidad, definitivamente la actitud “yo puedo” jugará un papel de vital importancia. De hecho es el factor común del que alcanza un doctorado al que logra una medalla en las Olympiadas. En mis más de setenta años, no ha habido ninguna palabra que me haya ayudado tanto  que esas dos palabras: “yo puedo.” Me han inspirado y me han ayudado a conocer el valor del esfuerzo personal. Claro está, si la meta es digna, tendremos un factor exterior que nos podrá suplir lo que requerimos para triunfar en cualquier campo… ¡Dios!

Si la múcura está en el suelo y hoy no podemos con ella, volvamos a intentarlo, una y otra vez hasta que podamos con ella. Dejemos de buscar excusas que solo logran ponernos en la segunda fila de la vida exitosa sino que siempre digamos que sí y luego con esfuerzo !podamos!

MEDITA EN ESTO:

¿CUÁNTAS VECES DIJISTE NO PUEDO LA SEMANA PASADA?

¿POR QUÉ DEBES ELIMINAR DE TU VOCABULARIO EL NO PUEDO?

 

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