¿impaciencia por alcanzar paciencia?

La paciencia, es una de esas bondades que cuando crees que la tienes, se te escapa entre los dedos. Lo que quiero decir es que muchas veces podemos ser pacientes frente a determinadas situaciones, mientras que otras nos sacan el “mounstruo” que tenemos por dentro, y !lo harán vez tras vez! Ahí es cuando nos damos cuenta de que todavía nos falta mucho para dominar el arte o mejor dicho, la virtud de la paciencia.

En cierta ocasión alguien me preguntó qué era la paciencia. En ese momento solo se me ocurrió decirle que “paciencia es la CIENCIA de la PAZ” Y aunque no sea la definición del diccionario, no me cabe la menor duda de que cuando perdemos la paciencia, de una u otra manera entramos en guerra. Si pierdes la paciencia con la gente, te peleas con ella. Si pierdes la paciencia en el tráfico provocas problemas, si le pierdes la paciencia a tus hijos, no habrá quien viva en tu casa y si le pierdes la paciencia a tu cónyuge, terminas en divorcio. La paciencia contribuye a la paz, al bien actuar y al bien vivir.

Siendo tan valiosa y tan importante en la vida, debemos tener cuidado de no perderla, porque se pierde con facilidad, en unos más que en otros, pero para la mayoría de los seres humanos, la impaciencia resulta frecuente, demasiado frecuente. La impaciencia puede ser mala, muy mala a la hora de pedir cuentas y eso a pesar de que siempre encontrarás a alguien que te diga que “la impaciencia puede ayudarte a vivir vidas intensas”.  Claro, dependerá del lado en que uno esté y lo que “por vida intensa” entienda quien lo diga. Nada, que no hay excusa para la impaciencia, es negativa, siempre es negativa.

La impaciencia te envejece.

De hecho, un estudio de la Universidad Nacional de Singapur y de las universidades norteamericanas de Berkeley y Pensilvania, recientemente publicado en Proceeding of the National Academy of Science, reveló que ser impaciente también puede acelerar el envejecimiento, dicho esto, todos mis lectores sentirán, de repente, un gran deseo de mejorar en su despliegue de paciencia. ¿me equivoco?

Además de poder mantenernos jóvenes por más tiempo, piense en otros beneficios de la paciencia. Presión arterial regulada, menos comer por impulso o impaciencia, y mejores relaciones humanas. Hasta la misma naturaleza nos ofrece sus lecciones oportunas sobre la paciencia como muestras indirectas de sabiduría divina. El niño toma nueve meses en nacer, el árbol no está apurado para dar su fruto, el amanecer se toma su tiempo y lo mismo sucede con las estaciones del año. Cada una con su propia belleza y cada una a su tiempo, sin apuro, sin lentitud. Todo lo creado se toma el tiempo que se ha determinado que tome.

La impaciencia de una madre para que su hija, niña todavía, se vista como mujer es triste y contradice la sabiduría práctica. ¡Madres, por favor, sean pacientes con sus hijas! Apresurar el entrenamiento de un cirujano o de un piloto solo puede traer consecuencias muy negativas. Lanzar un producto médico al mercado sin las debidas pruebas, es un grave error que se paga con la salud o la vida de los que lo utilicen. Es mala consejera la impaciencia y es mala siempre. 

Muchas veces la raíz de la impaciencia es el orgullo, sin embargo, el paciente demuestra ser humilde. Mientras que el impaciente provoca guerra, el paciente promueve la paz. El impaciente se asigna el trabajo que le gusta, sin embargo, el paciente espera a que se le asigne el trabajo. El impaciente desespera. El paciente sabe que todo llega a su tiempo. El impaciente corre a la entrada de la tienda y luego tiene que esperar a que la abran. El paciente disfruta de su café en casa y llega a la tienda cuando sea la hora de abrirla. El impaciente acelera la muerte que no tenía que alcanzarle. El paciente sabe que la muerte es inminente de modo que no la espera, ella le sorprenderá, ¡viviendo!

Impaciente por alcanzar la virtud de la paciencia. 

¿Parece contradictorio? Lo es. La virtud de la paciencia deberá desarrollarse como se desarrollan todas las virtudes. No hay atajos. La paciencia, como un músculo, se desarrolla ejercitándola. ¡Ejercita tu paciencia! Ejercítala donde mejor bien haga, en tu hogar, en tu trabajo, con tus vecinos. Ganarás mucho, amigo mío, y no perderás nada siendo siempre, siempre, siempre, paciente.

 

¿Por qué algunos siguen adelante y otros no?

Sí, ¿cuál es la razón por la que alguna gente sigue y sigue adelante, mientras que otros se quedan en el camino? ¿Hay alguna explicación para este fenómeno?

Tome en cuenta, por ejemplo, los millones de personas que comienzan  estudios universitarios, de hecho, este año 19.9 millones se matricularán en los colegios de los Estados Unidos, y de estos, una tercera parte abandonará sus estudios. ¡Más de seis millones no seguirán adelante! Pero no necesitamos cifras para entenderlo. Solo pensemos en las respuestas a estas preguntas: ¿Cuántas personas han entrado y salido del lugar donde trabajas? ¿Cuántas parejas que se casaron al mismo tiempo que tu ya no siguen juntas? ¿Cuántas personas que estaban en tu misma fe religiosa ya no están ahí? ¿Cuántas personas comienzan un negocio y luego lo abandonan? ¿Cuántas personas conoces que empiezan algo y no lo terminan? En fin, ¿por qué tantos se quedan en el camino abandonando sus sueños?

Hay que reconocer que empezar cualquier empresa es un paseo en comparación con permanecer en ella. Y eso sin importar la actividad en la que nos propongamos dedicar nuestro tiempo y esfuerzo. Es bien sabido que nada que valga la pena en la vida viene sin luchas, fracasos, frustraciones o dudas. Y aunque reconocemos esto con la mente, tenemos la tendencia de suponer que a nosotros todo nos va a ir bien… simplemente porque somos nosotros. ¡Ahí es precisamente donde radica la trampa! Alguien dijo que el secreto del éxito en la vida no es correr detrás de las mariposas sino cuidar el jardín para que ellas vengan a ti. 

Ni nuestro nombre, ni nuestra reputación, ni nuestras habilidades tienen que ver con alcanzar el éxito en la vida. El secreto tiene que ver con algo totalmente diferente y muy a menudo descartado. ¿Qué es?

LA PERSEVERANCIA

La clave, del éxito reside en la persistencia. Es la perseverancia lo que les faltó a los que se quedaron en el camino. ¿Qué es perseverancia exactamente? Se define perseverancia como “firmeza y constancia en la manera de ser o de obrar”. Un sinónimo bien conocido es persistencia. Sin esta cualidad nos será imposible triunfar. Puedes pensar en cualesquier campo del saber, las artes, la industria o incluso la religión y aprenderás que todos los que alcanzaron el éxito en estos renglones poseían esa cualidad. Cuando desees ver la perseverancia en acción la verás en el diario vivir de una madre cuyo hijo es autista, en un atleta que juega baloncesto desde su silla de ruedas, en un ciego que desde una plataforma ofrece un discurso motivador. La verás en el padre que visita a su hijita enferma de cáncer en el hospital de niños. Se palpa en el esposo fiel que cuida a su mujer que padece de alzheimer. ¿La posees tu? Si la posees, serás siempre un triunfador.

No hay viaje sin la posibilidad de una tormenta, de mil desafíos que enfrentar. No comiences a andar en un camino en el que no estás dispuesto a perseverar. Dicho lo anterior, toma nota de lo siguiente: la persistencia se alimenta del amor. Según el grado que ames lo que te propongas, a ese mismo grado perseverarás. Hay una estrecha relación entre la perseverancia y el amor que poseas.

La sabiduría humana está llena de ejemplos, anécdotas y leyendas sobre el valor de la perseverancia. Desde niño las fábulas de Esopo me llamaron la atención. Esopo era un escritor griego que vivió para el sexto siglo antes de nuestra era. Se cree que sus fábulas llegaron hasta nosotros gracias a misioneros portugueses. De cualquier manera, su famosa fábula de la liebre y la tortuga ilustra el punto que discutimos de forma estupenda. ¿La recuerda el lector?

Cierta liebre orgullosa de su velocidad, se burlaba de la lenta tortuga. Un día, con la intención de humillarla ante todos los animales del bosque, le retó a una carrera. Para sorpresa de todos, la tortuga aceptó el reto. Luego de acordar la distancia, el punto de partida y de llegada, se lanzaron a la competencia. La liebre le dejó una buena ventaja a la tortuga y de un par de saltos la alcanzó y le pasó. Luego, encontró una siembra de zanahorias y tentada por el bocado, se detuvo a comer. Cuando la tortuga le pasó, volvió a incorporarse a la carrera y le volvió a pasar con facilidad. Sin embargo, en vista de su suculenta comida, le dio sueño y confiada se echó a dormir. Para su sorpresa, el sueño se prolongó más de lo esperado. Al despertar asustada, corrió tan aprisa como pudo sin lograr pasar la meta antes que la lenta tortuga quien muy feliz ganó la competencia. La moraleja es clara: la perseverancia, resulta más valiosa que la velocidad. 

Sí estimado lector, la perseverancia es de un valor humano incalculable. Nos ayuda a no abandonar el camino a pesar de los obstáculos y como resultado nos ofrece experiencia valiosa, confianza en nosotros mismos, y nos ayuda a desarrollar nuevas técnicas de aprendizaje. Nos hace valientes y decididos. Sea lo que sea que hagas, persiste, continúa, no te rindas. Puede que tome tiempo pero la persistencia solo puede llevarte, a un lugar, ¡al éxito!

 

 

Leer bien es un arte.

Y si concuerdas que lo es, entonces, se puede aprender. El arte no es una musa que anda para arriba y para abajo a ver a quien encanta. No. El arte, en cualesquiera de sus modalidades se estudia, se practica y se aprende. Si buscas las historias de los artistas siempre encontrarás a un maestro. La declaración que encabeza este artículo, por lo tanto, lleva la intención de hacerte pensar y motivarte para que hagas de la lectura un arte con el que te beneficies tu y puedas beneficiar a otros.

Millones de hispano parlantes piensan que saben leer porque pueden reconocer una palabra detrás de la siguiente pero en realidad esto es solo parte del proceso de comprensión de la lectura. En ocasiones he experimentado, como muy probablemente ustedes también, escuchar a alguien que lee y que a todas luces no entiende en absoluto lo que está leyendo. Y es que leer es mucho más que relacionar una palabra con la otra. Juntar letras y mediante ellas formar palabras es una cosa, entender lo que se lee y articularlo de forma interesante, coordinada y bien enunciada, es otra cosa.

Para darnos alguna luz sobre lo que debemos tomar en cuenta para hacer una buena lectura, comencemos con los signos de puntuación.

SIGNOS DIACRÍTICOS

No se asuste por la palabra “diacrítico.” En realidad es una palabra que le hemos pedido prestada al griego antiguo διακριτικός -diakritikós, y lo que significa es “distintivo.”  De modo que cuando colocamos un tilde o un acento en una palabra, estamos haciéndola distinguir de las demás para que tomemos en cuenta un significado o una pronunciación diferente. Abajo, algunos ejemplos tomados de Wikipedia. Al leerlos, toma en cuenta el acento y observa cómo cambia su significado. Debemos aprender el uso de estos signos también en nuestra escritura pues el que escribe bien, puede leer bien.

  aún Adverbio de tiempo. Equivale a “todavía”.    aun Equivale a “incluso” si es afirmación y a “ni siquiera” si es negación. Aún no ha llegado al ensayo.
Aun si llega, no se lo tendremos en cuenta.
cómo Se utiliza como adverbio interrogativo. como Partícula gramatical. ¿Cómo estás?
Como les iba diciendo…
cuán Se utiliza como adverbio interrogativo. cuan Adverbio correlativo. No puedes imaginar cuán dichoso soy.
El premio será tan grande, cuan grande fue la virtud.
cuándo Se utiliza como adverbio interrogativo. cuando Adverbio de tiempo. Me preguntó cuándo me iba
¿Te piensas ir cuando den las doce uvas?
Del verbo “dar”. de Preposición. Quiere que le dé una explicación.
De mi casa a la oficina, tardo 30 minutos.
dónde Pregunta. donde “Respuesta”. ¿Dónde está mi libro?
Das vuelta donde te dije…
él Pronombre personal. el Artículo. Él entiende bien español.
El ordenador es moderno.
más Adverbio de cantidad y también sustantivo (signo matemático). mas Conjunción adversativa, equivale a “pero”. En esta suma falta el más.
Llegamos más temprano, mas no estaba abierto el portón.
Pronombre personal o reflexivo. mi Adjetivo posesivo y también nota musical. Aquello es para mí.
Esta es mi casa.
por qué Interrogativo o exclamativo. por que Equivale a “para que”. ¿Por qué no llegó? ¡Por qué!
Recemos por que (para que) no llueva.
porqué Sustantivo (se sustantiviza la expresión “por qué”). porque Responde o afirma
cuando es sustantivo.
Te quiero porque te quiero.
El porqué de las cosas.
No sé el porqué del asunto.
qué Interrogativo o exclamativo. que Responde o afirma
cuando es sustantivo.
Me pregunto qué hacen cuando no los vemos.
¿Cómo es que haces lo que quieres?
Hago lo que quiero.
Necesito saber qué hora es.
quién Interrogativo o exclamativo. quien Responde o afirma
cuando es sustantivo.
No eres quién para decir nada.
Llamaría si supiera a quién…
¿Quién es el siguiente?
Quien quieras.
Verbo “ser” (imperativo) o “saber” (primera persona del presente de indicativo activo singular). se Pronombre. Sé que se lo he dicho.
Mi colega se fue a la sala de reunión.
Adverbio de afirmación, pronombre reflexivo y también sustantivo. si Conjunción condicional y también nota musical. Ahora sí que quiero ir.
Lo quiere para sí.
Si tocas el piano, pulsa en la tecla si.
Sustantivo común, planta para infusiones (bebida). te Pronombre y letra (t). Te voy a preparar un té.
Te voy a contar un secreto.
A las 5 p. m. nos tomaremos un té.
Pronombre personal. tu Adjetivo posesivo. Tú tendrás que trabajar mucho.
Tu computadora es moderna.
esté Del verbo “estar” (primera y tercera persona del presente de subjuntivo activo singular y forma del imperativo) este Punto cardinal. Mis mayores deseos son que ella esté bien.Esté tranquilo, ahora vendrán.
La playa está al este de la ciudad.
cuánto Adverbio de cantidad (interrogativo o exclamativo). cuanto Preposición ¿Cuánto cuesta ese vestido?
En cuanto tenga dinero voy a comprar ese carro.

A veces la costumbre local, aceptada por la Real Academia de la Lengua, puede jugarnos malos ratos. En Colombia y en otras partes de América se dice “fríjoles” con acento en la “í” mientras que en el Caribe decimos “frijoles” sin acento en la “í”. Lo mismo sucede en Puerto Rico con la fruta del mango. Allí, lo correcto es “mangó” y vamos a encontrar ese fenómeno con otras palabras. Pues en vez de aferrarte a un solo modo, apliquemos lo que dijo el sabio: “en Roma, como los romanos”. Si haces una lectura pública y te encuentras el “mangó” leelo como está escrito, no como tu acostumbras a decirlo.

Para no hacer la historia muy larga, en otra oportunidad trataremos otros puntos valiosos que nos ayuden a mejorar nuestra lectura así como la comprensión que alcanzamos de este importante ejercicio de aprendizaje.