Si me retiro, ¡me muero!

Retiro temprano…yo lo había imaginado diferente!!!’

Pues sí, para que te voy a engañar, ¡si te retiras, hay probabilidades de que te mueras! Bueno, no es una profecía sino que eso parece ser lo que dicen las estadísticas con ralación a los que nos retiramos. Claro, corresponde a cada uno de nosotros hacer algo sobre eso, especialmente ahora que sabemos que retirarse puede ser muy peligroso para la salud.

¿Y por qué se muere la gente cuando se retira? Porque el cambio de rutina les deja un espacio vacío que les hace, poco a poco, personas inactivas, la gente se aturde por no tener ninguna actividad motivadora y productiva. Este sentimiento, en muchos casos, lleva a desarrollar poco a poco un mal carácter, un sentimiento de insatisfacción y en algunos casos extremos terminan con su relación familiar que hasta ese momento, si no era estupenda, al menos soportable.

“Este es nuestro plan de retiro: a los 65 años  nos divor-ciamos y nos casamos con alguien que haya plani- ficado mejor que nosotros su retiro.”

Podemos cambiar las estadísticas en lo referente a nuestro caso por medio de seguir las sugerencias que nos ofrecen los que nos llevan la delantera y han sobrevivido la experiencia del retiro laboral. Y eso, independientemente de si nos hemos retirado con algunos fondos o no. En realidad, lo que tengamos en el banco no va a establecer la diferencia entre el éxito o el fracaso de nuestra vida después del retiro. La diferencia la va a hacer nuestra actitud frente a nuestras nuevas circunstancias.

En este artículo y otros por venir, repasemos algunas sugerencias prácticas que pueden ayudarnos a vivir una vida plena, activa y feliz después del retiro. Comencemos con el primer punto:

PRIMER PUNTO –No te quedes inactivo. Si bien puede ser una buena idea pasar unas bien merecidas vacaciones de dos o tres semanas y aprovecharlas para descansar, no te quedes el la butaca viendo televisión y viviendo una vida sedentaria, aburrida e inactiva. ¡No lo hagas porque te mueres!

Si el caso es que todavía te quedan algunas fuerzas y dispones de algunos recursos, tal vez puedas comenzar un negocio pequeño. Incluso, pudiéras tomar un curso de algo que te guste. Tal vez puedas aprender a coser, bordar, a crear un negocito por internet, dar algunas clases a domicilio, aprender a pintar, incluso, conozco varios amigos que, después de retirados sienten energía suficiente para ofrecerse de voluntarios en obras de carácter comunitario.  Conozco muchísimos retirados que disfrutan, por ejemplo, de enseñar la biblia en hogares privados a personas interesadas en temas religiosos y, al hacerlo, sienten una gran satisfacción. Los efectos de estas actividades en la persona retirada son muy saludables y positivos.

Las organizaciones con base comunitaria necesitan voluntarios para un sinfin de actividades. Aunque el propósito de participar en estas no es generar un ingreso, pueden producir satisfacción. Además,  llegar a conocer a otras personas que pudieran convertirse en buenos amigos, es atrayente a todas las edades.

Si quisieras participar en alguna actividad que produjera ingresos, se puede pensar en algún negocito en la casa como vender prendas de fantasía, productos para la salud y para el hogar que, aunque no generan una fortuna, sí proveen algunos ingresos modestos que pueden ser importantes a la hora de cubrir gastos menores. Claro, dependiendo de lo que sepas o te guste hacer, ahora tendrás el tiempo para disfrutar, sin presión de esas otras actividades.

Ahora bien, lo realmente importante cuando uno se retira, no tiene que ver con lo que tengamos en el banco ni con nuestros ingresos, sino con la actitud que tengamos en cuanto a manejar el tiempo y el dinero. Puedes tener mucho y gastar mucho, pero, con el tiempo, en vista de que no hay ingresos importantes, te quedarás sin recursos. De modo que te repito el punto: No es lo que tienes sino cómo lo utilizas. La persona retirada tiene que rehacer la mente en cuanto al uso de su dinero. Si simplemente somos conscientes de cómo gastamos, y lo que recibimos, eso es lo que nos va a proporcionar paz mental o lo que puede torturarnos hasta la muerte.

Pero, no hay que morirse , lo que hay que hacer es tomar conciencia de que entramos en una nueva etapa en la vida… una que podemos sobrevivir con un poco de sentido común y con el deseo de continuar siendo hombres y mujeres productivos.

Piensa en esto:

Si estás próximo al retiro ¿Estás pensando ya qué vas a hacer para mantenerte productivo? 

¿Has conversado con tu esposa y con tus hijos sobre este tema? ¿Qué piensan ellos?

El celular -Invitado indeseado que nos abruma.

  Nadie lo invitó pero siempre está presente y francamente no hay forma de evitarlo. No pienses que será discreto porque se robará la atención de todos, incluso la tuya. Se trata de cierta adicción que viene afectando a cada vez más y más seres humanos. Es peor que el virus africano y drogados por su influencia hay millones de hombres, mujeres y niños de todas las edades y de todas las naciones. Por supuesto nos referimos al dichoso celular.

  Los genios detrás de estos aparatos te inundan con aplicaciones, algunas ridículamente costosas, que te incitan a hacer prácticamente cualquier cosa, menos mirar a los ojos a tus hijos, tu esposo y lo que te rodea… que te impiden conversar con tu familia y que te bloquean el placer de disfrutar de la cena y de la sobremesa, la única vez al día que esto se nos hace posible. Sí, te dicen que puedes tener a tu alcance cientos de juegos, periódicos, cálculos, mapas y cualquier otra cosa, siempre y cuando te arrodilles a su influencia y te sometas a su poder seductor que paraliza toda relación social normal con tus seres queridos quienes ahora te molestan porque interrumpen tus “sagradas actividades celulares”.

Ya casi se nos olvida que el propósito original era simple y llanamente hablar por teléfono. ¡Bendito sea aquel aparato negro con su disco numerado que se llamaba teléfono! ¡Jamás se parecía a este endemoniado aparato que nos roba toda conciencia de la hora, el día y las actividades que debemos desempeñar!

¡Ese invitado obligado a todas las reuniones comerciales y de trabajo! ¡Ese invitado obligado que se sienta en tu iglesia o en el discurso de funeral de la tía Brunilda! Es el mismo que interrumpió la boda de Camila y casi arruina el bautizo del hijo de Felipe. El aparato no viene solo sino acompañado de su inoportuna musiquita que distrae, interrumpe, perturba y desconcierta.¿Habrá alguien en este mundo que pueda dominarlo?

No sé tu, pero yo, HOY he decidido comenzar a luchar. Estas son mis primeras resoluciones:

1. Comenzaré a dejar el teléfono más a menudo  en la guantera del auto. Comenzaré  cuando vaya a visitar a mis padres y a mis amigos.  Atenderé los mensajes cuando regrese al auto.

  1. Cuando llegue a casa, lo colocaré en su lugar de carga y lo pondré en “mute” para que me permita compartir con mi familia. Antes de acostarme veré si tengo mensajes. Los que no me dejen mensaje no tendrían nada importante que decirme. Compraré un despertador de mesa para que se quede toda la noche en el lugar de carga. No lo necesito como reloj despertador.
  2. Si estoy en el automóvil y recibo una llamada, solo la contestaré si tengo disponible mi bluetooth y puedo contestar con mi dispositivo handsfree. De otra forma contestaré las llamadas al llegar a mi destino.
  3. Solo enviaré los mensajes de texto necesarios y evitaré enviar chistes, cuentos, chismes o noticias excepto por treinta minutos una vez al día.
  4. No lo usaré más en restaurantes mientras comparto con mis compañeros y disfruto de una velada con mi esposa. Es desagradable estar echando una mirada al teléfono cada tres minutos. Desalienta y apaga cualquier interacción con nuestro interlocutor.
  5. Evitaré utilizarlo en horas de trabajo por medio de ponerlo en una gaveta y mantenerlo en silencio. En una emergencia se me puede contactar por el teléfono de la compañia.

Estoy harto de que el celular me robe la atención, la comunicación y al final, el cariño de los que significan algo para mi. Comprendo que es una resolución personal pero soy yo el que tengo que empezar a hacer algo. Tengo la esperanza de que al verme liberado de ese invitado obligado y nongrato, le sirva de estímulo para liberarse a todos los que me rodean que se han sometido a su tirana esclavitud.

De ahora en adelante, YO tendré el control.

¿Me sigues?