¿Te cortaron las alas? -¡Todavía puedes volar!

Aunque esa no sea la intención, constantemente, muchos de nosotros estamos cortándole las alas a todos los que tenemos a nuestro alrededor. Lamentablemente comenzamos con nuestros hijos y nietos, a los que amamos tanto y luego seguimos por ahí haciendo exactamente lo mismo con todos los que se nos acercan. Amigos, estudiantes, emplealdos, compañeros de trabajo, familiares, vecinos, en fin, no tenemos límites. Es importante cambiar esta mala costumbre que limita lo que nosotros podemos hacer por otros y que a largo plazo también limitará a quienes derrumbamos con nuestros comentarios, todos aquellos a quienes les cortamos las alas. Abundemos un poco en el origen del análisis psicológico de este fenómeno y veamos cómo y por qué nos puede afectar.

El efecto Pigmalión.

¿Has escuchado sobre esto? La enciclopedia Wikipedia dice: “El efecto Pigmalión, en psicología y pedagogía, es uno de los sucesos que describe la creencia que tiene una persona de poder influir en el rendimiento de otra. El efecto debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado.”

Efectivamente, Pigmalión se enamoró de su propia obra y esta llegó a ser real para él. El mismo artículo citado continúa diciendo: “A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la estatua, Galatea, que representaba a la mujer de sus sueños… Este suceso fue nombrado como el efecto Pigmalión ya que superó lo que esperaba de sí mismo y al creer que la estatua estaba viva esta llegó efectivamente a estarlo.

¡Que tremendo poder pueden tener nuestras expectativas! Pueden ser positivas o pueden ser negativas, pero tendrán una fuerza avasalladora sobre nuestras creencias personales y lo que estamos convencidos que podemos ser, o no llegar a ser, en la vida.

Cortamos alas cuando le decimos a nuestros hijos, a nuestros nietos o a nuestros estudiantes, que son estúpidos, que no tienen habilidad, que no pueden ser lo que quieren ser, o que no llegarán a ser lo que sueñan ser. Esto es el efecto negativo de Pigmalión. El positivo obviamente es felicitarlos por lo logrado y se harán mejores. Lo mismo ocurre en la familia, incluso en nuestro hogar. Y vuelvo a enfatizar el hecho de que en el 99% de las veces no tenemos ninguna mala intención de derribar… pero lo hacemos. ¡Somos complicados!

Si le decimos a nuestra esposa que ha cocinado un exquisito platillo, si le decimos que se ve hermosa, de seguro ella se esforzará por cocinar mejor y por verse lo mejor posible. Le estamos diciendo algo que reforzará su estima y que le llevará a ser mejor cocinera y una persona más cuidadosa con su físico. Si le agradecemos su trabajo limpiándo la casa ella va a seguir haciéndolo pero con más gusto. Si ella nos escucha decir que es enferma, que no puede hacer esto o aquello porque no tiene energía, si decimos que no sabe lavar o que no puede esto o aquello, le reforzaremos a nuestra mujer, la idea de que efectivamente no puede. Cada día estará más enferma y más limitada. ¡Le estamos cortando las alas! 

Si le decimos al enfermo que mejorará, esto tendrá un efecto en su estado de ánimo. Si le decimos que morirá, también tendrá un efecto debilitador y es muy probable que muera más temprano de lo previsto. Así de poderosa es la mente estimado lector. Haremos como verdad y real en nuestra mente, lo que otros nos refuercen.

Recuerdo haber leído el caso de un estudiante de secundaria. La profesora le decía que sería taxista y que no podría aspirar a ninguna otra cosa. Al paso de los años un taxista la recogió y le reconoció como su profesora. Le comentó que ella había tenido mucha razón cuando le dijo que sería taxista. Llevaba 4 años haciéndolo y que le gustaba mucho. La profesora quedó muda. Seguramente no porque el hombre fuera taxista, pues es una forma honrada y digna de ganarse el pan. La profesora quedó pensativa porque si le hubiese inculcado que sería otra cosa, el joven, tal vez la hubiera alcanzado. Ella puso en la mente de aquel joven una idea, ella sembró en su mente lo que él llegaría a ser y así sucedió. ¡El efecto Pigmalión!

Los maestros, los padres, los líderes, los motivadores podemos hacer mucho bien inspirando y motivando. Tenemos un gran poder. Uno mismo tiene la facultad de hacer realidades, de hacer que profecías se cumplan, primero con la mente, luego con las acciones. Llegaremos a ser lo que pensemos de nosotros mismos que somos.

Por eso estimado lector, inspiremos, motivemos, pensemos lo mejor de los demás. Si hay que corregir algo, nunca le robemos la dignidad a la persona. Si usamos estos principios, ¡jamás le cortaremos las alas a los demás!

 

Muchas gracias por decir “Gracias.”

¿Somos una raza en extinción?

Aunque dar las gracias pudiera parecer la acción apropiada cada vez que alguien hace algo bondadoso por nosotros, la triste realidad es que los que damos las gracias parecemos una generación en peligro de extinción.  Incluso la reacción de algunos cuando decimos “muchas gracias” parece sugerir que no escuchan esas palabras muy a menudo. Con todo, dar las gracias debe ser el patrón general natural de nuestra conducta, desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos al fin del día. ¿Por qué?

Un viejo maestro a quien se le atribuye ser el fundador del pensamiento taoista Lao Tse (en realidad no es un nombre propio sino un título: “viejo maestro”) decía que “la gratitud es la memoria del corazón”. Esta no solo es una frase hermosa pero a la vez es una frase muy cierta. Si tenemos buena memoria emocional, si tenemos buenos sentimientos, debemos reconocer una buena acción hacia nuestra persona con una expresión de gratitud. Es aquí cuando decir “gracias” o “muchas gracias” caen en el lugar perfecto de las buenas relaciones entre los seres humanos.

Una frase corta llena de valor.

Virgilio, poeta italiano que nació en el año 70 antes de Cristo ya meditaba por su parte en este mismo asunto de la gratitud y también dijo algo interesante. “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido, en la mente del hombre agradecido.”  El poeta sugiere que, no solo debemos hacer una expresión fugaz de gratitud, sino que no deberíamos olvidarla jamás.

Desde mi punto de vista, sobre todos los que han podido hacer énfasis en la importancia de ser personas agradecidas, está mi cita preferida que corresponde al apóstol Pablo. Cuando escribe a los cristianos que vivían en Tesalónica, un puerto marítimo de importancia, les dice: “Con relación a todo, den gracias. Porque esta es la voluntad de Dios en unión con Cristo Jesús en cuanto a ustedes”.  ¡Que interesante! Ahora, el pensamiento paulino nos amplifica aún más el concepto y nos dice que debemos dar gracias por todo y subrraya la importancia al decir que esa es la voluntad de Dios. ¿Entendió? ¡hasta Dios nos pide que seamos agradecidos! Entonces, la idea de que debemos ser personas agradecidas se va convirtiendo en una especie de mandamiento divino que debemos tener presente.

Estos tres argumentos deben ayudarnos a meditar en cuanto a nuestros hábitos recientes. ¿Estamos demostrando agradecimiento por las bondades pequeñas o grandes? ¿Damos las gracias cuando nos abren la puerta, cuando nos alcanzan una tacita de café o nos dicen algo bondadoso? Es importante hacerlo. Y eso incluso si la persona que nos hace el favor es un empleado nuestro o un amigo íntimo. Debemos ser agradecidos no solo porque dice algo de lo que somos sino también porque las acciones bondadosas de otros también dicen algo de ellas mismas y es del todo justo que les demos reconocimiento. ¿No te parece?

Dar las gracias nos enaltece, nos dignifica y nos convierte en personas agradables y merecedoras de la bondad expresada. Por eso, amigo mío, la próxima vez que un miembro de tu familia cercana, tal vez tu esposa tu hijo, un amigo o un compañero de trabajo, incluso un empleado o un desconocido, te muestre un acto cariñoso o bondadoso, no olvides decir “muchas gracias.” De seguro escucharás una reacción amigable y positiva de reafirmación… y puede que, en el fondo del corazón esa persona te diga: “muchas gracias por decir “gracias”.

 

Y LOS BUENOS DÍAS… ¿adónde fueron a parar?

Cada vez se hace más extraño escuchar los “buenos días”. Es como si se hubiesen desaparecido del planeta de la noche a la mañana. A veces escucho a algunas esposas decir: “lo primero que me pide mi marido en la mañana es el café y pocas veces se acuerda de darme los buenos días.” ¿En dónde se han metido los “buenos días”?

Aunque nos cueste cambiar la costumbre “moderna” de no saludar en las mañanas debemos insistir en ella con nuestros hijos y en nuestra familia. Tener una expresión alegre en el rostro y saludar nos permitirá tener un mejor comienzo a los retos que trae cada día de nuestra existencia. Empezar bien, por lo tanto, es muy importante.

Y esto no solo en el pequeño círculo de la familia pero es la forma apropiada de dirigirnos a las personas que vemos al llegar al trabajo, al comprar el café en camino al taller o al entrar al salón de clases en la escuela o en la universidad. La buena cortesía se va a reflejar en nuestro semejante quién aunque sea con pocas ganas es muy probable que nos conteste y si no lo hace hoy… como un matrimonio que conozco, nuestra insistencia diaria hará que llegue el día en que finalmente se contagien con el saludo alegre que podemos darles al comenzar cada jornada.

En muchos países hispanos damos los buenos días antes del mediodía y después de esa hora damos las “buenas tardes” y ambas expresiones pueden utilizarse para despedirnos también: “pues que pases buenos días” o incluso es apropiado y muy apreciado cuando nos despedimos a dormir, decir: “buenas noches”.  !Esto es dulce a los oídos! No permitas que tu familia abandone los buenos hábitos de cortesía. La razón es que otros hábitos van colgados de este y pueden, igualmente caer en el olvido.  ¿Como cuáles?

Los días buenos se fabrican con nuestras propias acciones.

Como decir, “hola”; “adiós” (una expresión que lleva la intención de que Dios te acompañe) y otras que le dan gusto, color y sabor a nuestra vida como “por favor” y “gracias”. Es probable que cuando eramos pequeños, muchos de nosotros recordemos a mamá o papá decirnos: “¿y qué se dice?” Luego de ese empujoncito decíamos “gracias”.  Y eso se repetía cada vez que nos olvidábamos de dar las gracias. ¿Ves diferencia entre decir: “dame un poco de agua” y “por favor, dame un poco de agua”?

Si se nos olvidan los “buenos días” pronto se nos olvidarán los hola, los adiós, los por favor y dar las gracias.  Terminaremos convirtiendo nuestras expresiones de cortesía en solo palabras de diccionario que no tienen uso ni valor. !No lo permitamos usando las expresiones de cortesía que sean comúnes en nuestro país o en nuestra cultura! Dependerá de cada uno de nosotros.

!Que tengas un día feliz estimado lector!  !Hasta pronto!

 

ALCANZARÁS TODO LO QUE TE PROPONGAS… ¿cierto o falso?

La mosca se empeñaba en atravesar el escreen plástico…

Mientras me vestía para una reunión miré por la ventana del cuarto hacia afuera, al jardín de la casa, cuando algo me llamó la atención. Era una mosca que trataba de atravesar el escrín plástico que impide que el aire acondicionado se pierda por las ventanas. Supongo que aquella barrera invisible le era incomprensible al pequeño insecto. Supongo también que veía la luz y su cerebro le decía que había por allí el escape, pero no había escape. La mosca intentaba y volvía a intentar atravesar aquella barrera “invisible” pero todo esfuerzo le era inútil.

El doctor Richard M. Restak señala: “La computadora más avanzada de redes neuronales […] tiene una diezmilésima parte de la capacidad […] de una mosca común” Dicho de otra forma, los científicos, como el doctor Richard M Restak nos dice que la computadora más avanzada hecha por el hombre es muchas veces menos capaz, que el minúsculo cerebro de una mosca común. Entonces, ¿por qué no se da cuenta de que si sigue insistiendo va a agotar sus energías y terminará muerta? 

“La computadora más avanzada de redes neuronales […] tiene una diezmilésima parte de la capacidad […] de una mosca común”
 Porque el cerebro de la mosca no es capaz de razonar. No le ofrece alternativas, no puede visualizar consecuencias. Y, efectivamente, cuando llegué de mi reunión, unas dos horas y media más tarde, allí estaba, muerta.  Sin embargo, lo único que tenía que hacer la dichosa mosca era dar un viraje de 180 grados en la dirección opuesta y hubiese sobrevidido. Solo tenía que reenfocarse, hacer un leve ajuste a su trayectoria, hacer un cambio. No lo hizo, no es capaz de hacerlo y no puede aprender a evitar el mismo destino, la muerte.

Por otra parte el cerebro humano, que solo pesa unas tres libras, capaz de aprender idiomas, complejas matemáticas, y de poseer una capacidad inventiva y creativa ilimitada, se puede parecer más de lo que suponemos al de una mosca. ¿Por qué decimos esto? Porque nuestra mente inteligente y racional es capaz de empesinarse, encapricharse, no ver ninguna alternativa, cegarse y finalmente morir en un intento vano impulsado por un deseo o un capricho. Cuando no cambiamos nuestras alternativas, cuando como moscas, queremos atravesar lo que no nos corresponde penetrar, cuando lo que hubiese sido más sabio era simplemente hacer ajustes, examinar nuevas posibilidades, repasar nuevas alternativas y continuar con nuestra vida, simplemente no lo hacemos.

 ¿Por qué nos parecemos tanto a las moscas? Hay varias razones. Tal vez la más sobresaliente sea que, desgraciadamente, demasiados profesores, sicólogos y vendedores de sueños han convencido a millones de incautos seres humanos, que TODO ES POSIBLE SI TE ESFUERZAS LO SUFICIENTE. Como tal cosa es un enorme disparate, es una mentira, no es cierto, vemos a millones de personas muertas en vida o frustradas porque se suponía que TODO les fuera posible y “murieron” sin lograrlo y sin que se les ocurriera hacer otra cosa. Millones han muerto en sentido emocional, miles en sentido literal. ¡Estas falsas canciones que llevan encadenados a millones de seres humanos! !Estos falsos predicadores que siempre ganan pues si no lo lograste es porque no te esforzaste lo suficiente. No toman en cuenta habilidades, golpes de suerte, la salud, el suceso imprevisto, recursos económicos y emocionales y todo lo demás que hace la vida de un ser humano una sumamente inestable e impredecible.

Mejor enseñanza y más honesta sería decirle a nuestros hijos: ¡HAZ TU MEJOR ESFUERZO!  Pero no le decimos eso. Le decimos que sea el mejor o peor aún, que TIENE QUE SER EL MEJOR. Le decimos que él puede hacer la diferencia (sabe Dios lo que eso quiera decir) y en vez de preguntarle: Hijo ¿cómo te sientes?  Le preguntamos: “¿Qué notas sacaste?” “¡Debes ir al mejor colegio!”  Probablemente cosas que nosotros mismos no hicimos pero que queremos que ellos hagan. Nos olvidamos que nuestros hijos necesitan AMOR e INSPIRACIÓN no calificaciones que  nos hagan orgullosos a nosotros ni exámenes de IQ que prueben que son mejores que los demás.  La vida no se acaba si una meta no se alcanza. No somos moscas y por Dios, no enseñemos a nuestros hijos a serlo. Si usamos nuestra inteligencia y trabajamos duro con los recursos que poseemos, podremos alcanzar muchas metas y aunque no sean las originales propuestas, EXISTEN OTRAS METAS DIGNAS que pueden ofrecernos muchas veces más de lo que jamás sospechamos, si hacemos nuestros mejores esfuerzos con gozo y alegría.

Sí, puede ser que alcancemos muchas metas que nos hayamos propuesto alcanzar. Pero, la verad es que no todas las metas que deseamos alcanzar en un tiempo, nos son valiosas con el paso de los años.  Es que a medida que vivimos nos damos cuenta que es mejor ser menos, vivir con menos y sentir y vivir más. Mejor que una cuenta de banco jugosa es ver a nuestros hijos felices, verles reír y disfrutar la vida sin las luchas vanas y fugaces competencias que al final nos roban todo lo que es verdaderamente valioso.

Tal vez no alcancemos todas nuestras metas ni todos nuestros sueños… pero te aseguro que no los cambiaremos por la felicidad que podemos alcanzar haciendo los ajustes que sean necesarios a nuestra vida… sin frustrarnos ni sentirnos menos. No seamos como la mosca que solo sabe morir en el intento. ¡Aprendamos a cambiar, a ser flexibles y a vivir!