Mi mejor amigo se llama “el tiempo.”

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Muchas personas, piensan que el tiempo es un enemigo implacable que poco a poco nos va consumiendo y que al final acaba con todo. Y es verdad que el tiempo puede ser un enemigo perenne durante toda nuestra existencia, pero hoy, quisiera que meditaramos en cómo el tiempo es también un amigo. Como amigo, el tiempo resuelve muchos misterios y revela verdades ocultas.  El tiempo no se queda con nada de nadie, incluso, puede ser un gran consolador y fuente de fortaleza.

EL TIEMPO ES UN REVELADOR DE SECRETOS

Solo el tiempo contesta a nuestros hijos la pregunta de con quién se van a casar y si van a hacerlo o no. El tiempo nos revela si seremos abuelos y qué clase de personas serán nuestros nietos. Solo el tiempo nos puede dar la razón en un conflicto doloroso que no parece tener solución y es, el tiempo, el que muchas veces nos abre las puertas que estuvieron cerradas para nosotros. Con el tiempo crecemos y nos percatamos de lo maravillosa que es la vida y de lo pequeños que fueron algunos conflictos pasados. El paso del tiempo nos puede hacer personas agradecidas y puede llegar a sanar heridas y ausencias que parecían incurables o insuperables.  Amigo mío, si dejas que el tiempo pase y escuchas con cuidado lo que nos dice, se revelarán verdades insospechadas.

No podemos controlar el tiempo.

Es verdad que solo podemos medir el tiempo, no podemos verlo, pero lo sentimos pasar sin poder controlarlo, ni acumularlo, como algunos acumulan riquezas. A lo más, solo podemos tratar de utilizarlo lo mejor posible, aunque la gran mayoría de la humanidad suele perderlo solo por placer. Como el tiempo perdido no puede recuperarse, deja a millones desconsolados al paso de cada jornada. Aunque a menudo nos decimos para nuestros adentros: “hago eso después” la realidad es que no tenemos ninguna garantía de que podamos hacerlo, de modo que lo que vayamos a hacer, debemos hacerlo ahora, no después, porque no sabemos qué puede pasar un segundo después de decirnos “lo hago mañana”. El tiempo por lo tanto, es superior a nosotros, es mayor que nosotros y no podemos gobernarlo ni entenderlo completamente. En realidad, tomamos un curso arriesgado cuando decimos: “lo hago después.”

AL TIEMPO NO LE GUSTA DAR GARANTÍAS

Tal vez el lector recuerde la novela de Herbert George Wells intitulada La máquina del tiempo (The Time Machine) es una obra de tipo “ficción” publicada en 1895. Fue la primera novela de uno de los llamados padres de la “ciencia ficción.” En su novela el “viajero en el tiempo” logra llegar a un año muy en el futuro y en vez de ver a la humanidad en mejores condiciones, para su decepción la ve en las peores. Esto nos ayuda a tomar en cuenta el hecho de que aunque muchas veces pensamos que el futuro será mejor, existe la posibilidad de que no lo sea. Y es que no es el simple paso del tiempo lo que nos hace mejorar sino el esfuerzo que pongamos por lograrlo. Dicho de otro modo, el tiempo mismo no cambia nada, amigo mío, somos nosotros los que tenemos que hacer algo para que, con el tiempo, se produzcan cambios.

USEMOS EL TIEMPO COMO NUESTRO ALIADO

Deja que el tiempo te de la razón sin tener que pronunciar palabra.

Tal vez en esta jornada el lector ha tenido un mal día, tal vez una decepción, quizás una injusticia o una mala noticia. La reacción humana es a desesperarnos, a tratar de corregir el problema de inmediato, a anticiparnos al golpe que puediera hacernos daño. Creo que nos pasa a todos, asumimos una postura de defensa y nos “armamos” con razonamientos y pensamientos de revancha. Sin embargo, si nos sosegamos y dejamos las cosas al paso del tiempo, el tiempo obrará como nuestro libertador. El tiempo dará las respuestas porque el paso del tiempo nos brindará la mejor defensa. No importa el campo al que el lector desee dar atención, sea el religioso, el comercial o el político, verá las evidencias de cómo el tiempo contestó, aclaró y sentenció sin importar quién estuviese en contra o a favor.

Queda de nuestra parte obrar siempre de buena fe. Ser pacientes, ser observadores, no buscar la revancha porque el paso del tiempo siempre realza la justicia, siempre devuelve lo perdido, siempre descubre la verdad. Como dijo Steve Jobs, “el tiempo es la mejor medicina para todos los males.”

 

 

El amor y el interés fueron al campo un día…

Así comienza la historia más breve que he escuchado sobre estas dos cualidades, el amor y el interés. Por su experiencia en la vida, el lector sabe que muchas veces es posible distinguir una de la otra. Si se confunden puede que quedemos heridos o decepcionados. La breve historia comienza diciendo: “el amor y el interés fueron al campo un día. Era más el interés que el amor que le tenía.”

EL AMOR

Si nos centramos en las personas y no en nosotros veremos que otros harán lo mismo.

El amor es una cualidad que nos motiva a acercarnos a otras personas para cuidarlas, animarlas o para hacerles algún bien. Se puede decir que el amor genuino no es un simple sentimiento de simpatía o empatía sino que va más allá, animándonos a hacer lo necesario por otra persona, sin buscar nada a cambio. Si existiera una fuerte inclinación a querer recibir alguna recompensa, dejaría de ser amor para convertirse en interés.

Usted y yo expresamos amor a diferentes niveles. 1. Sentimos amor por nuestros hijos y familiares. 2. Sentimos amor romántico por nuestra pareja. 3. También existe el amor que expresamos a nuestros amigos que cae en un nivel distinto a los otros dos ya mencionados. Finalmente, 4. existe el amor a la gente que no conocemos, a los que están en otro país o lugar que sufren alguna desventaja o tragedia. Ese amor que sentimos por las desventajas y sufrimientos de otros es una emoción a otro nivel de amor que igualmente puede motivarnos a hacerles el bien. Así que vemos cuatro categorías de amor y cuatro niveles distintos en los que podemos y debemos ser genuinos.

En multitud de ocasiones escuchamos de tragedias con las que nos identificamos. Tal vez una inundación, un terremoto o cuando una nación cae en pobreza extrema y no solo sentimos amor por esas personas sino que ese sentimiento nos impulsa a hacer algo más. Pudiera ser una donación monetaria, si nos es posible, si es así tratemos de hacerla por medio de alguna organización seria. Una que nos conste que sirve por amor y no por interés. Hacer eso nos produce el grato sentimiento de estar conectados con el dolor ajeno. Esas expresiones de cooperación son altruistas y muestran verdadero afecto por otros seres humanos. Claro, no siempre podemos contribuír con dinero y el dinero no siempre lo resuelve todo. Muchas veces se necesita ayuda personal desinteresada y si nos es posible, podemos hacer trabajo comunitario voluntario que es tan apreciado.

EL INTERÉS

Aunque es cierto que no todo interés es negativo, si lo único que nos mueve es el interés, no vamos a lograr todo lo que pudiéramos como cuando hacemos las cosas por amor. Puedo entender que alguien se esfuerce por brindar un buen servicio para ganar una propina, un ascenso o un reconocimiento, pero aún así, debemos colocar el amor altruista primero, nunca el interés egoísta. Todos comprendemos que hay trabajos duros y abnegados que merecen reconocimiento y el estímulo de una propina pero a nadie le gusta ver a todas luces el interés sentado cómodamente en la primera fila. Cuando esto es evidente, en vez de acercarnos, sentimos que debemos alejarnos. El amor atrae pero el interés egoísta aleja.

Puedo pensar en el caso de las enfermeras. Si no hay ningún amor genuino por el paciente y si solo se piensa en el cheque del día de pago, no se van a exhibir las cualidades que apreciamos tanto en esta profesión. ¿Verdad que enseguida nos damos cuenta de quién nos cuida por interés y no por vocación? Hace poco estuve hospitalizado y tuve enfermeras que venían a sacarme muestras de sangre un par de veces al día. Había una enorme diferencia entre cómo introduce la aguja quien se compadece de tu situación y la manera en que lo hace la que te ve como un pedazo de carne al que tiene que sacarle sangre. Con algunas, confieso que mis pensamientos me decían: .”Hija del alma, ¿por qué no fuiste veterinaria en vez de enfermera?”

¡Pón amor a lo que haces, amigo lector! Si tratas con personas siempre piensa que servirles no es una desgracia ni una humillación. Servir a otros es un acto noble y una muestra de amor. Servir a otros ennoblece, jamás humilla. Aunque necesites el trabajo para dar de comer a tus hijos, piensa en los demás primero. Piensa en los sentimientos y en las circunstancias de los demás seres humanos. Puedes estar seguro de que la mayoría va a recompensar tu bondad con un referido, con una propina, con una buena recomendación o tal vez con una sonrisa que te aliente. Si pones el interés primero, los demás lo verán enseguida y no se sentirán motivados a apoyarte, a recompensarte o a recomendarte.

La historia es muy breve pero dice una gran verdad. No la olvides estimado lector. “El amor y el interés fueron al campo un día… pudo más el interés que el amor que le tenía”.

Vivimos en los mejores tiempos y en los peores tiempos.

No tengo duda alguna: vivimos en los mejores tiempos y los peores tiempos. Sí, hay muchas razones por las que estar agradecidos de vivir en estos tiempos, y hay otras tantas que nos llevan a concluír que vivimos en los peores tiempos.

Es verdad que hoy disfrutamos de las mayores ventajas así como de los mejores inventos y adelantos. Algunos de ellos, como los relacionados con la tecnología nos dejan estupefactos. No hace tanto tiempo atrás la humanidad desconocía la maravilla de los teléfonos inteligentes, las microondas así como de computadoras móviles y tabletas que son comunes en nuestros días. Hace algunos años las redes sociales virtuales eran inconcebibles y totalmente innecesarias ya que las personas disfrutaban de vivir en comunidades en las que la vida social era intensa y agradable.

No hace tanto tiempo las amas de casa planchaban con planchas de hierro que se colocaban sobre una hornilla para que se calentaran y luego se aplicaban con cuidado a la ropa fabricada con tejidos naturales delicados, llenos de color. Hace menos de un siglo era común teñir los tejidos en la bañadera de la casa. Se teñía la fibra con colorantes naturales como el café, té, el curcuma, el azafrán, las hojas de manzanilla, curry, remolacha, arándanos y cerezas. Las fibras sintéticas de hoy como el nylon, el polyester y el dacrón, eran desconocidas. Eran populares el algodón, el yute y el lino. De origen animal la seda, la cachemira, el pelo de camello y por supuesto, la lana. Al ser artesanal, cada tejido, color y costura era un poco diferente y particular. Por supuesto, los últimos cien años no solo han cambiado la forma de vestirnos sino también la forma de vivir e incluso la forma de ver la vida. Hoy compramos la ropa hecha, las modistas han quedado solo para los ricos y famosos. A nadie se le ocurre teñir una prenda en casa. Cada vez más mujeres se suman a las que etrabajan fuera del hogar convirtiéndose en amas de casa a medio tiempo. La plancha es prácticamente un objeto desconocido que solo se ve en los hoteles. Sí, ha habido mejoras importantes y también pérdidas sobresalientes.

¿ES VERDAD QUE TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?

La vida hace 100 años era dura para todos. Era dura para los niños que caminaban a la escuela, ¡eso si tenían la dicha de ir a la escuela! Era dura para las mujeres que permanecían todo el día haciendo las labores del hogar. Era dura para el cabeza de familia que trabajaba de sol a sol sin las consideraciones que hoy ofrecen las leyes. Si dejamos de romantizar el ayer veremos que no es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. No olvidemos los millones que murieron en dos guerras mundiales y por plagas como la gripe española y la peste bubónica.

ES MEJOR NO COMPARAR

Los males de hoy no son peores que los de ayer. Siguen siendo males horribles con los que todas las generaciones han sido plagadas. Ninguna ha quedado sin cicatrices dolorosas. Por lo tanto, vivir comparando los tiempos pasados con los nuestros no produce mucho porque, de todas formas, nada cambia nuestra realidad presente. Hay que evitar el romance por lo viejo y la negatividad por lo nuevo. En cualquier época, vivir feliz no ha sido cosa fácil. El mundo siempre ha ido demasiado aprisa y la vida se nos sigue escurriendo como agua entre los dedos. Por lo tanto, en vez de lamentarnos por lo que no tenemos hoy, debemos ponernos las pilas y enfrentar nuestra realidad con el mejor optimismo posible. La verdad es que siempre ha habido que luchar por los valores que son verdaderamente importantes como la familia, el trabajo, la espiritualidad y el amor al vecino. Puestas a prueba, estas son las cosas que al final nos pueden hacer personas felices y dar un propósito en la vida. Cada generación tiene cosas que lamentar y cosas que elogiar.

Te invito a ver lo bueno que tienes a tu alrededor, porque lo hay. A buscar sentido a la vida, porque lo tiene. A permanecer luchando por los valores que te proporcionan felicidad y un sentimiento de valía personal, porque siguen estando allí. En todas las épocas ha habido héroes, campeones y gente feliz. Siempre ha habido cobardes, traidores y gente infeliz. Resolvámonos a hacer de estos tiempos, los mejores tiempos. No dependemos del pasado para lograrlo. Dependemos solamente de cómo forjemos nuestro presente hoy, ahora mismo, sin dejar de buscar todos los días, la verdad, la fe y el amor.