Desde que el escritorio existe, hay que reconocer que ha sido uno de los muebles más mal utilizados. No dudaría yo que uno de estos días un legislador quisiera publicar una ley a favor del “escritorio abusado.”  Podemos decir con detalles para qué se utiliza pero, en vez de eso, quiero comenzar con aclarar para qué NO se debe utilizar el escritorio.

PARA QUÉ NO DEBE UTILIZARSE EL ESCRITORIO.

A juzgar por los centenares de escritorios que he visto, debo mencionar que no se supone que el escritorio sea utilizado para recoleccionar papeles. Muchos que van a los depósitos de papel para buscar papeles viejos deberían mejor pasar por las oficinas y rescatar la inmensa cantidad de papel reciclable que se haya por todas partes en los escritorios de secretarios y secretarias, sin contar los jefes de oficina y empleados de bancos. Seguro que prosperarían más si incursionaran tan solo por la superficie de los miles de “escritorios abusados” del país.

Tampoco los escritorios deberían utilizarse para almacenar alimentos. Manzanas, bananos, naranjas entre otras frutas además de chicles, golosinas, chocolates mordidos, ropa, sombrillas, calcetines y otros artículos que no son ni tienen nada que ver con el trabajo. Claro, tampoco tienen nada que ver con la manifestación de hormigas que como diablillos hacen fiesta de todo lo que dejamos en las gavetas por el fin de semana.

Algunos por supuesto van a poner el grito en el cielo porque el escritorio personal puede considerarse como un objeto que casi casi hemos parido a nuestro gusto y gana. Y es verdad, muchos, muchísimos escritorios se parecen a sus dueños. Pero echando a un lado las sensitividades personales tratemos de investigar por qué algunos usan mal el dichoso escritorio.

En primer lugar está la filosofía de que “tengo en mi escritorio los documentos que no debo olvidar o los apuntes que debo tener en cuenta.” Pero esto no da resultado alguno. ¿Sabe por qué? Porque cuando miras tu escritorio no puedes ver absolutamente nada sino solo un reguero de papeles que van a interrumpir el tren de nuestros pensamientos y de las cosas que debemos hacer en el momento. Además, con el tiempo el montón de papeles se hace más y más alto y comenzamos a olvidar para qué están allí. Se han hecho estudios que indican que algunos empleados han pasado más de dos horas buscando documentos sobre su escritorio y que supuestamente habían dejado allí para no olvidarlos.

Finalmente, debemos recordar que un escritorio no es un lugar para guardar o exhibir trofeos, condecoraciones, fotografías ni reproducciones de los enanitos de Blanca Nieves. Cuando pones todas estas cosas sobre tu escritorio no te va a quedar mucho espacio para trabajar y organizarte.

Dicho lo que no es o lo que no debe ser tu escritorio, debemos repasar lo que sí se supone que sea… antes de escribir sobre esto, ¡debo organizar el mío!

Piensa en esto:

ECHA UNA MIRADA A TU ESCRITORIO.

¿Qué cosas no deben estar allí? Organízalas ahora mismo y comienza a descubrir cosas olvidadas.

Si organizas tu escritorio vas a trabajar con la mente más despejada y serás más productivo.

 


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