En muchos lugares del planeta, que conste que no en la mayoría, los recursos nacionales y personales se desperdician a manos llenas. Particularmente las nuevas generaciones no se percatan de ello y, como suscede en el caso de millones de personas en los Estados Unidos, la conciencia del concepto “cantidad” se adapta al capricho de cada cual. Por supuesto, el sistema comercial ha contribuído muchísimo a la falta de aprecio a los recursos y cómo estos se utilizan. Ofrezcamos un ejemplo sencillo que todos podemos entender.
“Compra uno y llevate otro gratis.” Este aparentemente inocente concepto lleva a una gran cantidad de personas a desperdiciar y a no justipreciar los productos de consumo. Sean alimentos, productos del hogar, productos de higiene personal y un sin fin de otros productos que consumidos de forma inapropiada puede provocar mucho mal y poco bien.
La gente piensa que disfuta de una ventaja, de una ganga, pero el comerciante astuto sabe que cuando la gente se acostumbre a gastar, a ver el closet lleno, a la abundancia, eso tendrá una ventaja para su negocio. De modo que se convierte este truco en una práctica popular que atrapa al ignorante y lo convierte en un consumidor sin conciencia.
Hace poco yo mismo sentí que había caído en este mismo sistema consumista, cruel y silencioso que va moldeando la personalidad de uno hasta que te atrapa y caes en el jueguito de “mas y más” sin darte cuenta. Fue en una convención, cuando en el baño vi un letrero pequeño, en el lavamanos del baño, que decía “TOME SOLO UNA HOJA PARA SECARSE LAS MANOS”. Francamente, me pareció ridículo, confieso que mi primera impresión fue desagradable. Sin embargo -debe ser que me queda algo de juventud, hice la prueba y solo tomé una hoja para secarme las manos. Y ni siquiera era una hoja generosa ni el papel era muy absorbente que digamos, pero lo hice. Arranqué la hoja con cuidado y para mi sorpresa, ¡pude secarme las manos! ¡Me pareció increíble! Me sentí como un héroe de película. Y además de sentirme bien conmigo mismo aprendí que estamos muy mal acostumbrados al desperdicio.
Se habla mucho de ecología y de la cantidad de árboles que se necesitan para, por ejemplo, producir papel pero pocas veces hay alguien que se toma la molestia en hacernos consciencia de asuntos como estos. Luego de esta experiencia me gustaría que inventaran un producto que, cuando fueras a usarlo, una voz te dijera “solo toma uno por favor” ¡Válgame! Ahorraríamos tener el closet lleno de ropa que no usamos, la limpieza de la nevera de productos que por no usarlos se han dañado y menos trastos en los garajes de cosas que no sabemos por qué las compramos!
Malas costumbres y pocos maestros… o por lo menos pocos que se preocupan por el consumo en vez de por vender y vender y vender para que tu te hartes y te hartes y te hartes de gastar. Cuando caemos en ese círculo vicioso ¡solo Dios nos salva! Y según mi opinión, todo empezó por las ventas dos por uno, las ventas que nos impulsan a consumir más y más y desperdiciar más y más. Si solo necesitas un par de zapatos, ¿por qué comprar dos? -a menos que regales un par a alguien que no tiene zapatos, no puedes ponerte dos zapatos distintos a la vez. Si solo necesitas un traje ¿por qué comprar dos? Llenas el poco espacio que tienes y tal vez te queda chico en poco tiempo. Pero es como si poco a poco se nos inculcara que necesitamos más y finalmente logran su propósito y nos complican la vida.
Si nos proponemos desperdiciar menos, en productos que consumimos todos los días, comprar menos productos que no necesitamos y conservamos mejor lo que tenemos, podremos sentirnos mejor con nosotros mismos y cuidaremos mejor el ambiente en que vivimos.
Si deseas repasar otros puntos interesantes, puedes acceder a esta conferencia interesante sobre uno de los puntos tratados hoy aquí.
Discover more from Komosabe
Subscribe to get the latest posts sent to your email.