¿Estás de acuerdo conmigo de que en la vida hay amigos casuales, amigos temporeros y amigos eternos? Que no todos los que llamamos “amigos” están ahí para quedarse? Meditemos en este tema y si tienes comentarios eres bienvenido/a a dejarme saber tu punto de vista.

Por lo menos en mi caso, he aprendido que muchos amigos son casuales. Se deben en gran parte, al lugar geográfico dónde vivimos o crecimos. Unos fueron compañeros de escuela o de equipo, a otros veíamos en la iglesia o fueron compañeros de empleo. Con eso no quiero decir que todas las amistades de esos tiempos van a desaparecer, pero hay una infinidad de personas que llamamos amigos aunque en realidad nunca llegaron a compenetrarse con nosotros ni nosotros con ellos.  Con todo, tenemos gusto de haber compartido con ellos.

Los amigos temporales son los que sí se compenetran con nosotros pero debido a que uno de los dos se muda de ciudad, se casa, se convierte en papá o mamá o por alguna otra razón, dejan de tener presencia regular en nuestras vidas. A estos recordamos con mucho cariño como personas que nos ayudaron en su momento y en nuestro corazón les guardamos un espacio. Como no podemos volver al pasado ni cambiar nuestro presente, se convierten en amigos de una época, de un tiempo, en amigos temporales.

Por otro lado, hay amigos que se convierten en amigos eternos. Estos son los que entretejen su vida con la nuestra. Eso no significa que los vemos o hablamos con ellos todos los días, pero cuando hablamos, es como si nos hubiésemos estado comunicando diariamente. Ni ellos ni nosotros sentimos que ha pasado el tiempo. La amistad se ha mantenido viva, fresca, sin cambios aparentes. Revivimos los mismos chistes y vivencias de tiempos pasados como si hubiesen ocurrido el fin de semana pasado. El corazón salta cada vez que nos vemos o nos juntamos para charlar, y convertir ese rato en otro rato memorable. Nos llena de alegría repasar las mismas memorias que parecen estar grabadas en piedra. Algunos de estos amigos eternos ya no están con nosotros. ¡Cuánto les extrañamos! Guardamos sus fotos o las notas que en una ocasión nos escribieron. 

¿CUÁLES SON LOS MEJORES AMIGOS? Todos los amigos son buenos y todos son o fueron importantes. El casual, el temporero y el permanente han tenido su lugar. Es difícil tratar de categorizarlos porque cada amigo nos ofrece o nos ofreció algo distinto, fresco y valioso. Con cada uno, un minuto dorado, un lugar en el tiempo. Nosotros nunca los clasificamos, la vida lo hizo y cedemos a su antojo y debemos aceptarlo.

Los casuales nos ayudan a adaptarnos. Por ellos la pasamos lo mejor que hubiese sido posible dentro de los cambios que vivíamos. Permitieron que soportáramos nuevas situaciones y con ellos pasamos tiempo agradable y divertido. Algunas lecciones y acciones que ellos nos dejaron son recuerdos agradables. Aunque puede que en ocasiones se nos olviden sus nombres, no olvidamos los buenos o malos ratos que vivimos juntos, o tal vez debo decir, los ratos que “sobrevivimos” juntos.

Los amigos temporeros nos dieron lo mejor de sí. Tal vez en un momento pensamos que serían amigos eternos, no importa, sus nombres y sus familias están frescas en nuestra mente. Tenemos mucho que agradecerles. Por alguna razón, experimentamos cambios emocionales, o de otra índole, y ambos nos alejamos en términos del trato regular acostumbrado.  Sinembargo, no es raro que hablemos de ellos en determinadas ocasiones y hasta reconozcamos lo que nos enseñaron y lo que aprendimos con ellos. Estos amigos, aunque temporeros, no quedan en el olvido.

Los amigos eternos nos ayudan a recordar que siempre hay alguien que nos quiere como somos… o tal vez deba decir: ¡nos quieren a pesar de lo que somos! Los amigos eternos nos enseñan que no hay que aparentar nada porque sería inútil, nos conocen. Nos enseñan que siempre podemos recurrir a ellos para resolver un problema sin tener que dar explicaciones de qué o por qué. Estos amigos son pilares en nuestra vida, son anclas que siempre nos equilibran y nos ayudan a aguantar el rigor de la tormenta. Los amigos eternos no nos deben nada ni nosotros le debemos nada, porque no son amigos de compromisos. Son los que lloran con nosotros y los que lloran por nosotros. Son estrellas que no dejaran de brillar en nuestro cielo.

Un amigo no puede sustituirse con otro amigo, porque cada amigo tiene su propia gloria y con cada uno, una historia diferente. Por supuesto, reconozco que mis amigos no me pertenecen, que ellos como yo, son libres, de modo que no debo acapararlos. Entendemos que la vida es un viaje en el que siempre estamos en movimiento. Sin embargo, nada ni nadie puede robarnos lo vivido; risas y llantos, consejos, consuelos, poesías y cantos. Juegos y chistes, locuras sanas o no tan sanas, que aliviaron el dolor, la nostalgia y el quebranto.


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