Aunque algunos piensan que la tartamudez o disfemia es un problema sin solución, la realidad es que puede superarse con esfuerzo de parte del tartamudo y la ayuda de un terapista, un familiar, o ambos. No son pocos los tartamudos y tampoco es un problema reciente. Se estima que hay sobre 70 millones de tartamudos en el mundo. Es probable que tu, estimado lector, conozcas a algunos. ¿Qué es la tartamudez?

El tartamudo puede sentirse alejado de todo y de todos.

¿Qué es la tartamudez realmente?

La tartamudez es un problema de coordinación motora del habla. Se caracteriza por disfunciones involuntarias del habla que suelen ir acompañadas de tensión muscular, por lo general, en la cara y el cuello. Por supuesto, provoca mucho estrés y en ocasiones promueve un espíritu tímido o introvertido en quien la padece.

Comentarios de algunos tartamudos:

“Algunos caemos en esta situación producto de un trauma o situación que nos afecte emocionalmente. Pudiera ser el divorcio de nuestros padres, un accidente o como en mi caso, la mudanza repentina a un país desconocido.” Otro dice: “La escuela es el peor lugar donde un tartamudo quisiera estar de modo que para mi, cada día era peor que el anterior y cuando trataba de superar el impedimento y me ponía nervioso más parecía adueñarse de mi la disfemia.” Continúa diciendo: “ese impedimento fue moldeando mi personalidad de adolescente de forma negativa haciéndome más y más introvertido y minimizando día a día mi estima personal. Los compañeros de escuela se burlaban de mi y tartamudeaban a propósito mientras yo iba cohibiéndome de hablar por temor a las burlas.”

En mi caso, cuando tenía unos catorce años, ya padecía de una disfemia aguda. Un buen día mi madre me preguntó: “-¿por qué cantas sin tartamudear?” Le contesté que no tenía idea. Me explicó que los científicos dicen que cuando cantas se activa una parte del cerebro que evita temporalmente los problemas de las zonas que se activan durante el habla. Entonces me dijo: “si tu modulas la voz, como cuando vas a cantar una canción, verás que no tartamudeas”. No me parecía una solución real pero al intentarlo me di cuenta de que mi madre tenía toda la razón. Seguí practicando el método, primero en privado y luego en público y para mi sorpresa, ¡funcionó!

A esta práctica incorporé, por sugerencia de ella también, ejercicios de relajación, respiración, vocalización y articulación hasta que la tartamudez fue quedando en el pasado. Interesante que al haber sido tartamudo me he hecho más consciente del privilegio de poder utilizar las palabras de un modo que pueda edificar a los que me escuchan.

Confieso que, debido a mis antecedentes, cuando me asocio por algunas horas con un tartamudo, tengo que volver a repasar algunas de las técnicas ya mencionadas, pues a veces siento que si me descuido, la disfemia pudiera regresar.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer cuando nos encontramos con un tartamudo? ¿Cómo debemos reaccionar? A continuación te ofrezco algunas sugerencias que, al aplicarlas, puede ayudarte a disfrutar del compañerismo de una persona tartamuda, de cualquier sexo o edad.

Escucha lo que dice con respeto y atención. El tartamudo se dará cuenta si lo ignoras o no le prestas atención.

Se paciente, no trates de completar las palabras en las que parece trabarse indefinidamente. Dále el tiempo que necesite para expresar su pensamiento.

Háblale de forma natural y normal. Ellos no tienen ningún problema para entender lo que se les dice.

No trates de darles consejos sobre el habla, o su problema, a menos que te pregunte o solicite tu ayuda. Si se sienten, como realmente son, personas normales e inteligentes como cualquiera de nosotros, apreciarán mucho tu amistad.

Tratar a otros como te gusta que te traten te ayudará a tener buenos amigos.

Hoy por hoy hablar en público y poder exhortar o animar a mi auditorio me produce un gran gozo. Pienso que muy pocos, si acaso algunos, de los que me conocen pudieran pensar que alguna vez yo también fui tartamudo. De manera que a la pregunta de si puede superar la tartamudez, la respuesta es un rotundo “Sí”, “¡Sí se puede!”


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