Cuando nos sentimos desesperados ¿no nos gustaría poder escribir un mensaje de auxilio?

Cuando nos percatamos de que no tenemos salida nos desesperamos.

Todos buscamos soluciones a nuestros problemas y eso es lo que se espera. Se espera que utilicemos los recursos a nuestro alcance para ayudar a nuestros hijos, mantener vivo y estable nuestro matrimonio asi como las relaciones con nuestra familia y amigos. Todos tenemos problemas y no pretendemos que otros, que también tienen los suyos nos los resuelvan. Sin embargo, si el problema escala a un punto en el que nos hallamos desesperados ¿no pediremos ayuda?

En la primera parte de nuestro artículo vimos que sentirnos solos puede impulsarnos a buscar ayuda. Tal vez no estamos tan solos como el náufrago, completamente aislados, pero, puede que en efecto nos sintamos así. Y, hemos visto que pedir ayuda no es de débiles sino de sagaces, de personas que pueden ver venir el peligro y piden ayuda. No siempre es obligatorio mandar un mensaje de auxilio en una botella… pero como vimos en un caso de la vida real, a veces sí.

Pero, en nuestro caso, ¿es realmente necesario que echemos una botella al mar con un mensaje de auxilio? Muchas veces ni estamos solos ni estamos sin ayuda. Sin embargo, nos corresponde hacer algo, actuar, movernos con diligencia para localizar la ayuda que necesitamos. Recordamos la situación que vivió Curtis Witson y cómo utilizó su ingenio para no quedar atrapado. ¿No podemos hacer algo parecido nosotros?

En nuestras comunidades hay programas auspiciados por el estado e incluso por movimientos de comunidad que pueden darnos la ayuda que necesitamos. Muchos, si no todos, lo hacen de forma gratuita así que no hay excusa para que no busquemos ayuda.

Por supuesto, los programas locales gratuitos o no, no van a resolvernos el problema familiar de forma automática ni mágica, pero si nos aplicamos recibiremos una ayuda efectiva que beneficie tanto para nuestros hijos como para nosotros mismos. La compañia y experiencia de otros padres, las reuniones de motivación y las charlas para padres son herramientas útiles y disponibles que no debemos desaprovechar.

Si hacemos nuestro esfuerzo como padres y asumimos nuestras responsabilidades, no tendremos que enviar mensajes de auxilio en botellas llenas de desesperación y angustia.

Sin embargo, ¿recuerdas una de las tentaciones que puede suponer pedir ayuda? Acaso planeamos echarle toda la responsabilidad al que encuentre la botella con la nota de auxilio? Hay quien pide ayuda pero luego no mueve un dedo esperando que los demás le saquen de su dolor, su aislamiento o de las consecuencias de sus acciones. ¿Qué piensas tú que implica pedir ayuda?

¿Envías un mensaje de auxilio porque es lo más fácil y cómodo para ti?

Un ejemplo: “LA CARGA DEL HIJO PARENTAL”

La regla es diafanamente clara: papá y mamá asumen la responsabilidad del cuidado, educación, protección y desarrollo de sus hijos, hasta que ellos cuenten con la capacidad de hacerlo por sí mismos. Eso quiere decir que SOMOS LOS RESPONSABLES por el éxito o el fracaso de los nuestros y eso va a implicar esfuerzo, sacrificios y darles un modelo a seguir. Con lo anterior no queremos decir que debemos sentirnos culpables, lo que sí debemos aceptar es que somos responsables.

Cuando los padres no cumplen con sus deberes y son los hijos quienes tienen que responder por sus padres, se comete una falta grave que traerá consecuencias negativas y perjudiciales tanto para ellos como para sus hijos. Ha habido ocasiones en que incluso los padres recurren al consejo de sus hijos provocando lo que se conoce como “LA CARGA DEL HIJO PARENTAL”. El término se aplica a aquellos hijos que terminan haciendo la función de padres en el hogar. Son los responsables de sus hermanos menores y hasta llegan a convertirse en consejeros de sus padres.

Los jóvenes que asumen esta carga adoptan un comportamiento que no va acorde con su edad y los obliga a convertirse en adultos de un momento a otro, lo que afecta su desarrollo y en consecuencia su vida futura.

Los niños no deben asumir el papel de los padres como consejeros.

Martha Alicia Chávez, autora del libro “Tu hijo, tu espejo”, Editorial Grijalbo, afirma que contrario a lo que se podría suponer, este rol es una pesada carga para el hijo y no importa cuántos años tenga. El riesgo es que “en algún momento va a generar sentimiento de impotencia, ansiedad, tensión y resentimiento hacia sus débiles padres que le han impuesto semejante paquete”.

Entonces, por favor, pensemos bien y reconozcamos que no tenemos por qué lanzar una botella al mar con un mensaje de auxilio cuando podemos buscar ayuda y asumir nuestra responsabilidad. No estamos solos y no importa nuestra situación en casa, es posible mejorarla si ponemos de nuestra parte.


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