Para concluír esta serie sobre la oratoria pública quiero que tengas en mente algunos puntos finales que son como la cereza al pastel. Tómalos en serio porque son no solo prácticos sino valiosos para todas tus presentaciones. Y sin temor a exagerar, son secretos de la buena oratoria.
Primero y de capital importancia es la selección de tu tema. Y por favor, piensa en esto no solo antes de escribir tu discurso sino también al final del mismo. Verifica que efectivamente discutes, tratas y te esfuerzas por convencer a tu auditorio. Revísalo y vuelve a revisarlo. Aunque no lo vayas a leer (espero que no) familiarízate muy bien con los detalles y trabajo cualquier zona débil que encuentres.
Si tienes la oportunidad de seleccionar tu tema, aprovecha para seleccionar uno que sea atractivo. Tal vez plantear una pregunta o hacer una declaración interesante puedan ser las formas más atractivas. Si tienes abierta esa oportunidad, aprovechala pues tienes un recurso muy poderoso en tus manos. Por lo general plantear una pregunta atractiva que capte el interés está entre las mejores ideas. ¿Ventajas? Todo el mundo esperará la respuesta en tu presentación de modo que no habrá sorpresas ni para ti ni para el auditorio. Ellos saben a qué van y tu sabes exactamente lo que buscan.
Por otra parte si se te ha asignado de antemano un tema, como sucede si eres orador en una convención, entonces, tendrás que pensar muy bien en tu introducción. En ese caso tu introducción permitirá que los presentes se sientan atraídos a escucharte. De tanto en tanto debes recordarle a los presentes tu tema repitiendo las ideas principales. Al final les quedará claro de qué hablaste y habrás alcanzado tu objetivo.
Un recurso muy atractivo es el de tener alguna historia o relato con el que todos puedan relacionarse. Una historia personal es siempre algo que apela a las emociones y eso hace que la gente se identifique con tu discurso. Trata de encontrar alguna historia de la vida real que ilustre tu punto. Recuerda que si el auditorio se identifica con tu tema te seguirá y se mantendrá atento. Muchas veces puedes encontrar relatos históricos no tan conocidos o experiencias propias en los motores de Internet. También puedes proyectar algunas láminas para identificar o relacionar los conceptos que presentas. Pero por favor, cuidate de no presentar más de tres o cuatro láminas. Si recargas tu discurso con muchas de ellas tu auditorio se distraerá. Las láminas son como la sal. La cantidad apropiada hace una gran diferencia. Tampoco las exhibas por mucho tiempo. El contenido escrito debe ser muy poco y asegúrate de tu mismo leerlo.
Sin embargo, evita, como el diablo a la curz el uso de Power Point. Este es un recurso poco motivador y en la mayoría de los casos es simplemente la mejor forma de suicidarte junto a tu presentación. Ya sé que muchos te lo recomendarán pero créeme que es más negativo que positivo. Sin embargo, si piensas que lo necesitas, otra vez, la regla es usarlo lo menos posible y con las menos cosas escritas en las láminas. A nadie le gusta tener que ponerse a leer las presentaciones llenas de datos, detalles o citas. No solo es aburrido sino que da la impresión de que te has tomado la vida fácil y en realidad no tienes mucho que decir.
Recuerda que tu presentación debe ser breve. Dar una charla de diez a doce minutos es preferible para retener más a tu auditorio y lograr que se concentren en tu presentación. Si vas a hablar más que eso, tal vez 28 o 30 minutos, entonces prepara un bosquejo en el que hagas cambios cada 8 a 10 minutos de tu discurso. ¿Qué clase de cambios? A continuación te ofrezco algunas ideas que pudieras utlizar.
Si el tema les interesa, el cerebro de tu auditorio estará despierto los primeros 8 a 12 minutos y para conseguir que se mantenga despierto debes hacer cambios como los que hace un chofer que maneja un auto de transmisión universal. ¿Verdad que el chofer usa el oído para darse cuenta de que debe cambiar a segunda y luego a tercera, cuarta, etc? ¡Pues en tu discurso debes usar los ojos! Debes mirar atentamente a tu auditorio y observar cuándo es el mejor momento para hacer estos cambios que voy a sugerirte a continuación.
SIETE RECURSOS QUE FUNCIONAN
Observa cómo tu auditorio reacciona cuando les pones en una pantalla una lámina a la que deben dar una respuesta. 2. Exponer una cita breve de alguien famoso y pedir a alguien que la comente. 3. Contar una anécdota o una historia de algo que te sucedió a ti personalmente o algo que se publicó en el periódico con lo que el auditorio pueda relacionarse. 4. Hacer una entrevista a alguien que pueda ilustrar el valor de lo que estás tratando. 5. Pedirle al auditorio que haga algo que tenga que ver con el punto que deseas ilustrar o enseñar. 6. Tener una pizarra en la plataforma y escribir algo, o hacer un dibujo (aunque sea rudimentario) o presentar un problema. 7. Presenta un video de uno a tres minutos y luego coméntalo con tu auditorio. Asegúrate de que el video es de buen gusto y ha sido preparado con cuidado para el tema que vas a presentar.
Por medio de algunos de estos recursos o varios de ellos, conseguirás que tu auditorio se sienta fresco y atento. Pero no hables más de treinta minutos pues después de ese tiempo será muy difícil que te sigan prestando atención… ¡a menos que seas el presidente del país y estés a punto de declarar una guerra!
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