Explicamos que el entrenador que toma las decisiones en su lado asignado en la esquina del ring, si observa que su púgil está siendo excesivamente castigado por el contrario, puede tomar la decisión de detener la pelea para que su boxeador no sufra daño irreparable, incluso la muerte, producto de los golpes de la pelea. Esto, por supuesto, si el referí no lo ha hecho. Hay que recordar que el entrenador conoce mejor que nadie la capacidad de aguante y la fortaleza del boxeador que protege y por tal razón, en algunas ocasiones, se requiere la intervención de alguien que vigila los intereses de su protegido. Esta es una de las líneas de “salvación” que puede tener el boxeador para poder contar la experiencia.
También hablamos, en la parte 1 de esta presentación que en la vida debemos ser valientes y no rendirnos fácilmente. Incluso, con esa mentalidad, apreciamos que en ocasiones debemos tomar decisiones drásticas que nos ayuden a eliminar la posibilidad de rendirnos como lo fue en el caso del Conquistador, Cortés. Finalmente preguntamos si con todo lo anterior queremos decir que no hay razón o razones para abandonar una empresa, una lucha o un proyecto. Pues bien, demos atención a este asunto.
Recordemos que “tirar la toalla” no es una solución fácil para abandonar una empresa. Se tira la toalla cuando hay en juego un asunto de vida o muerte. Cuando se tiene el valor de reconocer que la empresa no va a producir los resultados deseados y va a dejar marcas irreparables en el futuro del púgil y su modo de vida, el boxeo profesional. ¿Qué aprendemos?
Aprendemos que aunque se debe luchar y trabajar duro por conseguir lo que deseamos, esto no puede llevarse hasta sus últimas consecuencias. El costo puede ser mucho mayor que los beneficios y por lo tanto, debe tomarse la decisión dolorosa de “tirar la toalla.” Hay que recordar que el fracaso presente en una empresa no significa el fracaso futuro. Lo que significa es que debemos reenfocarnos en nuestro próximo proyecto habien aprendido lecciones valiosas. En otras palabras, cambiamos la meta, ajustamos los objetivos y emprendemos nuevamente nuestra lucha. El ensayista inglés Charles Lamb manifestó en una ocasión, “Nuestro espíritu envejece antes que nuestro cabello.” De seguro te das cuenta que los jovenes viven con una gran expectación y seguridad. Piensan que solo les espera victorias en la vida. Les hemos llenado la cabeza con ese disparate de “puedes conquistar todo lo que en verdad desees conquistar”; “eres el número uno” y “nada puede deterte”… embústes y mentiras que le hacen creer al joven que tiene su futuro asegurado simplemente porque es “el” y no tiene nada más que hacer. Así como tiene mil “likes” en su página de Facebook, así mismo les esperan solo victorias. Engreído dice: “no voy a rendirme y finalmente muere por testarudo y por creer las falsedades de una sociedad fracasada.”
Como se siente uno fracasado, es aquí dónde el “espíritu” se envejece como escribió Lamb. Una vez ese “espíritu,” ese deseo por el éxito se desvanece en el primer fracaso, la tendencia más fuerte que tenemos es a pensar que no hay más remedio que morir luchando. ¡No es cierto! Ninguna empresa, a menos que sea una empresa Divina, vale nuestra vida. Es mejor, “tirar la toalla” y luego de una pausa para curar las heridas, reenfocarnos, reagrupar nuestra mente y reforzar nuestro corazón para la próxima empresa por la que deseamos luchar. Es como en tono jocoso decía un buen amigo: “Es mejor que se diga que aquí corrió un cobarde a que se diga aquí murió un idiota!
PIENSA EN ESTO:
- ¿POR QUÉ DEBEMOS LUCHAR EN LA VIDA POR LO QUE DESEAMOS Y HASTA QUÉ PUNTO?
- ¿CUÁL ES LA TENDENCIA DE ALGUNOS CUANDO COMIENZAN A VER QUE SU EMPRESA FRACASARÁ?
- ¿QUE ES PARA TI LO MÁS IMPORTANTE?
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