Aunque no lo pensemos así de repente, si meditamos un poco en la ira y la furia acumulada en la gente a nuestro alrededor podremos ver lo que no percibimos a simple vista. En el mundo en el que vivimos hay una gran y profunda tristeza en el corazón de la gente. Y no solo en nosotros los mayores sino que, peor aún, en el corazón de millones de nuestros jovenes. Jovenes que lo tienen todo, menos un corazón feliz.
El pasaje que quiero compartir con ustedes me parece una forma brillante de analizar lo que sucede en el corazón de millones de seres humanos. Me lo envió una de mis lectoras y lo dice todo. Está escrito por un psicoterapista argentino muy reconocido. No dejen de leerlo y si les gusta, compártan nuestro blog con sus amigos. KomoSabe no solo trata de comentar sobre asuntos de interés general pero también aprecia cualquier contribución valiosa que contribuya a la perspicacia y sabiduría de nuestros fieles lectores. ¡Adelante!
La Tristeza y la Furia
(Del libro de Jorge Bucay: “Cuentos Para pensar”)
“En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…
Había una vez… un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber porqué- se baño rápidamente y mas rápidamente aun, salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.”
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