Uno de los peligros del éxito, al menos en este mundo occidental de tendencias materialistas, es, permitir que el mundo externo dicte lo que verdaderamente debe ser el éxito para ti. Permitir esta influencia externa sobre nuestra persona es un grave error. Nadie debe darte la definición del éxito. El éxito debe ser para ti tan personal y privado como los principos morales por los que decides vivir tu vida. El éxito varía de un individuo a otro como varía la personalidad, los gustos y la forma de ser.

De modo que debemos recordar que el éxito tiene mil definiciones y cada uno de nosotros tiene derecho a dar la suya, a vivir la suya, a alcanzar la suya propia. William Faulkner, un novelista ganador del premio Nobel, dijo: “Nací para ser un vagabundo. Me sentía más feliz cuando no poseía nada. En aquel entonces tenía un impermeable con grandes bolsillos; acostumbraba llevar en ellos un par de calcetines, una edición condensada de Shakespeare y una botella de whisky. En esa época era feliz, no deseaba nada y no tenía ninguna responsabilidad.”  Tu y yo podríamos rechazar y hasta criticar esta definición de felicidad pero eso no cambiaría los sentimientos de Faulkner.

No cabe duda de que si, ahora mismo, hacemos una pausa y nos proponemos definir el éxito, algunos tendríamos problemas en advertir que ya lo hemos alcanzado y que en vista de eso, debemos seguir viviendo con el mismo entusiasmo sin buscar nada más, sino con un sentimiento de gratitud y tal vez sorpresa, reconocer que nosotros también tenemos nuestra propia definición de la palabra éxito… éxito que hemos alcanzado.


Discover more from Komosabe

Subscribe to get the latest posts sent to your email.