Rio revuelto, ganancia de pescadores

Este dicho español nunca ha sido tan veraz como en estos tiempos en que nos ha tocado vivir. Nadie pone en tela de juicio el hecho de que todo está revuelto. Las instituciones más sólidas están más inestables que nunca y la gente menos paciente y más resuelta a buscar y buscarse problemas. Sí, vivimos meses de inestabilidad en la que no hay institución, social, comercial, política, sanitaria o incluso religiosa, que no esté siendo sacudida hasta sus mismísimos fundamentos.

Claro, rio revuelto, ganancia de pescadores. No falta quién busque beneficios de la confusión, la ansiedad, las dudas y la desconfianza. Y tampoco escasea el que, desesperado, va a buscar refugio a la boca del lobo.

El dicho dice: “rio revuelto ganancia de pescadores”. ¿Ves eso hoy?

De la desesperación dependen los que lanzan el anzuelo sin escrúpulo alguno para atrapar vivos a los que muerdan el sebo. A mi cuenta de Komosabe, de Facebook, e incluso a mi cuenta personal de internet llueven los mensajes con motivos dudosos sobre negocios en la bolsa de valores, inversiones, y aventuras en las que supuestamente puedes hacerte rico de la noche a la mañana. Además, invitaciones a grupos de Chad y mil cosas que son, a todas luces, producto de los que buscan ganancias personales y muchas veces a costa de proyectos dudosos. Sí, cuando el río está revuelto… pululan los pescadores.

Estoy seguro que yo no soy el único. La propaganda de los que quieren aprovecharse de toda esta confusión nos afecta a todos, por lo que nadie está excluido de caer víctima de las llamadas tramposas y de los anuncios engañosos. No caigamos en la trampa, estimado lector.

¡NO CAIGAS EN LA TRAMPA!

Si el río está revuelto, solo será ganancia de pescadores si tu y yo somos peces incautos, asustados y sin esperanza.

Mantenga la mejor rutina que pueda. No es momento de inventar nada ni de buscarle las 5 patas al gato. Podemos superar lo revuelto de la superficie del río, si sabemos irnos a lo profundo, donde todavía las aguas están tranquilas y donde podremos reposar sin temor a perderlo todo. Y claro está, no queremos ir a lo profundo solos, queremos llevarnos a los nuestros, a los que amamos que dependen de nosotros. Es nuestro deber protegerlos y no permitir que se los lleve la corriente. Sin embargo, para protegerlos hay que escucharlos.

¿Cómo podemos fortalecer la unidad familiar? Si nos mantenemos juntos, no será imposible seguir adelante. Habrá solidaridad entre los miembros de la familia y sabrán actuar como un solo individuo. No se esparcirán asustados haciendo cada cual lo que le parece. Si eso ocurre, tarde o temprano alguno va a caer en las redes de pescadores. Eso sería terrible y más dura la tribulación para el resto de la familia. Evitemos esos golpes con buena comunicación, perspicacia y unidad de acción en el núcleo familiar.

Ser perspicaz con nuestra familia va a ayudarles a pasar esta temporada difícil.

APRENDAMOS A NO DESPERDICIAR

Cuando hay abundancia, por regla general, hay mucho desperdicio. En vista de los tiempos que vivimos y lo inestables que están, aprendamos a no desperdiciar. Si lo hacemos nosotros, nuestros hijos van a aprender a hacerlo.

No desperdiciemos agua, luz, gasolina, papel y sobre todo, no desperdiciemos los alimentos. Tengamos un suministro acumulado en casa, por varias semanas, y ayudemos a la familia a estar contentos con lo que se les hace disponible. Nadie va a morir de hambre, pero no hay que comer en exceso de forma ovípara en tiempos en los que los recursos, muy pronto, pudieran estar limitados.

Motivemos a la familia a comprender que tal vez no tengamos, por un tiempo, todas las cosas que nos gustan y que por lo tanto, tendremos que sustituirlas por otras. No es el fin del mundo pero hay que aprender a estar contentos con lo que tengamos disponible.

Ser agradecidos va a contribuir muchísimo a superar estos días de pandemia y volver a la normalidad de aquí a un tiempo. Vivir con esperanza será una fuerza motivante para todos los miembros de la familia. Si todos nos cuidamos podremos contarlo en los años por venir.

De modo que NO DESPERDICIEMOS los recursos, lo que incluye el dinero. APRECIEMOS lo que tenemos y enseñemos a nuestros hijos a apreciarlo también. El río está revuelto. Agitarnos no va a calmarlo. Seamos PACIENTES y esperemos el tiempo en que podamos ver días mejores.