El PREJUICIO pandemia incurable

Todos fijamos los ojos en el COVID-19 sin darnos cuenta de que vivimos en medio de una pandemia incurable que carcome nuestros sentimientos de humanidad. Está acabando con nuestra sociedad y seguimos insistiendo en que no existe. Pero sí existe y no nos deja vivir tranquilos. El prejuicio atrasa, enferma como una pandemia y termina matando a millones. Sí, es una enfermedad mortal.

¿QUÉ ES EL PREJUICIO?

¿Que es exactamente el prejuicio? Pues dicho de forma sencilla es llevar una idea o tener una opinión pre-concebida de las personas por causa de su estatus social, su raza, su cultura o su religión, a veces también por envidia o por el simple deseo de destruir. El prejuicio se antepone a lo que sea nuestra propia y personal experiencia con otro ser humano. Por esa razón es malo y muy dañino, especialmente para la persona que lo posee. Sus cadenas son difíciles de quebrar. Casi siempre su dueño es también su peor víctima.

El prejuicio nunca es positivo ya que siempre debemos tener razones por las que hacemos lo que hacemos. Y cualquier cosa que hagamos movidos por una idea preconcebida es dañino para nuestra salud mental, espiritual y emocional. Claro, en el cien por cien de las veces, el prejuicio se nos ha inculcado en nuestro desarrollo. No nacemos prejuiciados contra nada ni contra nadie, lo que muestra que no es algo natural ni inherente en el ser humano. Podemos nacer con gustos distintos pero nunca con prejuicios. De modo que es algo que aprendemos, tal vez en el hogar, puede que en la escuela, con amigos o incluso inculcado en grupos sociales, religiosos, culturales o familiares.

Es difícil determinar dónde empiezan y dónde terminan los prejuicios pero nunca, nunca, nos pueden hacer bien. Siempre nos harán mal. Nos contaminarán y al final, como el peor de los virus, nos enfermarán sin remedio. Contaminados, asfixiados y enfermos, moriremos de una muerte lenta y cruel.

Los prejuicios, así como los virus, son muy difíciles de desarraigar o curar. Atacan la mente y el corazón de las personas. Cuando estos prejuicios se hacen públicos y patentes le llamamos discriminación y esa está por todas partes en todas las sociedades del planeta. Contamina a todas las razas y a personas de todo nivel social y económico. No queda nadie excluído. Deportistas, artistas, religiosos, pobres, ricos, hombres y mujeres, políticos y comerciantes, estudiantes y maestros, nadie queda libre de su contaminación. Es una pandemia imparable que nos destruye por dentro… sin remedio.

No se quita lavándote las manos porque lo que debemos lavar es el corazón. No lo matas con desinfectante porque lo que debes desinfectar es tu mente. Lo llevas y lo pasas a tus hijos y ellos a sus hijos en una cadena interminable de víctimas que andan muertos en vida, incapaces de reconocer su enfermedad.

Es tan fácil determinar cuando una persona se ha infectado con el COVID-19. ¡Si fuera tan fácil determinar cuando una persona está prejuiciada! Si cada día, hasta diez mil personas en un solo estado de este país se reconocen contaminadas del coronavirus ¿tienes una idea de los que todos los días se contaminan con los prejuicios que se siembran en las noticias, los periódicos, la radio y la internet? Las víctimas se cuentan por millares de millares.

¿ESTAS PREJUICIADO TU?

¡Pero yo no estoy prejuiciado con nada ni contra nadie! Si es así, estimado lector, así debe ser. No estás haciendo nada extraordinario. Solo que, no te jactes, ¡cuidate! Y cuídate bien, porque si te descuidas te sucederá como con los que se descuidaron con el covid-19 y terminaron enfermos, o peor.

No debería ser nada extraordinario ser una persona cabal que no se contamina con las opiniones populares, la propaganda y las acusaciones sin base. Lo correcto es que sepas diferenciar el uso del abuso y el bien del mal. Lo apropiado es que todavía puedas distinguir lo que es malo, como malo y lo que es bueno, como bueno y que mantengas tu frente en alto, limpio y con ojos brillantes. Si es así como eres, tu, que no te vendes ni te regalas en causas odiosas, repugnantes, cobardes, asesinas y mentirosas… pues, amigo mío, ¡es justo así como debes ser!

VIrus, Coronavirus

Mantente libre de prejuicios. ¡Lucha contra ellos como luchas contra una epidemia! Ayuda a tus hijos. Ayuda a tu familia a pensar y a actuar con razones y por razones, no por prejuicios. Todos estamos en peligro de contaminarnos. Y es que el prejuicio es peor que una pandemia.