¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? -Parte 1

Hago la pregunta porque en más ocasiones de las que nos damos cuenta, tu y yo, todos nosotros, lo que hacemos es echarle gasolina al fuego en vez de agua para apagarlo. Todos sabemos que si le echamos gasolina a un fuego aumentaremos la conflagración pero con todo y eso… ahí vamos le echamos chispas a las cosas que ya andaban a punto de prenderse.  ¿De qué estoy hablando?

En la vida todos enfrentamos fuegos o problemas que si no manejamos bien pueden hacernos mucho daño. Pueden dejarnos marcas o cicatrices muy difíciles de eliminar. En mi trabajo como motivador hablo constantemente con personas que sufren hoy las heridas de los fuegos que experimentaron hace años. Sobrevivieron pero quedaron con marcas de aquella o aquellas situaciones dolorosas. Por tal razón he preparado varios temas de motivación para ayudarles a apagar los fuegos que las circunstancias, nuestras actitudes o nuestras malas decisiones, !incendian!

Algunos fuegos comienzan dentro de nosotros mismos. Nadie los puede ver porque están bien escondidos en nuestro yo. El “yo” que solo Dios conoce. Estos fuegos aparentemente controlados pueden desatarse en el momento en que una chispa nos ofrezca la oportunidad para explotar. Son engañosos pues son secretos pero son muy peligrosos. Pueden hacer combustión expontánea y achicharrarnos. Los bomberos dicen que un fuego puede DUPLICARSE cada 15 segundos. Los fuegos internos escondidos en el corazón pueden causar una explosión que arruine nuestro matrimonio, una amistad de años o peor aún, puede arruinar para siempre nuestra reputación. ¿Quien desea eso?

Otros fuegos comienzan en casa. Comienzan en nuestro hogar. Las circunstancias pueden estar ahí en un mal día y en un mal momento. Puede que una de las personas que amamos prenda el fuego con un comentario desatinado o con una actitud malcriada o irrespetuosa y… ¡se prendió la casa!

La palabra HOGAR significa: “lugar donde hay fuego” Viene de “hoguera” y transmite la imagen de calor, protección y bienestar característico de la hoguera que nos ofrece su calor en tiempo de invierno. Claro, la hoguera nos ofrece un fuego controlado, limitado a un lugar y !cuan agradable resulta!  Pero si lo sacas de ahí y se descontrola la lumbre… un fuego se desata y un hogar puede reducirse a cenizas.

Otros fuegos comienzan en el vecindario, en el trabajo, en la escuela, en la fábrica, en tu iglesia… en cualquier lugar y momento donde se presenten las condiciones ideales para que arda un problema que ya venía calentando alguna actitud impropia que no vimos o que vimos y no hicimos absolutamente nada por apagar.

Piensa en esto:

¿Cuántas veces le hemos echado leña al fuego en vez de agua?

¿En qué situaciones te has encontrado en las que pudiste ayudar a apagar el fuego? ¿Te alegraste de poder evitar un problema mayor?

 

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