Parte 2…también hay que reírse.

Como se me quedó algo en el tintero, aprovecho para colocar los últimos toques al tema sobre la risa, que advertido está, afecta nuestro día tanto como nuestra vida. Dicho esto, manos a la obra.

ENDOSCOPIO: Prepararse para todos los examenes, menos en dos… que me copio.

NITRATO: Yo, ni lo intento.

NUEVAMENTE: El cerebro que no se ha usado.

TALENTO: No ta rápido.

ESGUINCE: Catorce más uno.

ESMALTE: Ni lune ni miércole.

INESTABLE: Mesa inglesa de mi amiga Inés.

ONDEANDO: ni onde voy!

SORPRENDIDA: Monja que cogió fuego.

¿Es verdad que hay cosas tan serias que le causan a uno risa? Puede ser, la risa puede ser inoportuna y cuando es así puede ponernos en un grave aprieto. ¿Le ha sucedido? Claro, eso si acaso no padecemos de una rara enfermedad que, quien la padece, no puede reírse. Se le llama “agelasta” a quién es incapaz de reír, no porque no quiera, sino porque no puede. La palabra significa “sin risa”, y se deriva del griego gelos, risa. De hecho en la mitología griega se adoraba al dios Gelos quien era la divina personificación de la risa.

Entre los agelastas conocidos se encuentra el famoso Isaac Newton, quien supuestamente sólo se rió una vez en su vida. Se dice que eso ocurrió cuando alguien le preguntó de qué servía estudiar a Euclides. Newton no pudo contenerse. Aparte de esta documentada ocasión, no se le vió reír. ¿Curioso, no? Pero la historia nos menciona de otros agelastos populares: Jose Stalin, Jonathan Swift y Baruch Spinoza.

Por el otro extremo, la falta de control del impulso de la risa puede ser perjudicial, por el riesgo de que dispare ataques de asma, incontinencia o de que contribuya a desarrollar hernias y úlceras. Se dice que tanto los romanos como los chinos usaban las cosquillas como tortura. ¿Puede imaginar algo así?

En el caso de los romanos, estos se especializaban en una práctica particularmente desagradable conocida como “lengua de cabra”, en la que los pies suspendidos de la víctima eran cubiertos con sal para que las cabras se los lamieran. Esto provocaba cosquillas y las cosquillas risa… risa, risa y risa hasta provocar tremendos dolores.  Como otro dato curioso, en 1962, en el distrito Bukoba de Tanzania, se desató una epidemia de risa espontánea entre los niños que obligó a clausurar temporalmente 14 escuelas. Los familiares y amigos se contagiaron: cuanto más cercana era la relación, más probable era que se “infectaran” con aquellas incontrolables risas. De modo que reirse no siempre es causa de risa.

Por su parte, los científicos nos dicen que la risa espontánea se origina en la parte del encéfalo, lo que significa que no podemos controlarla conscientemente. Otro detalle interesante es que la risa no es algo que se aprende sino que es una capacidad, un algo, con lo que nacemos. Note que personas que son tanto sordas como ciegas también son capaces de reír y los ciegos no la vieron y los sordos no la escucharon.

Los gelotólogos (quienes estudian la risa) señalan que no se trata tanto de una simple expresión sino que la risa lleva la intención de provocar sentimientos positivos en los demás, lo que promueve la sensación de cohesión y simpatía en los grupos de personas que las comparten. El fundador de la gelotología es el psiquiatra William F. Fry, quien ya en 1964, en la Universidad de Stanford, comenzó a investigar las consecuencias de la risa en los procesos corporales del ser humano. Cabe mencionar que él mismo fue quien acuñó el término.

Pero no hay que saber de história, de Gelos, de los agelastas ni de gelotología para saber reírse de un buen chiste o de una anécdota que nos hace desternillarnos de la risa. ¿No le parece?

 

 

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