Es común escuchar que “los viejos no aprenden cosas nuevas” y como podemos decir que estoy en el equipo de los viejos me he puesto a pensar en esto y a hacer alguna investigación sobre este tema. Lo que encontré parece contradecir la opinión de muchos.
Un estudio realizado por la Rotman Research Institute de Baycrest Centre for Geriatric Care en Toronto ha descubierto que las personas de mayor edad (60-89) son capaces de actuar tan bien como los adultos jóvenes (20-30) en exámenes visuales y en exámenes de memoria a corto plazo. Pero lo que encontraron realmente sorprendente es que las personas mayores utilizaron areas del cerebo distintas a las que usaron los jóvenes.
Los científicos observaron que en ciertas zonas cereblales, tanto en mayores como en los jóvenes, resultaba haber algunas superposiciones, como la región occipital, temporal interior y prefrontal. Sin embargo, las comunicaciones neurológicas entre estas regiones resultó ser más débil en los individuos de mayor edad. Para sorpresa de estos, las personas de mayor edad compensaron esta debilidad recurriendo a zonas únicas del cerebro, como el hipocampo y el córtice prefrontal dorsal. Este descubrimiento dejó fascinados a los científicos ya que estas zonas suelen ser utilizadas por el cerebro para asuntos más complejos, como por ejemplo, aprender de memoria líneas de obras de Shakespeare.
Parece ser, entonces, que los viejos (60-89) tenemos oportunidades similares de aprender. Lo que tal vez no nos ayude es la tendencia a pensar que no podemos cambiar. Es pues un asunto que toca más nuestras ACTITUDES que en realidad nuestras CAPACIDADES. Las actitudes no son basadas en razonamiento cognitivo sino en el uso y costumbre. Nos acostumbramos y nos adaptamos a ciertas cosas de forma que las damos por sentadas y creamos nuestro propio círculo vicioso del que nos va a ser muy difícil salir, pero no por no tener la capacidad, sino por no tener la actitud de cambiar para mejorar o para variar. Este hecho nos hace pensar en las dietas que tanto trabajo nos cuestan, no porque sean imposibles de llevar para nuestro bien, sino que nos cuestan en CAMBIAR nuestros hábitos arraigados.
El uso, la costumbre, el decir que “siempre lo hemos hecho así” nos limitan mucho más que lo que pudiera limitarnos el paso de los años. Por supuesto, tampoco estamos diciendo que los viejos tenemos la misma velocidad mental que tienen los jóvenes pero sí es interesante que podemos aprender tanto como ellos si mostramos la DISPOSICIÓN de hacerlo.
Por otra parte los científicos también han señalado que los cerebros de personas mayores pueden concentrarse en detalles insignificantes y esto pudiera desalojar la información más relevante que debe recordarse. Esto pudiera sugerir que la persona de mayor edad no utilice su memoria con la misma eficacia que una persona joven. Por ejemplo, tal vez no recuerda la línea en la que estacionó el automóvil en un centro comercial pero sí recuerda el ángulo hacia la puerta en el que está o recuerda una planta al lado del auto. Al final, lo encuentra pero se fijó en otros detalles en los que una persona joven hubiese descartado por no tener importancia para él.
Tal vez el lector recuerde el chiste de las tres viejas que no recuerdan si suben o si bajan y una pregunta: “¡Antoniaaa! voy subiendo o voy bajando?” Claro, estas señoras del chiste, pasaban los 90. Pero echando el juego a un lado, el cerebro sano tiene buen uso y buena capacidad a cualquier edad. Dije el cerebro sano, porque como sucede con cualquier organo, cuando se enferma, va a dejar de funcionar a su plena capacidad.
Muchos, sino todos mis lectores, saben que la vejez y el desgaste que viene con los años tendrá remedio pronto. Mientras tanto, tratemos de utilizar al máximo de nuestro potencial, nuestro cerebro, sin limitarnos por conceptos populares que no están bien afincados en la verdad. Tengamos la seguridad de que a cualquier edad se puede aprender, especialmente lo positivo, sano y provechoso.