El valor de un “mentor”.

Un “mentor” es la persona de más experiencia que nos ofrece voluntariamente su guía y consejo. Puede ser que nos ayude tanto en el aspecto profesional como en el personal. Es ese alguien especial que encontramos cerca de nuestro corazón, con el que podemos identificarnos y por quien sentimos cierta admiración y respeto. Confiamos en el consejo de nuestro mentor, de manera que con él o con ella, podemos tratar cualquier tema en cualquier momento.

El mentor no tiene que ser un familiar pero pudiera serlo. Sin embargo, en muchas ocasiones resulta ser un amigo mayor, un compañero de traabajo o un maestro.  Debemos puntualizar que la selección de un mentor no depende exclusivamente de nosotros. Es un camino de vía doble. La persona que seleccionamos tiene que desear aceptarnos como tal pues, no hay que olvidar, que asume ciertas responsabilidades. Debe haber compatibilidad de carácter, por lo que el mentor mismo es quien decide si nos acepta como “protégé” o no. Es inapropiado forzar esta relación de mutua confianza, que no siempre se logra con conocer a nuestro mentor en perspectiva por algún tiempo. Con el tiempo y la confiaza mutua fortalecida, el mentor será la persona que nos guie por el camino en esos momentos de decisiones, dudas y fracasos dolorosos. Pero ¿de dónde viene la palabra o el concepto?

Como muchas otras, la palabra “mentor” viene del griego. La palabra se utiliza en la mitología griega. Méntor era hijo de Álcimo quien fuera un amigo íntimo del famoso Odiseo. En la Odisea al partir el héroe para Troya, encomendó al fiel Méntor sus intereses en Ítaka y la educación de su hijo Telémaco. De ahí la figura del mentor que nos acompaña en ciertas o varias etapas de nuestra vida. En algunos casos está presente por unos cuantos años, en otros casos, está presente durante toda la vida.

¿Conoces a alguien así? ¿Conoces a alguien al que pudieras llamar “mi mentor”? Si es así, eres una persona dichosa. Sabes que no tienes que tenerlo a tu lado para tener siempre acceso a esa persona. Sabes que el paso del tiempo o incluso el lugar geográfico en el que vivas, no cierra el camino hacia la persona que consideras tu mentor, y lo mismo sucede con el que se siente orgulloso de haberte ayudado en tus tiempos duros o difíciles. Una vez establecido el camino, la dinámica entre estos dos, mentor y “protégé” no cambia.

FORMAS EN LAS QUE NOS AYUDA UN MENTOR.

Establece metas junto a nosotros. Metas alcanzables y metas a corto y largo plazo. Comprende nuestras habilidades y conoce nuestras aptitudes de modo que puede darnos el ánimo oportuno. Jamás va a elevarnos más allá de lo razonable puesto que eso sería más negativo que positivo.  El mentor solo será valioso si nos ayuda a superarnos en la medida que conoce lo que podemos alcanzar. Cierto, confía en nosotros, pero no nos presiona al punto de que no podamos más.

Esto es importante debido a que nos conocemos demasiado bien y tendemos a “acomodarnos”. El mentor sabe si estamos haciendo esto y nos motivará a seguir adelante, paso a paso. Eso es muy valioso para la gran mayoría de nosotros que, en ocasiones, pudiéramos tener la tendencia a exagerar nuestra valía o, en otras ocasiones a minimizarla. Es difícil ser equilibrado con uno mismo por lo que el mentor puede sernos de gran valor.

Corrije nuestras tendencias auto destructivas. En ocasiones, puede suceder que nos sintamos frustrados por alguna situación fuera de nuestro control o una que no supimos manejar eficientemente. El consejero o mentor, puede detectar estas actitudes autodestructivas y colocarnos en el carril acertado. Nos conoce y tiene la franqueza necesaria para, sin ofendernos, ayudarnos a hacer la correcciones apropiadas. Estas no tienen que ser situaciones de carácter grave pero pueden ser lo suficientemente desequilibradas como para ser destructivas. Entre ellas pueden figurar, tener problemas con el horario, ser incumplidores de nuestra palabra, no saber vestirnos apropiadamente etc. etc.

Fortalece nuestras zonas fuertes. Muchos de nosotros no nos hemos dado cuenta de cuáles son nuestras zonas fuertes. El mentor las conoce y también sabe que no las estamos utilizando a nuestro máximo potencial. Por otra parte, en ocasiones pensamos que tenemos dones que en realidad no tenemos por lo que con paciencia el mentor pudiera ayudarnos a enfocarnos en otra dirección más provechosa para nosotros. La mutua confianza permite este tipo de dinámica.

Escucha. Si una facultad hace a un mentor alguien verdaderamente valioso en nuestra carrera o en nuestra vida espiritual es que es alguien que escucha. No siempre se nos hace fácil expresar lo que sentimos y tampoco lo es escuchar. Recordemos que escuchar no es estar frente a alguien dando una apariencia y soportando toda clase de disparates. Escuchar es un proceso de tener interés, de hacer preguntas, de hacer más preguntas y de ayudar a la persona a que ella misma llegue a las conclusiones apropiadas en su situación. El mentor nunca ejerce su autoridad sino que es el amigo que te ayuda a resolver, a conocerte y a meditar en las situaciones que te plantean problemas.

LO QUE NO HACE UN BUEN MENTOR.

Obtener beneficios peronales. Si el mentor va a obtener beneficios personales de su pupilo, entonces debes ejercer mucho cuidado con su consejo ya que tiene otras motivaciones que no se relacionan con tus mejores intereses.

Si bien el consejero puede elevar y motivar a una persona, también puede hacerle mucho daño. La envidia, el sarcasmo o el llevarle más allá de sus posibilidades, arruina y decepciona a aquel a quien se ha ayudado por años. Estas formas de abuso pueden darse con facilidad en el campo de los deportes pero pueden suceder igualmente en otros campos.

Cuando su consejo choca con tus valores. Ha sucedido que el pupilo y el consejero no tienen o no sienten lo mismo sobre determinados asuntos morales. No es apropiado que cedas a sus consejos ya que ceder a ellos chocaría con tu moral o los conceptos que para ti no son negociables. En ese momento debes ser claro y terminar la relación consejero/protegé. Continuar con ella puede serte arriesgado y peligroso. No temas tomar una decisión firme.

Tal vez, al leer este artículo, has pensado que tu no has tenido en tu vida ningún mentor en particular y que tampoco lo has necesitado. Es posible, igualmente, que sí hayas tenido la ventaja de tener cerca a personas que hay ocupado el lugar de mentores, en determinados momentos, aunque no los hayas identificado como tales.

Suele suceder que alguno de nuestros padres, amigos o miembros de tu comunidad espiritual, con los que has compartido momentos muy especiales hayan sido mentores apreciados en su momento. Para todos los efectos, ellos han hecho el papel del cual hablamos en este artículo. Estoy seguro de que estos han ejercido y ejercen una importante influencia en tu vida.  Si fueron valiosos para tu desarrollo, sentirás que son amigos verdaderos en los que puedes confiar cualquier sentimiento o problema, sin importar dónde estén ahora o el tiempo que haya pasado.

Vivir sin tener a alguien especial cerca, es más difícil. Vivir sin tener un hombro sobre el que llorar, es más duro. Vivir sin un consejero es posible, pero es más complicado.

 

 

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