Amigos, amigotes y los otros.

Probablemente la elección de los amigos es una de las tareas que más frustración y dolor emocional puede causarnos en nuestros años mozos. Hoy veo que los jóvenes tienen las mismas luchas que yo cuando tenía sus edades, solo que en el caso de los adolescentes de hoy, ellos la tienen mucho más difícil pues a diferencia de épocas pasadas hay mayor presión de grupo para entrar en pandillas, usar drogas o abusar del sexo y del alchool.

En mis tiempos fueron los amigos, los que me enseñaron muchas cosas buenas pero también unas cuantas malas y no solo malas sino peligrosas. El amigo en quien mis padres tenían la mayor confianza me enseñó a robar. ¿No es enseñar a robar explicar el método que puedes usar para entrar en el cine sin pagar el boleto y luego demostrarlo? Gracias al cielo era yo mal aprendiz, pero la lección estaba allí. Hoy, al meditar en aquellos días me pregunto ¿cuántos amigos de nuestra confianza son los que enseñan a nuestros hijos las peores lecciones?  Otros amigos me enseñaron mejores cosas y con ellos disfruté de tiempos memorables.

A los diecisés me hice parte de un grupo de rock and roll en el que tocaba la batería. Mi padre me había prometido que si sacaba una beca al entrar en la Universidad me regalaría un set de drums. Como cuando los jóvenes quieren algo, se esfuerzan por conseguirlo, alcancé el promedio para una beca en la Universidad de Puerto Rico. Mi padre cumplió su palabra de modo que me compró una Ludwig con su “snear drum” plateado, como el que se ve en la ilustración. Tenía dos “tom toms”, un “hi-hat” con dos platillos grandes y un “floor tom tom” todos fabricados por Ludwig. ¡El grupo tenía mejor batería que baterista! Sin saber cómo, logramos grabar nuestro primer sencillo y luego nuestro primer y único disco de larga duración con música y letra propia. Para nuestra edad, un logro. Los amigos, los amigotes y los demás no faltaban en los bailes de “marquesina” como se hacían en esos años. Tal vez por la época todos los integrantes del grupo nos conformábamos con una modesta suma de dinero por amenizar las fiestas. Y varios de nosotros podríamos tocar de gratis porque lo pasábamos super bien con muy pocas malas experiencias. Aunque esta manera de ocupar nuestro tiempo no fuera la mejor o la más apropiada, me mantuvo ocupado en ensayos y en contratos mientras cursaba la universidad.

¿Tengo que decir que en algunos bailes y actividades mi padre pasaba para ver el ambiente y lo que hacía? Aunque disimuladamente, también tuve supervisión. Incluso cuando decidimos firmar para nuestro disco de larga duración, mi padre se ofreció para ser el productor. El hombre estaba cerca y a la vez lejos.

Tal vez con conocimiento o sin conocimiento mis padres estaban al tanto de mi ir y venir lo que me ayudó muchísimo. De esta experiencia propia puedo comentar que aunque los padres debemos permitir cierta libertad para que nuestros hijos seleccionen amigos, la supervisión es escencial. Y debo añadir que la intervención paternal es obligatoria cuando hay evidencias de conductas impropias como pueden ser el que el muchacho se meta en pandillas, comience a beber a destiempo y hasta llegue a utilizar drogas. ¿No es por lo regular un amigo el que nos ofreció el primer cigarrillo? Entonces los amigos juegan un papel importante en el desarrollo de un joven.

Un buen muchacho puede “perderse” cuando selecciona malos amigos que se convierten en un “vicio” difícil de desarraigar. Antes de que llegue a ese punto, los padres debemos saber qué hacer. Aunque no podemos elegir los amigos de nuestros hijos, tenemos la obligación de supervisar su conducta y hasta prohibirle andar con Fulanito de Tal, y si desobedece podemos privarles de algo que le guste por un tiempo. Podemos, por ejemplo, controlar la lista de cosas o actividades que no podrá practicar si no nos obedece.  Las reglas de la casa las ponemos los padres, no nuestros hijos.

Otro punto. Es necesario que preguntemos por los amigos de nuestros hijos y que los conozcamos personalmente. ¿Quiénes son sus padres? ¿Dónde viven? Conocerlos nos ayudará de primera mano a saber qué clase de personas son. Si un amigo de nuestro hijo pertenece a una pandilla, nuestro hijo está en peligro y debemos actuar de inmediato con las sanciones más severas porque si un amigo de mi hijo es pandillero, las probabilidades son de que mi hijo será pandillero también, solo es cuestión de tiempo.

La adolescencia es un reto para el adolescente y es un reto para los padres. Una buena supervisión, de cerca y a la vez de lejos es invaluable. No puedo terminar sin mencionar un factor de éxito en la educación de nuestros hijos. El amor, la paciencia y la dignidad con la que les tratemos. El amor genera confianza, la paciencia promueve comprensión y la dignidad les ayuda a ellos y a nosotros a respetarnos como personas y como seres que se aman.

Con todo, lo anterior, no podemos evitar que escojan sus amigos, sus amigotes y los demás.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *