Desde niño “Fido” era, para mi, el nombre de todos los perritos. Les contaré por qué era así. Nací en la década de los años cuarenta. Por aquellos años el nombre “Fido” ilustraba, la lealtad de un perro a su dueño.
El nombre “Fido” viene del latín “fidus” que significa en castellano, “fiel”. Así le puso a su perrito Carlo Soliani quien, un buen día, al llegar de su trabajo, vio a un perrito abandonado en la calle en muy mal estado. Decidió llevarlo a casa y darle los cuidos apropiados hasta que se fortaleció y se convirtió en una mascota agradecida. Le puso por nombre: “Fido”.
Pues bien, resultó que ese nombre describía muy bien a aquella mascota pues por dos años, cada mañana, Fido acompañaba a su amo, hasta la estación del autobus para ir a su trabajo y cuando caía el sol, llegaba hasta la estación del autobus, solo para lanzarse amigablemente sobre su dueño y acompañarlo de regreso a su casa, dando saltos de alegría.
El 30 de diciembre de 1943, la provincia de Borgo, San Lorenzo, Italia, fue duramente bombardeada y tristemente, como muchos, Carlo Soliani murió en el evento. Sin embargo, ese día, como en los anteriores, Fido, esperaba ansioso a su dueño que nunca regresó.
Desde ese día y día tras día, Fido olfateaba el aire de la estación esperando hallar a su amo, sin éxito alguno. ¡Lo hizo por catorce largos años! Fiel y leal le esperó todos los días sin dejar pasar uno. El 9 de junio de 1958, todavía esperando a su amo, Fido murió.
Mientras aún Fido vivía, el escultor Salvattore Cipolla hizo una escultura del animal para celebrar su lealtad. La escultura decía: “A FIDO, ESEMPIO DI FEDELTÀ” (A Fido ejemplo de lealtad).
En vista de la fama de “Fido” en los años cincuenta, muchos de mi generación asociamos su nombre con la imagen de cualquier perrito. En otras generaciones “Fido” cambió de nombre por “Lassie”, “Rin Tin Tin” o el caballo “Furia”. O tal vez por “Chita” la monita de Tarzán o el primer perro espacial “Laika,” que cobraron iguales y felices recuerdos de una anterior generación.
En estas nuevas generaciones se presentan distintas visiones y conceptos diferentes a los de nuestra niñez. Nuestra generación cuidó y protegió a las mascotas aún cuando no dejamos de entender que eran animales. Supimos guardar la sana distancia que debe haber entre animal y ser humano, distancia que lamentablemente hoy muchos no ven ni entienden.
Hoy, se estila vestir a los animales como si fueran personas. ¿Los ha visto el lector? Algunas de estas prendas cuestan más que la de seres humanos. También se estilan los cementerios exclusivos para animales y exequias fúnebres para ellos. He sido testigo de como muchos hablan con más cariño a sus animalitos que a sus propios hijos. Hay seguros médicos para animales e incluso algunos perros, gatos y loros han heredado fortunas dedicadas a ellos por sus difuntos amos. Muchos besan a sus mascotas como si fueran bebés e incluso duermen con ellos. Miles, si no millones de ellos, viven en casas con aire acondicionado y otras comodidades mientras miles, si no millones de seres humanos viven en la calle como animales.
En algunas comunidades hacen lo contrario. ¡Los ponen a pelear! Apuestan sobre el gallo vencedor, el perro más sanguinario o el toro más fuerte. Vitorean, apuestan y disfrutan de un paisaje criminal, aterrador.
Sin importar lo digno que sea cuidar de los animalitos, es de sentido común meditar en las razones por las que tenemos mascotas, el costo de tenerlos, el trato que les damos y el ambiente en el que les hacemos vivir.
Recordemos que cuando llevamos un animalito a la casa, o a una jaula, los “sentenciamos” a habitar en un ambiente al que, por naturaleza, no pertenecen. En vez de ver a los animales como NOSOTROS deseamos verlos y poseerlos, tal vez pudiéramos pensar más en ELLOS y darles su espacio y su medio ambiente para que vivan de forma natural y más cercana a su propósito, naturaleza y diseño.
Si se trata de animales, en algunos lugares se desconoce el concepto de “mascota” y todo lo que se mueva sirve para comer. En otros lugares son para adorar como dioses y todavía en otros lugares hasta los que son despreciados como plagas terminan en la sartén. Todo depende del lugar, la cultura y el punto de vista personal que sobre ellos tenga cada individuo. ¡Son las contradicciones de los tiempos, las culturas y las mascotas!