Seguramente la vida nos ha enseñado que no podemos dar lo que no tenemos. Y es cierto que si nuestra estima personal es pobre, nos será muy difícil inculcar en nuestros hijos una autoestima sólida. Con todo, debemos esforzarnos por evitar que reflejen nuestras debilidades y flaquezas de personalidad. Queremos que ellos sean mejores que nosotros, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué puede ayudarnos? Vigilar nuestras malas tendencias para evitar transmitirlas. Si lo logramos, es probable que nos demos cuenta de que nuestros hijos pueden ayudarnos muchísimo a ser mejores personas. Les ofrezco algunas ideas:
TENGA CUIDADO CON LAS CRÍTICAS
De vez en cuando, escucho hablar de la llamada “crítica constructiva” y pienso que es un término inexacto. Me parece más un disfraz que una realidad. Para empezar, la crítica siempre es y será crítica. Hay que tener cuidado con tratar de disfrazarla haciendo sentir peor al objeto al cual deseamos ayudar. Es como una espada de dos filos. Corta en ambas direcciones. Te afecta a ti y afecta a la persona que deseas ayudar porque te estás introduciendo de la forma equivocada.
La crítica por su naturaleza es destructiva no constructiva. ¿Entonces? Pues evita la palabra crítica por la palabra “consejo”. Puedes usar también la palabra “sugerencia”, incluso puedes decirle que quieres dejarle algo en qué pensar, pero lo que tenemos que hacer, debemos hacerlo con sinceridad y sin necesidad de herir, humillar o dar la impresión de que sabemos más.
Si deseamos ayudar a alguien, y en particular a nuestros hijos, ellos tienen que estar convencidos de que estamos de su lado y queremos ayudarlos a mejorar. Si no lo están, la llamada “crítica constructiva” seguirá siendo tan solo una vulgar crítica, dolorosa e indeseada.
Si nos la pasamos dando esas famosas “críticas constructivas” el santo día, llegará el momento en que nos convertiremos en padres insoportables que no encuentran nada que elogiar. Sentiran que nunca son lo suficientemente buenos para nosotros. Transmitiremos la idea incorrecta.
Yo le recomiendo, estimado lector, tener mucho cuidado con las críticas. De hecho, la mayoría son innecesarias en la vida familiar. Si algo no está bien y debe correjirse, haga eso y ya está. No obstante hágalo de la manera correcta y de la forma menos dolorosa posible. Comience por reforzar lo bueno, hable de tal forma que edifique a su familia y muy en especial a sus hijos en todas sus etapas de inseguridad. No grite. No aconseje cuando esté irritado. Refuerce los valores y fortalezca las rodillas de sus hijos de modo que puedan enfrentar los difíciles.
Le invito a implantar en su casa “el día de no criticar.” Ayude a toda su familia a que por 24 horas ningún miembro de la familia diga nada negativo DE NADIE, familia o no. Si lo logran van por buen camino. Si no lo logran, trabajen juntos en eso y pronto el ambiente familiar será mucho más agradable.
¡SEAMOS UN BUEN MODELO PARA NUESTROS HIJOS!
Nuestros hijos tienen su mirada en nosotros, tanto como nosotros la tenemos en ellos. Sin embargo, nosotros somos los padres y eso implica que cargamos con una mayor responsabilidad. ¿Ven ellos en nosotros algo que imitar? Y no pretendo complicar las cosas ni entrar en zonas filosóficas. Lo que mencionaré a continuación es sencillo, práctico y algo que está a nuestro alcance. Son solo tres puntos que están en nuestras manos aplicar y que nuestros hijos van a imitar casi automáticamente. Si lo hacen, nuestra propia autoestima mejorará y sin dudas, también mejorará la de ellos. Veamos:
Cuide su salud.
Si cuidamos nuestra salud nuestros hijos van a poder imitar algo valioso que les ayudará toda su vida. No coma en cualquier lugar, no coma cualquier cosa ni coma a cualquier hora. Esté consciente de que es importante conservar la salud. Por favor, no haga disparates ni se arriesgue innecesariamente. No le haga daño a su cuerpo. No lo marque, no lo abuse. Sea una persona limpia. ¡Cuídese!
Cumpla sus promesas.
Si prometemos algo, debemos cumplir con lo prometido. Nuestros hijos pueden imitar eso y les damos algo que respetar e imitar. Ellos entenderán si sucede algo que nos haga imposible cumplir con lo prometido, pero, no olvidarán promesas dolorosamente incumplidas. ¡Las falsas promesas destruyen la autoestima de nuestros hijos, y la nuestra!
Respete a todas las personas.
¡Sea genuino! No diga frente a la persona: “-este hombre es mi mejor amigo.” Pero cuando se va la persona, usted le dice a su familia “-ese tipo es un idiota”. ¿Qué estamos haciendo? Nuestros hijos se dañan con actitudes de esta clase. Les transmitimos la idea de que está bien decir una cosa y sentir otra. Destruimos nuestra palabra, nuestra amistad y nuestra propia autoestima. Nuestros hijos nos ven, nos escuchan y terminarán imitándonos.
Por el contrario respetemos a todas las personas y nunca les robemos su dignidad, de frente o de espaldas. Si respetamos a otros tenemos una estupenda base para ayudarlos a hacer lo mismo. José Martí, el famoso poeta cubano dijo: “Honrar, honra.” ¡Que dos palabras tan bien combinadas!
Sí, es cierto, no podemos dar lo que no tenemos, de modo que si queremos cumplir bien con nuestros privilegios y responsabilidades de padres, ¡debemos mejorarnos como personas!
Creo que esa es una de las bendiciones y uno de los retos más grandes de ser papás. Nuestros hijos nos ayudan, de formas directas e indirectas, a ser mejores personas, mejores seres humanos. Al principio lo hacemos por ellos, pero, al hacerlo, casi sin darnos cuenta, ¡mejoramos muchísimo nuestra propia autoestima!