La autoestima de nuestros hijos -conclusión.

Entre las características de la persona que goza de una saludable autoestima, se encuentra la forma en que percibe su propiedad personal, la forma en que toma sus decisiones y el mecanismo que utiliza para tomarlas. Estos tres puntos se discutirán a continuación. La idea es poder transmitir y reforzar estos conceptos en nuestros hijos para ayudarlos a edificarse una autoestima sana.

La autoestima saludable contribuye a que tengamos buenas relaciones
con otras personas.

1. La persona con una autoestima saludable cuida sus cosas, no las maltrata ni las abandona.

Las mantiene en buenas condiciones. La razón por la que lo hace es porque aprecia lo que tiene, no porque ame lo que tiene, como tal vez lo haría la persona materialista, sino porque sabe que las cosas tienen un costo y un valor y se respeta a sí mismo cuando no las desperdicia ni las abandona.

Podemos y debemos ayudar a nuestros hijos a construír su autoestima ayudándolos a valorar sus posesiones. Así que lo que tenga que ver con lo que posee debemos inculcarles que debe cuidarse, limpiarse y ordenarse. Acostumbrarse a andar entre cosas sucias, maltratadas y desordenadas es la herrumbre de la propia estima.

Mantener su propiedad limpia y ordenada tendrá
un efecto en su autoestima.

2. Poder tomar decisiones propias de la edad fortalece la estima de un niño o de un joven.

Cuando tenga que tomar decisiones según su edad, debemos permitirles un grado de libertad personal para que lleguen a sus propias conclusiones.

A medida que un niño va desarrollándose debe ir aprendiendo a tomar decisiones. Algunas pueden ser muy sencillas pero poco a poco el joven va desarrollando su personalidad y su carácter. Permitirles tomar sus propias decisiones de forma paulatina, sin crítica, va capacitándoles y fortaleciendo su estima.

Tal vez a usted le gustaría que el muchacho llegue a ser un atleta profesional pero a él no le gusta el deporte ¿Qué haremos? Respetemos su individualidad y permitámosle desarrollarse en lo que le gusta a él. Pregúntele sobre asuntos cotidianos y escuche sus opiniones y sus puntos de vista. Respete sus gustos aunque no coincidan con los suyos.

No juzgues mis decisiones sin entender mis razones.

3. El mecanismo que utiliza para tomar sus decisiones.

Claro, con cada decisión el niño y luego el joven aprenderá que hay consecuencias. Esas consecuencias, que pueden ser más o menos desagradables le enseñarán por sí mismas. Con todo, es mejor que tome sus decisiones y aprenda por sí mismo que obligarlo a tomar las nuestras. El debe saber qué cosas ya puede decidir y qué cosas no. A medida que crece es nuestro deber encargarnos de que sepa sus límites. Pero además de esto, algo importante que debemos observar es el mecanismo que utiliza para tomar sus decisiones.

Si la razón es para agradarnos a nosotros, aunque nos complazca, no es la mejor razón. El o ella deben estar convencidos de razones más profundas y menos temporeramente ventajosas. ¿Qué sucederá el día en que ya no podamos decirles qué hacer? ¿Por la voluntad de quién se guiarán? Tampoco la razón debe ser por temor al castigo. Hay muchas malas decisiones que no tienen castigo y no por eso son recomendables. Menos sabio es que aprenda a tomar decisiones sobre lo que los amigos piensan o le incitan a hacer. Esto es lo peor. Entonces, ¿sobre qué base toma decisiones nuestro hijo? Debería ser sobre la base de los principios que les hemos enseñado. Deben aprender a decidir sobre valores sólidos, no sobre el gusto, el placer, la conveniencia, o la opinión popular. Un mal mecanismo en la toma de decisiones será fatal, a largo plazo, para su autoestima.

Por otro lado, una autoestima saludable les conduce hacia el éxito en la vida hogareña, en la escuela y en su vida diaria. Cada etapa, la niñez, la adolescencia y luego la vida de adulto es un verdadero reto, tanto para el muchacho como para nosotros sus padres. Como si esto fuera poco, enfrentamos el reto de que cada muchacho es diferente y tiene distintas actitudes, aptitudes y formas de verse y entenderse a sí mismo. ¡Que trabajo tan difícil y a la vez qué trabajo tan recompensador, si tiene un buen final!

Mientras estén en casa tratemos de comprender por qué hacen lo que hacen y guiémosles, sin hacer comparaciones, sin tratar de vivir sus vidas, sin controlar cada movimiento, pero a la vez, esforzándonos por darles el mejor ejemplo. Todos esos elementos juntos, fortalecerán y refortalecerán su propia estima. ¡Adelante! ¡Siempre adelante!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *