Y ahora, ¿qué?

Creo que todos nos hemos hecho esa pregunta más de una vez en días recientes, en medio de esta crisis del COVI-19. Una mala noticia sobre otra mala noticia haces que te preguntes, “bueno y ¿ahora qué?

No solo aquí en los Estados Unidos sino que, alrededor del mundo, la pregunta se hace muchas, muchas veces. Mientras hacemos ajustes por aquí, se nos desparrama aquello por allá. ¿Qué voy a hacer? ¿Cuánto van a durarme los ahorros? ¿Cuánto puede esperar mi casero por la renta que no puedo pagar? ¿Qué va a pasar con los pagos del automóvil? ¿Hasta cuándo voy a poder mantener mi trabajo? ¿Cuánto tiempo más estarán los muchachos en casa sin ir a la escuela? …y mil preguntas más que siempre terminan en la última que invariablemente es, ¿y ahora qué?

Los días siguen pasando y simplemente parece que el año se nos va a ir en esta misma aventura de no saber lo que va a pasar mañana. Nos vamos convirtiendo en ese condenado a muerte al que le van extendiendo un día más de vida. Es como si le dijeran “Vamos a colgarte pero no va a ser hoy. Tal vez te colguemos mañana.” No sé, pero habrá un montón que dirían: “oye si me vas a matar acaba de hacerlo porque vivir esta agonía es peor que morir”. Y es que la incertidumbre es la clase de tortura que pone a prueba los nervios del más valiente o del más inconsciente del planeta.

Si tienes dinero pues es como si no lo tuvieras, si tienes un lindo auto en el garaje, da igual. Si tu negocio iba regular, ni te pregunto cómo va ahora y si te quieres volver loco espera a que se te caiga NETFLIX o tu Wify. Ya sé, en medio de esa crisis empeorada, harás la misma pregunta: “¿Y ahora?

Pues nada, que lo que era importante ya no lo es y es solo ahora que todos lo vemos bien clarito. Reconoce que tu mujer es una campeona, que tus hijos unos valientes y tu, bueno, más vale que tu eches pecho y te pongas a trabajar en casa, a darle clases de la vida a tus hijos y a cambiar esa cara de malhumor. Es tiempo de ser más positivo a no estar tan encerrado en tus cosas. Es tiempo de prestar un poco más de atención a tu familia que es, a la larga y a la corta la razón de todo lo que haces. ¿Cierto?

Según la Johns Hopkins University la cuenta es de sobre 138,000 muertos por causa del COVI-19 y sobre dos millones de casos confirmados de personas que se han contagiado con el virus. Y aunque el presidente de los Estados Unidos dice que este país ha llegado al pico de la curva y que ahora irá descendiendo el número de casos, la verdad es que si nos alcanza a nosotros es lo mismo que la curva suba o baje, nos habrá alcanzado y ¿ahora qué?

Es tiempo de aprender que cada persona es importante, única e imprescindible y eso, afortunadamente te incluye a ti y a mi. Si nos desesperamos y empujamos lo que no debemos empujar, en vez de aliviarnos, puede que las circunstancias se empeoren. Hay que tomarlo con calma y aprender a esperar. De hecho, aprender a esperar es un buen ejercicio que nos puede beneficiar a todos. Esperar se ha convertido en una mala palabra porque lo queremos todo rápido, nuestra sociedad nos ha inculcado el tema de la velocidad en todo lo que hacemos y ese tema ha llegado a ser uno muy peligroso que ha afectado a nuestros hijos, tal vez de forma irreparable. Meditemos un poco en esto y tratemos de aprovecharnos de esta situación para frenar un poco nuestra vida, nuestras expectativas del mañana y nuestra relación con los demás para que no sea tan superficial, tan rápida y al final tan insensible.

En el video que sigue repasamos, musicalmente, el curso de nuestra vida agitada y el encuentro superficial que tenemos con los que se cruzan en nuestro camino, que están en la misma desventura que nosotros. Lo recibí de un amigo y lo comparto con ustedes. La música es impecable y el concepto, brillante.

Vacío mi tintero por hoy, para animarte a no descuidarte y a resistir. Aunque digan que estamos en la recta final, no te hagas de ilusiones y toma cada día por lo que es, una oportunidad más de fortalecerte emocional y espiritualmente, un día más para unir y no desunir, para multiplicar y no dividir, para sumar y no para restar. Quiera Dios que aprovechemos estas circunstancias y salgamos de ella más fuertes de lo que entramos… aunque a veces tengamos que decir… Y ¿ahora qué?

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