¡No me parquees la tiñosa!

Familia feliz disfrutando de una tarde en el campo.

Cuando a mi suegra alguien le decía que tal o cual cosa buena no iba a durarle mucho, acostumbraba a responder: “por favor, no me parquees la tiñosa.”

Y me parecía una respuesta genial porque lo cierto es que hay gente que no soporta ver a uno contento ni feliz. ¿Te has dado cuenta? ¿No es cierto que hay gente que siempre ve algo negativo en todo y luego te lo expresan con una naturalidad increíble. Y, está bien, reconozco que no todo el mundo lo hace con mala intención pero, ¡por favor! muchos de los que todavía estamos vivos apreciaremos muchísimo que no nos estén parqueando la tiñosa todos los días.

Porque lo negativo está tan metido en la “programación celular” de algunos de nosotros de tal manera que así, de lo más natural del mundo, te revientan las buenas noticias y las buenas cosas que nos pasan en la vida.

Hay veces que incluso la gente logra hacer que te sientas culpable por sentirte bien, por estar alegre, por irte de vacaciones, por un aumento de sueldo o por alcanzar algún privilegio que, para ellos, siempre tiene un lado negativo o hasta peligroso. Si te sientes muy bien te cuentan de alguien a quien le dio un ataque cardíaco acabado de hacerse exámenes médicos en los que salió muy bien. Si te vas de vacaciones te recuerdan el barco que se hundió en las costas de Italia o del que quedó en cuarentena por el coronavirus. ¡Santo Padre! ¿Se pudieran callar un ratito para poder disfrutar de la vida?

Por eso no culpo a los que reciben una buena noticia y no quieren compartirla con nadie para que no le parqueen la tiñosa. Eso sin contar que la gente tiene costumbres basadas en sabe dios qué, con las que quieren gobernarte la vida y hacerte vivir con miedo. Si vas a la playa tienes que vigilar los tiburones, si vas al campo que te roban cuando vas de excursión, si cambias el automóvil que compraste la peor marca del mercado. ¿Por qué a la gente le gusta parquearte la tiñosa?

Je, je… me pasó algo bueno pero no lo digo… me lo disfruto yo solito. Si lo digo alguien me va a quitar la ilusión y hasta me va a preocupar. ¿No te ha pasado que compartes con un amigo tu alegría de haber perdido veinte libras y te dice: “Sí pero recuerda que Fulano perdió veinte libras y luego ganó treinta.” ¡Bendito sea el cielo! ¿Qué nos ha sucedido a nosotros los seres humanos? ¿Es que no soportamos ya una buena noticia?

Sí, porque suceden tantas cosas malas y escuchamos tantas y tantas malas noticias que ya no concebimos la posibilidad de que nos pasen cosas lindas, que nos guste la gente, que podamos compartir con los amigos y disfrutar juntos de las bendiciones que tenemos. Es como si alguien macabro, sacado de una película de horror se nos hubiera metido dentro y solo nos enfoca en lo malo, en las epidemias, en los crímenes, en los abusos y en las desgracias. Eso que para mi es veneno, está dañándonos tanto que casi, casi, nos está arruinando la vida.

Pues yo ando en pie de guerra. ¡No voy a permitir que me arruinen la vida y me hagan sentir culpable por disfrutarla! Porque aunque haya vivido tiempos difíciles, todos esos tiempos me enseñaron lecciones que me han ayudado a ser quien soy, un hombre muy feliz, tan feliz como puedes serlo tu amigo mío. Eso, si miras todas tus bendiciones y las cuentas a los que las aprecien que siempre son los que te quieren por lo que eres, no por lo que haces. De modo que, sé feliz aprendiendo a ver lo lindo y lo bueno que hay a tu alrededor y por favor, no permitas que te parqueen la tiñosa.