¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? (parte 2)

En realidad si hay mucho fuego, hay que usar mucha agua para sofocarlo. Pero en la vida real ¿cuándo es que le echamos gasolina al fuego? Cuando:

  1. No atendemos un problema.
  2. Cuando ignoramos un problema.
  3. Cuando le damos una mala solución.

 

Veamos un poco más de cerca estas tres situaciones comunes.

CUANDO NO ATENDEMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Los problemas NO se resuelven solos. Algunos de ellos se ven venir pero otros surgen de repente sin esperarlos. Tal vez estaban incipientes pero como no los detectamos en su tiempo, ahora son evidentes y deben ser atendidos.

En la familia suele suceder que el padre espera que la madre atienda el asunto y la madre piensa lo mismo. Al final, ninguno de los dos atiende el tema y el problema se va complicando y el fuego va creciendo poco a poco.

Un amigo me contó que, años atrás, uno de sus hijos adolecentes trajo a la casa una pipa de marihuana. La madre y el padre se pusieron de acuerdo para atender el problema. Tenían otros dos hijos en casa de modo que el asunto sin tratar pudiera perjudicar con el tiempo a los otros dos. Además sus normas morales no estaban de acuerdo con aquella conducta. Ayudaron al muchacho con firmeza, paciencia y amor. Apagaron el fuego y ha permanecido apagado hasta el día de hoy.

Hicieron algo, no ignoraron el problema. Le echaron agua al fuego.

CUANDO IGNORAMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Aunque le parezca infantil (porque lo es) muchas personas tienen la filosofía de hacerse de la vista larga frente a los problemas. Dicen: “no eso no es un problema, déja vivir a la muchacha.” “Eso lo hacen todos los jóvenes” -tranquila”; “Eso se resuelve solo, -déjalo”. Y aquello de “no le hagas mucho caso que lo que hace es llamar la atención.”  ¡Que error! No podemos quedarnos ciegos ante lo que debe ser atendido con solicitud.

Cuando Juan llevó pornografía a la casa, su madre enseguida lo descubrió. Tenía varias revistas debajo del colchón de su cama. Sabiamente la madre quitó las revistas de allí. Las rompió y las tiró. No le dijo nada a Juan. Al cabo de varios días, cuando ya estaba calmada y podría hablar tranquila con el muchacho, le preguntó si había notado que ya no tenía las revistas bajo su colchón. Juan dijo que no lo había notado. Su madre le dijo que fueran juntos al cuarto para explicarle. Entonces, Juan le dijo que lo había notado pero que le había dado verguenza hablar del asunto con su mamá. La mamá de Juan hablón con calma y le explicó por qué debemos evitar alimentar nuestra mente y corazón con ese tipo de material y los efectos que a corto y largo plazo tendrán. ¡Excelente trabajo! Aquella conversación con su madre ayudó al joven y le ayuda hasta el día de hoy, muchos años después.

No ignore los problemas. Echele agua al fuego y los extinguirá.

CUANDO LE DAMOS UNA MALA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Las malas soluciones es lo que abunda. Los malos consejos no faltan.

Personalmente me sorprende y me choca la ignorancia de muchos que buscan consejo en personas, algunas famosas, cuyas vidas son un verdadero desastre. No faltan en los medios los divorciados dando consejo sobre matrimonio. Los que tienen una vida personal desastrosa e incluso viciosa, que se llenan la boca para dar consejos a otros, escribir libros o pararse en un púlpito de una iglesia mientras viven vidas sucias, inmorales y hasta violentas. De vez en cuando algunos de estos provocan escándalos pero como por arte de magia la gente les sigue como el famoso cuento del flautista de Hamelín de los famosos hermanos Grimm.

La lección que se presenta en el cuento es impactante e ilustra el dolor que puede provocar seguir a alguien que no tiene la moral ni la dignidad que aparenta el supuesto bien que hacen. A continuación les presento un extracto de la obra de los hermano Grimm. Al leerla piense en las aplicaciones al consejo de las personas que no tienen las credenciales debidas… aunque vendan muchos libros.

“En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprome-tieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.

Cumplida su misión, el hombre volvió al pueblo a reclamar su recompensa, pero los aldeanos se negaron a pagarle. El cazador de ratas, muy enfadado, abandonaría el pueblo para volver poco después, el 26 de junio (Festividad de San Juan y San Pablo), en busca de venganza.

Mientras los habitantes del pueblo estaban en la iglesia, el hombre volvió a tocar con la flauta su extraña música. Esta vez fueron los niños, ciento treinta niños y niñas, los que le siguieron al compás de la música, y abandonando el pueblo los llevó hasta una cueva. Nunca más se les volvió a ver. Según algunas versiones, algunos de los niños se quedan atrás, un niño cojo que no los pudo seguir por no poder caminar bien, uno sordo, que solo los siguió por curiosidad, y otro ciego, que no podía ver hacia donde los llevaban y se perdió, y estos les informan a los aldeanos.

En otras versiones, el flautista retorna a los niños una vez que los aldeanos le pagan lo que le prometieron, o en ocasiones hasta más.

Y se dice que en la versión original, los niños fueron tirados y ahogados al río Weser. Y que la cueva eterna podría significar el infierno.” (Wikipedia)

No debemos dejarnos influenciar por los que buscan quitarnos algo, no darnos algo. Cuando veo uno de estos motivadores hablar de todos sus estudios, premios y los nombres de la gente influyente que les consulta. Cuando veo que promueven sus páginas de Facebook y Twitter tratando de vendernos sus libros… veo que no quieren darnos nada. Quieren obtener algo de nosotros. Quieren vendernos algo. Si esa es la motivación del motivador… no es buena. Aprendamos a detectar entre quiénes nos quieren DAR y quiénes nos quieren QUITAR.

De hecho, los mejores motivadores que conozco por sus presentaciones, no andan tratando de sacar nada más que la satisfacción de ayudar. Personalmente me encanta tener que hacer el ejercicio de buscar sus opiniones en vez de que las promuevan constantemente por los medios. Es obvio que si percibimos que tienen una buena motivación, con gusto apoyaremos sus publicaciones o programas, si los tienen. En esos casos, ganaron nuestra confianza sobre la base de su ejemplo y con gusto los patrocinamos por sus buenas intenciones. Ser un genuino motivador debe ser un sacerdocio NO un negocio.

Con todo, para mi, no existe mejor consejo que el consejo que puedas encontrar en el Best Seller de este año: La Sagrada Biblia. Es el libro más vendido en el 2016 y lo volverá a ser en el 2017. Su autor no solo tiene la moral para darnos consejos sino que nos conoce mejor que ninguna otra persona en el universo. ¡El consejo que encuentre allí no tiene parangón! El buen consejo APLICADO, apagará el fuego.

Pero hay otro factor importante que tomar en cuenta cuando estamos resueltos a apagar nuestros fuegos y no permitir que nos devoren o nos consuman. En la tercera parte de esta serie lo explicaré.

PIENSA EN ESTO:

¿Cuántos problemas has visto complicarse por no atenderse o por ignorarse?

¿Por qué son peligrosos los consejos de personas que no están bien motivadas?

 

 

 

¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? (parte 3)

Lo lamento amigo mío pero el ingrediente que puede apagar el fuego es la paciencia. Y digo que lo lamento porque hubiésemos preferido ver aquí cualquier otra cosa que no fuera la paciencia. La paciencia esta entre las cualidades más deseadas y a la vez más escasas que conocemos. La paciencia es una virtud.

La impaciencia le echa gasolina al fuego. Lo complica, hace el dolor mayor y la recuperación más lenta. Si eres una persona que reconoce tus necesidades espirituales, de seguro constantemente estás solicitando paciencia. Algunos amigos, incluso personas espirituales, me han dicho que la paciencia está entre sus mayores retos.

Lo interesante es que un bombero de experiencia me dijo que lo que garantiza un problema al apagar un fuego es la impaciencia. El bombero impaciente cargará con las consecuencias de sus malas decisiones. Queda claro pues que frente a los fuegos que tenemos que combatir, debemos ser pacientes para lograr sofocarlos y no aumentarlos.

Hay una historia de unos norteamericanos que se dicidieron a  hacer un recorrido por el continente de África. Emplearon a un grupo de nativos en el puerto en donde desembarcaron, indicándoles que tenían mucha prisa (como generalmente tienen los norteamericanos. No es crítica, esa ha sido mi experiencia.) Cuentan que el primer día avanzaron rápidamente através de todo el territorio y el segundo día fue exactamente igual que el primero. Pero algo sucedió en la mañana del tercer día. Resulta que cuando se preparaban a toda prisa para iniciar el recorrido, encontraron a los nativos que habían contratado, sentados bajo los árboles y rehusando comenzar la marcha. Cuando los sorprendidos patrones preguntaron qué estaba sucediendo, ellos respondieron: “El día de hoy descansaremos. Tenemos que dejar que nuestras almas alcancen a nuestros cuerpos.”

Esta historia aplica con mayor fuerza cuando nos damos cuenta que reaccionar de forma impaciente muchas veces resulta en utilizar la violencia, las amenazas, las cortes, los insultos y es precisamente todo lo anterior lo que le echa gasolina a los problemas. Nos olvidamos que los fuegos se apagan con agua.

Y lo que digo aplica en particular a esta genración que nació alrededor de los años 1984 en adelante, la que llamamos la generación “Milenio”. Y otra vez, sin criticar, estos jovenes han sufrido de la escasez de sentido común y del desarrollo de la personalidad que otras generaciones disfrutamos. Esto no ha sido culpa de ellos, simplemente les ha tocado vivir “bailando con la más fea” porque sus padres, desgraciadamente no les enseñaron paciencia. Hoy, no tienen los recursos para resolver problemas con paciencia. Y esto no lo digo yo, lo dice Simon Sinek, un reconocido motivador (de los buenos) en su charla sobre la adicción de estos jovenes del milenio a la Internet.

Dice este autor que los jovenes de hoy solo miran la cima de la montaña y no captan el proceso duro y doloroso de “subir la montaña”. El proceso del desarrollo personal y del proceso de solucionar los problemas no se consigue como se consigue por Amazon de un día para otro lo que deseas. Requiere tiempo. En otras palabras, requiere paciencia.

De modo que una vez aplicada la solución al problema, tomada con meditación y estudiando las alternativas, DEBEMOS TENER PACIENCIA para esperar que el fuego se sofoque. Aunque haya “combustión espontánea” NO EXISTE la solución “espontánea” de un problema bien resuelto.

Aunque tal vez usted no lo sepa, amigo mío, necesita escuchar este consejo porque la gran mayoría de nosotros estamos hambrientos de buenos consejos, de buena guía espiritual para resolver nuestros problemas. Todos tenemos hambre, se a que lo reconozcamos o no. Jamás se ha escuchado una máxima más sabia que la que predicó el hombre más grande de todos los tiempos, Jesús. Dijo: “No solo de pan vive el hombre.” Y si te interesa leer el contexto de estas palabras te sorprenderás aún más. Está en el capítulo 4 del evangelio de Mateo.

Sugerencia: Antes de tomar una decisión importante, antes de apagar un fuego de la forma apropiada, pausa y ve a algún lugar tranquilo donde puedas ver el cielo, sea de día o de noche. Si vives cerca de un lago o del mar, ve a la playa y deja que tu corazón se llene de la sabiduría práctica. Medita y atiende el asunto con tu pareja, con tu empleador, con tu vecino, con tu cónyuge o con tu hijo. Expon el problema y ofrece una solución. Llegarás a su corazón y habrás apagado el fuego con agua, no con gasolina.

 

 

 

 

Hablemos de valores: La generosidad.

 

El mejor ejemplo de generosidad podemos verlo en la Creación. Siembras una semilla de mango y cosecharás miles. Si no es ganancia uno por mil, entonces  ¿qué lo es? Y seguramente conoces muchos ejemplos más. Dios nos recompensa con las cosas que ha creado de forma sumamente generosa. ¿Querrá decirnos algo?

Probablemente nos quiere decir que debemos ser también generosos para que demostremos que poseemos una de sus características más obvias y valiosas, la generosidad. En nuestra clase de religión seguramente se nos enseñó que hemos sido creados a “Su imagen y semejanza”; de modo que debe aplicarnos el dicho que reza: “de tal palo, tal astilla”.

Cuando visité el Mar Muerto en Israel, observé que no dispone de afluentes de modo que poco a poco lo que era un enorme lago ha ido secándose lentamente (adjunto una imagen comparativa de satélite desde 1972 a 2011 del Mar Muerto). Por el otro lado de la moneda, el río Jordán que comparte sus aguas, incluso con el Mar Muerto, disfruta de ofrecer sus aguas con otros ríos, se mantiene abundante y lleno de vida. Es como si, otra vez, la creación nos dijera: “debes ser generoso para vivir mejor, para no morir ensimismado, concentrado sólo en ti mismo.”

Todo esto nos debe hacer pensar. ¿Soy una persona generosa? Claro, la motivación que debe impulsarnos a ser generosos no debe tener intenciones egoístas. Es decir “soy generoso para que me vaya bien,” esa no es la idea, la idea es ser generoso “aunque me vaya bien”. He escuchado a personas decir: “Voy a regalar este dinero porque si lo hago Dios me recompensará”. Hum! …no funciona exactamente así.

El Diccionario de la Real Academia Española define lo que es la generosidad. Aunque por supuesto, toda definición tiene sus limitaciones, y a veces las definiciones de los diccionarios nos dan más problemas que respuestas, pero aún con eso, lo que el diccionario dice es información que la gente no discute. Y sobre la palabra “generoso” nos dice que la heredamos del latín: “generositas.” “es una inclinación de ánimo. “Liberal, generoso”. Esta definición es suficiente para implantar conceptos elevados, altruistas.

DAR ENRIQUECE

  1. Es común asociar la generosidad con dinero y puede ser que en ocasiones implique cubrir una necesidad o ayudar a cubrirla. El libro sagrado nos habla de una viuda pobre en Israel que echó en las arcas de la tesorería todo su medio de vida. Jesús la distinguió por su fe. Aquellas dos monedas que dio con el paso de los años ha conseguido que todo el mundo cristiano distinga a aquella pobre mujer que resultó ser más rica y alcanzar más renombre que todos los ricos que echaban sus monedas en las arcas de la tesorería. ¡Generosidad que trasciende veinte siglos! Aquella mujer lo dio todo y de seguro no murió de hambre pues el generoso siempre recibe. Cristo mismo dijo: “tu Padre te lo pagará” por lo que una persona generosa tiene la seguridad de una promesa: el pago de su bondad. (Mateo 6:5, 6; Lucas 21:1-4).  Pero hay otras maneras más seglares de ver y apreciar la generosidad.

2. Cuando damos de nuestro tiempo somos generosos. En algunas ciudades del mundo, el tiempo vale más que el dinero. Algunos hasta prefieren gastar $200 en una corona de flores para un difunto que tomarse un par de horas en ir a la funeraria para dar el pésame. La mayoría de la gente sabe, aquí en La Florida, cuánto tiempo hay entre su ciudad y el parque de diversiones más cercano, pero no preguntes cuánta distancia hay porque eso no parece interesarle a nadie. El tiempo es el dios a quien se le rinde tributo en algunos lugares.  Sin embargo, dar de nuestro tiempo a un amigo en problemas o desanimado, nos va a proporcionar una gran satisfacción y estrechará los lazos de amistad como ninguna otra forma de comunicación logra hacerlo.

3. Nuestros hijos prefieren el regalo de nuestro tiempo. Se ha dicho que gastar tiempo con nuestros hijos es mucho más beneficioso que gastar dinero con ellos. Aunque han pasado más de sesenta años, no olvido el tiempo que mi padre me dedicó, mientras armábamos “nuestro” juguete preferido.  Digo “nuestro” porque parece que no era solamente “mi” juguete preferido. Recuerdo a mi padre conectando una línea con otra de aquel tren Lionel con el que podíamos jugar todo el día. Tanto a mi como a él nos fascinaba colocar una pastillita en la chimenea de la locomotora, que cuando se calentaba, producía humo que hacía muy real aquella aventura. Aunque han pasado muchos años, el tiempo que me dedicó me hace meditar hoy en cuanto amor me tenía papá. Lo mismo hará tu hijo.

4. Podemos ser generosos con nuestros vecinos. Se ha dicho que “un vecino cercano es mejor que un hermano lejano.” Otra vez, nada tiene que ver esto con dinero. Podemos ser generosos cuidando su propiedad cuando no están en casa, ofreciéndonos para hacer alguna gestión cuando enferman o no haciendo demasiado ruido que pueda perturbar su paz. Además, se puede compartir algún postre o hasta una sonrisa cuando entramos o salimos de casa. A veces me da la impresión de que las sonrisas son, ahora, más caras que nunca antes, pues no se ven comunes entre vecinos, bueno, debo decir, entre “algunos” vecinos. El respeto no se gana con “cara de tranca” sino, todo lo contrario, con rostros generosos y afectuosos.

PIENSA EN ESTO:

 

UN HERMOSO PENSAMIENTO QUE PROVOCA

1995 Special Olympics Silver Dollar

En realidad no le había dado tanta importancia a esta moneda, aunque la tenía hace 21 años. Tampoco me impresionó tanto su confección, se trata de una moneda que conmemora las Olimpiadas Especiales de 1995. La que yo tengo fue impresa en West Point y es en realidad una moneda de un dólar plata (nunca ha circulado). Solo se acuñaron 800.000 piezas. Las Olimpiadas Especiales fueron creadas para que personas con impedimentos de tipo intelectual tuvieran la oportunidad de competir. La idea era ayudarles a enfocarse, a desarrollar confianza y habilidades sociales para alcanzar un sentido de logro y participación. En 1995 se celebraron en Connecticut, Estados Unidos de América. En su amberso se aprecia el retrato de Eunice Kennedy Shriver quien hasta aquel momento fue la primera mujer cuya imagen se acuñaba en una moneda norteamericana. Se le toma, hasta este momento, como la fundadora de las Olimpiadas Especiales.

  Pero lo que verdaderamente me llama la atención y a lo que no le había dado la importancia debida es a la cita que aparece acuñada en esta peculiar moneda de plata pulida como espejo. Dice: “As we hope for the best in them, hope is reborn in us”. Palabras de Eunice Kennedy Shriver ya fallecida en el año 2009. Traducido dice: “Al esperar lo mejor de ellos, la esperanza renace en nosotros.” (traducción mía). ¡Qué hermoso pensamiento de la fundadora de estas Olimpiadas! ¡Qué valioso detalle había pasado por alto!

  “Al esperar lo mejor de ellos, la esperanza renace en nosotros.” Cada vez que tú y yo esperamos lo mejor de nuestros amigos, de nuestros estudiantes o de nuestros hijos, la esperanza renace en nosotros. Muchas veces la tendencia automática de nuestro pensamiento es negativa, especialmente si se trata de personas con las que convivimos o de las que pensamos que conocemos bien. Somos capaces de confiar en un perfecto extraño y de dudar de los nuestros. Al pensar así tronchamos la esperanza que debemos poner en los nuestros y de la que nos alejamos cuando sólo nos concentramos en contemplar sus defectos.

Tomamos un avión y depositamos nuestras vidas en las manos de un total desconocido. Nos entregamos a las manos de un cirujano que no conocemos y en el que depositamos nuestra completa confianza, y sin embargo, muchas más veces de las debidas no confiamos en los  nuestros, en nuestros maestros, en nuestros amigos, en nuestros hijos.

Cuando tú y yo les damos confianza a los que amamos, cuando ponemos esperanza en ellos, cuando les decimos que confiamos en ellos, algo maravilloso ocurre en nosotros… “renace la esperanza”.  La esperanza que tanto nos puede fortalecer y que parece que la damos en exclusiva a los desconocidos.

Pongamos hoy un punto y aparte a esta actitud nuestra. Comencemos hoy a permitir que renazca la esperanza en los demás, esperando lo mejor de ellos. Es hora de sentarnos con los que amamos y decirles: “confío en ti”; “sé que harás lo mejor.” Cada vez que le pongamos palabras a nuestras acciones llenas de esperanza, daremos valor a los que amamos, a los que trabajan con nosotros, a nuestros compañeros de escuela, a todos ellos les daremos fuerzas, en vez de quitárselas, les daremos esperanza y les fortaleceremos.

PIENSA EN ESTO:

  1. ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tus alumnos, a tus amigos o a tus hijos que confiabas en ellos? ¿A tus empleados o a tus compañeros de trabajo?
  2. ¡Házlo hoy! Sembrarás confianza en ellos.

 

 

LA FACULTAD DE ELEGIR

Tal vez al leer el tema de hoy puedas pensar en tu primera clase de religión, cuando te enseñaron que Dios nos creó con la facultad de elegir. Lo aprendiste, pero en realidad, ¿lo creíste?  Probablemente no y por eso no lo has aplicado a tu vida y no te has hecho responsable por tus acciones. Muchísima gente ha desarrollado una actitud fatalista y acostumbran a decirte que andan “como Dios quiere”. Pero ¿realmente andan como Dios quiere o como ellos han elegido?

Seas una persona religiosa o no, tú y yo tenemos la facultad de elegir 24/7. Elegimos todas las mañanas qué ropa usar, qué zapatos ponernos y qué vamos a desayunar. A eso llamamos “facultad de elegir” y es una hermosa libertad, diaria y constante, que nos permite superarnos, si eso deseamos, dejar atrás el pasado, si eso queremos y mirar al futuro para mejorar nuestra capacidad de elegir mañana y así a lo largo de nuestra vida. La pura verdad es que no estamos como Dios quiere sino como nosotros hemos elegido estar.

Por lo que puedo ver, MILLONES DE PERSONAS son incapaces de comprender este hecho. ¿No nos damos cuenta de que cuando entramos a un supermercado podemos elegir entre comprar manzanas o comprar peras? Bueno, apliquemos el mismo principio a la toma de decisiones más importantes. TENEMOS LA FACULTAD HERMOSA DE ELEGIR. Elijo comprar un auto o no comprarlo, ver una película o no verla, hacer ese viaje o no hacerlo. POSEEMOS ESTA HERMOSA CAPACIDAD y no tenemos a quien echarle la culpa si la decisión que tomamos no fue la mejor. Vamos a seguir esta línea de pensamiento y espero que no se esté poniendo incómodo el asunto. No es mi intención que se ponga incómodo sino poner sobre la mesa una verdad importante, demasiado importante para dejarla pasar.

Si elegimos comer y comer hasta que enfermemos, ¿a quién debemos culpar? Si elegimos ser pesados como una patada en el estómago, ¿a quién debemos culpar? Si decidimos desperdiciar nuestra vida, ¿a quién debemos culpar? La respuesta es obvia: A NOSOTROS MISMOS y a nadie más, estimado amigo mío. De modo que no tenemos que quedarnos allí, tirados en el piso lamentándonos todos los días. Podemos ELEGIR ponernos de pie y seguir adelante, si es necesario, recuperar el tiempo perdido, cambiar la decisión, pedir excusas, pedir perdón y reenfocarnos… podemos ELEGIR hundirnos en la desesperación o ponernos de pie y continuar nuestro camino con una lección más aprendida.

J. Martin Kohe era publicista por los primeros años del siglo 19. Escribió un magnífico libro que se llama Your Gratest Power. En su libro el señor Kohe dice que las personas que fracasan y que se revuelcan en un sentimiento de auto-compasión y quienes constantemente se quejan, lo hacen porque no  logran emplear la facultad más grande que poseen o bien hacen un mal uso de ella. Por supuesto, dice Kohe, los resultados lastiman, no solo a ellos sino también a todos los que están a su alrededor. ¡Cuán cierto es esto! Entonces, amigo mío, USTED y NADIE MÁS QUE USTED está a cargo de su mente y de su soberanía personal. Usted ELIGE. Lo hará hoy y lo hará mañana. Puede decidir ser mediocre o puede elegir ser mejor… tal vez estar “entre los mejores”. Se de cuenta de ello o no, esto no cambiará.

Disfrutemos la capacidad de elegir, eligiendo bien. Pensando lo que vamos a decidir hacer y poniendo el corazón y la mente en la dirección que tomará nuestra vida.

PIENSA EN ESTO

¿Quién se beneficia de que no tomemos decisiones?

¿Quién se beneficia de que tomemos acción para cambiar una mala decisión?

¿Estamos dispuestos a tomar las riendas de nuestra vida?

 

“¡NO PUEDO!”

Cuando era niño… hace ya mucho tiempo, había una canción que a mi hermana y a mi nos gustaba cantar. Se llamaba “La Múcura” que es como una especie de vasija para cargar agua que se llevaba al pozo, cuando la rutina del mundo era ir al pozo a sacar agua. La canción decía: “la múcura está en el suelo y mamá no puedo con ella, es que no puedo con ella. Me la llevo a la cabeza y mamá no puedo con ella, mamá no puedo con ella.”  Era una de esas canciones simpáticas que narraba una historia (algo que carecen muchas canciones modernas). La historia de una joven que dice que no puede hacer lo que regularmente hacía por costumbre, ir al pozo, recoger agua para el día y llevarla a la casa. Lo ha hecho todos los días pero hoy, precisamente hoy, la muchacha no puede… parece que la excusa le funcionaba tal y como es probable que esa misma excusa tu y yo la sigamos usando para alcanzar la aprobación y la ayuda de alguien, de cualquiera, que nos cargue lo que no queremos cargar nosotros. Nos funciona decir: “NO PUEDO”… de modo que lo seguimos diciendo.

En realidad es que “sí podemos” lo que sucede es que no queremos que es otra cosa enteramente diferente. Hay una diferencia garrafal entre una y otra pero por alguna razón a todos nos gusta el dichoso “no puedo”.  ¿Por qué no dedicas unos segundos a recordar todos los retos y situaciones que en los últimos dos años has evitado enfrentar gracias a esa palabrita: “no puedo”?  ¿Hay alguna manera de deshacernos de esta aparentemente conveniente expresión? Pues sí la hay. Es la actitud: “Sí puedo.” 

Es obvio que no todos los “sí puedo” van a terminar igual, pero, te garantizo que solo la actitud “yo puedo” va a traer a tu vida grandes, grandes cambios. Para empezar, muchas de las tareas que has evitado pudieras realizarlas feliz y exitosamente. Como se ha dicho antes, y no hay que ser sabio para decirlo, “la actitud es la mitad de la pelea.” La otra mitad es fe y esfuerzo personal. No hay que ser un motivador famoso -de hecho, no lo soy, para entender esta verdad eterna: según tu esfuerzo así serán los resultados.

Es interesante que la filosofía personal del “yo puedo” no solo se aplica a un área sino que aplica a toda faceta de la vida. Aplica a los negocios, a los estudios, a las ventas, a las artes, al campo de la política, incluso, y tal vez debiera decir, más sobresalientemente al campo de la devoción religiosa. Si deseamos hacer cambios de personalidad o alcanzar alguna meta loable relacionada con la espiritualidad, definitivamente la actitud “yo puedo” jugará un papel de vital importancia. De hecho es el factor común del que alcanza un doctorado al que logra una medalla en las Olympiadas. En mis más de setenta años, no ha habido ninguna palabra que me haya ayudado tanto  que esas dos palabras: “yo puedo.” Me han inspirado y me han ayudado a conocer el valor del esfuerzo personal. Claro está, si la meta es digna, tendremos un factor exterior que nos podrá suplir lo que requerimos para triunfar en cualquier campo… ¡Dios!

Si la múcura está en el suelo y hoy no podemos con ella, volvamos a intentarlo, una y otra vez hasta que podamos con ella. Dejemos de buscar excusas que solo logran ponernos en la segunda fila de la vida exitosa sino que siempre digamos que sí y luego con esfuerzo !podamos!

MEDITA EN ESTO:

¿CUÁNTAS VECES DIJISTE NO PUEDO LA SEMANA PASADA?

¿POR QUÉ DEBES ELIMINAR DE TU VOCABULARIO EL NO PUEDO?

 

“EL MOMENTO MÁS PELIGROSO LLEGA CON LA VICTORIA”

Las palabras de arriba se atribuyen a un famoso conquistador: Napoleón. ¿Qué piensas de lo que dijo? La verdad es que al mismo Napoleón saber esa verdad le resultó de poco pues no lo practicó. ¡Pero la cosa se pone peor! Si el éxito parece ser permanente es todavía mucho, mucho más peligroso. Aquí es cuando viene el exceso de confianza que de seguro no añadirá nada positivo a nuestra vida. Si crees que estás en la cima y enfrentas un problema serio, es probable que te sientas frustrado y te digas a ti mismo: -“¿Cómo me puede estar pasando esto a mi?” Pues sí, te pasa a ti y nos pasa a todos, la diferencia es que tu crees que eres intocable porque te sientes en la cima. ¡No lo eres amigo mío!

Uno de los problemas del éxito que parece ser permanente es que se comporta como una niña malcriada. ¡Quiere que lo adules y lo mimes todo el tiempo! La realidad es que jamás se puede ganar siempre y todo el tiempo en la vida, no importa queien seas. La victoria solo es provechosa cuando tienes en tu mente y corazón metas más grandes y más nobles que la victoria personal. De otra forma es solo un triunfo temporal que francamente sirve de muy poco. Voy a ilustrarlo. Con una espada puedes hacer muchas cosas, menos sentarte en ella. Lo mismo sucede con el éxito.

Si tu y yo perdemos el sentido de lucha constante, diaria, cualquier éxito que tengamos es en realidad más malo que bueno. Pienso que muchas veces nos ponemos metas pero en realidad no son NUESTRAS metas, las que a nosotros nos interesen, sino metas que a la gente les interesa.  Pensamos que alcanzándolas recibiremos la aprobación y la admiración de los demás. Luego, es probable que descubramos que en realidad no nos han hecho felices. Estábamos trabajando por una apariencia vana que de nada nos aprovechó.

Tolstoi escribió una parábola que probablemente has escuchado antes. Aparece en su antigua obra “How Much Land Does a Man Need?” Te contaré: Tolstoi relata la historia de un hombre que estaba convencido de que alcanzar el éxito se relacionaba con poseer muchas tierras. Y eso buscaba. Logró descubrir un lugar donde alcanzar su sueño de riqueza y poder pues allí le ofrecieron regalarle las tierras que pudiera circundar corriendo durante todo un día. Desde la salida del sol a la puesta del sol.  El hombre vendió lo que tenía para llegar al lejano lugar donde le hacían la ofreta. Efectivamente, llegó el día y con todo su entusiasmo comenzó a correr y a correr y a correr a toda velocidad. Como deseaba muchas, muchas tierras, no se detuvo ni siquiera un minuto para beber agua ni para comer, ni mucho menos para descansar.  Solo pensaba en correr y correr para alcanzar todas las tierras que anhelaba. Cuando el sol está a punto de ponerse, el agobiado, deshidratado y agotado hombre termina su recorrido alcanzando una gran porción de tierras como era su deseo, su deseo de toda su vida. Entonces, al dar el último paso, ¡cayó muerto! Ahora toda la tierra que necesitará serán dos metros.

¿QUE APRENDEMOS? Jamás permitas que eso te suceda a ti. Si buscas el éxito en una avenida de tu vida, recuerda que no solo es alcanzarlo, sino llegar vivo y sano para poder disfrutarlo.

Cómo responderías:

¿PARA QUÉ O PARA QUIÉN DESEO EL ÉXITO?

 

LA VERDAD DUELE

Cuando tu automóvil se rompe, solo puede repararse si se sabe la causa de la rotura, de modo que el mecánico, habiendo determinado qué ha causado la rotura, resuelve el problema.  Cuando nos enfermamos el médico debe determinar las causas y entonces, puede darnos la medicina apropiada. Algunos en su ignorancia se  toman los antibióticos de su catarro del año pasado, solo para descubrir que no le sirven de nada. El virus que te enfermó el pasado año ha transmutado por lo que debes volver al médico para que te de un nuevo antibiótico.  Es evidente que necesitamos determinar las causas para lograr enfrentar los problemas. 

Aunque parezca algo básico y sencillo, en realidad no es tan sencillo de asimilar en la vida diaria. Decimos esto porque muchas veces al aprender verdades de nosotros mismos actuamos como si tuviéramos una reserva de tiempo ilimitado que vivir. ¡No nos quedan mil años de vida! Debemos actuar tan pronto nos percatamos de que hemos fracasado tal y como nos proponemos repara el automóvil tan pronto se descompone. Sin embargo eso no es lo que hacemos en multitud de ocasiones,Cuando nos enfermamos el médico debe determinar las causas y entonces, puede darnos la medicina apropiada. Algunos en su ignorancia se  toman los antibióticos de su catarro del año pasado, solo para descubrir que no le sirven de nada. El virus que te enfermó el pasado año ha transmutado por lo que debes volver al médico para que te de un nuevo antibiótico.  ¿la verdadera razón? La verdad, duele.

Probablemente entre los que buscan mil formas para demorar o no actuar con su problema que les llevará al fracaso, están los bebedores. Cuando la bebida es tan constante que es causa de un problema tras otro se preseneta un profundo deseo de fracasar, cosa que finalmente logramos alcanzar. Y este es solo un ejemplo, puedo citar muchos. En realidad lo importante no es el problema sino la voluntad que tengamos para resolverlo.

Si te cae mal el café, si eres intolerante a la lactosa, si el gluten te hincha pero sigues consumiendo esos productos que te hacen daño, ¿qué puedes esperar sino enfermarte?  Lo que debes hacer es tomar las acciones necesarias para no causarte mayores trastornos. ¿Lo hacemos? Muchas veces no.  Nos encaprichamos y queremos que el cuerpo asimile de todas todas lo que es nuestro gusto o nuestra voluntad. Es como si esperáramos que el automóvil se reparara solo… ¡Nunca va a suceder! La verdad puede dolernos pero lo valioso de la verdad es que nos puede dirigir a hacer algo, cambiar, dirigirnos en otra dirección, abandonar la senda del fracaso premeditado.

En resumen, hay semillas de espinos que nosotros mismos sembramos con la falsa esperanza de que lo que crezca no sean espinos, y por supuesto, como hemos sembrado espinos, eso vamos a cosechar. Debemos aprovechar las verdades que la vida nos enseña y nos irá mejor. Finalmente alcanzaremos éxito y felicidad. En nuestras manos está. Reparemos nuestra conducta pero antes, identifiquemos las causas del fracaso.

PIENSA EN ESTO:

¿Sabías los resultados que podría traerte cierta conducta y aún así seguiste adelante? ¿Cuántas veces tus amigos o tu familia cercana te dijo que tal conducta o manera de pensar no era apropiada? ¿Cuáles fueron los resultados que alcanzaste?

RESOLUCIÓN PERSONAL: 

Cuando fracase, en vez de disimularlo, voy a reconocerlo y a hacer los cambios necesarios para evitar el problema nuevamente.

Aunque la verdad duela, amigo mío, has aprendido algo valioso. Podríamos ser un fracaso toda nuestra vida y nadie estaría capacitado para ayudarte, simplemente porque has disfrazado las razones de tu fracaso por no aceptar la pura, llana, sencilla y a veces dolorosa, pero la verdad. Jean Cocteau escribió lo que ves a continuación:

 

 

 

 

 

“¡MALA MÍA!”

¿Te has expresado alguna vez así? De seguro fue porque cometiste un error. Tal vez fuiste apresurado en llegar a alguna conclusión o quizås prejuzgaste un asunto. Aunque te costó decirlo, fuiste valiente y lo reconociste con humildad: !Mala Mía! Pues te aplaudo por tu decisión.

De ninguna manera quiero decir que te estoy recomendando hacer caso omiso a tu error. No estoy recomendándote que lo olvides y que pases la página. Cuando reconocemos un error y damos ese primer paso, debemos dar un segundo paso inmediato. ¿Cuál? Aprender del error para no volver a equivocarnos. Si bien es cierto que no es sabio torturarnos por nuestros errores, tampoco es correcto olvidarlos por completo y no aprender nada de ellos. Si lo hacemos así vamos a ir desgastando nuestra auto estima y el paso por la vida no nos será de ningún provecho. ¿Cuál es entonces la recomendación?

La recomendación es reconocer que no resultó del todo bien nuestro proceder y la próxima vez que se presente una situación similar (y creéme que aparecerá) manejarla de forma diferente. Preprogramemos un sistema de manera que si volviera a surgir la situación, estemos preparados para manejarla de una forma más productiva y más efectiva. Esta actitud nos ayudará muchísimo a ver nuestros errores co

mo una forma de aprendizaje y convertir lo negativo que nos ha sucedido en algo que en el futuro resultará ser positivo.

Cuando te sientas tentado a colgarte del cuello una etiqueta negativa y decirte: “soy un estúpido” debemos reconocer que fallamos y que la próxima vez haremos mejor. Recordemos que hacer algo o decir algo estúpido no nos hace estúpidos. Cometimos una estupidez que es algo totalmente diferente. Nos armaremos con el pensamiento positivo como decirnos: “aprendí algo importante de modo que la próxima vez actuaré mejor sobre la base de la experiencia.”

De modo que decir “¡Mala mía!” además de demostrar humildad mental, puede servirnos de mucho para no cometer el mismo error en el futuro.