¿Dices “TU PAÍS”? Te pregunto porque me gustaría saber cuándo lo compraste. ¡Has dicho “TU país”! ¿Es realmente una posesión tuya? ¿No será más exacto decir: “mi país de origen?” ó “¿el país donde nací?” Si somos completamente sinceros tendremos que reconocer que, nacimos donde nacimos, porque allí estaba nuestra madre cuando nos dió a luz. ¡En realidad, fue por pura casualidad que nacimos allí! No hay nada especial que nosotros, hiciéramos o dejáramos de hacer, para nacer donde nacimos. ¡Ni es mérito nuestro ni es culpa de nosotros! Entonces, ¿de dónde viene ese espíritu posesivo que manifestamos cuando decimos: “MI país?
Antes de entrar en este asunto, hace poco, escuché que un amigo planteó esta pregunta: Dijo: “¿has observado cómo algunos de nosotros, que decimos con mucho orgullo, “MI país,” ni siquiera podemos entrar o SALIR de él?” Luego, razonó con este sabio comentario: Tu pagas el alquiler de un apartamento y te dan una llave y mientras pagues la renta puedes decir “MI apartamento”. Si tienes una casa y la pagas al banco, junto con los consabidos impuestos, puedes decir “MI casa”… pero, si ni siquiera puedo entrar al país donde nací, ¿es realmente MI país?” Me pareció un comentario brillante. ¿Por qué insistir en decir que es “MIO” lo que en realidad no lo es?
Desde que nacemos, nos inundan con propaganda nacionalista que básicamente pretende que creamos que MI país es el MEJOR. No solo el mejor en el continente, sino que es, ¡el MEJOR DEL MUNDO! ¡MI país tiene las playas más lindas, las frutas más sabrosas y los mejores paisajes DEL PLANETA! Claro, esto va acompañado de que somos los de mayor inteligencia y nuestras mujeres son las más hermosas DE TODA LA TIERRA. Y nos repiten tanto y tanto la misma cosa que llega el momento en que nos la creemos. Bien se ha dicho que si se repite algo muchas veces, llegará el momento en que lo creemos. ¡Y de verdad la gente se cree eso! Y lo cree al punto de ofenderse, dividir la familia y en algunos casos irse a las manos completamente convencidos de que son mejores que el resto de la humanidad!
Lo que veo es que el nacionalismo hace daño externo en la manera en que vemos a los demás seres humanos y posteriormente nos hace mucho daño interno por la postura que asumimos hacia los demás que no pertenecen a nuestro conglomerado nacional.
Curioso que si alguien te pagara un pasaje a “TU país”, es probable que luego de pasar una semana disfrutando de la playa, cuando llegue el momento de regresar, pienses camino al aeropuerto: “¿Y si no me dejan SALIR? ¡Ay mamacita!” ¡Bueno amigo, recuerda que es “TU país”, de modo que lo más natural del mundo es que se quieran quedar contigo! ¿No?
Muchísimas veces, los nacidos en nuestro país de origen, nos damos cuenta de que la propaganda y el “romance” que los gobiernos desean pintarnos no es real, es una farsa. Si no es real es porque es falso, si es falso, ¿deberíamos seguir creyendo y celebrando una mentira? ¡Es creer una mentira, creer que nuestro país sea el mejor, sin importar de dónde vengas!
Lo que sí es cierto es que hay, en todo el planeta, evidencias del amor con el que Dios creó esta hermosa bolita azúl. El Hacedor de la Tierra es uno que no tiene preferencias nacionales ni raciales ni económicas. Todo lo que la llena fue hecho pensando en la humanidad que la disfrutaría. No creó la tierra con fronteras ¿verdad? Tampoco ve esta casa como nosotros solemos dibujar los mapas, con un color para cada país o isla. Nuestra perspectiva del país dónde nacimos debe ser la que se tiene desde el cielo y no la que se tiene desde la Tierra.
Viéndolo desde esta óptica, somos del país en el que vivimos y no del país en el que nacimos. ¿No es NUESTRO país el lugar donde vive nuestra esposa, nuestros hijos y nuestra familia? Si cuidamos “nuestro” apartamento y “nuestra” casa debemos cuidar también el lugar donde vivimos. Pagar nuestros impuestos donde vivimos y apoyar las leyes del lugar donde vivimos. Respetar el estado de gobierno del lugar donde vivimos y ser ciudadanos modelos del lugar donde deseamos vivir en paz. Esto, amigo mío, es, sin apasionamientos, algo que debemos considerar.
Hay otras ventajas en reconocer lo práctico de este pensamiento. En vez de cerrarnos a otras culturas, abramos nuestros corazones y nuestros horizontes. ¿No nos hemos dado cuenta de que hay personas buenas, trabajadoras, limpias y decentes APARTE de los que nacieron en el país donde nosotros nacimos? Verdad que hay personas decentes y agradables, limpias y confiables, trabajadoras y emprendedoras en TODOS los países y en todas las culturas? Pues, te invito a celebrar eso. ¡Celebremos la variedad, la diversidad y evitemos enclaustrarnos en la idea nacionalista de que los “nuestros” son los mejores! Ya hay demasadas divisiones en el mundo para seguir cultivando más!
EL IDIOMA.
Muchos de nosotros al salir de nuestro país de origen, nos enfrentamos al reto del idioma, el acento o forma de hablar. Cuanto más pronto asimilemos estos cambios, más pronto nos asimilaremos a la cultura y al lugar que se convierte, poco a poco en nuestro hogar. No porque lo compramos sino porque lo asimilamos como parte de nosotros mismos. No hay nada de malo en eso, todo lo contrario, nos abrirá puertas, eliminará prejuicios y nos dará la oportunidad de abrirnos nuevas puertas.
Tome por ejemplo el idioma inglés que se habla en Norte América. Algunos de nosotros llevamos décadas en Estados Unidos y todavía no sabemos inglés. Esto es un error. Recuerda el dicho: “al país que fueras haz lo que vieras” a lo que añadimos: “habla lo que oyeras” Aprende el idioma del lugar donde vives y más pronto lo convertirás en tu hogar.
No estoy diciendo que abandones tu idioma, consérvalo, pues es parte de tu cultura y no tienes por qué olvidarlo. Recuerda que con el idioma aprendes la forma de pensar de ese lugar, lo que te llevará a integrarte a ellos. ¡Aprende el idioma del lugar que es tu hogar! Inclusive, aprende el acento del lugar donde vives. Eso no te alejará de quien eres pero añadirá potencial a tu habilidad de integrarte. Sin embargo, no critiques a quien decida no absorber el acento local. Es un asunto de decisión personal que no tiene necesariamente que ver con asimilar otra cultura.
LOS AMIGOS.
Si solo te relacionas con las personas de TU país, te vas haciendo un círculo, cada vez más pequeño y, con el tiempo, te producirá pánico salirte de él. Te encierras, te deprimes y finalmente te llenas de melancolía por lo que perdiste.
Si abres tu círculo de amigos a los del lugar donde vives, esto te permitirá ver nuevos horizontes, nuevas perspectivas y te darás cuenta de lo que ganaste en vez de lo que perdiste. ¡Expándete!¡Ensánchate! Verás que la ausencia de amistades producto del cambio, se irán reemplazando con otras que te consolarán y ayudarán en el proceso de ajustarte a nuevas circunstancias. Otra vez, eso no significa que olvides, lo que significa es que cultives nuevas relaciones. QUE SUMES en vez de que restes.
No sé cuantos cambios yo he vivido, pero te aseguro que muchos más de lo que la mayoría de las personas de mi edad han experimentado. Aunque conservo el afecto de intrañables amigos de muchos lugares, en mi corazón siempre cabe y cabrá, uno más. No me importa su color, ni su cultura, ni si es rico o pobre. No me importa si es viejo (más que yo) o si es joven. Siempre cabe uno más, sea que hable con un acento distinto al mío o sea de otro lugar diferente al lugar en el que yo nací. Como eso me ha traído muchísima felicidad, te invito, también a ti, a seguir esta misma matemática en tu vida: Suma, siempre, suma en tu vida. No restes. ¡No sustituyas amigos porque sustituír es restar, y terminas olvidando.
En vez de eso, te invito a que añadas, a que sumes a tu corazón más lugares, más amigos, más vivencias, más culturas, más música, más sabores más aire y más sol a tu vida. Cuando hacemos esto, aumentamos nuestra felicidad en la vida. Veremos siempre con cariño el lugar de nuestro nacimiento, pero no por causa de una benda nacionalista, sino por causa de lindos recuerdos impregnados a nuestra memoria.
En conclusión, te animo a vivir, no a sobrevivir, en el mejor lugar donde puedes estar… en el lugar, en el país, con la familia con la que vives ahora mismo… porque ¡ESE ES tu verdadero lugar! ¡El país en el que puedes ser feliz!
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