Hablemos de valores: La humildad.

Aunque probablemente has leído algunas citas de famosos, tal vez no conozcas estas palabras con luz del famoso escritor Ernest Hemingway. Escribió: “No existe nobleza alguna en sentirte superior a tu semejante; la verdadera nobleza reside en hacerte mejor a ti mismo.” Tampoco es muy probable que hayas escuchado a nadie decir algo parecido al tema que nos ocupa hoy. No obstante, te sorprenderás de la respuesta que la mayoría de las personas te darán si le preguntas: ¿Te consideras una persona humilde? ¡Siéntate y escucha las respuestas!

La humildad es una de las cosas que, como la belleza, todo el mundo desea tener o se imagina poseer. ¿Por qué? Porque en la mayoría de los círculos se considera una cualidad deseable. ¿A cuántos conoces que se sienten felices por ser unos perfectos esperpentos? ¡A nadie que sea normal! A la gente le gusta creer que es linda y por supuesto, HUMILDE.

Sin pretender alarmar a nadie, más o menos el 99.9% de nosotros no es tan humilde como cree que es el 100% del tiempo. Claro, nuestro cerebro siempre es capaz de darnos una ayudita en estos temas y repele cualquier sentimiento que baje nuestra autoestima. Recordemos que la humildad no es algo que se pone en el bolsillo o se cuelga del cuello, no es un bien o un recurso que siempre tenemos disponible. No lo es. Más bien es una cualidad de la personalidad que se demuestra en acciones y actitudes diarias. Y por favor, no tiene nada que ver con nuestra estrata social o fondos disponibles en el banco.

En cierto y determinado momento todos podemos ser humildes y en determinados momentos a todos se nos va calle abajo la humildad. Como es una cualidad de la personalidad se demuestra con acciones naturales, diarias, acciones y actitudes no previamente estudiadas sino espontáneas en un ambiente público o privado. De manera que, todos los seres humanos tenemos la capacidad de mostrar humildad.

Sin embargo, no se manifiesta siempre en todas y en cada una de nuestras facetas como maestros, estudiantes, padres, madres, hijos, patronos o empleados. En un instante podemos ser sumamente humildes con unos y con otros, y acto seguido, podemos manifestar todo lo contrario. Solo tienen que “tocarnos” las zonas en las que pensamos que dominamos o en las que tenemos autoridad o en las que nos consideramos expertos… y hasta ahí llegó nuestra humildad. De repente, comenzamos a debatir y a argumentar como políticos que quieren ganar las próximas elecciones. No olvidemos que la humildad es una cualidad MENTAL y no tiene nada que ver con lo que sabemos sino con lo que NO SABEMOS.

Recuerdo el día en que un amigo mayor que yo, en edad y sabiduría, me sentó y me dijo que quería darme un consejo. Me dió el consejo y tan pronto como pude, traté de ofrecer mi versión sobre el asunto. Simplemente me dijo: “¡cállate y escucha!” Claro, todo el mundo, menos yo en ese momento, pudiera darse cuenta de la falta de humildad de mi parte al tratar de justificar mis acciones. Todo el mundo sabe que cuando alguien lo llama a un lado para darle consejo DEBE CALLARSE LA BOCA y escucharlo. Pero, la falta de humildad o de modestia, en un momento, puede impulsarnos a decirle al consejero que su percepción está equivocada y que nosotros estamos bien. CUANDO ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE TENEMOS LA RAZÓN es difícil comportarnos con humildad mental y con paciencia escuchar a nuestro consejero. Creo que es en esta zona donde probablemente podemos caer con facilidad en la falta de humildad. Con todo al reflexionar hoy sobre aquel consejo y mi actitud inicial, me deja con algo en que pensar para evitar repetir el error. Además recuerdo la ocasión sin disgusto ni verguenza porque en vez de herirme, se me enseñó una lección con firmeza y a la vez amor. Sí, el amor no se refleja callando la necesidad de un consejo sino dándolo porque se quiere a la persona y se desea que mejore.

Por lo tanto, como sucede con el amor, que es más difícil definirlo que demostrarlo, la humildad, de igual forma, se define por lo que logra en nosotros y por la forma en que nos hace sentir. La humildad cuando se manifiesta nos acerca a las personas, nos atrae, nos resulta atractiva, derrumba nuestra pared protectora y nos abrimos a las ideas que se presentan. Nos unifica, nos enaltece y con ella logramos trabajar juntos y alcanzar grandes proyectos.

Cuando no la manifestamos ocurre lo contrario. Nos aleja de las personas, nos hace levantar muros protectores y nos cerramos a las ideas que se nos presentan, nos sentimos humillados y ningún proyecto llega a su feliz culminación. La persona orgullosa juzga a los demás, ni siquiera intenta ayudarlos pues ve a otros abajo, no a su nivel. Como es una cualidad divina, la humildad solo va a reflejarse en personas que poseen un mínimo de capacidad espiritual.

Lee los siguientes comentarios en los afiches de abajo y piensa en el efecto que tienen en ti. ¿Concuerdas?

 

 

 

 

 

 

 

Como todos nosotros vamos en busca de cualidades hermosas que nos acercan a otros y nos permiten vivir vidas sanas y equilibradas, ¡sigamos en búsca de la humildad mental! Puede que de tanto en tanto fracasemos y nos demos cuenta de ello, o en su caso más doloroso, otros nos ayuden a darnos cuenta de que la hemos dejado afuera. !Reconócelo! ¡Aprende! Recuerda que a este proceso lo llamamos “experiencia” y es interminable e incalculable. En la vida, lo importante es seguir aprendiendo y seguir tratando y, de seguro, mantendremos los amigos por muchos años y ganaremos muchas bendiciones. Con el paso del tiempo, seremos más sabios y estaremos en mejor posición a los ojos de Dios. Además, como dice Hemingway lo mejor de todo es que nos mejoraremos a nosotros mismos, vez tras vez.

¿Más… o menos?

  En muchos lugares del planeta, que conste que no en la mayoría, los recursos nacionales y personales se desperdician a manos llenas. Particularmente las nuevas generaciones no se percatan de ello y, como suscede en el caso de millones de personas en los Estados Unidos, la conciencia del concepto “cantidad” se adapta al capricho de cada cual. Por supuesto, el sistema comercial ha contribuído muchísimo a la falta de aprecio a los recursos y cómo estos se utilizan. Ofrezcamos un ejemplo sencillo que todos podemos entender.

“Compra uno y llevate otro gratis.” Este aparentemente inocente concepto lleva a una gran cantidad de personas a desperdiciar y a no justipreciar los productos de consumo. Sean alimentos, productos del hogar, productos de higiene personal y un sin fin de otros productos que consumidos de forma inapropiada puede provocar mucho mal y poco bien.

La gente piensa que disfuta de una ventaja, de una ganga, pero el comerciante astuto sabe que cuando la gente se acostumbre a gastar, a ver el closet lleno, a la abundancia, eso tendrá una ventaja para su negocio. De modo que se convierte este truco en una práctica popular que atrapa al ignorante y lo convierte en un consumidor sin conciencia.

Hace poco yo mismo sentí que había caído en este mismo sistema consumista, cruel y silencioso que va moldeando la personalidad de uno hasta que te atrapa y caes en el jueguito de “mas y más” sin darte cuenta. Fue en una convención, cuando en el baño vi un letrero pequeño, en el lavamanos del baño, que decía “TOME SOLO UNA HOJA PARA SECARSE LAS MANOS”. Francamente, me pareció ridículo, confieso que mi primera impresión fue desagradable. Sin embargo -debe ser que me queda algo de juventud, hice la prueba y solo tomé una hoja para secarme las manos. Y ni siquiera era una hoja generosa ni el papel era muy absorbente que digamos, pero lo hice. Arranqué la hoja con cuidado y para mi sorpresa, ¡pude secarme las manos! ¡Me pareció increíble! Me sentí como un héroe de película. Y además de sentirme bien conmigo mismo aprendí que estamos muy mal acostumbrados al desperdicio.

Se habla mucho de ecología y de la cantidad de árboles que se necesitan para, por ejemplo, producir papel pero pocas veces hay alguien que se toma la molestia en hacernos consciencia de asuntos como estos. Luego de esta experiencia me gustaría que inventaran un producto que, cuando fueras a usarlo, una voz te dijera “solo toma uno por favor” ¡Válgame! Ahorraríamos tener el closet lleno de ropa que no usamos, la limpieza de la nevera de productos que por no usarlos se han dañado y menos trastos en los garajes de cosas que no sabemos por qué las compramos!

Malas costumbres y pocos maestros… o por lo menos pocos que se preocupan por el consumo en vez de por vender y vender y vender para que tu te hartes y te hartes y te hartes de gastar. Cuando caemos en ese círculo vicioso ¡solo Dios nos salva! Y según mi opinión, todo empezó por las ventas dos por uno, las ventas que nos impulsan a consumir más y más y desperdiciar más y más. Si solo necesitas un par de zapatos, ¿por qué comprar dos? -a menos que regales un par a alguien que no tiene zapatos, no puedes ponerte dos zapatos distintos a la vez. Si solo necesitas un traje ¿por qué comprar dos? Llenas el poco espacio que tienes y tal vez te queda chico en poco tiempo. Pero es como si poco a poco se nos inculcara que necesitamos más y finalmente logran su propósito y nos complican la vida.

Si nos proponemos desperdiciar menos, en productos que consumimos todos los días, comprar menos productos que no necesitamos y conservamos mejor lo que tenemos, podremos sentirnos mejor con nosotros mismos y cuidaremos mejor el ambiente en que vivimos.

Si deseas repasar otros puntos interesantes, puedes acceder a esta conferencia interesante sobre uno de los puntos tratados hoy aquí.

 

El fuego revelará lo que llevamos dentro.

Tal como el fuego pone a prueba la calidad del oro, expulsando a la superficie las sustancias ajenas, así los problemas de la vida ponen a prueba la calidad de personas que somos. No hay manera de evitarlo, el fuego nos pone a prueba y sacará de nosotros lo mejor o lo peor, dependiendo de lo que en realidad tenemos dentro.

Hace poco pensé que le sería de provecho a mis estudiantes aprender esta verdad de la vida de modo que aproveché la oportunidad que me dió una de las lecciones que enseñaba para dejar en ellos esta misma idea. Estoy seguro que la experiencia puede ayudarles por mucho tiempo. Hice lo siguiente: Llamé al frente de la clase a uno de mis estudiantes más aplicados. Acto seguido, le puse una naranja en sus manos. Le pregunté, qué era lo que había puesto en sus manos y un poco preocupado, por la simplicidad de mi pregunta, me contestó: ¡una naranja! Bien dicho, le dije. ¡Toda la clase se echó a reír! Luego en el ambiente más relajado que mi pregunta y su respuesta propiciaron, le hice una segunda pregunta. “-Si exprimo esta naranja, ¿qué saldrá?” Me contestó, tal vez sospechando la siguiente pregunta, -“¡jugo de naranja! y añadió, ¡si es una naranja no puede salir otra cosa! Le dije: “-Otra vez contestaste correctamente. ¡No puede salir de ella nada más que lo que tenga adentro!” Entonces le pedí que se sentara. Dije a la clase: “Eso es exactamente lo que nos ocurre a los seres humanos. En tiempos de crisis y de dificultades, cuando se nos exprime o cuando se nos somete al calor o la presión, saldrá de nosotros precísamente lo que tenemos dentro. Si lo que tenemos dentro es rencor, prejuicio y odio, eso es lo que saldrá cuando la vida nos apriete. Por otra parte si lo que tenemos dentro es gratitud, compasión y amor, eso es lo que va a brotar de nosotros porque eso es lo que tenemos dentro. Tal vez se nos tenga que someter al fuego, al calor o a la presión, pero nunca saldrá de nosotros lo que no tenemos. ¿Estás de acuerdo?

Otro ejemplo. El fuego calienta el agua y el agua a altas temperaturas tiene un efecto en los granos de café. Luego del café, su aroma, y ese aroma inunda toda la casa. Ahora deseas disfrutar de su extracto. El fuego solo provocó una reacción en cadena que promueve el gusto por lo que el aroma nos brinda. Otra vez, eso es lo mismo que sucede con las circunstancias que vivimos y con el efecto que esas circunstancias tendrán en nosotros y en los demás. El grano de café ofrece lo que tiene dentro debido al poder del calor, y nosotros exactamente igual.

Hace unos minutos mi esposa y yo acabamos de despedir a una amiga que conocemos por años. Se llama Betty. Betty perdió a su esposo de muchos años de feliz matrimonio. El murió de repente al sufrir un ataque súbito y masivo al corazón. Ya viuda por alrededor de un año y sola, Betty tiene la capacidad de consolar y animar a otros, aún cuando ella misma todavía tiene a flor de piel la dura pérdida temporal de su esposo. Con todo, Betty no es una mujer amargada sino una persona positiva y feliz. La pérdida de su esposo fue un golpe terrible, pero ese golpe, ese fuego, presión o calor no la amargó, no dañó su corazón. Eso, pienso yo, tiene un gran valor y resulta en mucho ánimo para todos. Como Betty hay muchas personas a nuestro alrededor a quien debemos admirar e imitar.

Ahora mismo en México, Puerto Rico y las islas adyacentes, abatidas por el terremoto y el huracán Irma, pueden palpar exactamente el efecto que el fuego y la presión pueden tener en las personas. El dolor ajeno mueve a miles a las obras de acción compasiva que conmueve o al abuso implacable del que se aprovecha de las víctimas indefensas. Mientras unos saquean, otros dan de sus energías y recursos para ayudar y consolar. ¡El mismo fuego que endurece o ablanda el corazón!

¿Qué poder tiene el fuego en ti, amigo mío? ¿Qué saca de ti? La respuesta es una sola:LO QUE TIENES ADENTRO. ¡Quiera el Creador que eso sea de bendición para ti y para los tuyos!

 

Muchas gracias por decir “Gracias.”

¿Somos una raza en extinción?

Aunque dar las gracias pudiera parecer la acción apropiada cada vez que alguien hace algo bondadoso por nosotros, la triste realidad es que los que damos las gracias parecemos una generación en peligro de extinción.  Incluso la reacción de algunos cuando decimos “muchas gracias” parece sugerir que no escuchan esas palabras muy a menudo. Con todo, dar las gracias debe ser el patrón general natural de nuestra conducta, desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos al fin del día. ¿Por qué?

Un viejo maestro a quien se le atribuye ser el fundador del pensamiento taoista Lao Tse (en realidad no es un nombre propio sino un título: “viejo maestro”) decía que “la gratitud es la memoria del corazón”. Esta no solo es una frase hermosa pero a la vez es una frase muy cierta. Si tenemos buena memoria emocional, si tenemos buenos sentimientos, debemos reconocer una buena acción hacia nuestra persona con una expresión de gratitud. Es aquí cuando decir “gracias” o “muchas gracias” caen en el lugar perfecto de las buenas relaciones entre los seres humanos.

Una frase corta llena de valor.

Virgilio, poeta italiano que nació en el año 70 antes de Cristo ya meditaba por su parte en este mismo asunto de la gratitud y también dijo algo interesante. “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido, en la mente del hombre agradecido.”  El poeta sugiere que, no solo debemos hacer una expresión fugaz de gratitud, sino que no deberíamos olvidarla jamás.

Desde mi punto de vista, sobre todos los que han podido hacer énfasis en la importancia de ser personas agradecidas, está mi cita preferida que corresponde al apóstol Pablo. Cuando escribe a los cristianos que vivían en Tesalónica, un puerto marítimo de importancia, les dice: “Con relación a todo, den gracias. Porque esta es la voluntad de Dios en unión con Cristo Jesús en cuanto a ustedes”.  ¡Que interesante! Ahora, el pensamiento paulino nos amplifica aún más el concepto y nos dice que debemos dar gracias por todo y subrraya la importancia al decir que esa es la voluntad de Dios. ¿Entendió? ¡hasta Dios nos pide que seamos agradecidos! Entonces, la idea de que debemos ser personas agradecidas se va convirtiendo en una especie de mandamiento divino que debemos tener presente.

Estos tres argumentos deben ayudarnos a meditar en cuanto a nuestros hábitos recientes. ¿Estamos demostrando agradecimiento por las bondades pequeñas o grandes? ¿Damos las gracias cuando nos abren la puerta, cuando nos alcanzan una tacita de café o nos dicen algo bondadoso? Es importante hacerlo. Y eso incluso si la persona que nos hace el favor es un empleado nuestro o un amigo íntimo. Debemos ser agradecidos no solo porque dice algo de lo que somos sino también porque las acciones bondadosas de otros también dicen algo de ellas mismas y es del todo justo que les demos reconocimiento. ¿No te parece?

Dar las gracias nos enaltece, nos dignifica y nos convierte en personas agradables y merecedoras de la bondad expresada. Por eso, amigo mío, la próxima vez que un miembro de tu familia cercana, tal vez tu esposa tu hijo, un amigo o un compañero de trabajo, incluso un empleado o un desconocido, te muestre un acto cariñoso o bondadoso, no olvides decir “muchas gracias.” De seguro escucharás una reacción amigable y positiva de reafirmación… y puede que, en el fondo del corazón esa persona te diga: “muchas gracias por decir “gracias”.

 

Entre la espada y la pared… SE CONSTANTE Y PACIENTE.

El árbol no da fruto en un día. Una planta de bananas da fruto en un año, pero una de aguacate puede tomar 5 años o hasta más. No esperes resultados inmediatos pero sé constante.

Hay resultados que van a ser observables, pero no todos. Podemos ilustrarlo con un árbol. Mucho de lo que sucede no está al alcance de nuestra vista. El árbol no da fruto en cualquier momento sino que da fruto en su estación. Lo hará cuando esté fuerte y sus raíces comiencen a profundizar. Si eso sucede con un fruto real, algo parecido sucede con lo que debemos esperar en cuanto a los resultados que deseamos obtener.

Si no hay cambios rápidos podemos tener la tendencia a criticar. La crítica no va a resolver nada. Va a crear más dolor y será más difícil ganar la confianza de la persona que queremos ayudar. Los padres, en especial, deben vigilar este tipo de conducta destructiva.

 LA IMPACIENCIA ES NEGATIVA. Hay que aprender a esperar. Esperar es un acto de fe. No hay ningún APP en el Apple Store que nos enseñe a esperar. Aprende a esperar, esperando. La constancia hará el ejercicio de la espera más liviano. ESPERAR es probablemente la cosa más dura que esta generación tiene que hacer.  Pero nosotros mismos somos culpables de que nuestros hijos padezcan de nuestra misma enfermedad.  ¿A quien no le gusta comprar algo en AMAZON y tenerlo NEXT DAY en la puerta de la casa?

¿Quieres comer? Solo te toma 20 minutos en el microondas. Si vas a viajar, un jet te lleva en pocas horas al otro lado del mundo. Si quieres una cita vas y la consigues por internet. Ya no tienes que estar dándole vueltas a una chica.

Todo esto nos ha convertido en INCONSTANTES e IMPACIENTES a nosotros y a nuestros hijos. Parece que hay que desaprender lo que no funciona para aplicar a la vida lo que funciona sin convertirnos en trogloditas. Queremos progresar pero no queremos olvidar lo bueno que hemos aprendido de otras generaciones.

 PIENSE EN ESTO: ¿No es cierto que los aguacates siguen demorando 5 años en producir? ¿No es cierto que las bananas siguen demorando 1 año en desarrollarse? ¿Se ha dado cuenta de que los bebés siguen naciendo a los nueve meses? ¿Qué está pasando? 

Es que la naturaleza nos esta diciendo algo. Está gritando algo. “TIENES QUE APRENDER A ESPERAR.” !Todo lo bueno lleva su tiempo de sazón de madurez de COCINARSE!

Y aunque no le parezca cierto, ser pacientes tiene mucho que ver con llegar a ser una persona exitosa en la vida. Lo contrario también es cierto: El no saber esperar, el no ejercer autodominio, a la larga, produce malos resultados en la vida.

  • Hace unos años la universidad de Stanford, un profesor de psicología realizó un experimento interesante. Se preparó un cuarto en el que se colocaron cámaras escondidas. Luego se puso sobre una mesa un plato y sobre el plato un marshmellow (malvavisco). Entonces llamaron, uno por uno, a varios niños, de ambos sexos de 4 años de edad. A cada uno se le dijo que se lo dejaría solo en el cuarto, con un marshmellow en el plato. Pero que no podía comérselo hasta que él volviera al cuarto en quince minutos.  Si no se lo había comido, le regalaría otro marshmellow y podría comerse dos marshmellows, el doble. Pero, a cada uno le advirtió que tenía que esperar los 15 minutos.  ¿Tiene una idea de lo que sucedió?

La mayoría de los niños se comieron el marshmelow…  No pudieron esperar, 2 de 3 se lo comieron tan pronto el profesor salió de la habitación

Unos a los 5 segundos, otros a los 10, 50 segundos, 13 minutos, 14 minutos… Uno de cada tres miraba el marshmellow, se lo acercaban a la boca o lo olían…Una niña se lo comió por dentro pero lo dejó casi intacto por fuera

  • 15 años más tarde volvieron a contactar a estos niños quienes ya estaban llegando o tenían 20 años de edad y lo que descubrieron fue muy interesante. El 100% de los niños que no se comieron el marshmellow eran adultos exitosos. Mantenían buenas relaciones con otras personas y vivían vidas más felices.
  • La mayoría de los niños que se comieron el marshmellow eran adultos problemáticos. Tenían relaciones deficientes o malas con otras personas, no les interesaban sus estudios, en fin, no eran jóvenes exitosos. ​

Conclusión: El tener la habilidad de controlar el deseo de la satisfacción inmediata contribuye de manera importante al éxito de las personas. En otras palabras, SABER ESPERAR.

¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? -Parte 1

Hago la pregunta porque en más ocasiones de las que nos damos cuenta, tu y yo, todos nosotros, lo que hacemos es echarle gasolina al fuego en vez de agua para apagarlo. Todos sabemos que si le echamos gasolina a un fuego aumentaremos la conflagración pero con todo y eso… ahí vamos le echamos chispas a las cosas que ya andaban a punto de prenderse.  ¿De qué estoy hablando?

En la vida todos enfrentamos fuegos o problemas que si no manejamos bien pueden hacernos mucho daño. Pueden dejarnos marcas o cicatrices muy difíciles de eliminar. En mi trabajo como motivador hablo constantemente con personas que sufren hoy las heridas de los fuegos que experimentaron hace años. Sobrevivieron pero quedaron con marcas de aquella o aquellas situaciones dolorosas. Por tal razón he preparado varios temas de motivación para ayudarles a apagar los fuegos que las circunstancias, nuestras actitudes o nuestras malas decisiones, !incendian!

Algunos fuegos comienzan dentro de nosotros mismos. Nadie los puede ver porque están bien escondidos en nuestro yo. El “yo” que solo Dios conoce. Estos fuegos aparentemente controlados pueden desatarse en el momento en que una chispa nos ofrezca la oportunidad para explotar. Son engañosos pues son secretos pero son muy peligrosos. Pueden hacer combustión expontánea y achicharrarnos. Los bomberos dicen que un fuego puede DUPLICARSE cada 15 segundos. Los fuegos internos escondidos en el corazón pueden causar una explosión que arruine nuestro matrimonio, una amistad de años o peor aún, puede arruinar para siempre nuestra reputación. ¿Quien desea eso?

Otros fuegos comienzan en casa. Comienzan en nuestro hogar. Las circunstancias pueden estar ahí en un mal día y en un mal momento. Puede que una de las personas que amamos prenda el fuego con un comentario desatinado o con una actitud malcriada o irrespetuosa y… ¡se prendió la casa!

La palabra HOGAR significa: “lugar donde hay fuego” Viene de “hoguera” y transmite la imagen de calor, protección y bienestar característico de la hoguera que nos ofrece su calor en tiempo de invierno. Claro, la hoguera nos ofrece un fuego controlado, limitado a un lugar y !cuan agradable resulta!  Pero si lo sacas de ahí y se descontrola la lumbre… un fuego se desata y un hogar puede reducirse a cenizas.

Otros fuegos comienzan en el vecindario, en el trabajo, en la escuela, en la fábrica, en tu iglesia… en cualquier lugar y momento donde se presenten las condiciones ideales para que arda un problema que ya venía calentando alguna actitud impropia que no vimos o que vimos y no hicimos absolutamente nada por apagar.

Piensa en esto:

¿Cuántas veces le hemos echado leña al fuego en vez de agua?

¿En qué situaciones te has encontrado en las que pudiste ayudar a apagar el fuego? ¿Te alegraste de poder evitar un problema mayor?

 

¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? (parte 2)

En realidad si hay mucho fuego, hay que usar mucha agua para sofocarlo. Pero en la vida real ¿cuándo es que le echamos gasolina al fuego? Cuando:

  1. No atendemos un problema.
  2. Cuando ignoramos un problema.
  3. Cuando le damos una mala solución.

 

Veamos un poco más de cerca estas tres situaciones comunes.

CUANDO NO ATENDEMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Los problemas NO se resuelven solos. Algunos de ellos se ven venir pero otros surgen de repente sin esperarlos. Tal vez estaban incipientes pero como no los detectamos en su tiempo, ahora son evidentes y deben ser atendidos.

En la familia suele suceder que el padre espera que la madre atienda el asunto y la madre piensa lo mismo. Al final, ninguno de los dos atiende el tema y el problema se va complicando y el fuego va creciendo poco a poco.

Un amigo me contó que, años atrás, uno de sus hijos adolecentes trajo a la casa una pipa de marihuana. La madre y el padre se pusieron de acuerdo para atender el problema. Tenían otros dos hijos en casa de modo que el asunto sin tratar pudiera perjudicar con el tiempo a los otros dos. Además sus normas morales no estaban de acuerdo con aquella conducta. Ayudaron al muchacho con firmeza, paciencia y amor. Apagaron el fuego y ha permanecido apagado hasta el día de hoy.

Hicieron algo, no ignoraron el problema. Le echaron agua al fuego.

CUANDO IGNORAMOS UN PROBLEMA LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Aunque le parezca infantil (porque lo es) muchas personas tienen la filosofía de hacerse de la vista larga frente a los problemas. Dicen: “no eso no es un problema, déja vivir a la muchacha.” “Eso lo hacen todos los jóvenes” -tranquila”; “Eso se resuelve solo, -déjalo”. Y aquello de “no le hagas mucho caso que lo que hace es llamar la atención.”  ¡Que error! No podemos quedarnos ciegos ante lo que debe ser atendido con solicitud.

Cuando Juan llevó pornografía a la casa, su madre enseguida lo descubrió. Tenía varias revistas debajo del colchón de su cama. Sabiamente la madre quitó las revistas de allí. Las rompió y las tiró. No le dijo nada a Juan. Al cabo de varios días, cuando ya estaba calmada y podría hablar tranquila con el muchacho, le preguntó si había notado que ya no tenía las revistas bajo su colchón. Juan dijo que no lo había notado. Su madre le dijo que fueran juntos al cuarto para explicarle. Entonces, Juan le dijo que lo había notado pero que le había dado verguenza hablar del asunto con su mamá. La mamá de Juan hablón con calma y le explicó por qué debemos evitar alimentar nuestra mente y corazón con ese tipo de material y los efectos que a corto y largo plazo tendrán. ¡Excelente trabajo! Aquella conversación con su madre ayudó al joven y le ayuda hasta el día de hoy, muchos años después.

No ignore los problemas. Echele agua al fuego y los extinguirá.

CUANDO LE DAMOS UNA MALA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS LE ECHAMOS GASOLINA AL FUEGO. Las malas soluciones es lo que abunda. Los malos consejos no faltan.

Personalmente me sorprende y me choca la ignorancia de muchos que buscan consejo en personas, algunas famosas, cuyas vidas son un verdadero desastre. No faltan en los medios los divorciados dando consejo sobre matrimonio. Los que tienen una vida personal desastrosa e incluso viciosa, que se llenan la boca para dar consejos a otros, escribir libros o pararse en un púlpito de una iglesia mientras viven vidas sucias, inmorales y hasta violentas. De vez en cuando algunos de estos provocan escándalos pero como por arte de magia la gente les sigue como el famoso cuento del flautista de Hamelín de los famosos hermanos Grimm.

La lección que se presenta en el cuento es impactante e ilustra el dolor que puede provocar seguir a alguien que no tiene la moral ni la dignidad que aparenta el supuesto bien que hacen. A continuación les presento un extracto de la obra de los hermano Grimm. Al leerla piense en las aplicaciones al consejo de las personas que no tienen las credenciales debidas… aunque vendan muchos libros.

“En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprome-tieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.

Cumplida su misión, el hombre volvió al pueblo a reclamar su recompensa, pero los aldeanos se negaron a pagarle. El cazador de ratas, muy enfadado, abandonaría el pueblo para volver poco después, el 26 de junio (Festividad de San Juan y San Pablo), en busca de venganza.

Mientras los habitantes del pueblo estaban en la iglesia, el hombre volvió a tocar con la flauta su extraña música. Esta vez fueron los niños, ciento treinta niños y niñas, los que le siguieron al compás de la música, y abandonando el pueblo los llevó hasta una cueva. Nunca más se les volvió a ver. Según algunas versiones, algunos de los niños se quedan atrás, un niño cojo que no los pudo seguir por no poder caminar bien, uno sordo, que solo los siguió por curiosidad, y otro ciego, que no podía ver hacia donde los llevaban y se perdió, y estos les informan a los aldeanos.

En otras versiones, el flautista retorna a los niños una vez que los aldeanos le pagan lo que le prometieron, o en ocasiones hasta más.

Y se dice que en la versión original, los niños fueron tirados y ahogados al río Weser. Y que la cueva eterna podría significar el infierno.” (Wikipedia)

No debemos dejarnos influenciar por los que buscan quitarnos algo, no darnos algo. Cuando veo uno de estos motivadores hablar de todos sus estudios, premios y los nombres de la gente influyente que les consulta. Cuando veo que promueven sus páginas de Facebook y Twitter tratando de vendernos sus libros… veo que no quieren darnos nada. Quieren obtener algo de nosotros. Quieren vendernos algo. Si esa es la motivación del motivador… no es buena. Aprendamos a detectar entre quiénes nos quieren DAR y quiénes nos quieren QUITAR.

De hecho, los mejores motivadores que conozco por sus presentaciones, no andan tratando de sacar nada más que la satisfacción de ayudar. Personalmente me encanta tener que hacer el ejercicio de buscar sus opiniones en vez de que las promuevan constantemente por los medios. Es obvio que si percibimos que tienen una buena motivación, con gusto apoyaremos sus publicaciones o programas, si los tienen. En esos casos, ganaron nuestra confianza sobre la base de su ejemplo y con gusto los patrocinamos por sus buenas intenciones. Ser un genuino motivador debe ser un sacerdocio NO un negocio.

Con todo, para mi, no existe mejor consejo que el consejo que puedas encontrar en el Best Seller de este año: La Sagrada Biblia. Es el libro más vendido en el 2016 y lo volverá a ser en el 2017. Su autor no solo tiene la moral para darnos consejos sino que nos conoce mejor que ninguna otra persona en el universo. ¡El consejo que encuentre allí no tiene parangón! El buen consejo APLICADO, apagará el fuego.

Pero hay otro factor importante que tomar en cuenta cuando estamos resueltos a apagar nuestros fuegos y no permitir que nos devoren o nos consuman. En la tercera parte de esta serie lo explicaré.

PIENSA EN ESTO:

¿Cuántos problemas has visto complicarse por no atenderse o por ignorarse?

¿Por qué son peligrosos los consejos de personas que no están bien motivadas?

 

 

 

¿APAGAS EL FUEGO CON AGUA O LE ECHAS GASOLINA? (parte 3)

Lo lamento amigo mío pero el ingrediente que puede apagar el fuego es la paciencia. Y digo que lo lamento porque hubiésemos preferido ver aquí cualquier otra cosa que no fuera la paciencia. La paciencia esta entre las cualidades más deseadas y a la vez más escasas que conocemos. La paciencia es una virtud.

La impaciencia le echa gasolina al fuego. Lo complica, hace el dolor mayor y la recuperación más lenta. Si eres una persona que reconoce tus necesidades espirituales, de seguro constantemente estás solicitando paciencia. Algunos amigos, incluso personas espirituales, me han dicho que la paciencia está entre sus mayores retos.

Lo interesante es que un bombero de experiencia me dijo que lo que garantiza un problema al apagar un fuego es la impaciencia. El bombero impaciente cargará con las consecuencias de sus malas decisiones. Queda claro pues que frente a los fuegos que tenemos que combatir, debemos ser pacientes para lograr sofocarlos y no aumentarlos.

Hay una historia de unos norteamericanos que se dicidieron a  hacer un recorrido por el continente de África. Emplearon a un grupo de nativos en el puerto en donde desembarcaron, indicándoles que tenían mucha prisa (como generalmente tienen los norteamericanos. No es crítica, esa ha sido mi experiencia.) Cuentan que el primer día avanzaron rápidamente através de todo el territorio y el segundo día fue exactamente igual que el primero. Pero algo sucedió en la mañana del tercer día. Resulta que cuando se preparaban a toda prisa para iniciar el recorrido, encontraron a los nativos que habían contratado, sentados bajo los árboles y rehusando comenzar la marcha. Cuando los sorprendidos patrones preguntaron qué estaba sucediendo, ellos respondieron: “El día de hoy descansaremos. Tenemos que dejar que nuestras almas alcancen a nuestros cuerpos.”

Esta historia aplica con mayor fuerza cuando nos damos cuenta que reaccionar de forma impaciente muchas veces resulta en utilizar la violencia, las amenazas, las cortes, los insultos y es precisamente todo lo anterior lo que le echa gasolina a los problemas. Nos olvidamos que los fuegos se apagan con agua.

Y lo que digo aplica en particular a esta genración que nació alrededor de los años 1984 en adelante, la que llamamos la generación “Milenio”. Y otra vez, sin criticar, estos jovenes han sufrido de la escasez de sentido común y del desarrollo de la personalidad que otras generaciones disfrutamos. Esto no ha sido culpa de ellos, simplemente les ha tocado vivir “bailando con la más fea” porque sus padres, desgraciadamente no les enseñaron paciencia. Hoy, no tienen los recursos para resolver problemas con paciencia. Y esto no lo digo yo, lo dice Simon Sinek, un reconocido motivador (de los buenos) en su charla sobre la adicción de estos jovenes del milenio a la Internet.

Dice este autor que los jovenes de hoy solo miran la cima de la montaña y no captan el proceso duro y doloroso de “subir la montaña”. El proceso del desarrollo personal y del proceso de solucionar los problemas no se consigue como se consigue por Amazon de un día para otro lo que deseas. Requiere tiempo. En otras palabras, requiere paciencia.

De modo que una vez aplicada la solución al problema, tomada con meditación y estudiando las alternativas, DEBEMOS TENER PACIENCIA para esperar que el fuego se sofoque. Aunque haya “combustión espontánea” NO EXISTE la solución “espontánea” de un problema bien resuelto.

Aunque tal vez usted no lo sepa, amigo mío, necesita escuchar este consejo porque la gran mayoría de nosotros estamos hambrientos de buenos consejos, de buena guía espiritual para resolver nuestros problemas. Todos tenemos hambre, se a que lo reconozcamos o no. Jamás se ha escuchado una máxima más sabia que la que predicó el hombre más grande de todos los tiempos, Jesús. Dijo: “No solo de pan vive el hombre.” Y si te interesa leer el contexto de estas palabras te sorprenderás aún más. Está en el capítulo 4 del evangelio de Mateo.

Sugerencia: Antes de tomar una decisión importante, antes de apagar un fuego de la forma apropiada, pausa y ve a algún lugar tranquilo donde puedas ver el cielo, sea de día o de noche. Si vives cerca de un lago o del mar, ve a la playa y deja que tu corazón se llene de la sabiduría práctica. Medita y atiende el asunto con tu pareja, con tu empleador, con tu vecino, con tu cónyuge o con tu hijo. Expon el problema y ofrece una solución. Llegarás a su corazón y habrás apagado el fuego con agua, no con gasolina.