Cultiva ahora y deja de preocuparte por la siega

¿Has pensado alguna vez en un cultivador o en un sembrador y en lo que hace? Pensemos unos minutos en este trabajo. El cultivador tiene semillas y un campo inmenso en el que debe trabajar. Labra la tierra y comienza a sembrar. Es un trabajo duro y agotador bajo el sol.

Ahora, por favor, piensa un instante en todo lo que tiene en su contra. En primer lugar, el clima. Puede que llueva tanto que el agua inunde su campo y todo el trabajo se pierda. La cantidad de agua que caiga está fuera del control del que siembra. Puede que, por el contrario, haya una sequía prolongada y otra vez, la semilla muera por falta del líquido vital. En segundo lugar, están las aves, pájaros que parecen dedicarse a devorar las semillas en la superficie del terreno que no han logrado germinar aún pero que son un verdadero manjar a estos devoradores alados que van y vienen sin que tengamos sobre ellos ninguna autoridad. Ellos hacen el daño que hacen y solo podemos poner unos espantapájaros que los engañan solo por una semana.

Finalmente el labrador tiene en su contra el tiempo. Los días pasan rápido y el tiempo para sembrar es limitado. Si se siembra fuera de los meses señalados toda la cosecha se llenará de gusanos o se perderá. Hay que correr para lograr el trabajo en el tiempo señalado. Con todo, el labrador sabe que si no siembra, nadie podrá cosechar. Por lo tanto, sabe que su trabajo es de vital importancia.

Ahora pensemos en los maestros. Por unos minutos pensemos en nuestro trabajo y en todo lo que tenemos en nuestra contra. Nosotros tampoco tenemos el control, por ejemplo, del “clima estudiantil”.  Los maestros no tenemos control del ambiente de estudio en el recinto escolar. Es verdad que podemos ejercer cierta influencia pero no dominamos este ambiente a nuestro capricho o según pensamos que nos resulte conveniente. Muchas veces ni siquiera en nuestro Salón de Clases logramos alcanzar el “clima ideal” pues distintas circunstancias pueden hacer del recinto escolar o del aula, uno árido e ineficaz para la alcanzar la enseñanza que deseamos impartir.

En segundo lugar luchamos contra los “pájaros” o elementos estudiantiles desorientadores o elementos anti estudiantiles que le roban el tiempo y las ganas de estudiar a nuestros alumnos. Estos ladrones de semillas pueden decepcionarnos y desanimarnos profundamente. Otra vez, estos también están fuera de nuestro control, nos guste o no, ni un espantapájaros profesional logra desanimarlos por mucho tiempo. 

Finalmente los maestros tenemos de enemigo el tiempo. No podemos adelantarlo para beneficar a nuestros estudiantes ni tampoco lograremos atrasarlo para nuestra conveniencia. El tiempo ni se adelanta ni se atrasa. ¡Cuantas veces se convierte en enemigo! Como maestros el tiempo es limitado, el tiempo vuela y hay mucho que “sembrar” y como agua entre los dedos los días y meses se nos van sin que sintamos que terminaremos el currículo de estudios para el semestre.

Sin embargo, aunque hay tanto en nuestra contra, el maestro, como el agricultor ve los tiempos de cosecha sin desanimarse en su vital labor. ¡Hay solo una razón para ello! El agricultor y el maestro hacen un trabajo que se basa en la esperanza. La esperanza impulsa, motiva, da fuerzas y finalmente logra su propósito.

Al tiempo debido, ni antes ni después, el campo se llenará de fruto y el fruto crecerá. Lo mismo ocurrirá con nuestros discípulos. Al tiempo debido, van a desarrollarse y crecer. El campo se llenará de fruto y nuestros estudiantes harán fila para tomar su diploma el día de su graduación. Es verdad, no todos, pero igual que el sembrador y sus semillas, algunas crecerán. ¿Cómo creció y por qué? muchas veces no lo sabemos tal y como no lo sabe el sembrador. El no se preocupa por examinar los resultados químicos que sufre la semilla en contacto con la tierra y el agua. El se preocupa por los resultados. Los resultados son para su regocijo y para alimentar a los suyos. Nada hay como el regocijo del sembrador antes de la cosecha.

En tiempos antiguos siempre celebraron con festivales la época de la cosecha. No tanto así la época de la siembra. La época de la siembra se RECORDABA pero la cosecha se CELEBRABA. Curioso que no habría cosecha sin siembra pero lo que les causaba mayor alegría a estas comunidades era la época del recogido del producto de su esfuerzo. Todavía hoy en comunidades agrícolas por todo el mundo se siguen estas costumbres.

El maestro, por lo tanto, debe aprender algo de este proceso. La siembra debe hacerse con empeño, con cuidado y si quieres, con rigor. Pero el maestro debe ver con ojos de esperanza, la cosecha. Debe aprender a ver el futuro, los resultados, las consecuencias de su duro trabajo. Es ahí, en el estudiante que se gradúa, es ahí en el estudiante de éxito, que el maestro se regocija en su trabajo. Como de diez, uno, como de cien diez, como la espiga de grano maduro de la cosecha, el maestro debe ver el resultado, y regocijarse en él.

 Como maestros, celebremos hoy nuestro privilegio de sembrar. Reconozcamos que hay mucho que ocurre que no sabemos cómo sucede ni por qué sucede y celebremos hoy y ahora el tiempo que dedicamos a la siembra,¡tiempo sin el cual, no habrá, jamás, cosecha!

 

La belleza ¿qué es para un ciego?

Cuando era muchacho recuerdo que a un amigo mío le resultaba preciosa cierta chica y para mi no tenía nada de bonita, sin embargo, mi amigo juraba que era la mujer más hermosa que había conocido.  Y gracias a Dios que es así porque de otro modo sería un problema para nosotros los feos. Sirve de consuelo que alguien en algún lugar nos pueda contamplar con buenos ojos y hasta nos pueda ver atractivos. Pero tomándolo más en serio, la belleza no solo se compone de lo que podemos ver a simple vista sino del conjunto, ¿no te parece?

Está claro que la belleza es relativa y como reza el dicho en inglés “Beauty lies in the eyes of the beholder” o dicho en el idioma de mamá: “la belleza reside en el ojo de quién la admira.’ Puede que estés de acuerdo al contemplar que lo que a ti te parece atractivo para otro puede pasar desapercibido.

Es probable que alguna vez hayas pensado que tal o cual persona es guapa o guapo y luego al conocerle, te hayas reevaluado el asunto y concluído que después de todo, no es tan atractivo o tan atractiva como le viste al principio.Incluso, la persona muy, muy guapa, puede llegar a perder su encanto con el paso del tiempo, tal y como sucede con un objeto que compramos, exhibimos con orgullo y que al paso del tiempo ya dejamos de admirar, pues nos acostumbramos a su presencia. Para esta situación escuchamos el dicho que reza: “hasta la belleza cansa.” Por lo tanto, este asunto de lo bello y la belleza es bastante relativo y engañoso.

¿Qué es bello para un no vidente? Definitivamente tomará en cuenta otros factores, probablemente factores de mayor relevancia que los que nosotros los que vemos, tomaríamos en cuenta. Nosotros nos dejamos llevar, demasiadas veces por lo que vemos. Sin embargo, el no vidente se concentra más en vez la voz, y los tonos de voz, en la personalidad e incluso en el tacto, que serían los ojos del no vidente. Y de esto, los que vemos, podemos aprender. Podemos aprender a evaluar mejor lo que es la belleza y a tomar en cuenta factores que son más perdurables y que pueden traernos mayor felicidad que lo que aparenta a los ojos de carne.

Escuchando algunos no videntes, con los que he tenido la oportunidad de interactuar, prefiero usar la palabra “no vidente” en vez de la palabra “ciego” puesto que no poder ver, no quiere decir ser ciego. El “ciego” muchas veces es el que no quiere ver y eso no tiene nada que ver con los que no tienen esa capacidad. De todas formas, cuando les he pedido que me expliquen lo que para ellos es “la belleza,” uno queda realmente impactado por la respuesta. El no vidente tiene una percepción mucho más sensible. Los que vemos pasamos por alto una gran cantidad de información que deberíamos tomar en cuenta pues nos ayudarían muchísimo a disfrutar de la vida. Por ejemplo, uno de ellos ha dicho que para él, la belleza es sentir el olor del campo. Pisar la hierba verde y sentir el vuelo de los pájaros. Otro dice que la belleza para él es sentir que está en la playa y pisar la suave arena mientras escucha el rugido del mar y el vaiven de las olas. Otro no vidente dice que, belleza para ella, son sus tres hijos. Sus risas y la sensación de poder abrazarlos y amarlos. Interesante, ¿verdad?

Luego de escuchar estas expresiones de lo que significa la belleza para los que no pueden ver, te reevalúas lo que piensas que conoces del tema y comprendes que “belleza” es más que lo que ves, y que es, en realidad, lo que sientes. El aire en tu rostro, el placer de escuchar la voz de quien amas, sostener la mano de un amigo. Sí, tal vez la verdadera belleza no tenga nada que ver con lo que podamos percibir con nuestros ojos físicos.

Si tratamos de evaluar la felicidad por medio de la belleza, otra vez quedamos sorprendidos al darnos cuenta de que la belleza no tiene absolutamente nada que ver con la felicidad. Nombres de personas consideradas superbellas como Marylyn Monroe o Elvis Presley, por decir dos muy reconocidos, vivieron vidas muy tristes y finalmente vivieron vidas frustradas. Resultó que en vez de bendiciones la belleza que ostentaron provocó más dolor que placer.

Con lo anterior no queremos decir que la belleza siempre resulte negativa o que no sea deseable. Tampoco queremos decir que la belleza no pueda evaluarse justamente ni justipreciarse en sentido físico. Es evidente que quien nos creó tenía en sí mismo la facultad de disfrutar la belleza de modo que nos creó con el don de poder apreciarla, disfrutarla y buscarla. Lo que sí queremos decir es que debemos ser cuidadosos y no dejarnos deslumbrar por lo que es aparente a la vista porque puede no ser real. Te invito a ser más sensible a lo que es bello en todo tiempo, incluso con el pasar de los años. Así disfrutaremos siempre de la verdadera belleza y esa, esa nunca, nunca nos decepcionará.

 

¿Es indiferencia o es odio?

Elie Wiesel es un autor judío y sobreviviente del Holocausto. Dijo que “lo opuesto al amor no es necesariamente el odio, sino la indiferencia.” Tal comentario puede resultar difícil de entender a menos que conozcamos algo de la historia del Holocausto judío. Para Wiesel estaba claro. El vivió en carne propia lo que más tarde escribió.

Los alemanes, o debo decir, el partido Nazi dirigido por Adolfo Hitler, poco a poco, fueron atacando a uno y a otro elemento de la sociedad alemana pero los que no eran afectados de forma directa, asumieron una actitud completamente indiferente. No sabían que el odio nazi llegaría un día hasta su propia puerta. Para entonces, no quedaría nadie a quien acudir por ayuda.

Es triste que no hubiera clérigo religioso que alzara su voz contra los abusos perpetrados por el régimen. ¿Dónde estaban los maestros alzando sus voces? ¿Dónde estaban los periodístas y los escritores para decir algo y defender la justicia y la verdad? La historia nos dice que no hubo voces de protesta pues la indiferencia resultaba ser el plato del día en la alemania de esos tiempos. La indiferencia, por lo tanto, se hizo sinónima del odio.

Y es que parece ser una tendencia humana eso de ser indiferente a los problemas de los demás. Hay cientos de historias que enseñan lo peligrosa que es la indiferencia al dolor ajeno. La fábula del ratón y la ratonera es una de ellas. Si la has escuchado antes, volverás a escucharla una vez más.

Cierto viejo campesino puso una ratonera para pillar al pequeño ratoncito que había buscado refugio en la cabaña. El ratoncito al ver la ratonera se puso histérico y sabiendo el peligro que corría, fue donde la gallina y le pidió auxilio para sacar de la cabaña aquel terríble instrumento de ejecución. La gallina le dijo que ese no era su problema y que como no le afectaba, no le ayudaría. Aún más preocupado por la falta de cooperación de los que consideraba sus amigos, el ratoncito de la historia fue a parar a la vaca de la finca y le hizo la misma solicitud con la misma urgencia. La vaca le dijo que no le preocupaba la dichosa ratonera y que no le ayudaría. Enseguida el ratón pensó en su último recurso, el cordero… aunque no era de su agrado porque los corderos suelen ser demasiado lanudos. De todas formas allá fue por ayuda. El cordero le dijo lo mismo. Excepto, que lo tomaría en cuenta en sus oraciones. “Ese es tu problema, amigo,” replicó. Tal indiferencia le partió el corazón a nuestro ratoncito. Pero como para algo esta historia se escribió, sucedió que esa misma noche entró una culebra a la choza. La cola de la culebra disparó la ratonera y la pilló. La dueña de la casa al escuchar el ruido, se levantó veloz para ver a su víctima, ¡solo para recibir una mordida de la serpiente!

Ahora la esposa del campesino se halla en cama, ardiendo en fiebre por lo que el campesino mató a la gallina para hacerle una sopa a su esposa, con la esperanza de que mejorara. A los tres días la mujer murió y el campesino mató al cordero para dar algo de comer a las decenas de vecinos que vinieron al entierro. Y a la semana, vendió la vaca al matadero pues decidió mudarse del lugar. El único sobreviviente fue el pequeño roedor a quien nadie quiso ayudar.

Ser indiferentes ante los problemas de los demás puede costarnos muy caro. Como dijo el profesor Wiesel.  En ralidad la indiferencia puede ser un reflejo del odio o la falta de amor que sentimos por los demás.

Eso sucedió en el Holocausto y debemos cuidarnos de que la historia no se repita al mostrarnos indiferentes por el dolor de otros. La vida puede dar la vuelta como la tortilla en la sartén y vernos nosotros en la misma o en peor situación. Y si eso sucede no querremos la indiferencia de los que pudieran darnos la mano. Por eso, amigo mío, si tienes una buena noticia que dar a tu vecino, ¡compártela¡ Si tienes una palabra que decir al que está de duelo, ¡dila! Si tienes una limosna que dar, ¡dá la limosna con alegría¡ Ayuda, contribuye, coopera porque al final todo eso refleja AMOR. Y el amor, amigo mío, ¡siempre logra su objetivo!

Moraleja: Si está en tus manos hacer el bien, ¡hazlo! Tu actitud va a servir de consuelo a unos y de estímulo a otros. La indiferencia es lo peor. El amor verdadero es activo, no indiferente. Que Dios te ilumine y puedas entender la importancia de actuar hoy y ahora.

Parte 2…también hay que reírse.

Como se me quedó algo en el tintero, aprovecho para colocar los últimos toques al tema sobre la risa, que advertido está, afecta nuestro día tanto como nuestra vida. Dicho esto, manos a la obra.

ENDOSCOPIO: Prepararse para todos los examenes, menos en dos… que me copio.

NITRATO: Yo, ni lo intento.

NUEVAMENTE: El cerebro que no se ha usado.

TALENTO: No ta rápido.

ESGUINCE: Catorce más uno.

ESMALTE: Ni lune ni miércole.

INESTABLE: Mesa inglesa de mi amiga Inés.

ONDEANDO: ni onde voy!

SORPRENDIDA: Monja que cogió fuego.

¿Es verdad que hay cosas tan serias que le causan a uno risa? Puede ser, la risa puede ser inoportuna y cuando es así puede ponernos en un grave aprieto. ¿Le ha sucedido? Claro, eso si acaso no padecemos de una rara enfermedad que, quien la padece, no puede reírse. Se le llama “agelasta” a quién es incapaz de reír, no porque no quiera, sino porque no puede. La palabra significa “sin risa”, y se deriva del griego gelos, risa. De hecho en la mitología griega se adoraba al dios Gelos quien era la divina personificación de la risa.

Entre los agelastas conocidos se encuentra el famoso Isaac Newton, quien supuestamente sólo se rió una vez en su vida. Se dice que eso ocurrió cuando alguien le preguntó de qué servía estudiar a Euclides. Newton no pudo contenerse. Aparte de esta documentada ocasión, no se le vió reír. ¿Curioso, no? Pero la historia nos menciona de otros agelastos populares: Jose Stalin, Jonathan Swift y Baruch Spinoza.

Por el otro extremo, la falta de control del impulso de la risa puede ser perjudicial, por el riesgo de que dispare ataques de asma, incontinencia o de que contribuya a desarrollar hernias y úlceras. Se dice que tanto los romanos como los chinos usaban las cosquillas como tortura. ¿Puede imaginar algo así?

En el caso de los romanos, estos se especializaban en una práctica particularmente desagradable conocida como “lengua de cabra”, en la que los pies suspendidos de la víctima eran cubiertos con sal para que las cabras se los lamieran. Esto provocaba cosquillas y las cosquillas risa… risa, risa y risa hasta provocar tremendos dolores.  Como otro dato curioso, en 1962, en el distrito Bukoba de Tanzania, se desató una epidemia de risa espontánea entre los niños que obligó a clausurar temporalmente 14 escuelas. Los familiares y amigos se contagiaron: cuanto más cercana era la relación, más probable era que se “infectaran” con aquellas incontrolables risas. De modo que reirse no siempre es causa de risa.

Por su parte, los científicos nos dicen que la risa espontánea se origina en la parte del encéfalo, lo que significa que no podemos controlarla conscientemente. Otro detalle interesante es que la risa no es algo que se aprende sino que es una capacidad, un algo, con lo que nacemos. Note que personas que son tanto sordas como ciegas también son capaces de reír y los ciegos no la vieron y los sordos no la escucharon.

Los gelotólogos (quienes estudian la risa) señalan que no se trata tanto de una simple expresión sino que la risa lleva la intención de provocar sentimientos positivos en los demás, lo que promueve la sensación de cohesión y simpatía en los grupos de personas que las comparten. El fundador de la gelotología es el psiquiatra William F. Fry, quien ya en 1964, en la Universidad de Stanford, comenzó a investigar las consecuencias de la risa en los procesos corporales del ser humano. Cabe mencionar que él mismo fue quien acuñó el término.

Pero no hay que saber de história, de Gelos, de los agelastas ni de gelotología para saber reírse de un buen chiste o de una anécdota que nos hace desternillarnos de la risa. ¿No le parece?

 

 

¿Te cortaron las alas? -¡Todavía puedes volar!

Aunque esa no sea la intención, constantemente, muchos de nosotros estamos cortándole las alas a todos los que tenemos a nuestro alrededor. Lamentablemente comenzamos con nuestros hijos y nietos, a los que amamos tanto y luego seguimos por ahí haciendo exactamente lo mismo con todos los que se nos acercan. Amigos, estudiantes, emplealdos, compañeros de trabajo, familiares, vecinos, en fin, no tenemos límites. Es importante cambiar esta mala costumbre que limita lo que nosotros podemos hacer por otros y que a largo plazo también limitará a quienes derrumbamos con nuestros comentarios, todos aquellos a quienes les cortamos las alas. Abundemos un poco en el origen del análisis psicológico de este fenómeno y veamos cómo y por qué nos puede afectar.

El efecto Pigmalión.

¿Has escuchado sobre esto? La enciclopedia Wikipedia dice: “El efecto Pigmalión, en psicología y pedagogía, es uno de los sucesos que describe la creencia que tiene una persona de poder influir en el rendimiento de otra. El efecto debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado.”

Efectivamente, Pigmalión se enamoró de su propia obra y esta llegó a ser real para él. El mismo artículo citado continúa diciendo: “A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la estatua, Galatea, que representaba a la mujer de sus sueños… Este suceso fue nombrado como el efecto Pigmalión ya que superó lo que esperaba de sí mismo y al creer que la estatua estaba viva esta llegó efectivamente a estarlo.

¡Que tremendo poder pueden tener nuestras expectativas! Pueden ser positivas o pueden ser negativas, pero tendrán una fuerza avasalladora sobre nuestras creencias personales y lo que estamos convencidos que podemos ser, o no llegar a ser, en la vida.

Cortamos alas cuando le decimos a nuestros hijos, a nuestros nietos o a nuestros estudiantes, que son estúpidos, que no tienen habilidad, que no pueden ser lo que quieren ser, o que no llegarán a ser lo que sueñan ser. Esto es el efecto negativo de Pigmalión. El positivo obviamente es felicitarlos por lo logrado y se harán mejores. Lo mismo ocurre en la familia, incluso en nuestro hogar. Y vuelvo a enfatizar el hecho de que en el 99% de las veces no tenemos ninguna mala intención de derribar… pero lo hacemos. ¡Somos complicados!

Si le decimos a nuestra esposa que ha cocinado un exquisito platillo, si le decimos que se ve hermosa, de seguro ella se esforzará por cocinar mejor y por verse lo mejor posible. Le estamos diciendo algo que reforzará su estima y que le llevará a ser mejor cocinera y una persona más cuidadosa con su físico. Si le agradecemos su trabajo limpiándo la casa ella va a seguir haciéndolo pero con más gusto. Si ella nos escucha decir que es enferma, que no puede hacer esto o aquello porque no tiene energía, si decimos que no sabe lavar o que no puede esto o aquello, le reforzaremos a nuestra mujer, la idea de que efectivamente no puede. Cada día estará más enferma y más limitada. ¡Le estamos cortando las alas! 

Si le decimos al enfermo que mejorará, esto tendrá un efecto en su estado de ánimo. Si le decimos que morirá, también tendrá un efecto debilitador y es muy probable que muera más temprano de lo previsto. Así de poderosa es la mente estimado lector. Haremos como verdad y real en nuestra mente, lo que otros nos refuercen.

Recuerdo haber leído el caso de un estudiante de secundaria. La profesora le decía que sería taxista y que no podría aspirar a ninguna otra cosa. Al paso de los años un taxista la recogió y le reconoció como su profesora. Le comentó que ella había tenido mucha razón cuando le dijo que sería taxista. Llevaba 4 años haciéndolo y que le gustaba mucho. La profesora quedó muda. Seguramente no porque el hombre fuera taxista, pues es una forma honrada y digna de ganarse el pan. La profesora quedó pensativa porque si le hubiese inculcado que sería otra cosa, el joven, tal vez la hubiera alcanzado. Ella puso en la mente de aquel joven una idea, ella sembró en su mente lo que él llegaría a ser y así sucedió. ¡El efecto Pigmalión!

Los maestros, los padres, los líderes, los motivadores podemos hacer mucho bien inspirando y motivando. Tenemos un gran poder. Uno mismo tiene la facultad de hacer realidades, de hacer que profecías se cumplan, primero con la mente, luego con las acciones. Llegaremos a ser lo que pensemos de nosotros mismos que somos.

Por eso estimado lector, inspiremos, motivemos, pensemos lo mejor de los demás. Si hay que corregir algo, nunca le robemos la dignidad a la persona. Si usamos estos principios, ¡jamás le cortaremos las alas a los demás!

 

Y LOS BUENOS DÍAS… ¿adónde fueron a parar?

Cada vez se hace más extraño escuchar los “buenos días”. Es como si se hubiesen desaparecido del planeta de la noche a la mañana. A veces escucho a algunas esposas decir: “lo primero que me pide mi marido en la mañana es el café y pocas veces se acuerda de darme los buenos días.” ¿En dónde se han metido los “buenos días”?

Aunque nos cueste cambiar la costumbre “moderna” de no saludar en las mañanas debemos insistir en ella con nuestros hijos y en nuestra familia. Tener una expresión alegre en el rostro y saludar nos permitirá tener un mejor comienzo a los retos que trae cada día de nuestra existencia. Empezar bien, por lo tanto, es muy importante.

Y esto no solo en el pequeño círculo de la familia pero es la forma apropiada de dirigirnos a las personas que vemos al llegar al trabajo, al comprar el café en camino al taller o al entrar al salón de clases en la escuela o en la universidad. La buena cortesía se va a reflejar en nuestro semejante quién aunque sea con pocas ganas es muy probable que nos conteste y si no lo hace hoy… como un matrimonio que conozco, nuestra insistencia diaria hará que llegue el día en que finalmente se contagien con el saludo alegre que podemos darles al comenzar cada jornada.

En muchos países hispanos damos los buenos días antes del mediodía y después de esa hora damos las “buenas tardes” y ambas expresiones pueden utilizarse para despedirnos también: “pues que pases buenos días” o incluso es apropiado y muy apreciado cuando nos despedimos a dormir, decir: “buenas noches”.  !Esto es dulce a los oídos! No permitas que tu familia abandone los buenos hábitos de cortesía. La razón es que otros hábitos van colgados de este y pueden, igualmente caer en el olvido.  ¿Como cuáles?

Los días buenos se fabrican con nuestras propias acciones.

Como decir, “hola”; “adiós” (una expresión que lleva la intención de que Dios te acompañe) y otras que le dan gusto, color y sabor a nuestra vida como “por favor” y “gracias”. Es probable que cuando eramos pequeños, muchos de nosotros recordemos a mamá o papá decirnos: “¿y qué se dice?” Luego de ese empujoncito decíamos “gracias”.  Y eso se repetía cada vez que nos olvidábamos de dar las gracias. ¿Ves diferencia entre decir: “dame un poco de agua” y “por favor, dame un poco de agua”?

Si se nos olvidan los “buenos días” pronto se nos olvidarán los hola, los adiós, los por favor y dar las gracias.  Terminaremos convirtiendo nuestras expresiones de cortesía en solo palabras de diccionario que no tienen uso ni valor. !No lo permitamos usando las expresiones de cortesía que sean comúnes en nuestro país o en nuestra cultura! Dependerá de cada uno de nosotros.

!Que tengas un día feliz estimado lector!  !Hasta pronto!

 

ALCANZARÁS TODO LO QUE TE PROPONGAS… ¿cierto o falso?

La mosca se empeñaba en atravesar el escreen plástico…

Mientras me vestía para una reunión miré por la ventana del cuarto hacia afuera, al jardín de la casa, cuando algo me llamó la atención. Era una mosca que trataba de atravesar el escrín plástico que impide que el aire acondicionado se pierda por las ventanas. Supongo que aquella barrera invisible le era incomprensible al pequeño insecto. Supongo también que veía la luz y su cerebro le decía que había por allí el escape, pero no había escape. La mosca intentaba y volvía a intentar atravesar aquella barrera “invisible” pero todo esfuerzo le era inútil.

El doctor Richard M. Restak señala: “La computadora más avanzada de redes neuronales […] tiene una diezmilésima parte de la capacidad […] de una mosca común” Dicho de otra forma, los científicos, como el doctor Richard M Restak nos dice que la computadora más avanzada hecha por el hombre es muchas veces menos capaz, que el minúsculo cerebro de una mosca común. Entonces, ¿por qué no se da cuenta de que si sigue insistiendo va a agotar sus energías y terminará muerta? 

“La computadora más avanzada de redes neuronales […] tiene una diezmilésima parte de la capacidad […] de una mosca común”
 Porque el cerebro de la mosca no es capaz de razonar. No le ofrece alternativas, no puede visualizar consecuencias. Y, efectivamente, cuando llegué de mi reunión, unas dos horas y media más tarde, allí estaba, muerta.  Sin embargo, lo único que tenía que hacer la dichosa mosca era dar un viraje de 180 grados en la dirección opuesta y hubiese sobrevidido. Solo tenía que reenfocarse, hacer un leve ajuste a su trayectoria, hacer un cambio. No lo hizo, no es capaz de hacerlo y no puede aprender a evitar el mismo destino, la muerte.

Por otra parte el cerebro humano, que solo pesa unas tres libras, capaz de aprender idiomas, complejas matemáticas, y de poseer una capacidad inventiva y creativa ilimitada, se puede parecer más de lo que suponemos al de una mosca. ¿Por qué decimos esto? Porque nuestra mente inteligente y racional es capaz de empesinarse, encapricharse, no ver ninguna alternativa, cegarse y finalmente morir en un intento vano impulsado por un deseo o un capricho. Cuando no cambiamos nuestras alternativas, cuando como moscas, queremos atravesar lo que no nos corresponde penetrar, cuando lo que hubiese sido más sabio era simplemente hacer ajustes, examinar nuevas posibilidades, repasar nuevas alternativas y continuar con nuestra vida, simplemente no lo hacemos.

 ¿Por qué nos parecemos tanto a las moscas? Hay varias razones. Tal vez la más sobresaliente sea que, desgraciadamente, demasiados profesores, sicólogos y vendedores de sueños han convencido a millones de incautos seres humanos, que TODO ES POSIBLE SI TE ESFUERZAS LO SUFICIENTE. Como tal cosa es un enorme disparate, es una mentira, no es cierto, vemos a millones de personas muertas en vida o frustradas porque se suponía que TODO les fuera posible y “murieron” sin lograrlo y sin que se les ocurriera hacer otra cosa. Millones han muerto en sentido emocional, miles en sentido literal. ¡Estas falsas canciones que llevan encadenados a millones de seres humanos! !Estos falsos predicadores que siempre ganan pues si no lo lograste es porque no te esforzaste lo suficiente. No toman en cuenta habilidades, golpes de suerte, la salud, el suceso imprevisto, recursos económicos y emocionales y todo lo demás que hace la vida de un ser humano una sumamente inestable e impredecible.

Mejor enseñanza y más honesta sería decirle a nuestros hijos: ¡HAZ TU MEJOR ESFUERZO!  Pero no le decimos eso. Le decimos que sea el mejor o peor aún, que TIENE QUE SER EL MEJOR. Le decimos que él puede hacer la diferencia (sabe Dios lo que eso quiera decir) y en vez de preguntarle: Hijo ¿cómo te sientes?  Le preguntamos: “¿Qué notas sacaste?” “¡Debes ir al mejor colegio!”  Probablemente cosas que nosotros mismos no hicimos pero que queremos que ellos hagan. Nos olvidamos que nuestros hijos necesitan AMOR e INSPIRACIÓN no calificaciones que  nos hagan orgullosos a nosotros ni exámenes de IQ que prueben que son mejores que los demás.  La vida no se acaba si una meta no se alcanza. No somos moscas y por Dios, no enseñemos a nuestros hijos a serlo. Si usamos nuestra inteligencia y trabajamos duro con los recursos que poseemos, podremos alcanzar muchas metas y aunque no sean las originales propuestas, EXISTEN OTRAS METAS DIGNAS que pueden ofrecernos muchas veces más de lo que jamás sospechamos, si hacemos nuestros mejores esfuerzos con gozo y alegría.

Sí, puede ser que alcancemos muchas metas que nos hayamos propuesto alcanzar. Pero, la verad es que no todas las metas que deseamos alcanzar en un tiempo, nos son valiosas con el paso de los años.  Es que a medida que vivimos nos damos cuenta que es mejor ser menos, vivir con menos y sentir y vivir más. Mejor que una cuenta de banco jugosa es ver a nuestros hijos felices, verles reír y disfrutar la vida sin las luchas vanas y fugaces competencias que al final nos roban todo lo que es verdaderamente valioso.

Tal vez no alcancemos todas nuestras metas ni todos nuestros sueños… pero te aseguro que no los cambiaremos por la felicidad que podemos alcanzar haciendo los ajustes que sean necesarios a nuestra vida… sin frustrarnos ni sentirnos menos. No seamos como la mosca que solo sabe morir en el intento. ¡Aprendamos a cambiar, a ser flexibles y a vivir!

 

Si me retiro, ¡me muero!

Retiro temprano…yo lo había imaginado diferente!!!’

Pues sí, para que te voy a engañar, ¡si te retiras, hay probabilidades de que te mueras! Bueno, no es una profecía sino que eso parece ser lo que dicen las estadísticas con ralación a los que nos retiramos. Claro, corresponde a cada uno de nosotros hacer algo sobre eso, especialmente ahora que sabemos que retirarse puede ser muy peligroso para la salud.

¿Y por qué se muere la gente cuando se retira? Porque el cambio de rutina les deja un espacio vacío que les hace, poco a poco, personas inactivas, la gente se aturde por no tener ninguna actividad motivadora y productiva. Este sentimiento, en muchos casos, lleva a desarrollar poco a poco un mal carácter, un sentimiento de insatisfacción y en algunos casos extremos terminan con su relación familiar que hasta ese momento, si no era estupenda, al menos soportable.

“Este es nuestro plan de retiro: a los 65 años  nos divor-ciamos y nos casamos con alguien que haya plani- ficado mejor que nosotros su retiro.”

Podemos cambiar las estadísticas en lo referente a nuestro caso por medio de seguir las sugerencias que nos ofrecen los que nos llevan la delantera y han sobrevivido la experiencia del retiro laboral. Y eso, independientemente de si nos hemos retirado con algunos fondos o no. En realidad, lo que tengamos en el banco no va a establecer la diferencia entre el éxito o el fracaso de nuestra vida después del retiro. La diferencia la va a hacer nuestra actitud frente a nuestras nuevas circunstancias.

En este artículo y otros por venir, repasemos algunas sugerencias prácticas que pueden ayudarnos a vivir una vida plena, activa y feliz después del retiro. Comencemos con el primer punto:

PRIMER PUNTO –No te quedes inactivo. Si bien puede ser una buena idea pasar unas bien merecidas vacaciones de dos o tres semanas y aprovecharlas para descansar, no te quedes el la butaca viendo televisión y viviendo una vida sedentaria, aburrida e inactiva. ¡No lo hagas porque te mueres!

Si el caso es que todavía te quedan algunas fuerzas y dispones de algunos recursos, tal vez puedas comenzar un negocio pequeño. Incluso, pudiéras tomar un curso de algo que te guste. Tal vez puedas aprender a coser, bordar, a crear un negocito por internet, dar algunas clases a domicilio, aprender a pintar, incluso, conozco varios amigos que, después de retirados sienten energía suficiente para ofrecerse de voluntarios en obras de carácter comunitario.  Conozco muchísimos retirados que disfrutan, por ejemplo, de enseñar la biblia en hogares privados a personas interesadas en temas religiosos y, al hacerlo, sienten una gran satisfacción. Los efectos de estas actividades en la persona retirada son muy saludables y positivos.

Las organizaciones con base comunitaria necesitan voluntarios para un sinfin de actividades. Aunque el propósito de participar en estas no es generar un ingreso, pueden producir satisfacción. Además,  llegar a conocer a otras personas que pudieran convertirse en buenos amigos, es atrayente a todas las edades.

Si quisieras participar en alguna actividad que produjera ingresos, se puede pensar en algún negocito en la casa como vender prendas de fantasía, productos para la salud y para el hogar que, aunque no generan una fortuna, sí proveen algunos ingresos modestos que pueden ser importantes a la hora de cubrir gastos menores. Claro, dependiendo de lo que sepas o te guste hacer, ahora tendrás el tiempo para disfrutar, sin presión de esas otras actividades.

Ahora bien, lo realmente importante cuando uno se retira, no tiene que ver con lo que tengamos en el banco ni con nuestros ingresos, sino con la actitud que tengamos en cuanto a manejar el tiempo y el dinero. Puedes tener mucho y gastar mucho, pero, con el tiempo, en vista de que no hay ingresos importantes, te quedarás sin recursos. De modo que te repito el punto: No es lo que tienes sino cómo lo utilizas. La persona retirada tiene que rehacer la mente en cuanto al uso de su dinero. Si simplemente somos conscientes de cómo gastamos, y lo que recibimos, eso es lo que nos va a proporcionar paz mental o lo que puede torturarnos hasta la muerte.

Pero, no hay que morirse , lo que hay que hacer es tomar conciencia de que entramos en una nueva etapa en la vida… una que podemos sobrevivir con un poco de sentido común y con el deseo de continuar siendo hombres y mujeres productivos.

Piensa en esto:

Si estás próximo al retiro ¿Estás pensando ya qué vas a hacer para mantenerte productivo? 

¿Has conversado con tu esposa y con tus hijos sobre este tema? ¿Qué piensan ellos?

Esa obra de arte llamada “escritorio”.

Desde que el escritorio existe, hay que reconocer que ha sido uno de los muebles más mal utilizados. No dudaría yo que uno de estos días un legislador quisiera publicar una ley a favor del “escritorio abusado.”  Podemos decir con detalles para qué se utiliza pero, en vez de eso, quiero comenzar con aclarar para qué NO se debe utilizar el escritorio.

PARA QUÉ NO DEBE UTILIZARSE EL ESCRITORIO.

A juzgar por los centenares de escritorios que he visto, debo mencionar que no se supone que el escritorio sea utilizado para recoleccionar papeles. Muchos que van a los depósitos de papel para buscar papeles viejos deberían mejor pasar por las oficinas y rescatar la inmensa cantidad de papel reciclable que se haya por todas partes en los escritorios de secretarios y secretarias, sin contar los jefes de oficina y empleados de bancos. Seguro que prosperarían más si incursionaran tan solo por la superficie de los miles de “escritorios abusados” del país.

Tampoco los escritorios deberían utilizarse para almacenar alimentos. Manzanas, bananos, naranjas entre otras frutas además de chicles, golosinas, chocolates mordidos, ropa, sombrillas, calcetines y otros artículos que no son ni tienen nada que ver con el trabajo. Claro, tampoco tienen nada que ver con la manifestación de hormigas que como diablillos hacen fiesta de todo lo que dejamos en las gavetas por el fin de semana.

Algunos por supuesto van a poner el grito en el cielo porque el escritorio personal puede considerarse como un objeto que casi casi hemos parido a nuestro gusto y gana. Y es verdad, muchos, muchísimos escritorios se parecen a sus dueños. Pero echando a un lado las sensitividades personales tratemos de investigar por qué algunos usan mal el dichoso escritorio.

En primer lugar está la filosofía de que “tengo en mi escritorio los documentos que no debo olvidar o los apuntes que debo tener en cuenta.” Pero esto no da resultado alguno. ¿Sabe por qué? Porque cuando miras tu escritorio no puedes ver absolutamente nada sino solo un reguero de papeles que van a interrumpir el tren de nuestros pensamientos y de las cosas que debemos hacer en el momento. Además, con el tiempo el montón de papeles se hace más y más alto y comenzamos a olvidar para qué están allí. Se han hecho estudios que indican que algunos empleados han pasado más de dos horas buscando documentos sobre su escritorio y que supuestamente habían dejado allí para no olvidarlos.

Finalmente, debemos recordar que un escritorio no es un lugar para guardar o exhibir trofeos, condecoraciones, fotografías ni reproducciones de los enanitos de Blanca Nieves. Cuando pones todas estas cosas sobre tu escritorio no te va a quedar mucho espacio para trabajar y organizarte.

Dicho lo que no es o lo que no debe ser tu escritorio, debemos repasar lo que sí se supone que sea… antes de escribir sobre esto, ¡debo organizar el mío!

Piensa en esto:

ECHA UNA MIRADA A TU ESCRITORIO.

¿Qué cosas no deben estar allí? Organízalas ahora mismo y comienza a descubrir cosas olvidadas.

Si organizas tu escritorio vas a trabajar con la mente más despejada y serás más productivo.

 

¿Dónde está la ropa?

Ayer salí con mi esposa de compras. Me gusta acompañarla aunque otros esposos piensen que me falta un tornillo. Pero la verdad es que me gusta acompañarla y de una u otra forma yo mismo casi siempre salgo con algo que andaba buscando pero que no encontraba por no salir de tiendas, digamos que siempre hay un beneficio marginal. ¿Y sabes quién es la primera en encontrarlo? Mi esposa. No hay duda de que su aprecio porque le acompañe se refleja en sus miradas y acciones de alegría.

Lo pasamos muy bien, conversamos y a la vez quedamos sorprendidos de la poca ropa de calidad que encuentras en las tiendas hoy. Visitamos las más caras y las menos caras pero básicamente era lo mismo, unos con precios para ricos y otras con precios para menos ricos pero la misma mala calidad. Al final de siete horas de esperada labor, sin correr pero sin perder tiempo, no encontramos mucho. ¿Alguien sabe dónde han puesto la ropa?

Hay millones de artículos, no me mal entienda, pero lo que predomina es la ropa chatarra.  Camisetas, pantalones vaqueros y ropa deportiva pero… ¿ya no hay gente que se vista? Hace años, cuando acompañaba a mi esposa al probador, era común que llevara dos o tres trajes y de estos probablemente le servían todos y entonces era cuestión de escoger cuál. Hoy ella puede llevar dieciocho trajes al probador y no poder comprar ninguno. Parece que las tallas no son las mismas, y un diez puede ser un catorce o cuando te lo pones te falta tela por algún lado. No importa lo que diga la etiqueta, te lo tienes que probar y quedar horrorizado de los resultados. Eso sin contar que hay telas que mi pobre mujer se pone y no le quieren salir del cuerpo… ¡se tiene que fajar con el traje para quitárselo de encima! Años atrás tenías quién te atendía y te ayudaba trayéndote otro tamaño pero ahora, ni uno puede pasar al probador, ni le queda otro remedio a la mujer que empacar sola toda su compra de regreso para repetir el mismo proceso tantas veces como energía tenga la mujer… o carácter tenga el acompañante.

Cuando los que manejan las fábricas se ponen de acuerdo para fabricar solo vestiditos transparentes sin mangas, parece que eso es lo único que se fabrica y las pobres mujeres, como la mía, que no es ninguna adolescente no encuentra un traje decente, bien hecho que no cueste una fortuna. Lo mismo pasa con los zapatos. Cuando los fabricantes deciden fabricar chancletitas o zandalias no encuentras un par de zapatos clásicos de oficina, simplemente se desaparecen.

¿Será que China y Taiwan nos están llenando de los trapos que ellos no venden por allá? Yo entiendo a los jóvenes, ellos no saben de otra cosa que no sean camisitas y shorts pero por lo que veo, no van a aprender a vestir nada más toda su vida. Las chancletas sin medias hacen el calcetín un artículo innecesario solo para viejos. What?? Para mi, tanto jovenes como viejos en los centros comerciales dan pena y son una imagen triste de un país que va empobreciendo a velocidades impresionantes.

Cuando visitamos Beijín, hace poco más de una década, nos sorprendió lo mal que se vestían los chinos. Lo comprendimos pues China era un país pobre. Lo mismo nos pasó cuando visitamos El Cairo, no eran extrañas las chancletas y la ropa de bajo nivel. En ese tiempo en los Estados Unidos, aunque todavía se usaban las chancletas y los shorts, eran artículos de lujo para parejas retiradas. Hoy es un cuadro lamentable ver que nuestros jovenes y viejos van a las universidades a medio vestir y sin la más mínima conciencia de la impresión que nos dan.

¿Dónde está la ropa? Resulta que ahora solo la veo cuando el presidente hace una conferencia de prensa o cuando un abogado presenta su caso en corte. Creo que el mundo se está desnudando, pero no tanto por el aspecto atrayente o no atrayente que el desnudo pueda tener sino porque no hay ropa decente, bien hecha, que ponerse. Le presento este reto a ver a qué conclusión llega. Solo son unas cuantas preguntas y las respuestas las debe tener en la punta de la lengua. 1. ¿Cómo va vestida la gente a su iglesia? ¿Cómo las vió vestidas en el último funeral que usted asistió? ¿Cómo ve que se visten los artistas? ¿Cómo va vestido a clase su maestro? ¿Cuántos trajes tienes en tu closet? ¿Cuántos zapatos de cordones tienes? Si eres mujer ¿cuántos de tacón alto en comparación con los tennis y chancletas? ¿Serás que tu también has entrado en esta avalancha de desnudismo?

Lucir como mamarracho parece que es la consigna de los jovenes de hoy. ¡Ah! y mientras más ridículo, resulta que eres más “cool”. Lo que me parece es que la moral del mundo en cuanto a lo que es digno y hermoso ha cambiado tanto que ya no parece reconocerse lo limpio de lo sucio y lo apropiado y digno de lo que ni lo parece ni lo es.

Pues como de vez en cuando aparece alguien o algo con sentido común, le suplico que si lo encuentra, me lo deje saber porque voy a hacer fila con mi esposa para comprar allí. Estamos hartos de comprar basura en tiendas de “prestigio”. Apreciaré la ayuda si alguien puede decirme ¿dónde está la ropa?