¿Qué es una pandemia?

Recientemente, tan reciente como este miércoles 11 de marzo 2020, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha pronunciado al coronavirus (COVID-10) como una pandemia.

Es tan irónico que en vez de estar viajando por las estrellas, como era la visión del futuro que la ciencia presentaba durante mi juventud, tengamos, todos nosotros que luchar con enfermedades que pudieron haberse evitado y que ahora se convierten en monstruos que amenazan nuestra tranquilidad e incluso, nuestra vida.

La humanidad ha sufrido epidemias muchas veces, sin embargo, es probable que el tema sea completamente nuevo para muchos de nosotros que hemos vivido alejados de estas tristes realidades. Todo indica que ese tiempo de ignorancia se ha terminado. El reloj va contando los segundos en los que también nosotros, todos juntos viviremos los peores y los mejores tiempos.

¿Qué diferencia hay entre una endemia, una epidemia y una pandemia?

Endemia:

Son como las enfermedades características de una zona y están presentes de manera permanente durante muchos años.

Epidemia:

Son las enfermedades contagiosas que se propagan en forma veloz y que afectan al mismo tiempo y en un período concreto a un gran número de personas.

Pandemia:

Las pandemias son epidemias que, por su ritmo de crecimiento, han acabado afectando a distintas zonas del planeta más o menos al mismo tiempo. El organismo encargado de declarar cuando una enfermedad es considerada pandemia es la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Repasemos una lista de azotes epidémicos reducida a solamente el Siglo XXI

Azotes del Siglo XXI

2002: Se calcularon en 1.000 los casos de polio en la región de Uttar PradeshIndia

2003: Epidemia de SARS. 8.000 infectados y 700 muertes en dos meses.

2005: La gripe aviaria en su cepa H5N1, se convirtió en una amenaza de pandemia cuando se produjeron los primeros contagios en seres humanos.

20092010: La Pandemia de gripe A (H1N1) se cobró la vida de más de 18.000 personas alrededor del mundo.

2010: Un brote de cólera azotó Haití. La inadecuada gestión del agua derivada del caos causado por el terremoto de Haití de 2010 que lo precedió, favoreció su rápida propagación, alcanzando más de medio millón de afectados y 8.000 víctimas en el 2013.

2014: La epidemia de ébola de 2014 comenzó con un brote en Guinea en marzo y se extendió en los meses siguientes a Liberia y a Sierra Leona. Posteriormente alcanzó a Nigeria, Senegal, España y Estados Unidos. Su alta tasa de mortalidad y ausencia de cura ha llevado a cobrarse la vida de más de 4.500 personas en medio año.

20122015: El Síndrome respiratorio por coronavirus de Oriente Medio fue detectado en el 2012 en Arabia SaudíEn mayo del 2013 se habían producido casos en más de 7 países incluyendo QatarReino UnidoFranciaAlemania y Túnez. El virus infectó a casi 1.000 personas y mató casi más de 500..

2014: El Virus del Zika azotó toda Latinoamérica con varios millones de infectados y miles de bebés nacidos con Microcefaliase calcula la cifra de muerto en 4030 casos.

20192020: El COVID-19 un nuevo tipo Coronavirus, catalogado como Pandemia por la OMS (11/03/20), fue descubierto el 31 de diciembre de 2019 en China hace su aparición. El 11 de febrero de 2020 la Organización Mundial de la Salud denomina oficialmente como COVID-19.

Datos y cifras, noticias y víctimas nos duelen a todos. Sinembargo, cuando los datos y las cifras se acercan geográficamente a nosotros, todo asume un color distinto y nuestro punto de vista de las cosas, cambia. Debería cambiar para bien.

En nuestro próximo artículo veremos qué postura es saludable asumir y por qué.

Las enfermedades… ¡qué convenientes son!

Para empezar, amigo mío, no estoy pensando en ti. Ya sé que en tu caso, estás genuinamente enfermo y puedes estar seguro de que tienes mi apoyo y toda mi comprensión. No es fácil la vida cuando no se tienen todas las fuerzas y las herramientas que deseamos tener. Con todo, eres muy valiente y mereces, no solo mi respeto sino el de todos … no estoy pensando en ti.

Estoy pensando en los que utilizan las enfermedades para excusarse, los cuales, todo el mundo sabe que no están enfermos, pero les conviene estarlo. Se llaman enfermedades psicosomáticas. Enfermedades que no existen. ¡Tu los conoces! Una enfermedad psicosomática  se caracteriza por causar síntomas físicos cuyas causas derivan de procesos emocionales, como el estrés, la ansiedad o la depresión.

-“No puedo ir, estoy enfermo.” ¿Qué contestas ante eso? No puedes contestar nada porque no hay nada que puedas hacer cuando alguien te dice que no puede cumplir con una responsabilidad, con un compromiso o con una deuda porque está enfermo. A veces es cierto, muy cierto y como hemos dicho anteriormente, nos consta. Pero otras veces, ese “estoy enfermo” resulta muy conveniente.

La depresión puede ser un gran comodín.

Una buena carta a favor de esto es la depresión. Cuando alguien no quiere hacer algo, no le interesa hacer algo o no le importa hacerlo, una buena excusa es decir que padece de depresión. Y por supuesto es muy difícil curar una enfermedad conveniente. Cada vez que no puedo, o no quiero enfrentar una verdad, un trabajo o una responsabilidad, automáticamente me deprimo y quedo liberado. ¡Qué convenientes pueden ser las enfermedades!

Por supuesto, para decir que uno padece de algo tiene que consumir alguna medicina y eso también es conveniente para los que las recetan y para los que las producen. De forma que podemos decir que es un negocio redondo esto de estar enfermo. Produce ganancias y las mejores excusas. ¡Parece que todo el mundo gana!

El estrés y la ansiedad nos ofrecen buenas excusas

“-Me quedé en casa porque tengo mucho estrés.” -“lo hizo por culpa de la ansiedad” Y así todos nos bañamos con agua y jabón y dejamos de asumir lo que no deseamos asumir. RESPONSABILIDAD.

Una persona llega a ser considerada como responsable cuando posee la virtud, no solo de tomar una serie de decisiones de manera consciente, sino también de asumir las consecuencias que tengan las citadas decisiones y de responder de las mismas ante quien corresponda en cada momento. La palabra responsabilidad proviene del latín responsum, que es una forma de ser considerado sujeto de una deuda u obligación. En otras palabras, es alguien que RESPONDE y por tal razón se gana nuestra confianza.

Pero, claro está, si estás enfermo ya no tienes que responder a nada y haces lo que te plazca cuando te plazca. ¡Que conveniente amigo mío!

Tu puede hacer la diferencia en tu vida, si eso es lo que deseas hacer.

No digo que sea fácil pero sí te aseguro que tu reputación, tu sueldo, la estima que otros te tienen va a mejorar grandemente si te logras superar y dejar atrás las excusas. Puedes hacerte un autoexamen y mirar al pasado. Preguntarte: ¿Cuáles han sido las consecuencias de mi auto diagnosticada enfermedad? ¿Soy más feliz? ¿Soy más confiable? ¿Me ha ganado el respeto y todavía mejor, el amor de mis amigos?

Responder a estas preguntas puede sernos de ayuda. Un segundo punto es decidirnos a ser personas más realistas y reconocer nuestras deficiencias. Trabajar con ellas y superar el control de nosotros mismos. Tal vez esté a nuestro alcance dejar atrás las enfermedades psicosimáticas y movernos a un futuro menos dependiente y más real. Olvidarnos de eso, de que las enfermedades pueden ser muy convenientes. ¡Adelante!

¿Eres adicto?

Los creadores de las aplicaciones de tabletas y teléfonos inteligentes saben algo que la mayoría de nosotros no sabemos. Los diseñadores de las redes sociales también saben que tu y yo probablemente lo desconocemos y tampoco les interesa que nos enteremos, ya que, para ellos, nuestra ignorancia les trae beneficios. ¿Estás intrigado?

Se trata de que las redes sociales, las pantallas de nuestros aparatos y las aplicaciones de nuestra computadora son adictivas.

Tal y como el azúcar es adictiva, las computadoras y aparatos electrónicos, lo son.

Las redes sociales y las aplicaciones fueron creadas, y cuidadosamente diseñadas, para ser adictivas. Crean un sentimiento de bienestar y relajación tan poderosos que nos atraen fuertemente. De hecho, hace unos años Sean Parker, el primer presidente de Facebook reconoció, en un evento médico en Filadelfia, que habían creado esta página para que fuera, simplemente, adictiva. Y de hecho eso es lo que esta y otras redes sociales han logrado ser. Nos cautivan como si fuera una adicción. Explotan una parte muy vulnerable del ser humano que es la de necesitar sentir que somos valiosos e importantes para otras personas. Además, compramos y miramos aquí y allá relajándonos de las tensiones.

La dopamina.

La dopamina es una hormona que producen las neuronas de nuestro cerebro a la que bien pudiéramos llamar la hormona del placer. Lo que hace en nuestro cerebro es crear una sensación de placer y relajación semejante a la que pudiéramos generar participando en nuestro deporte favorito, comiendo un plato sabroso, compartiendo con los amigos o disfrutando de estar con nuestra pareja.

Sobre la dopamina dice Wikipedia: “La dopamina tiene muchas funciones en el cerebro, incluyendo papeles importantes en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el humor, la atención, y el aprendizaje.”

Los “likes” en las redes sociales, los comentarios y el efecto que tienen las imágenes, los colores en las pantallas, el movimiento y la luz que emiten, todo esto, llega a ser placentero y relajante, por lo tanto, motiva la secreción de dopamina y llega, con el tiempo a hacernos adictos a estas sensaciones que por cierto, pudieran ser muy superficiales. A esto hay que añadir que muchos jóvenes se aíslan de la familia y los amigos creando su propio mundo virtual, que de nada les ayuda a enfrentar la vida real.

Hay solo dos conceptos que los sicólogos han concluido que son los que producen verdadera felicidad en el ser humano y ninguno de los dos lo provoca una red social o una aplicación de un programa de computadora.

El primero es el amor. Amor a la pareja, amor a la familia, amor a los amigos. El segundo es el trabajo. El trabajo digno, cualquiera que sea, fontanero, abogado, vendedor, abogado, etc.

Sin embargo ni el amor, ni el trabajo provienen de la gratificación instantánea que crea el mundo virtual. Ambos requieren constancia, voluntad y sacrificio. Un día lastimas a quien amas y tienes que pedir perdón, y al hacerlo refuerzas los lazos de confianza y amor. No obstante, este ejercicio no es fácil y requiere voluntad. Otro día, fracasas en tu trabajo y tienes que hacerlo de nuevo, entonces tienes que volver a edificar la confianza perdida y eso solo se logra con esfuerzo y tiempo. Pero la gratificación instantánea que producen las redes sociales nunca germinarán en nada más que ansiedad, frustración, enojo y desapego a lo que es verdaderamente real y valioso.

Dicho sea de paso, no olvidemos que estas dos, el amor y el trabajo también generan dopamina. Digamos, como decimos del colesterol, promovamos la “dopamina buena” la de la clase que solo puede hacerte adicto a lo que te provocará felicidad genuina y relajación verdadera.

Te puede llevar a ser una persona de bien, un ser verdaderamente feliz, ¡libre de adicciones!

Los enredos, se desenredan… ¡pero solo con prudencia!

Aunque puedan decirse muchas cosas buenas de estos tiempos, llenos de inventos y progreso tecnológico, también pueden decirse algunas cosas muy negativas que nos llevan a vivir enredados todo el tiempo. ¡Todos estamos cansados de los enredos! Pero para ponerle la cereza al pastel, también nos sentimos preocupados al tener la sensación de que vamos perdiendo el gobierno de nosotros mismos. ¡Si pudiéramos apretar el botón del desenredo!

Ese botón tiene nombre, se llama PRUDENCIA y es la solución a muchos de nuestros enredos. Hay que recordar que si las cosas se enredan, la imprudencia va a empeorarlas.

¿Qué es la prudencia? En palabras comunes y corrientes, es el don de saber cuándo hablar y cuando callar. Es el regalo de saber cuándo actuar y cuándo esperar. ¿Parece poca cosa? Puede parecerlo, estimado lector, pero no lo es.

Hoy por hoy, tu y yo perdemos la paciencia demasiado pronto. Juzgamos demasiado rápido, pronunciamos sentencias sin siquiera escuchar los argumentos. Proclamamos nuestras verdades de tal forma que nos convertimos en personas dogmáticas que solo conocemos verdades absolutas. Pero la vida no es así. Ni siquiera Dios juzga con una vara inflexible. No hay que ser tajantes en nuestros puntos de vista porque muchas veces hay razones, que deberíamos escuchar. ¡Que triste es ver a los amigos, a los vecinos y a nuestra propia familia, ceder a la imprudencia! Pero, lo peor es cuando nosotros mismos faltamos a la prudencia sin siquiera darnos cuenta.

Cuando tú y yo dejamos de ser prudentes ya hemos dejado muy lejos la paciencia. Es imposible perder una, sin perder la otra. Sin paciencia una familia no puede vivir de forma equilibrada y feliz. Sin prudencia los maestros no podríamos llegar al corazón de nuestros estudiantes. Sin prudencia no pudiéramos permanecer callados, porque hay preguntas que no deben responderse. Porque muchas veces es mejor perder que ganar, porque de perder se nutre la paciencia. De callar se alimenta la prudencia. No es necesario contestar cada desafío, no es un requisito divino tener que responder cada agravio, cada mal entendido a cada idea falsa, a cada enredo. ¿No estamos ya hartos de enredos?

Cultivar la prudencia nos ayudará a hablar cuando sea el momento y de la forma apropiada para ganar lo que vale la pena. Ganar al hermano, ganar al amigo, ganar al hijo o la hija herida, ganar al vecino. La prudencia puede darnos el espacio que necesitamos para cultivar la paciencia que evita los enredos que nos atan.

¿Qué puede ayudarnos a ser prudentes?

Hace un tiempo escuché que algo tan sencillo como respirar puede sernos de ayuda. Es como si enseñáramos a nuestro cuerpo físico a oxigenar nuestro cuerpo espiritual. Esa pausa de respirar es como el conteo del réferi que le permite al púgil caído un segundo aire, un descanso un momento para re evaluar.

Y es que la vieja fórmula de contar hasta diez no está nada mal. Y tal vez, el secreto no es solo contar hasta diez, si no respirar, respirar profundo. Llenar los pulmones de aire renovado, cerrar los ojos, y con pulmones oxigenados mirar adelante con esperanzas nuevas, para no decir o hacer algo por lo que pueda perderse una amistad de años, para no lastimar a quién luego me arrepentiré de haber herido. Y al final, para desenredar lo enredado. Por lo tanto, amigos lectores, ofrezcámosle al mundo un poco más de prudencia, por un poco más de paciencia y de amor. ¿Sabes ya para qué? Para no seguir complicaando más las cosas, para no enredar más la vida sino para desenredarla, cada día, un poco más.

¿Por qué evitar saludos efusivos mientras tenemos de vecino al covid-19?

Mientras seguimos preocupados por el avance del covid-19 hacemos bien en tomar medidas preventivas, entre ellas, evitar los saludos efusivos muy comunes en nuestra cultura, especialmente entre amigos y familiares queridos.

En España, Francia e Italia por ejemplo, son muy comunes los dos besos en la mejilla y es también allí dónde más se ha propagado el virus, de modo que no es casualidad que mientras más contacto cercano tengamos con las personas, mayores son los riesgos de contagio.

Aunque se ha dicho que el período de incubación de la enfermedad se estima entre dos y 14 días. El virus se puede transmitir cuando los infectados muestran síntomas parecidos a los de la gripe, pero según señalaba un artículo reciente en The Lancet “también puede transmitirse antes de presentar síntomas”. Sí, leyó correctamente, una persona puede sentirse sin síntomas y estar contaminando a otras personas.

Entonces, aunque tengamos que restringir un poco nuestro espíritu cultural, sería buena práctica evitar los saludos efusivos de besos y abrazos en nuestro ambiente de trabajo, en el club o en nuestra iglesia o congregación. Y la mayoría de las personas van a entender si damos una explicación breve como: “perdona la distancia pero por si tengo el virus, no te quiero contagiar” así echándose uno mismo la responsabilidad será más fácil para los amigos excusar el clásico abrazo y el beso automático que muchos de nosotros acostumbramos al saludar.

Nadie dice que restringir nuestra forma de saludo y muestra de afecto sea cosa fácil. Porque no es fácil de hacer, sabemos que en algunas ciudades grandes, se han suspendido las asambleas y reuniones regulares de algunas organizaciones. Cuando hay grupos grandes de personas es más fácil contagiarse. Y aunque esta medida no será permanente, será de protección mientras el peligro exista.

Tal vez situaciones como las presentes nos sirvan para apreciar el privilegio de poder mostrar cariño a los que amamos. Por ahora, ese cariño debe motivarnos a restringir nuestras muestras de afecto. Curioso, que el cariño que sentimos por otros pueda mostrarse siendo menos efusivos, ¿verdad?

De todas formas, todavía tenemos las palabras que pueden seguirnos animando y edificando. Incluso podemos seguirlas utilizando para animarnos unos a otros… sea con mascarilla o sin ella. ¿Y que hay de utilizar más los mensajes de texto para interesarnos en otros? No hay duda de que esto también puede ayudarnos a mostrar interés personal por otros, incluso, aunque estén enfermos. De todas formas somos muy afortunados de poder experimentar cosas que se predijeron desde hace mucho y que hoy vemos con nuestros propios ojos.

Sigamos cuidándonos y no dejemos de mostrar amor desinteresado los unos por los otros. Seguir haciendo esto, con, o sin coronavirus, nos ayudará a mantener el equilibrio necesario para enfrentar los complicados tiempos por venir.

¿Qué sucedió del 31 de diciembre al 7 de enero de 2020?

El 31 de diciembre en la ciudad de Wuhan, China se identificó un conglomerado de enfermos y el 7 de enero se les identificó como enfermos de Coronavirus. Las fechas se nos olvidan pero la presencia de este enemigo, no es fácil de ignorar.

Cuando nos sorprende un catarro, que es producido por un virus, esperamos que nuestro propio organismo lo combata pues no hay vacunas para la mayoría de los virus. Básicamente, lo mismo debe suceder con esta nueva cepa del coronavirus que va a manifestarse con síntomas similares a los de un catarro común.

Lo que los científicos han estado tratando de hacer es estudiar el genoma del virus, es decir, su material genético para poder hallar un diagnóstico eficaz. Al momento, los científicos dicen que debe tratarse como el H1-N1 pues termina siendo una enfermedad respiratoria que puede tener consecuencias graves.

Como hemos escuchado, se transmite estilo aerosol por el estornudo o la tos de un enfermo a otra persona que llega a ser recipiente de pequeñas gotitas infectadas. Estas pueden vivir por días en objetos que uno puede tocar y al hacerlo podemos contaminarnos. Luego al pasarnos las manos por la cara el virus alcanza la forma de infectarnos.

El gobierno chino ha tomado la medida de aislar a sus habitantes prohibiendo su salida del país. Esto, con la intención de evitar que el virus se esparza con mayor velocidad por todo el planeta.

Komosabe ha estado escuchando diferentes científicos que se han expresado sobre algunos productos naturales que pudieran fortalecer el sistema inmunológico. Ninguno es nuevo pero es apropiado repasarlos como medida preventiva.

  1. Tintura de equinácea. Tiene un efecto inmunoestimulante y antiviral.
  2. Infusión de sauco. Tomar dos o tres tazas diarias.
  3. Ajo. Dos dientes de ajo por día.
  4. Vitamina C. Dos gramos diarios.
  5. Probióticos. Ejemplo: El Kefir.
  6. Una cápsula diaria con lactobacilos.
  7. Legumbres y frutos secos,
  8. Ácidos grasos como el omega y polifenoles.
  9. Jugos verdes. Estos están llenos de antioxidantes.
  10. Cúrcuma.

Estos productos naturales que son parte de la ficomedicina pueden ser de ayuda para fortalecer nuestro organismo de los daños que puede hacer el coronavirus en nuestro sistema. Claro, esto de ninguna manera debería eliminar la visita a un médico pues son solo recomendaciones preventivas no sustitutivas de la visita a un galeno.

Ahora algunas recomendaciones peventivas son:

  1. Evite contacto con enfermos.
  2. Evite restregarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar.
  3. Lávese las manos con agua y jabón por lo menos por 20 segundos.
  4. Use una loción para las manos que contenga por lo menos un 60% de alcohol.

Recordemos esto: Ante una epidemia, igual que ante cualquier peligro, es importante mantener la calma y el buen juicio. La agitación y la desesperación no van a ayudarnos sino todo lo contrario, van a afectar nuestro sistema inmune y nos colocará en una posición de riesgo. Actuemos sabiamente.

Un proverbio muy antiguo y muy actual. Dice: “La persona prudente ve el peligro y se esconde, pero los inexpertos siguen adelante y sufren las consecuencias.” -Proverbios 27:12

Puede obtener más información en: www.cdc.gov/COVID19.

cna.asia/covid19

  • Al momento de escribir este artículo se han confirmado 93, 717 casos de coronavirus.
  • 3,217 muertes.

¿Quién es más feliz?

¿Qué piensas? ¿Quién es más feliz? ¿Es el que tiene más o es el que necesita menos? Te pregunto porque vivimos en una sociedad donde la gente ha invertido los valores y también las necesidades materiales, emocionales, físicas y espirituales. Hoy se trata de necesitar más y nunca antes en la historia de la humanidad se ha glorificado tanto “necesitar,” “desear” y “tener” como en este siglo XXI.

¿Cuándo termina el deseo de más y más?
Cuando te sientes feliz con menos.

Habrá quien piense que esto es bueno porque promueve la economía y aventaja a los pueblos. Suele decirse que los pueblos que gastan más son más deseables y viven mejor. ¿Crees tu eso? Escucha lo que dicen los estudios recientes sobre la economía en los Estados Unidos, uno de los países que se consideran “deseables” para vivir. El estudio dice lo siguiente sobre la deuda externa de este país: “Se ha incrementado en más de 1,5 billones de dólares durante el último año. El Departamento del Tesoro de EE. UU. ha comunicado este martes que la deuda nacional del país ha alcanzado 22,01 billones de dólares, una cifra récord.” Si piensas que eso es bueno, te aclaro que no es bueno para nada. Ese deber más y más, porque compramos sin freno nos aleja como pueblo y como individuos de la verdadera felicidad.

Hoy, ser pobre se considera una maldición, pero solo por una razón, porque no puedes tener más, no por la pobreza misma sino por la limitación de no poder tener y tener.

Se glorifica el poder comprar lo que no vas a usar, lo que no necesitas y hasta incluso lo que ni siquiera te importa, pero si lo tienen los demás, debemos necesitarlo nosotros también ¿no? ¡Pues a comprarlo cueste lo que cueste!

Hubo un tiempo en que el dinero era sal, (de ahí la palabra “salario”) en otro tiempo, plata y hoy, el dinero es simplemente algo que necesitamos para exhibirlo. ¿O no es así? Pues una de las razones por las que la gente compra automóviles caros no es porque sean más cómodos o más seguros, ni siquiera porque sean más bonitos o hagan cosas que los demás autos no pueden hacer. La gente compra automóviles caros para exhibirlos y exhibirse. ¿Cuál es la idea de rodar un Maseratti por el freeway o por esa autopista del vecindario? ¿Es que vas más rápido? No, es porque la gente disfruta de exhibir que tiene suficiente dinero como para echárselo a un auto que todo el mundo sabe que cuesta lo que cuesta una casa.

En lo personal, no me interesa tener un auto de ese nivel y no me interesa aunque me lo regalen. Pienso que es una provocación, un problema en cuatro ruedas más que un medio de transporte. Me gusta un auto cómodo y lo más nuevo que pueda mi presupuesto pero no uno que ande gritando por la carretera “¡Tengo dinero!” No es cosa buena andar provocando a la humanidad.

En conclusión, no debo comprar para sentirme mejor. No debo comprar para entretenerme. Debo comprar para tener lo que necesito, pero no compro ni para el vecino ni para mis compañeros de trabajo ni para que los del club me vean. Sería una pena comprar simplemente por tener el dinero. Pienso que eso no es todo en lo que se debe pensar. Más bien, el pensamiento apropiado es: compro porque lo necesito. Y mientras menos necesitemos, más autosuficientes y felices seremos.

¡No me parquees la tiñosa!

Familia feliz disfrutando de una tarde en el campo.

Cuando a mi suegra alguien le decía que tal o cual cosa buena no iba a durarle mucho, acostumbraba a responder: “por favor, no me parquees la tiñosa.”

Y me parecía una respuesta genial porque lo cierto es que hay gente que no soporta ver a uno contento ni feliz. ¿Te has dado cuenta? ¿No es cierto que hay gente que siempre ve algo negativo en todo y luego te lo expresan con una naturalidad increíble. Y, está bien, reconozco que no todo el mundo lo hace con mala intención pero, ¡por favor! muchos de los que todavía estamos vivos apreciaremos muchísimo que no nos estén parqueando la tiñosa todos los días.

Porque lo negativo está tan metido en la “programación celular” de algunos de nosotros de tal manera que así, de lo más natural del mundo, te revientan las buenas noticias y las buenas cosas que nos pasan en la vida.

Hay veces que incluso la gente logra hacer que te sientas culpable por sentirte bien, por estar alegre, por irte de vacaciones, por un aumento de sueldo o por alcanzar algún privilegio que, para ellos, siempre tiene un lado negativo o hasta peligroso. Si te sientes muy bien te cuentan de alguien a quien le dio un ataque cardíaco acabado de hacerse exámenes médicos en los que salió muy bien. Si te vas de vacaciones te recuerdan el barco que se hundió en las costas de Italia o del que quedó en cuarentena por el coronavirus. ¡Santo Padre! ¿Se pudieran callar un ratito para poder disfrutar de la vida?

Por eso no culpo a los que reciben una buena noticia y no quieren compartirla con nadie para que no le parqueen la tiñosa. Eso sin contar que la gente tiene costumbres basadas en sabe dios qué, con las que quieren gobernarte la vida y hacerte vivir con miedo. Si vas a la playa tienes que vigilar los tiburones, si vas al campo que te roban cuando vas de excursión, si cambias el automóvil que compraste la peor marca del mercado. ¿Por qué a la gente le gusta parquearte la tiñosa?

Je, je… me pasó algo bueno pero no lo digo… me lo disfruto yo solito. Si lo digo alguien me va a quitar la ilusión y hasta me va a preocupar. ¿No te ha pasado que compartes con un amigo tu alegría de haber perdido veinte libras y te dice: “Sí pero recuerda que Fulano perdió veinte libras y luego ganó treinta.” ¡Bendito sea el cielo! ¿Qué nos ha sucedido a nosotros los seres humanos? ¿Es que no soportamos ya una buena noticia?

Sí, porque suceden tantas cosas malas y escuchamos tantas y tantas malas noticias que ya no concebimos la posibilidad de que nos pasen cosas lindas, que nos guste la gente, que podamos compartir con los amigos y disfrutar juntos de las bendiciones que tenemos. Es como si alguien macabro, sacado de una película de horror se nos hubiera metido dentro y solo nos enfoca en lo malo, en las epidemias, en los crímenes, en los abusos y en las desgracias. Eso que para mi es veneno, está dañándonos tanto que casi, casi, nos está arruinando la vida.

Pues yo ando en pie de guerra. ¡No voy a permitir que me arruinen la vida y me hagan sentir culpable por disfrutarla! Porque aunque haya vivido tiempos difíciles, todos esos tiempos me enseñaron lecciones que me han ayudado a ser quien soy, un hombre muy feliz, tan feliz como puedes serlo tu amigo mío. Eso, si miras todas tus bendiciones y las cuentas a los que las aprecien que siempre son los que te quieren por lo que eres, no por lo que haces. De modo que, sé feliz aprendiendo a ver lo lindo y lo bueno que hay a tu alrededor y por favor, no permitas que te parqueen la tiñosa.

La Gran Barrera de Arrecifes de Coral -¿vale la pena llegar hasta allí?

Diagonal banded sweetlip on Australia’s Great Barrier Reef.

La Gran Barrera de Arrecifes ocupó, desde que tengo memoria, un lugar señalado en mis sueños. Por mucho tiempo solo podría ser eso, parte de mis sueños, pero la vida quiso darnos el regalo de poder llegar hasta allí, luego de, lo confieso, un par de intentos fracasados. Pero, como sucede con casi todo en la vida, la paciencia y la constancia logran resultados a su debido tiempo. Ya sabemos que ninguna de las dos se compran en la farmacia, asi que, no nos queda más remedio que cultivarlas.

Algunos desarrollamos esas cualidades de paciencia y constancia a las buenas y otros, como en mi caso, a las malas, pues no me ha quedado más remedio que esperar a que tuviera el tiempo que me permitiera llegar hasta allí. Y, como nos sucede a todos, la vida te pone a prueba para ver lo que de verdad estás dispuesto a esperar para alcanzar un sueño. ¡Y hasta los sueños tienen que esperar su turno!

Pues llegó la jubilación y junto con ella, llegó el momento de empacar y lanzarnos a la aventura en la compañía de varios amigos con quienes compartimos los mismos sueños. Como están las cosas, tenemos pocas ganas de aventurarnos solos en un viaje tan largo de manera que preferimos andar con buenas amistades que, gracias a Dios, no nos faltan. ¡Que bien la pasamos!

Australia, se encuentran en una de las partes más lejanas a nuestro punto de residencia en La Florida, Estados Unidos. Implicaría un viaje de unas cinco horas hasta Los Angeles, California y luego otras tres hasta San Francisco, CA. Ya en esa ciudad tomamos nuestro avión, advertidos de que sería una travesía de dieciséis horas sin escalas hasta llegar a nuestra primera parada, la bella ciudad de Melburne, donde amigos locales nos esperaban para alojarnos en su casa.

Descansamos un par de días y volvimos a cargar nuestros bártulos para continuar con nuestra excursión.

Luego de varios días en Melbourne y conocer de cerca a los curiosos Koalas, fuimos a Sydney, una moderna ciudad de la que hablaremos en otra oportunidad.

Ahora, por fin, estábamos listos para tomar el avión que en unas cuatro horas nos llevaría hasta la ciudad costera de Cairns donde otros amigos nos esperaban para darnos hospedaje y la acostumbrada lista de cosas que hacer en Cairns. Las que no hacer son las mismas en todas partes del planeta.

El viaje hasta Cairns fue agradable y en el aeropuerto nos estaban esperando. Fuimos a la playa y allí nos juntamos con otros amigos para tomar agua de coco y disfrutar de unas hamburguesas caseras al grill. Al levantarnos en la mañana y degustar unos deliciosos mangos australianos, que no tienen nada que envidiarle a los nuestros del caribe, nos encaminamos al puerto donde tomaríamos un yate que nos transportaría cómodamente hasta la Gran Barrera de Arrecifes de Coral, la más famosa del mundo y nuestra anhelada meta.

El día, precioso y la temperatura, suavemente cálida de modo que no podíamos quejarnos. Desde el puerto nos tomó casi una hora llegar a Green Island, pero al llegar y ver el agua, el pequeño puerto y la Isla Verde, eran un agradable recordatorio de lo que el Paraíso pudo haber sido.

Toda la travesía, toda la espera y toda la constancia tenía sentido. Era como llegar a un lugar de cuentos de niños. Ninguna foto le hace justicia. La Gran Barrera de Arrecifes de Coral es simple y llanamente, preciosa. Lo es desde la superficie y lo es cuando te pones una careta y miras lo que tienes bajo tus pies. ¡Al fin!

Aunque la estadía fue de solo un día, si me preguntas ¿vale la pena llegar hasta allá? Te digo ¡vale la pena! No que el daño que el hombre hace al planeta no se refleje aquí, de hecho, más del 30% de la Gran Barrera de Arrecifes de Coral se ha muerto producto de esa contaminación, pero aún así, te invito a mantener este viaje en sus sueños.

Solo recuerda que si no puedes salir ya, ahora mismo, entonces, un poco de paciencia y persistencia lo harán posible en el futuro. Te aseguro que cuando llegues lo disfrutarás como lo que es, otro hermoso regalo de Dios.