¡Auxilio! Mensaje en una botella. -Conclusión

Si hay que hacerlo, hay que hacerlo, pero nunca porque sea el derrotero más fácil. Pedir ayuda, como hemos visto, puede ser el proceder inteligente, pensando no solo en nosotros, sino también en los demás afectados, directa o indirectamente. Pero además de eso, hemos repasado que, para lograr los mejores resultados, nosotros debemos estar activamente implicados en las soluciones. ¿Qué más hemos repasado?

Repasamos que no debemos pasar nuestras responsabilidades a nuestros hijos pues esto les hará daño a corto y a largo plazo. Vimos cómo el efecto de Hulk puede advertirnos de no tratar los problemas cuando estamos enojados con nuestros hijos o con cualquiera. Así mismo, conversamos sobre el efecto “Priming” y cómo el subconsciente puede operar para bien o para mal, según lo que ha quedado grabado en nuestra memoria inconsciente.

No quiero dejar en el tintero lo que repasamos sobre el poder de nuestras palabras que generan emociones y cómo esas emociones, a su vez, generan acciones. Si meditamos bien en esta cadena de sucesos podremos conocernos mejor y ver el buen resultado de pensar siempre en lo que edifica, en lo que es noble y en lo que nos acerca a las personas.

Finalmente, hay algo más que tratar antes de cerrar esta serie de artículos. La imagen de abajo te da una idea. ¿Qué ves en ella que no has visto en ninguna de las imágenes anteriores?

LA ESPERANZA

Se ha definido la esperanza como la expectativa de cosas mejores que aún no se ven, pero que se esperan. La esperanza, por lo tanto, nos fortalece y nos ayuda a entender que nuestra situación difícil no será permanente, que puede cambiar para mejorar. La esperanza consta básicamente de dos elementos: el deseo de algo bueno y el fundamento para creer que ese algo bueno vendrá. De esta forma la esperanza nos ayuda a no rendirnos en momentos duros de soledad, fracaso o frustración. Nos ayuda a seguir intentándolo vez tras vez hasta lograr mejora, o quizás, hasta la salida. Esa esperanza puede ser la fortaleza que nos permita seguir viviendo y seguir luchando.

La esperanza también nos ayuda a entender que el pasado es solo un punto de referencia pero de ninguna manera es nuestro lugar de residencia. La esperanza nos lleva un paso más allá.

Volvamos a la botella y al náufrago. Cuando este escribe su mensaje de auxilio y lanza al mar su reclamo, ya comienza a sentir alivio. Y es interesante que cuando nuestro cerebro realiza que estamos tomando pasos para salir de una situación difícil, ya comienza el proceso de cambio en nuestro interior.

Hace años, visitando el museo de Louvre en París, me encontré con un cuadro enorme que caló hondo en mi percepción del valor de la esperanza. Se trata de un cuadro titulado ‘La balsa de Medusa.’ Es un lienzo de 15 pies de alto y 24 pies de largo del pintor francés Theodore Géricault en 1918.  Está colocado en una sala en la que puedes sentarte y contemplarlo.

La balsa de Medusa

Conocer un poco de su historia te cautivará. Cuando la fragata francesa “Medusa” con 365 pasajeros a bordo choca, por negligencia del capitán, con un banco de arena, comienza a hacer aguas. El capitán, sabiendo que el hundimiento era seguro, pide al carpintero que haga una balsa grande porque sabía que en la fragata no había suficientes botes salvavidas. La fragata se hunde el 2 de julio de 1816. El capitán prometió atar sogas desde los botes salvavidas a la balsa que esta ya tenía 147 pasajeros. Pero cuando vio que no podía avanzar arrastrándola, ordenó que cortaran las sogas y la balsa se fue a la deriva. Los náufragos estuvieron 27 días a merced del sol, la sed, la deshidratación, el hambre y finalmente el canibalismo. De los 147 que abordaron la balsa solo sobrevivieron 15.  Finalmente fueron rescatados por un barco que por casualidad pasó cerca. 

En la pintura, en sus distintos planos, se aprecian los perfiles del ser humano ante las circunstancias más difíciles. Trate de encontrar estos tres grupos. Le comento que he aprendido que los cuadros suelen leerse de izquierda a derecha, como los libros.

  1. Los que murieron por la desesperación y la falta de interés por la vida en el primer plano.
  2. Los que perdieron todo interés por la vida en un segundo plano.
  3. Los que sobreviven por no perder la esperanza en el último plano.
  • Estos sobrevivientes estaban convencidos de que en cualquier momento una nave vendría al rescate, aunque no lo veían venir, cosa que finalmente sucedió. Los que sobrevivieron fueron solamente los que no perdieron la esperanza

Pues bien, ¿a qué grupo pertenece usted? Piénselo bien antes de contestar amigo mío. Luego de pensarlo, diga en voz alta: “soy de los que no mueren. Soy de los que tengo esperanza.” Repítase eso TODOS LOS DÍAS DE SU ANGUSTIA y sobrevivirá. La esperanza nunca debe perderse, no tiene que perderse y no se perderá… aunque tengamos que colocar un mensaje de auxilio en una botella… y lanzarla al mar.

¡Auxilio! -Mensaje en una botella -Parte 3

CONTROLA TUS EMOCIONES

Si la situación es de por sí difícil, no la compliques, cálmate.

Ya lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo. Con todo, hay maneras de manejar nuestras emociones cuando enfrentamos problemas, especialmente los problemas que encontramos en el seno del hogar. Si no los manejamos apropiadamente, estas emociones pueden provocar mucho dolor en las personas que más amamos.

Por supuesto, si las cosas no van bien con nuestros hijos o en nuestro matrimonio, difícilmente podremos dejar atrás la sensación de miedo o ansiedad. Es imposible e incluso, poco saludable, tratar de controlar todas nuestras emociones de manera perfecta. No olvidemos que las emociones tienen su lugar y su valor. Tampoco olvidemos que no somos robots sino seres humanos de carne y hueso.

Es interesante que un estudio determinó que la emoción que dura más es la tristeza. En concreto, la tristeza, dura hasta 4 veces más que la alegría asi que muchas veces no nos queda más remedio que someternos al proceso de recuperación con resiliencia. Sin embargo, hasta los sentimientos más fuertes, como la tristeza, van a menguar con el tiempo y podremos continuar adelante, incluso, amigo mío, podremos recuperar la alegría de vivir. El tiempo puede ser un gran sanador, si se lo permitimos.

NUESTROS PENSAMIENTOS GOBERNARÁN NUESTRAS EMOCIONES Y NUESTRAS EMOCIONES PUEDEN GOBERNAR NUESTRAS ACCIONES

Mahatma Ghandi dijo: “Cuida tus pensamientos porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque formarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu Destino. Y tu destino será tu vida.”

Mahatma Gandhi.

De modo que ya no es un secreto, podemos mejorar la calidad de nuestros sentimientos si mejoramos la calidad de nuestros pensamientos y viceversa. Y de igual forma podemos mejorar nuestras acciones si estamos más atentos a nuestros pensamientos.

Recientemente el profesor John Bargh, sicólogo social de la Universidad de Yale y autor del libro “Before you know it” ha subrrayado, junto a otros colegas, la idea de “PRIMING” o “PRIMADO” en español. Este enfoque, que va tomando auge, enseña que nuestras palabras, emociones y conducta están entrelazadas de forma inconsciente en nuestro cerebro producto de lo que nuestros padres y nuestras vivencias nos han enseñado. Al estar en el subconsciente no nos percatamos de esos pensamientos hasta que los dispara alguna situación estresante.

Si nos esforzamos por controlar nuestros pensamientos, por ejemplo, evitando la cólera y la violencia y sustituyéndolos por emociones positivas como la paciencia y la razón, podremos controlarnos mejor y promover mejores soluciones. Mejores soluciones a nuestros problemas redundan en una vida más feliz.

Aplicando esto de forma práctica, no debemos tratar problemas cuando estamos enojados, molestos o incluso cuando sabemos que nos será difícil controlarnos. En vez de eso, podremos conversar con un hijo o incluso con un cónyuge cuando estemos calmados y tengamos pensamientos inclinados a resolver el problema. Esto con mucha más razón si tenemos grabados en nuestro subconsciente alguna mala experiencia con nuestros padres, hermanos u otros familiares durante los días de nuestra niñez. Si ellos resolvían los problemas con violencia y nosotros fuimos testigos de eso, hay una marca en nuestro subconsciente que no debemos revivir, porque nos hará daño.

Si nos esforzamos por conocernos mejor, evitaremos situaciones que disparen pensamientos, acciones y emociones que nos lleven a hacer algo que más adelante tengamos que lamentar.

EL EFECTO HULK

Hulk es un personaje de ficción de Marvel Comics. La mayoría de nosotros lo conocemos. Lo que le sucede al Dr Robert Bruce Banner se explica así: Después de una exposición accidental a los rayos gama durante la detonación de una bomba experimental, Banner se transforma físicamente en Hulk. La transformación ocurre cuando Banner está sometido a estrés emocional, a su voluntad, o en contra de ella, -lo que a menudo lleva a destrozos y conflictos que complican su vida. Es interesante que el nivel de fuerza de Hulk se transmite normalmente de forma proporcional a su nivel de ira. (Notas tomadas de Wikipedia).

Pensamientos junto con sentimientos van a provocar acciones. ¡Vigílalos!

Pues llamaremos el “efecto Hulk” a lo que nos sucede a todos los seres humanos que le damos rienda suelta a nuestra ira, cultivada por nuestros propios pensamientos descontrolados, que son capaces de convertirnos en mounstruos. Hulk no podía evitarlo, de eso dependen las Aventuras de los Avengers, pero en nuestro caso, que vivimos la realidad de la vida, si nos dejamos llevar por pensamientos y sentimientos negativos, podemos estar seguros de que terminaremos haciendo lo negativo, y eso, para añadir más dolor a la cuenta.

En conclusión, lanzar una botella al mar con un mensaje de auxilio no va a resolver nuestro problema. Puede parecernos que hemos hecho algo, pero en realidad, debemos esforzarnos por hacer más. ¡Todavía nos queda hacer lo más difícil! Enfrentar el veradero reto. Tenemos que trabajar con nosotros mismos. ¡Tenemos el poder para lograr más que simplemente esperar a que alguien venga al rescate! En realidad, está en nuestras manos. Siempre lo ha estado.

¡Auxilio! -Mensaje en una botella -Parte 2

Cuando nos sentimos desesperados ¿no nos gustaría poder escribir un mensaje de auxilio?

Cuando nos percatamos de que no tenemos salida nos desesperamos.

Todos buscamos soluciones a nuestros problemas y eso es lo que se espera. Se espera que utilicemos los recursos a nuestro alcance para ayudar a nuestros hijos, mantener vivo y estable nuestro matrimonio asi como las relaciones con nuestra familia y amigos. Todos tenemos problemas y no pretendemos que otros, que también tienen los suyos nos los resuelvan. Sin embargo, si el problema escala a un punto en el que nos hallamos desesperados ¿no pediremos ayuda?

En la primera parte de nuestro artículo vimos que sentirnos solos puede impulsarnos a buscar ayuda. Tal vez no estamos tan solos como el náufrago, completamente aislados, pero, puede que en efecto nos sintamos así. Y, hemos visto que pedir ayuda no es de débiles sino de sagaces, de personas que pueden ver venir el peligro y piden ayuda. No siempre es obligatorio mandar un mensaje de auxilio en una botella… pero como vimos en un caso de la vida real, a veces sí.

Pero, en nuestro caso, ¿es realmente necesario que echemos una botella al mar con un mensaje de auxilio? Muchas veces ni estamos solos ni estamos sin ayuda. Sin embargo, nos corresponde hacer algo, actuar, movernos con diligencia para localizar la ayuda que necesitamos. Recordamos la situación que vivió Curtis Witson y cómo utilizó su ingenio para no quedar atrapado. ¿No podemos hacer algo parecido nosotros?

En nuestras comunidades hay programas auspiciados por el estado e incluso por movimientos de comunidad que pueden darnos la ayuda que necesitamos. Muchos, si no todos, lo hacen de forma gratuita así que no hay excusa para que no busquemos ayuda.

Por supuesto, los programas locales gratuitos o no, no van a resolvernos el problema familiar de forma automática ni mágica, pero si nos aplicamos recibiremos una ayuda efectiva que beneficie tanto para nuestros hijos como para nosotros mismos. La compañia y experiencia de otros padres, las reuniones de motivación y las charlas para padres son herramientas útiles y disponibles que no debemos desaprovechar.

Si hacemos nuestro esfuerzo como padres y asumimos nuestras responsabilidades, no tendremos que enviar mensajes de auxilio en botellas llenas de desesperación y angustia.

Sin embargo, ¿recuerdas una de las tentaciones que puede suponer pedir ayuda? Acaso planeamos echarle toda la responsabilidad al que encuentre la botella con la nota de auxilio? Hay quien pide ayuda pero luego no mueve un dedo esperando que los demás le saquen de su dolor, su aislamiento o de las consecuencias de sus acciones. ¿Qué piensas tú que implica pedir ayuda?

¿Envías un mensaje de auxilio porque es lo más fácil y cómodo para ti?

Un ejemplo: “LA CARGA DEL HIJO PARENTAL”

La regla es diafanamente clara: papá y mamá asumen la responsabilidad del cuidado, educación, protección y desarrollo de sus hijos, hasta que ellos cuenten con la capacidad de hacerlo por sí mismos. Eso quiere decir que SOMOS LOS RESPONSABLES por el éxito o el fracaso de los nuestros y eso va a implicar esfuerzo, sacrificios y darles un modelo a seguir. Con lo anterior no queremos decir que debemos sentirnos culpables, lo que sí debemos aceptar es que somos responsables.

Cuando los padres no cumplen con sus deberes y son los hijos quienes tienen que responder por sus padres, se comete una falta grave que traerá consecuencias negativas y perjudiciales tanto para ellos como para sus hijos. Ha habido ocasiones en que incluso los padres recurren al consejo de sus hijos provocando lo que se conoce como “LA CARGA DEL HIJO PARENTAL”. El término se aplica a aquellos hijos que terminan haciendo la función de padres en el hogar. Son los responsables de sus hermanos menores y hasta llegan a convertirse en consejeros de sus padres.

Los jóvenes que asumen esta carga adoptan un comportamiento que no va acorde con su edad y los obliga a convertirse en adultos de un momento a otro, lo que afecta su desarrollo y en consecuencia su vida futura.

Los niños no deben asumir el papel de los padres como consejeros.

Martha Alicia Chávez, autora del libro “Tu hijo, tu espejo”, Editorial Grijalbo, afirma que contrario a lo que se podría suponer, este rol es una pesada carga para el hijo y no importa cuántos años tenga. El riesgo es que “en algún momento va a generar sentimiento de impotencia, ansiedad, tensión y resentimiento hacia sus débiles padres que le han impuesto semejante paquete”.

Entonces, por favor, pensemos bien y reconozcamos que no tenemos por qué lanzar una botella al mar con un mensaje de auxilio cuando podemos buscar ayuda y asumir nuestra responsabilidad. No estamos solos y no importa nuestra situación en casa, es posible mejorarla si ponemos de nuestra parte.

¡Auxilio! -Mensaje en una botella -Parte 1

¿En qué condición está una persona cuando se siente obligada a enviar un mensaje en una botella? ¿Qué escribirá en ese mensaje?

CUANDO NOS SENTIMOS COMPLETAMENTE SOLOS FRENTE A UN PROBLEMA.

Cuando nos sentimos solos y desesperados ¿buscamos ayuda? ¿Cómo y dónde?

Sentirnos o en efecto estar aislados, puede provocar una intensa angustia en nosotros. Si bien es cierto que todos necesitamos nuestros momentos de solitud, también es cierto que por naturaleza somos seres gregarios que dependemos de otros para vivir una vida plena y feliz. Pero cuando nos percatamos de que tenemos que enfrentar un problema y nos sentimos solos, en ese momento el pánico se apodera de nosotros y hacemos lo que sea necesario para recuperar nuestra confianza y equilibrio.

Es entonces cuando se nos ocurre que la solución puede estar en enviar un mensaje de auxilio con la esperanza de que alguien, en alguna parte y de alguna manera lo reciba y nos ofrezca la ayuda que necesitamos. Claro, al hacerlo hay que reconocer que podemos caer en algunas tentaciones.

  • La tentación de pensar que ya hemos hecho todo lo necesario.
  • La tentación de pensar que solo hay que esperar.
  • Sentir que alguien, de alguna forma nos va a sacar del problema

¿Ha estado usted en una situación desesperada alguna vez? Tal vez no como náufragos en una isla desierta, rodeados por tiburones, pero, en sentido emocional ¿Se ha sentido como ese náufrago que se da cuenta de que no tiene escapatoria.

Sentirnos “pillados” y solos en sentido emocional es una de las situaciones más duras que podamos enfrentar. En esos momentos ¿Pediremos ayuda?

Y cuando hablamos de soledad no estamos hablando de no ver a nadie a nuestro alrededor, como lo experimentaría el náufrago. Sabemos que podemos estar rodeados de personas, incluso de seres amados y aún así sentirnos solos. Demasiadas veces, rodeados por otros, nos sentimos sin salida frente a una situación para la que no hallamos solución. ¿Será posible enviar un mensaje de auxilio… aunque fuera en una botella?

Recientemente el periódico Washington Post en su edición del 9 de septiembre de 2019 relata una historia inspiradora que nos ayuda a apreciar que todavía hoy, es posible enviar un mensaje en una botella y encontrar ayuda. Les contaré:

Curtis Whitson es un excursionista de experiencia que ama la aventura. Lo que le sucedió fue poco común. Curtis es un hombre de 44 años que excursionaba con su novia Krystal de 36 y su hijo Hunter de 13 años en un área aislada por el estrecho Arroyo Seco en California. Ya habían disfrutado de varios días de excursión cuando Curtis sintió que el estómago le daba vueltas al darse cuenta de que estaban atrapados en el área de una cascada de 40 pies de alto y sin manera de poder bajar. Había estado antes allí y sabía que había una soga para hacer “rápel” pero la soga ya no estaba y contaba con ella para bajar. Sin ella era imposible bajar por la empinada pared. ¡Estaban atrapados!

Aunque llevaban sus celulares no había servicio en esa remota zona. Se dieron cuenta de que necesitaban desesperadamente un plan de escape. Sabiendo, que le tomaría días a cualquier cuadrilla de rescate llegar donde ellos estaban, a Curtis, se le ocurrió la idea de utilizar su botella de agua y rayarle la palabra HELP! a cada lado. Entonces, tomó un pedazo de papel con los detalles de dónde estaban y la fecha de Junio 15, 2019. Puso la nota dentro de la botella y la lanzó por la cascada abajo. Ahora solo les quedaba orar y esperar.

Esta fue la botella que usó Whitson para pedir auxilio.

Sorprendidos, cerca de la medianoche, escucharon la voz de un autoparlante que les decía: “Este es el equipo de busqueda y rescate -¡ustedes han sido hallados! ¡Manténganse allí y en la mañana regresaremos por ustedes!” A Whitson le parecía increíble que su mensaje en aquella botella fuera hallado tan pronto y menos que el rescate pudiera realizarse en solo unas horas más de espera. ¡Que alegría!

A la mañana siguiente Whitson nos dice: “estábamos profundamente dormidos cuando sentimos al helicóptero de rescate sobre nuestras cabezas”. Nos lanzaron una línea de seguridad y uno a uno nos rescataron. Todo el proceso se había concluído cerca de las diez de la mañana.

El piloto Joe Kingman es un rescatista de 23 años de experiencia pero dijo que nunca antes había rescatado a alguien que hubiese enviado un mensaje de auxilio en una botella.

(Próximamente busca la segunda parte de este artículo. Por favor, deja tus comentarios aquí mismo en Komosabe.com)

¡Los cambios vienen acompañados!

Todos enfrentamos cambios en la vida, especialmente en estos tiempos de muchas y variadas exhigencias. Aunque la mayoría de nosotros reconocemos eso, no todos los manejamos con igual éxito. No tenemos que deprimirnos ni sentirnos incompetentes, eso sí, tenemos que aprender que los cambios, vienen acompañados.

Hasta que los cambios no me afectaron a mi personalmente no comprendía yo todo lo que pueden traer consigo. Ahora que la vida me ha enseñado que debo adaptarme a cambio tras cambio es que me doy cuenta que hasta el más mínimo cambio trae su secuela. Esa secuela, en ocasiones, resulta ser de mayor reto que el cambio mismo. Veamos varios ejemplos.

Cuando nos hacemos camino también abrimos espacio para lo inesperado.

EL RETIRO

Trabajamos toda la vida con la conciencia de que, si somos dichosos, algún día podremos retirarnos. Algunos toman precauciones económicas, otros de salud y todavía otros toman en cuenta el clima y el costo de vida. Todo eso está muy bien pero cuando la hora del retiro llega, nos sentimos como la cucaracha que se ha metido en el baile de las gallinas. ¡Hay que buscar como salir con el menos daño posible!

Olvidándonos de todas las alabanzas que hacen los comerciales y los comerciantes sobre el retiro, la realidad es que cuando llega, hay que, para empezar, buscar en qué ocuparnos el tiempo. Eso no lo vimos venir con tanta claridad como cuando nos llega la hora del retiro, pero es uno de sus fieles acompañantes. Sobre eso, tampoco calculamos con lusidez las fuerzas limitadas, las facultades en retroceso y en ocasiones, tener que enfrentar la vida en solitario. Los que acompañaron al dichoso retiro, al final, resultaron ser peores compañías que el retiro mismo.

LAS MUDANZAS

Lo imprevisto en las mudanzas puede desanimarnos.

Ya sea por propia selección, por trabajo o por invitación, pensamos que la mudanza, aunque sea un ajuste, no va a ser tan difícil que otras personas nos han dicho. Nuevamente nos olvidamos que los cambios no vienen solos y que la compañía puede sorprendernos más que el cambio mismo.

Por ejemplo, no tomamos en cuenta que cuando cerramos la puerta de nuestro nuevo hogar nos sentimos extraños y nos percatamos de que estamos solos. No es solo saberlo sino lo que se siente al saberlo. Por un par de semanas logramos entretenernos con las películas de Netflix pero el golpe que acompaña al cambio va a llegar en algún momento del proceso con vacíos, nostalgia y ansiedad. Eso, si es que encima de la mudanza tenemos que enfrentar un cambio de cultura, de ambiente -que no necesariamente fue para mejorar. No es la mudanza el problema, el problema es lo que la acompaña que no pudimos calcular de antemano al momento de hacer la decisión.

LAS ENFERMEDADES

Las enfermedades pueden ayudarnos a apreciar lo que antes dabamos por sentado.

Cuando nos enfermamos hacemos nuestros mejores esfuerzos en recuperarnos lo antes posible. Buscamos las mejores alternativas médicas y el mejor centro de salud que nos permitan nuestras circunstancias. Tratamos de ser positivos y tomamos fuerzas por nosotros y por los que nos aman, que están a nuestro lado y nos ofrecen palabras animadoras. Lo que no sabemos es lo que acompaña a la enfermedad. ¿Te has dado cuenta de que la enfermedad también viene acompañada?

Cuando el cardiólogo me visitó en la unidad de intensivo del hospital me preguntó si estaba consciente de lo que me había sucedido. Me dijo que había superado un infarto masivo y prolongado. Recalcó que era un hombre muy afortunado. Estoy convencido de eso, pero de lo que no estaba consciente era de que un ataque al corazón no viene solo sino que trae una retahila de acompañantes.

En los Estados Unidos muere una persona cada 40 segundos de un ataque al corazón.

Horarios, medicinas, revisiones médicas, ejercicios diarios y la conciencia de que no puedes hacer lo mismo que antes. Y que además, todas esas medicinas traen, por el ladito, sus consecuencias negativas, entre ellas los costos de los efectos secundarios. Son a estas cosas a las que también tienes que adaptarte, y eso, si estás entre los dichosos que sobreviven un ramalazo como ese.

TUS FORTALEZAS

Amigos nuevos y viejos junto a familiares amados pueden hacernos mucho bien.

Frente a cualquier cambio toma en cuenta tus fortalezas. Son las mismas que muchas veces damos por sentadas, incluso las que en ocasiones nos quitan el sueño o provocan disgusto o ansiedad. Nos referimos a la familia y a los amigos. En estos dos grupos hay una gran fortaleza que no debemos desperdiciar ni soslayar. Mantengamos estos lazos fuertes y vivos puesto que son el refugio provisto para tiempos de dolor, frustración, ausencia y soledad.

Es verdad que necesitamos fortalezas espirituales en nuestra lucha por adaptarnos a los cambios pero en vista de que somos carne y sangre, tampoco debemos ignorar las fuerzas que otros seres humanos pueden darnos, especialmente la que pueden darnos los que han pasado por circunstancias similares a las nuestras.

Por lo tanto, hagamos nuevos amigos, renovemos viejas amistades, fortalezcamos los lazos familiares y estos juntos, podrán ayudarnos a reconocer y a superar lo que viene acompañado a los cambios de la vida.

¡No llegues tarde!

Esa era la advertencia que me daban en casa todas las mañanas. Con el paso del tiempo, esas palabras se grabaron en mi conciencia. “¡No llegues tarde!”

Sí, llegar temprano o llegar tarde es un asunto diario. Como una puntada pequeña logra unir las piezas de una fina prenda de vestir, de igual modo, llegar temprano a la escuela, a una reunión o al trabajo es un componente importante del buen hacer. Nos crea una reputación y refuerza en los demás la idea de que nos interesa la reunión, el trabajo o la escuela. ¿Acostumbras tu a llegar temprano?

¿CUÁN TEMPRANO ES TEMPRANO?

Entre quince y veinte minutos es temprano y perfecto para estar tranquilo y ubicado. Es tiempo suficiente para ir al baño, mirarse en el espejo a ver si estamos bien compuestos o incluso para tomarnos una tacita de café antes de la actividad planificada. Si por alguna razón, tal vez por causa de la transportación, tenemos que llegar temprano con más tiempo disponible, entonces, debemos llevar un libro o alguna actividad que nos mantenga ocupados hasta que llegue la hora.

Estoy de acuerdo que estar sentado, sin hacer nada, una hora antes de una cita, es fatal para nuestro estado de ánimo. Lleguemos temprano pero no DEMASIADO temprano.

SUGERENCIAS PARA LLEGAR TEMPRANO

Legar temprano no solo tiene que ver con el hoy y el ahora sino también un poco con el ayer. Sí, llegar temprano comienza la noche anterior.

  • Es buena práctica acostumbrarnos a repasar la ropa del día siguiente y tenerla lista la noche antes. Ponernos a repasar la ropa que vamos a llevar al trabajo o a una cita la misma mañana del evento tendrá como resultado final, ¡llegar tarde! Y lo mismo tiene que ver con el equipo que necesitamos llevar. Si son documentos deben estar ordenados y listos la noche anterior. Si llevaremos un maletín, el momento de arreglarlo no es en la mañana sino la noche anterior.
  • Si vamos a necesitar el automóvil el momento de echarle combustible no es en la mañana cuando el tráfico es complicado y las gasolineras están atestadas. Otra vez, antes de llegar a casa, el día antes, es el momento de echar combustible.
  • Si vamos a necesitar de transportación pública debemos tomar en cuenta los horarios del tren o el autobús. En muchas ciudades estos servicios son bastante puntuales y confiables por lo que podemos depender de ellos.
  • En mi caso, prefiero levantarme unos minutos más temprano y prepararme un desayuno rápido pero casero. Es, sin duda, más saludable y mucho más económico. Sin embargo, si vas a hacer esto, esegúrate de no estar vestido con la ropa de salir porque si no, vas a tener perfume de tocino con huevos fritos… una fragancia nada recomendable para ir a la escuela, al trabajo o a una junta.

APLÍCATE Y APRENDE

Hay quien nunca aprende a llegar temprano y crea una fama de “everlate” bien ganada. Aunque muchas veces no se les dice de frente, pierden la confianza de amigos, patronos y clientes. ¿Puede cambiarse una mala costumbre tan arraigada? ¡Por supuesto que sí! Reconocido es que no será fácil pero sí posible. Sin embargo, no vamos a eliminarla con simplemente DESEAR llegar temprano.

Pensemos en las implicaciones de llegar tarde. Pensemos en el mensaje que transmitimos y veremos que es cualquier cosa menos positivo:

  • FALTA DE APRECIO POR EL TIEMPO DE LOS DEMÁS
  • FALTA DE INTERÉS EN LA ACTIVIDAD A REALIZARSE
  • FALTA DE ORGANIZACIÓN PERSONAL
  • DEMUESTRA POCA ESTIMA PERSONAL
  • DERRUMBA LA CONFIANZA

Cualquiera de las anteriores, por sí misma, deja mucho que desear. De manera que llegar temprano pone dinero en el bolsillo, coloca afecto y aprecio en el corazón y mejora nuestra estima personal y la confianza que otros puedan dispensarnos. Mucho bueno, nada malo.

De manera que si somos cabezas de familia, maestros, vendedores, abogados y hasta doctores, nos irá mejor, mucho mejor, si somos de los que nos repetimos a diario la misma consigna: ¡No llegues tarde!

Cuando damos la mano transmitimos un mensaje.

Estemos conscientes o no, todos transmitimos un mensaje cuando le damos la mano a otra persona. ¿Qué mensaje transmites tu?

Todos queremos dar una impresión favorable cuando saludamos a un amigo o nos introducen a alguien. Esa buena impresión comienza con la forma en que estrechamos la mano. ¿Es demasiado fuerte la presión que ejercemos en la mano de la persona? ¿Es excesivamente débil? ¿Tenemos las manos secas? ¿Les empujamos hacia nosotros? ¿Cuál debe ser la posición de nuestra mano? Si nos ponemos a pensar en cada uno de estos puntos podremos causar, de forma natural, la mejor impresión posible.

TUS MANOS DEBEN ESTAR SECAS

Tener las manos mojadas no causa una impresión favorable en nadie, a menos que por supuesto todos estemos en la playa, dentro de la piscina o en el sauna.

Cuando bebas, tanto en un vaso como en una lata, ten por costumbre tomar una servilleta y de esa forma tus manos se conservarán secas.

Hay personas que tienen problemas con sudoración excesiva. Esta condición se conoce como hiperhidrosis palmar y se produce a causa de una sobre estimulación del sistema nervioso. Es una condición heredada en unos casos y en otros puede deberse a la ansiedad. He tenido amigos, de ambos sexos, que han luchado con este problema y han encontrado algunos remedios, que aunque no solucionan el problema en su totalidad, ofrecen alivio.

 Bicarbonato de sodio: disuelve un poco en agua caliente y sumerge las manos por diez minutos. Tus manos quedarán secas. 

: es un excelente controlador del sudor y un buen desodorante. Hierve un vaso de agua y ponle 5 bolsitas de té. Cuando aún esté tibio, sumerge las manos en él unos diez minutos.

EQUILIBRA LA PRESIÓN DE TU MANO CON LA PRESIÓN DE LA OTRA PERSONA

Una mano floja no transmite confianza ni sinceridad.

Si presionas en exceso transmites una actitud prepotente y si presionas poco dejas la impresión contraria, que eres flojo o floja. Entonces ¿cuál es la presión apropiada? La que equilibre la de la otra persona. Al principio quizás te cueste más concentrarte en esto pero, con la práctica, llegará a ser algo automático.

Cuando la presión que se ejerce es equitativa, transmitimos un mensaje de igualdad, de estar a la misma altura, de ser iguales. No importa su posición nunca quieres dar la impresión de que te consideras mejor, superior o más fuerte que la otra persona. Tu quieres generar simpatía y no arrancar con una actitud de competencia.

NO EMPUJES A LA PERSONA HACIA TI NI HACIA ELLA

Seguramente alguna vez te has encontrado con esos tipos que te quieren empujar hacia ellos, tal vez para presumir. Otros puede que te empujen hacia atrás como quien dice: “amigos pero a la distrancia,” de seguro que no te deseas identificar ni con uno ni con otro.

Con los dos pies bien puestos sobre la tierra evita empujar. Ofrece un saludo cordial con mano abierta, amplia sonrisa y equilibrio. De hecho, quien hace eso al saludar no se gana nuestra confianza para nada.

SALUDA CON LA MANO ABIERTA Y CON EL PULGAR HACIA EL CIELO

Dar un saludo con la mano hacia abajo sugiere que se esconde algo. La mano abierta con el pulgar hacia el cielo ilustra a la persona abierta y sincera que ofrece un saludo sin pretensiones.

Dar la mano es una de las actividades más rutinarias de nuestra jornada diaria. Con todo, por medio de un buen estrechón de manos podemos transmitir emociones y sentimientos positivos que serán un haber en asuntos de negocios y de relaciones humanas en general. Darle un poco de atención nos beneficia a todos. ¿Sabes por qué? Porque cuando damos la mano, ¡transmitimos un mensaje!

¿Se puede superar la tartamudez?

Aunque algunos piensan que la tartamudez o disfemia es un problema sin solución, la realidad es que puede superarse con esfuerzo de parte del tartamudo y la ayuda de un terapista, un familiar, o ambos. No son pocos los tartamudos y tampoco es un problema reciente. Se estima que hay sobre 70 millones de tartamudos en el mundo. Es probable que tu, estimado lector, conozcas a algunos. ¿Qué es la tartamudez?

El tartamudo puede sentirse alejado de todo y de todos.

¿Qué es la tartamudez realmente?

La tartamudez es un problema de coordinación motora del habla. Se caracteriza por disfunciones involuntarias del habla que suelen ir acompañadas de tensión muscular, por lo general, en la cara y el cuello. Por supuesto, provoca mucho estrés y en ocasiones promueve un espíritu tímido o introvertido en quien la padece.

Comentarios de algunos tartamudos:

“Algunos caemos en esta situación producto de un trauma o situación que nos afecte emocionalmente. Pudiera ser el divorcio de nuestros padres, un accidente o como en mi caso, la mudanza repentina a un país desconocido.” Otro dice: “La escuela es el peor lugar donde un tartamudo quisiera estar de modo que para mi, cada día era peor que el anterior y cuando trataba de superar el impedimento y me ponía nervioso más parecía adueñarse de mi la disfemia.” Continúa diciendo: “ese impedimento fue moldeando mi personalidad de adolescente de forma negativa haciéndome más y más introvertido y minimizando día a día mi estima personal. Los compañeros de escuela se burlaban de mi y tartamudeaban a propósito mientras yo iba cohibiéndome de hablar por temor a las burlas.”

En mi caso, cuando tenía unos catorce años, ya padecía de una disfemia aguda. Un buen día mi madre me preguntó: “-¿por qué cantas sin tartamudear?” Le contesté que no tenía idea. Me explicó que los científicos dicen que cuando cantas se activa una parte del cerebro que evita temporalmente los problemas de las zonas que se activan durante el habla. Entonces me dijo: “si tu modulas la voz, como cuando vas a cantar una canción, verás que no tartamudeas”. No me parecía una solución real pero al intentarlo me di cuenta de que mi madre tenía toda la razón. Seguí practicando el método, primero en privado y luego en público y para mi sorpresa, ¡funcionó!

A esta práctica incorporé, por sugerencia de ella también, ejercicios de relajación, respiración, vocalización y articulación hasta que la tartamudez fue quedando en el pasado. Interesante que al haber sido tartamudo me he hecho más consciente del privilegio de poder utilizar las palabras de un modo que pueda edificar a los que me escuchan.

Confieso que, debido a mis antecedentes, cuando me asocio por algunas horas con un tartamudo, tengo que volver a repasar algunas de las técnicas ya mencionadas, pues a veces siento que si me descuido, la disfemia pudiera regresar.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer cuando nos encontramos con un tartamudo? ¿Cómo debemos reaccionar? A continuación te ofrezco algunas sugerencias que, al aplicarlas, puede ayudarte a disfrutar del compañerismo de una persona tartamuda, de cualquier sexo o edad.

Escucha lo que dice con respeto y atención. El tartamudo se dará cuenta si lo ignoras o no le prestas atención.

Se paciente, no trates de completar las palabras en las que parece trabarse indefinidamente. Dále el tiempo que necesite para expresar su pensamiento.

Háblale de forma natural y normal. Ellos no tienen ningún problema para entender lo que se les dice.

No trates de darles consejos sobre el habla, o su problema, a menos que te pregunte o solicite tu ayuda. Si se sienten, como realmente son, personas normales e inteligentes como cualquiera de nosotros, apreciarán mucho tu amistad.

Tratar a otros como te gusta que te traten te ayudará a tener buenos amigos.

Hoy por hoy hablar en público y poder exhortar o animar a mi auditorio me produce un gran gozo. Pienso que muy pocos, si acaso algunos, de los que me conocen pudieran pensar que alguna vez yo también fui tartamudo. De manera que a la pregunta de si puede superar la tartamudez, la respuesta es un rotundo “Sí”, “¡Sí se puede!”

La autoestima de nuestros hijos -conclusión.

Entre las características de la persona que goza de una saludable autoestima, se encuentra la forma en que percibe su propiedad personal, la forma en que toma sus decisiones y el mecanismo que utiliza para tomarlas. Estos tres puntos se discutirán a continuación. La idea es poder transmitir y reforzar estos conceptos en nuestros hijos para ayudarlos a edificarse una autoestima sana.

La autoestima saludable contribuye a que tengamos buenas relaciones
con otras personas.

1. La persona con una autoestima saludable cuida sus cosas, no las maltrata ni las abandona.

Las mantiene en buenas condiciones. La razón por la que lo hace es porque aprecia lo que tiene, no porque ame lo que tiene, como tal vez lo haría la persona materialista, sino porque sabe que las cosas tienen un costo y un valor y se respeta a sí mismo cuando no las desperdicia ni las abandona.

Podemos y debemos ayudar a nuestros hijos a construír su autoestima ayudándolos a valorar sus posesiones. Así que lo que tenga que ver con lo que posee debemos inculcarles que debe cuidarse, limpiarse y ordenarse. Acostumbrarse a andar entre cosas sucias, maltratadas y desordenadas es la herrumbre de la propia estima.

Mantener su propiedad limpia y ordenada tendrá
un efecto en su autoestima.

2. Poder tomar decisiones propias de la edad fortalece la estima de un niño o de un joven.

Cuando tenga que tomar decisiones según su edad, debemos permitirles un grado de libertad personal para que lleguen a sus propias conclusiones.

A medida que un niño va desarrollándose debe ir aprendiendo a tomar decisiones. Algunas pueden ser muy sencillas pero poco a poco el joven va desarrollando su personalidad y su carácter. Permitirles tomar sus propias decisiones de forma paulatina, sin crítica, va capacitándoles y fortaleciendo su estima.

Tal vez a usted le gustaría que el muchacho llegue a ser un atleta profesional pero a él no le gusta el deporte ¿Qué haremos? Respetemos su individualidad y permitámosle desarrollarse en lo que le gusta a él. Pregúntele sobre asuntos cotidianos y escuche sus opiniones y sus puntos de vista. Respete sus gustos aunque no coincidan con los suyos.

No juzgues mis decisiones sin entender mis razones.

3. El mecanismo que utiliza para tomar sus decisiones.

Claro, con cada decisión el niño y luego el joven aprenderá que hay consecuencias. Esas consecuencias, que pueden ser más o menos desagradables le enseñarán por sí mismas. Con todo, es mejor que tome sus decisiones y aprenda por sí mismo que obligarlo a tomar las nuestras. El debe saber qué cosas ya puede decidir y qué cosas no. A medida que crece es nuestro deber encargarnos de que sepa sus límites. Pero además de esto, algo importante que debemos observar es el mecanismo que utiliza para tomar sus decisiones.

Si la razón es para agradarnos a nosotros, aunque nos complazca, no es la mejor razón. El o ella deben estar convencidos de razones más profundas y menos temporeramente ventajosas. ¿Qué sucederá el día en que ya no podamos decirles qué hacer? ¿Por la voluntad de quién se guiarán? Tampoco la razón debe ser por temor al castigo. Hay muchas malas decisiones que no tienen castigo y no por eso son recomendables. Menos sabio es que aprenda a tomar decisiones sobre lo que los amigos piensan o le incitan a hacer. Esto es lo peor. Entonces, ¿sobre qué base toma decisiones nuestro hijo? Debería ser sobre la base de los principios que les hemos enseñado. Deben aprender a decidir sobre valores sólidos, no sobre el gusto, el placer, la conveniencia, o la opinión popular. Un mal mecanismo en la toma de decisiones será fatal, a largo plazo, para su autoestima.

Por otro lado, una autoestima saludable les conduce hacia el éxito en la vida hogareña, en la escuela y en su vida diaria. Cada etapa, la niñez, la adolescencia y luego la vida de adulto es un verdadero reto, tanto para el muchacho como para nosotros sus padres. Como si esto fuera poco, enfrentamos el reto de que cada muchacho es diferente y tiene distintas actitudes, aptitudes y formas de verse y entenderse a sí mismo. ¡Que trabajo tan difícil y a la vez qué trabajo tan recompensador, si tiene un buen final!

Mientras estén en casa tratemos de comprender por qué hacen lo que hacen y guiémosles, sin hacer comparaciones, sin tratar de vivir sus vidas, sin controlar cada movimiento, pero a la vez, esforzándonos por darles el mejor ejemplo. Todos esos elementos juntos, fortalecerán y refortalecerán su propia estima. ¡Adelante! ¡Siempre adelante!

La autoestima y nuestros hijos (II)

Seguramente la vida nos ha enseñado que no podemos dar lo que no tenemos. Y es cierto que si nuestra estima personal es pobre, nos será muy difícil inculcar en nuestros hijos una autoestima sólida. Con todo, debemos esforzarnos por evitar que reflejen nuestras debilidades y flaquezas de personalidad. Queremos que ellos sean mejores que nosotros, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué puede ayudarnos? Vigilar nuestras malas tendencias para evitar transmitirlas. Si lo logramos, es probable que nos demos cuenta de que nuestros hijos pueden ayudarnos muchísimo a ser mejores personas. Les ofrezco algunas ideas:

TENGA CUIDADO CON LAS CRÍTICAS

Si inundamos a nuestros hijos con críticas, poco a poco, se alejarán de nosotros y lastimaremos su estima personal.

De vez en cuando, escucho hablar de la llamada “crítica constructiva” y pienso que es un término inexacto. Me parece más un disfraz que una realidad. Para empezar, la crítica siempre es y será crítica. Hay que tener cuidado con tratar de disfrazarla haciendo sentir peor al objeto al cual deseamos ayudar. Es como una espada de dos filos. Corta en ambas direcciones. Te afecta a ti y afecta a la persona que deseas ayudar porque te estás introduciendo de la forma equivocada.

La crítica por su naturaleza es destructiva no constructiva. ¿Entonces? Pues evita la palabra crítica por la palabra “consejo”. Puedes usar también la palabra “sugerencia”, incluso puedes decirle que quieres dejarle algo en qué pensar, pero lo que tenemos que hacer, debemos hacerlo con sinceridad y sin necesidad de herir, humillar o dar la impresión de que sabemos más.

Si deseamos ayudar a alguien, y en particular a nuestros hijos, ellos tienen que estar convencidos de que estamos de su lado y queremos ayudarlos a mejorar. Si no lo están, la llamada “crítica constructiva” seguirá siendo tan solo una vulgar crítica, dolorosa e indeseada.

Si nos la pasamos dando esas famosas “críticas constructivas” el santo día, llegará el momento en que nos convertiremos en padres insoportables que no encuentran nada que elogiar. Sentiran que nunca son lo suficientemente buenos para nosotros. Transmitiremos la idea incorrecta.

Yo le recomiendo, estimado lector, tener mucho cuidado con las críticas. De hecho, la mayoría son innecesarias en la vida familiar. Si algo no está bien y debe correjirse, haga eso y ya está. No obstante hágalo de la manera correcta y de la forma menos dolorosa posible. Comience por reforzar lo bueno, hable de tal forma que edifique a su familia y muy en especial a sus hijos en todas sus etapas de inseguridad. No grite. No aconseje cuando esté irritado. Refuerce los valores y fortalezca las rodillas de sus hijos de modo que puedan enfrentar los difíciles.

Le invito a implantar en su casa “el día de no criticar.” Ayude a toda su familia a que por 24 horas ningún miembro de la familia diga nada negativo DE NADIE, familia o no. Si lo logran van por buen camino. Si no lo logran, trabajen juntos en eso y pronto el ambiente familiar será mucho más agradable.

¡SEAMOS UN BUEN MODELO PARA NUESTROS HIJOS!

Nuestros hijos tienen su mirada en nosotros, tanto como nosotros la tenemos en ellos. Sin embargo, nosotros somos los padres y eso implica que cargamos con una mayor responsabilidad. ¿Ven ellos en nosotros algo que imitar? Y no pretendo complicar las cosas ni entrar en zonas filosóficas. Lo que mencionaré a continuación es sencillo, práctico y algo que está a nuestro alcance. Son solo tres puntos que están en nuestras manos aplicar y que nuestros hijos van a imitar casi automáticamente. Si lo hacen, nuestra propia autoestima mejorará y sin dudas, también mejorará la de ellos. Veamos:

Cuide su salud.

Si cuidamos nuestra salud nuestros hijos van a poder imitar algo valioso que les ayudará toda su vida. No coma en cualquier lugar, no coma cualquier cosa ni coma a cualquier hora. Esté consciente de que es importante conservar la salud. Por favor, no haga disparates ni se arriesgue innecesariamente. No le haga daño a su cuerpo. No lo marque, no lo abuse. Sea una persona limpia. ¡Cuídese!

Su hijo imitará toda su vida el ejemplo que le dé en cuanto a cuidar su cuerpo.

Cumpla sus promesas.

Si prometemos algo, debemos cumplir con lo prometido. Nuestros hijos pueden imitar eso y les damos algo que respetar e imitar. Ellos entenderán si sucede algo que nos haga imposible cumplir con lo prometido, pero, no olvidarán promesas dolorosamente incumplidas. ¡Las falsas promesas destruyen la autoestima de nuestros hijos, y la nuestra!

Respete a todas las personas.

¡Sea genuino! No diga frente a la persona: “-este hombre es mi mejor amigo.” Pero cuando se va la persona, usted le dice a su familia “-ese tipo es un idiota”. ¿Qué estamos haciendo? Nuestros hijos se dañan con actitudes de esta clase. Les transmitimos la idea de que está bien decir una cosa y sentir otra. Destruimos nuestra palabra, nuestra amistad y nuestra propia autoestima. Nuestros hijos nos ven, nos escuchan y terminarán imitándonos.

Por el contrario respetemos a todas las personas y nunca les robemos su dignidad, de frente o de espaldas. Si respetamos a otros tenemos una estupenda base para ayudarlos a hacer lo mismo. José Martí, el famoso poeta cubano dijo: “Honrar, honra.” ¡Que dos palabras tan bien combinadas!

La hipocresía arruina nuestra autoestima y la de nuestros hijos pues los desmoraliza, a ellos y a nosotros mismos.

Sí, es cierto, no podemos dar lo que no tenemos, de modo que si queremos cumplir bien con nuestros privilegios y responsabilidades de padres, ¡debemos mejorarnos como personas!

Creo que esa es una de las bendiciones y uno de los retos más grandes de ser papás. Nuestros hijos nos ayudan, de formas directas e indirectas, a ser mejores personas, mejores seres humanos. Al principio lo hacemos por ellos, pero, al hacerlo, casi sin darnos cuenta, ¡mejoramos muchísimo nuestra propia autoestima!