¿Dejamos que aprendan?

La clase se desempeñaba bien como de costumbre. En esta ocasión tenía diez padres que se convertían en mis estudiantes por unos cuarenta minutos. Era un grupo encantador de hombres y mujeres muy amables y ansiosos por descubrir en qué podrían mejorar como padres. Nada fácil tomando en cuenta que sus hijos son muchachos problemáticos.

Clases para padres.

Llegó el momento en el que nuestra lección nos permitía comentar sobre modos de disciplina que pudieran ser necesarios. Podríamos comentar en qué puntos estábamos de acuerdo y en qué punto no. También se podría hablar sobre si alguno de los aspectos presentados pensaban ellos que sería más difícil o hasta impráctico en la situación familiar individual de cada uno.

Caso número uno: Permitirle llegar tarde a clase.

Dejar que nuestros hijos enfrenten sus malas decisiones puede ponernos los nervios de punta, sin embargo, muchas veces es lo único que les ayuda a reaccionar. Es cierto que nuestro sentido de protección nos da un toque de alarma pero, estos padres piensan que hay que aguantarse las ganas de estar sobreprotegiéndolos.

Si quiere dormir más tiempo y llegar tarde a clase, incluso sin desayunar, puede que esto le ayude a comprender que sus actos tienen un costo y ese costo no es de pago fácil ni agradable. Al llegar tarde es probablemente tenga que enfrentar alguna disciplina escolar.

Caso número dos: Quitarle privilegios, como por ejemplo, quitarle el teléfono.

Sabemos que una de las cosas que más aprecian los jovenes son sus tabletas, sus teléfonos y sus computadoras. Pues estas mismas cosas puedieran ser utilizadas para transmitir el concepto de orden y disciplina.

Tal vea suprimir, por algún tiempo, alguno de estos equipos, o todos a la vez, transmita al joven que su conducta no es apropiada y que por lo tanto debe cambiarla.

El teléfono celular, la tableta o la computadora pueden ser elementos útiles de disciplina.

Uno de los padres comentó que ha llegado a quitarle el teléfono, a uno de sus hijos, por un año completo. Eso me hace pensar que en algunos casos quitarle el celular por una o dos semanas no resulte suficiente disciplina, en el caso de algunos muchachos. Con todo, si se toma una decisión y se le informa al muchacho, debemos cumplir con ella. Amenazas no cumplidas son solo estímulos para la desobediencia. No caigamos en este error.

Caso número tres: Permitirles dormir afuera por llegar tarde a casa.

Ante esta forma de disciplina varios padres comentaron que para ellos fue la más dura. No es fácil aplicarla y saber que el muchacho está durmiendo bajo las estrellas en el patio de la casa. Pregunté cuántos habían tenido que aplicar esta forma extrema de disciplina y me sorprendió la cantidad de padres que se habían visto en la necesidad de aplicarla por causa de la desobediencia de sus hijos de llegar a la hora que les parecía bien, incluso a altas horas de la madrugada.

Que tenga que dormir en el auto es una alternativa que pudiera enseñarles la lección.

En algunos casos, esta forma de disciplina funcionó y en otros no. Quisiéramos tener una fórmula que funcione al 100% pero cada muchacho reacciona de diferente forma ante la misma disciplina. Eso queda claro de forma que no estamos sugiriendo que cada padre aplique la misma forma de disciplina, ni al mismo grado, ya que cada situación y cada muchacho reacciona de forma distinta.

Caso número 4: Eliminar la puerta de entrada a su habitación.

Uno de los padres comentó que tuvo que hacer esto en vista de que su niña traía muchachos a su casa y se encerraba en su cuarto. Al enterarse de lo que sucedía decidió quitarle su privacidad. Para mi sorpresa, otros padres habían hecho lo mismo por distintas razones.

¿Habrá que quitarle privacidad?

Algunas de estas medidas pueden parecer extremas y con todo y eso no siempre funcionan como nos gustaría. Por eso, estimado lector, es importante comenzar a inculcar reglas y patrones de conducta desde que nuestros hijos son pequeños. En vez de mimarlos y permitirles hacer lo que quieran, inculquemos valores desde temprano. Profundizar en sus mentes jovenes valores que pudan ser superiores a la palabra o a las ordenes de papá o mamá estarán toda la vida con ellos, incluso cuando llegue el día en que ya nosotros no estemos presentes. ¿Enseñamos esos valores desde temprano?

Los buenos hábitos se inclulcan estando presentes y dedicándoles tiempo.

Si nos olvidamos de hacerlo, tendremos que dejar que nuestros hijos aprendan de la forma más difícil. Ese camino no será un camino sin espinas. Claro, podemos hacer todo el esfuerzo posible y tratar de inclulcar los valores correctos y aún así, ellos son los que tendrán que escoger lo que quieren hacer. No hay forma de obligarlos. Ellos, como nosotros, tendrán que decidir. Si deciden bien será para nuestra felicidad y por supuesto, la de ellos mismos. Si deciden mal, por lo menos nos queda la satisfacción personal de que hicimos lo que debimos.

 

 

¿Eres capaz de reflejar luz?

Seguramente has escuchado hablar de la bioluminiscencia. Ese es el nombre con el que se denomina el proceso mediante el cual los seres vivos producen luz. Encontramos la bioluminiscencia en varias especies de animales.

Tomemos por ejemplo el caso de la conocida luciérnaga (en algunos países conocida como cocuyo) En su caso, cada especie tiene un patrón de destellos diferenciado que utiliza para atraer a los machos. Los científicos han determinado que hay cientos y cientos de especies distintas de luciérnagas, de manera que hay igual cantidad de patrones de destellos de luz.

Los científicos han descubierto que la luciérnaga irradia su luz gracias a una sustancia llamada luciferina que al ponerse en contacto con el oxígeno de su vientre produce una reacción química que hace que emita luz.

Las luciérnagas no son las únicas que pueden hacer despliegue de esta atractiva cualidad. De hecho, este es un fenómeno muy extendido en todos los niveles biológicos: bacterias, hongos, protistas unicelulares, gusanos, moluscos, insectos, peces y medusas.

La bioluminicencia es una característica de más de 19 tipos de criaturas.

Ahora bien, recientemente, según la revista Sience Alert, los científicos han descubierto que los seres humanos también transmitimos luz.

Sí, resulta que el cuerpo de los seres humanos brilla con luz propia, y no se trata de un asunto de ocultismo, ni una idea religiosa. Se trata de algo real. Aparentemente, nuestra figura es visible en el espectro infrarrojo debido al calor. Se trata de una frecuencia de luz que nuestros ojos podrían ver si no fuera por una importante dificultad: es demasiado tenue.

Según el estudio, el brillo que emitimos está mil veces por debajo de la sensibilidad de nuestros ojos. Para registrarlo, los investigadores del Instituto Tecnológico Tohoku han grabado con cámaras de alta sensibilidad a tres voluntarios que han pasado tres días en un entorno de luz controlada.

Según la revista Sience Alert, los seres humanos transmitimos una luz tenue que no podemos ver con nuestros ojos.

Los resultados no solo confirman que el ser humano brilla, sino además que su resplandor cambia a lo largo del día en función de su reloj biológico.

El momento en que más luz emite es a primera hora de la tarde, mientras que a luminosidad se reduce hasta casi desaparecer en las horas nocturnas. Las partes del cuerpo que más brillan son las expuestas con más asiduidad a la radiación solar, las mejillas y la frente son las áreas más brillantes del cuerpo.

En cuánto a qué produce la luz, la respuesta es interesante. Se trata de un efecto secundario de nuestro propio metabolismo. El organismo emite radicales libres que interactúan con las proteínas y algunos lípidos para producir este delicado fulgor. Aparte de satisfacer una simple curiosidad científica, el estudio servirá en el futuro para estudiar los cambios en el metabolismo estudiando nuestra luminosidad. (Vea [Science Alert])

Sea que este estudio se desarrolle o no, no deja de ser interesante lo que los científicos puedan seguir descubriendo en este sentido. Sin embargo, muchos de nosotros hemos comprobado, en nuestro trato con otras personas, que sí es cierto que hay seres humanos que, por sus cualidades personales y características morales, nos ofrecen cierta confianza especial y particular. En un sentido metafórico es como si brillaran ante nuestros ojos. ¿Entiende el lector a lo que me refiero?

¿No es cierto que hay personas que tienen un atractivo especial?

Es verdad que algunas personas pretenden darle sentido esotérico a todo esto y no deseo siquiera acercarme a ese mundo. Sin embargo, tampoco puedo negar el hecho de que hay personas que llegan a ser distintas, fuera de lo que es común, incluso, que se sacrifican a favor de otras personas con un admirable espíritu de abnegación. Para mi, estas personas brillan con un brillo especial que no es producto de un mecanismo químico innato, sino que su “brillo” es de otra fuente, una que emana de una calidad humana muy especial.

Algunas expresiones populares en nuestro idioma igualmente parecen reflejar este concepto. Por ejemplo, ¿no hemos escuchado decir que “fulano tiene ángel”? o “su rostro brillaba mientras hablaba” o “me iluminó con esa explicación”. Estas formas del lenguaje parecen reconocer el hecho de que podemos transmitir “algo especial”, cierta luz que otras personas pueden “ver” o “detectar” en nuestras acciones o en nuestras palabras.

Para concluir, pienso que los seres humanos tenemos la capacidad de transmitir “luz” cuando somos genuinos y hacemos las cosas sin ninguna clase de interés egoísta. Cuando somos generosos y hacemos el bien y lo bueno, podemos brillar y esa luz puede y debe “iluminar” a este mundo duro y oscuro en el que lamentablemente vivimos.

¿Asimilas o eliminas un consejo?

“El tamaño de nuestro cuerpo tiene poca importancia; el tamaño de nuestro cerebro tiene mucha, pero, el tamaño de nuestro corazón es lo más importante de todo.” -B.C. Forbes

¡Cuán ciertas son esas palabras! Y no dejan de serlo en lo que tiene que ver con la disposición que mostramos para aceptar un consejo no solicitado. Aceptarlo de buena gana refleja lo grande de nuestro corazón. De ahí la pregunta base de este artículo: Cuando nos aconsejan, ¿lo asimilamos o lo eliminamos?

A los niños se les aconseja constantemente. El proceso se reduce cuando entramos en la adolescencia y es prácticamente desconocido después de eso durante la época de adultos. Y en la edad de oro ¿quién se atreve a darle un consejo a una persona de pelo blanco? Preferimos juzgarlo como malcriado antes que aconsejarlo.

Como consecuencia, durante los años de la adultez y la vejez, vamos desarrollando, menos y menos receptividad al consejo. Sin embargo, el proceder sabio debe ser el de absorberlo y no el de eliminarlo, no importa la edad o la experiencia que tengamos en la vida.

A medida que vamos creciendo puede que se nos haga más difícil aceptar consejo.

¿Cuándo fue la última vez que alguien te ofreció un consejo bien intencionado? Le hice la pregunta a un amigo de edad avanzada y me contestó: “Francamente no lo recuerdo.”  A menudo el “consejero” de nosotros los adultos, esta vestido de azúl con una placa en el pecho o vestido con una túnica negra y en vez de llamarse “consejero” se llama “policía” o “juez”. Y el “consejo” viene acompañado de una multa o una sentencia. Y lo triste es que quizás teníamos a nuestro lado a nuestra esposa o a un amigo que nos dijo: “reduce la velocidad” o “no estás claro, déjame guiar a mi esta noche”.

Si un buen amigo o un familiar querido observa que como resultado de nuestra inexperiencia o quizás, por causa de nuestro mal juicio, emprendemos un derrotero que puede traernos dolor, ¡debemos escucharlo! Un verdadero amigo no permitirá que por mantener la boca cerrada caigamos en un derrotero peligroso o hasta mortal.

LA MOTIVACIÓN

Si como consejeros tenemos la motivación correcta debemos sentir la libertad de expresar un consejo con toda libertad y si al ser aconsejados, comprendemos eso, debemos tener la valentía de escucharlo. El motivo al dar un consejo siempre debe ser el de ayudar a la persona aconsejada, no el de aporrearlo con palabras hirientes o despectivas.

La motivación correcta debe ir acompañada de las palabras correctas para que el aconsejado no se le haga más difícil procesar el consejo y logre aplicarlo sin apasionamientos, para su propio bien.

Escuchemos el consejo aún cuando pensemos que tenemos más experiencia que el que lo ofrece.

De modo que no se retraiga, por temor, a dar el consejo firme que se requiera. Piense en las razones por las que ofrece el consejo y asegúrese de tener la motivación correcta. Recuerde que el recipiente puede leer con claridad sus razones y le será mucho más fácil aceptar su orientación si percibe sus buenos motivos.

Ahora bien, digamos que se nos aconseja sobre algún aspecto en el que pensamos que no es cierto que tengamos un problema, tal vez sobre el consumo de bebidas alcholicas. A menudo el cónyuge o los amigos se percatan más pronto que nosotros mismos que estamos bebiendo más de lo acostumbrado y nos ofrecen un comentario que en realidad es un consejo no solicitado. ¿Qué haremos?

En vez de ponernos a la defensiva debemos darnos cuenta que quién nos aconseja es alguien que se interesa en nosotros y se toma la molestia de decirnos algo que considera que nos puede ayudar. Es poco probable que nos aconseje para humillarnos o para ofendernos. No es sabio ponernos a la defensiva sino escuchar. Tal vez podemos hacer algunas preguntas como: ¿Por qué dices eso? ¿Qué crees que debo hacer? Pensarlo y tratar de asimilarlo puede ayudarnos a evitar un curso de acción que, con el tiempo, pueda ser peligroso.

UN CONSEJO NO ES UN JUICIO

Un consejo no es un juicio sobre nuestra persona. No hay que asumir la postura de “defensa” como cuando se nos coloca frente a un juez, en un caso judicial. Tampoco es una simple opinión inconsecuente. No. Un consejo es como la luz amarilla del semáforo. Nos ofrece la oportunidad de determinar si debemos seguir, tal vez acelerando, o debemos reducir la marcha y detenernos en seco porque sabemos que enseguida vendrá la luz roja y no queremos ignorarla. En cualquier caso, tendremos que tomar decisiones así como enfrentar las consecuencias.

Sin embargo, sí es cierto que en algunas ocasiones, un consejo puede ser parecido a un golpe. Estoy convencido de que los golpes pueden ser muy aleccionadores, aunque no nos gusten, ni los deseemos. Con todo, hay veces que el golpe en su momento nos puede ayudar a reaccionar.

Un consejo sobre un asunto serio, puede ser parecido a un golpe.

En cierta ocasión un amigo me recordó un pensamiento sabio que se encuentra en el libro sagrado. La referencia está localizada en uno de los salmos. Concretamente en el Salmo 141:5 y lo que dice deja de ser ya la opinión humana para convertirse en una pauta imposible de ignorar. Dice: “Si me golpeara el justo, sería una bondad amorosa; y si me censurara, sería aceite sobre la cabeza, que mi cabeza no querría rehusar.” (TNM)

Aun cuando el consejo nos parezca injusto, no nos va a matar escucharlo, de modo que no hay razón para ignorarlo sino que hay mil razones para asimilarlo.

Ahora volvamos la atención no al que recibe el consejo sino al consejero. Por favor, ¡escuche! Si la persona que usted aconseja está convencida de que a usted solo lo motiva el bienestar de ella, escuchará y aceptará el consejo, pero debe escuchar sus argumentos o razones. Si el recipiente sospecha que ya tiene un juicio hecho o alguna motivación escondida, aunque tal vez escuche su consejo por respeto, es probable que no lo acepte ni penetre en su corazón. Jamás pensemos que nuestro consejo llega al corazón por alguna autoridad que se nos haya dado, como por ejemplo, cuando decimos: “¡Soy tu padre!”. No funciona así. Trate de motivar el corazón y evite aconsejar sobre la plataforma de la autoridad.

En conclusión, asimilemos y evitemos eliminar de nuestra vida un buen consejo. Viviremos más tiempo si abrimos los oídos al consejo y sin duda seremos más felices. Y, si por otra parte somos nosotros los consejeros, seamos pacientes y bondadosos pues no debemos asumir el papel de jueces. Queremos que otros asimilen y no eliminen nuestro buen consejo.

Ser o no ser vulnerables.

A primera vista el sentimiento de ser o sentirnos vulnerables no nos atrae en absoluto. Tan solo la palabra “vulnerable” nos transmite un sentimiento de impotencia que nos deja desnudos sin defensa y en un desagradable estado de ansiedad. Debido a estos sentimientos y pensamientos negativos llegamos a la conclusión de que ser o sentirnos vulnerables es indeseable. ¿Pero es en realidad así?

Una persona vulnerable es una que está expuesta a recibir algún daño. Puede que sea debido a no poder refugiarse de los elementos o por no tener la capacidad de defenderse, fisica, moral o espiritualmente ante un potencial peligro.

A pesar de lo anterior ¿es siempre negativo ser o sentirnos vulnerables? ¿pudiera llegar a ser un sentimiento positivo?

Tal vez, estimado lector, puedas recordar alguna ocasión en la que expresaste a un buen amigo, esposa o padres, tus profundos sentimientos de incapacidad ante una situación particular que estaba fuera de tu control. Aunque hiciste un gran esfuerzo por “ponerla sobre la mesa” ¿Qué sucedió cuando expresaste tus sentimientos de vulnerabilidad? Es muy probable que tu interlocutor se haya identificado contigo e incluso, te haya expresado que en algunas ocasiónes se había sentido igual que tu. Fue entonces cuando descubriste algo muy valioso. Descubriste que tu sentimiento de vulnerabilidad no era una deficiencia exclusiva y cobarde que se alojaba en ti mismo, sino que otras personas, incluso aquellas que veías como más fuertes que tu, también la habían experimentado. Al sentirte comprendido, al darte cuenta de que no eres el único con sentimientos semejantes, tu vulnerabilidad se convirtió en otra clase de sentimiento, uno sorprendentemente poderoso que nos liberta. ¿Cuál?

LA FUERZA EMOCIONAL.

A pesar del pensamiento popular de que “el que lo tiene, lo tiene” la fuerza emocional no es algo que esta omnipresente en los seres humanos el ciento por ciento del tiempo. En determinados momentos, todos podemos sentirnos incapaces de enfrentar alguna situación, incluso, a pesar de haber soportado situaciones parecidas en el pasado.

La razón es sencilla. Las dificultades, ni tienen siempre el mismo calibre, ni se presentan en los mismos momentos de la vida. Tampoco somos los mismos a los diez años que a los veinte, los cuarenta o los setenta. Lo que a los veinte superamos sin dificultad, tal vez a los setenta nos cueste un mundo superarlo y viceversa.

Con todo, la fuerza emocional está en constante desarrollo y lo hace sobre la base de la voluntad y la fe. La voluntad para resistir y la fe para esperar siempre lo mejor.

Pensemos en un árbol bien arraigado. Vemos el árbol pero no podemos ver las raíces pues están debajo de la superficie. Son sus raíces, las que alimentan y mantienen en pie al árbol. Frente a tormentas, un árbol va a perder muchas hojas, tal vez todas, pero si sus raíces en ese momento están sanas y fuertes, aunque va a verse afectado por el viento y el agua, permanecerá en pie. Sus raíces lo mantendrán asentado y arraigado. Lo mismo sucede con nosotros.

Frente a las tormentas de la vida, lo que es visible se afecta, pero si en ese momento nuestras raíces están sanas, ellas nos mantendrán en pie. Y sorprenda a quien sorprenda, reconozco que en multitud de ocasiones he adquirido fortaleza emocional al estar consciente de mi vulnerabilidad. Sí, comprender que no soy tan fuerte como para depender solo de mi mismo, me ha ayudado mucho en infinidad de tormentas vividas. He sido muy dichoso de que al momento de mis tormentas, mis raíces han resultado estar firmes y fuertes. Cuando han estado débiles, gracias al cielo no he tenido que enfrentar tormentas fuertes.

¿CUÁLES SON NUESTRAS RAÍCES?

Nuestras raíces son muchas, unas más fuertes y más extendidas que otras, pero juntas, logran sostenernos. Nuestras raíces son una parte escencial de lo que somos aunque no están expuestas. Son las motivaciones que nos impulsan, los principios que tenemos inclulcados en el corazón, las normas morales que gobiernan nuestra conducta, los preceptos espirituales, las experiencias pasadas que nos enseñaron lecciones valiosas y las vivencias dolorosas que nos enseñaron algo, entre otras.

Como al árbol, nuestras raíces nos sostienen.

Comprender nuestras circunstancias limitantes, si bien es cierto que pudieran reducir la confianza que podamos tener en nuestras habilidades, nos pueden ayudar a buscar más profundo dentro de nosotros. A pesar de nuestras “raíces” vamos a experimentar tormentas y sentimientos de vulnerabiliad como cualquier hijo de vecino. No somos super hombres o super mujeres.

No olvidemos que todos los seres humanos estamos hechos del mismo material. Todos enfrentamos momentos de debilidad, duda e incertidumbre pero podemos superarlos y no tenemos que hacerlo solos.

La vulnerabilidad, nos ayuda a construír puentes entre nosotros y los demás. Puentes de comprensión, de solidaridad y unidad. Reconocer nuestra vulnerabilidad no nos tiene que debilitar sino que, al contrario, nos puede fortalecer y ayudar a dirigir nuestros pasos en la dirección debida, sin caer en el engañoso exceso de confianza.

Cuando abrimos nuestros corazones a nuestros temores, cuando por decirlo de alguna forma, los sacamos de su “escondite” y los dejamos expuestos, logramos identificarlos para enfrentarlos de la manera debida.

¿Cuáles son las consecuencias de enfrentar nuestra propia vulnerabilidad? ¡Todas positivas! La gente vulnerable, humana y abierta, va a disfrutar de mejores relaciones con otras personas. Va a conseguir más cooperación de sus compañeros, mejor y mayor contacto con sus hijos, con su familia y por lo tanto, va a disfrutar de mayor felicidad. A uno le gusta la gente “natural” no la gente artificial llena de prepotencia fingida, que al final es solo un disfraz. Cuando un golpe duele, ¡duele! Reconozcámoslo y comencemos el proceso de curación.

Puede que de repente el sentimiento de vulnerabilidad no nos sea atractivo pero en vez de combatirlo, meditemos en cómo puede ayudarnos e incluso fortalecernos en nuestros momentos difíciles por venir.

Somos vulnerables pero podemos ser felices.

Una buena reputación: tesoro invaluable.

No importa tu campo de trabajo, lo que vendas o tu área de servicio, la buena reputación es un invaluable tesoro. ¿Por qué debemos esforzarnos por alcanzar una buena reputación y luego mantenerla? En este artículo repasaremos algunas razones.

Un libro que se considera sagrado para la tercera parte de la población mundial declara lo siguiente: “Ha de escogerse un nombre más bien que riquezas abundantes; el favor es mejor que aun la plata y el oro” (Proverbios 22:1) Se atribuye esta declaración al sabio rey Salomón y se ha dicho que se escribió diez siglos antes de Cristo. Sea que tengamos una formación religiosa o no, esas palabras establecen una pauta que es aceptada como veraz por todo el mundo, se llame cristiano o no. Una buena reputación es un tesoro, una mala reputación es una carga difícil de sobrellevar sobre nuestro nombre o sobre el nombre de nuestra compañia, negocio o institución.

La buena reputación abre puertas y contribuye al progreso de cualquier empresa.

Toda compañia que desea el éxito cuida su nombre pues sabe bien que perder su buen nombre puede precipitar su fracaso. Lo sucedido en 2015 a la empresa VolksWagen es un ejemplo vivo de lo que queremos decir. ¿Qué sucedió y que aprendemos de ese incidente?

Tal vez el nombre de Peter Mock no te sea familiar, pero este señor era el  director de un grupo medioambiental llamado Internatinal Council for Clean Transportation, (ICCT). Y fue precisamente el señor Mock quien sacó a la luz el fraude que la compañía VW había cometido al instalar un software que llevaba la intención de esquivar los controles medioambientales en 11 millones de vehículos diésel en todo el mundo. Esto ocurrió durante los años 2009 a 2015.

Mock quería demostrar que los controles de gases contaminantes en Europa son mucho menos exigentes que en los Estados Unidos. Por supuesto, el señor Mock nunca imaginó que abriría la caja de Pandora que haría un daño enorme a la VW. 

Mock hizo el estudio con la colaboración con la Universidad de West Virgina. Fue asi: colocaron un dispositivo portatil de medición de emisiones (PEMS) en el maletero de los Jetta y Passat. Los resultados del estudio alertaron a la autoridad ambiental de California, ya que las emisiones reales que lanzaban al ambiente eran muchísimo más altas que las que VW alegaba. Esto hizo que las autoridades de este país lanzaran su propia investigación. Y cuando se involucró la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), VW tuvo que reconocer que había instalado, de forma deliberada, un programa informático en varios de sus modelos diésel para esquivar los límites de emisiones de gas establecidos por la Agencia Medioambiental norteamericana. ¡Y esto sucedía en el mejor momento de la Volkswagen!  Hasta ese momento, se la consideraba la marca número uno de fabricación de autos a nivel mundial.

Perdiendo su reputación el director de Volkswagen, Martin Winterkon tuvo que renunciar a su cargo y la compañia ha perdido sobre 48 billones de dólares. 

Perder la reputación tiene un efecto devastador sobre nuestros logros.

Estas duras experiencias, que no son únicas de la VolksWagen, deben enseñarnos a nivel personal, lo destructivo que puede ser perder la reputación de nuestra marca, negocio, o incluso lo devastador que pudiera ser perder nuestra reputación personal como negociadores, vendedores, inspectores, o gerentes. 

Si bien es cierto que nos toma tiempo establecer una buena reputación, es evidente que podemos perderla en cuestión de horas o días. Si eso es así ¿qué recomendaciones podemos brindar? Ofrecemos las siguientes cinco:

  1. Seamos honrados al perseguir prestigio para nuestra marca.
  2. Seamos justos, reconociendo las limitaciones de nuestro producto.
  3. Recordemos que nuestros objetivos no deben afectar la calidad.
  4. Respetemos las pautas establecidas por las leyes.
  5. Mantengamos al día los sistemas de verificación de calidad.

El prestigio, la reputación y el nombre de nuestra empresa, marca o producto es de invaluable importancia para mantenernos en el mercado y superar nuestras metas. Evitemos la ambición y asegurémonos de que día a día nosotros y los que trabajan con nosotros estén enfocados en sostener estos mismos principios. Como señaló el rey Salomón, apeguémonos a lo sabiio de esta norma: ha de escogerse un buen nombre antes que riquezas abundantes.

Peripecias de la mujer que vive sola.

Es posible vivir sola y ser una mujer feliz.

Vivir sola no es lo peor que puede pasarle a una mujer. Te sorprendería saber que miles de mujeres preferirían vivir solas, a vivir con el compañero que tienen quien no les ofrece, para nada, seguridad emocional ni seguridad personal. Si bien es cierto que tal vez consideres que vivir sola no es la “condición ideal”, puedes estar segura de que tampoco es la peor. 

Si somos equilibrados, nos daremos cuenta de que no existe ninguna condición ideal de vida o de convivencia.  Con buen corazón podremos ver ventajas y desventajas en ambas situaciones. Repasemos primero las ventajas que puedes disfrutar de vivir sola.

Tienes completo control sobre tu tiempo.

Cuando vives sola, tu puedes decidir qué hacer después del trabajo, cuándo lavar tu ropa, cuándo limpiar tu apartamento, cuánto tiempo ver Netflix o a qué hora levantarte, en tu día libre. Posees total control y completa libertad en cuanto a cómo usas tu tiempo. El día que quieres salir, sales y si prefieres disfrutar de una siesta, nada te lo impide. Esa es una ventaja que ninguna mujer casada y menos con familia puede disfrutar con regularidad. ¡Es uno de tus lujos! ¡Aprecialo y disfrútalo!

Tienes completo control sobre tu presupuesto.

El tema de cómo manejar el presupuesto es una de las causas de divorcio y de tensión familiar. Muchos hombres suelen gastar dinero en “juguetes” sin tomar en consideración otras necesidades del hogar. Les “duele” comprar una mejor lavadora y sin embargo gastan dinero en una cámara fotográfica de última generación que van a usar un par de veces al año. Tú no tienes ese problema. Gastas con moderación en lo que necesites e incluso en lo que se te antoje sin recriminaciones ni discusiones.

Aunque no tengas muchos recursos el placer y la libertad de poder comprarte un par de zapatos MÁS no provocará ninguna clase de cuestionamientos. ¡Anda pues y disfruta de ese privilegio “raro” que solo disfruta la mujer sola! 

El placer de tener una mascota.

Para las que se sienten solas de vez en cuando, no hay nada como una mascota. Hay quién disfruta del silencio de una pecera, otras del sigilio de un gatito o el escándalo amigable de un perrito. Sea lo que sea, una mascota puede darte muchas horas de felicidad y claro, también un poco de trabajo y responsabilidad que no tienen que matarte sino hacerte mucho bien emocional. No hay que consultar con nadie esa decisión pues, como vives sola, tu tomas las decisiones. Sí, todas.

Hablemos de las desventajas de vivir sola y de las peripecias en las que en ocasiones obligan a algunas a reevaluar su situación y llegar a la conclusión de que no es perfecta.

La seguridad personal.

Un número de mujeres se preocupan, en determinadas ocasiones y situaciones de la criminalidad y el abuso al que pudieran ser sujetas. Hay que tomar en cuenta que para nada te ayuda ver películas o leer novelas relacionadas con violaciones, asaltos o crímenes contra la mujer. Eso no aboga nada bueno a la situación que experimenta quien vive sola. No caigas en la tentación de rodearte de pensamientos y sucesos negativos. Es importante que no seas ignorante de los peligros pero a la vez no cultives un ambiente de terror que no te ayuda para nada, sea que estés sola o incluso si estás acompañada.

Toma medidas proactivas evitando llegar sola a altas horas de la noche. Toma en cuenta tu vestimenta de modo que sea siempre modesta y evita provocar con modas demasiado reveladoras. Trata de hacer amigas entre las vecinas, entre los patrones de comercios cercanos a tu casa, trata de ser agradable, pero a la vez, evita dar información comprometedora a extraños.

Cierra bien la puerta de tu apartamento añadiendo un seguro adicional que te permita abrir la puerta un poco, y a la vez, puedas disponer de seguridad. Instala un visor de puerta de modo que puedas verificar quién toca. Mantén alguna luz encendida durante la noche como esas lamparitas de luz nocturna o “night light” así, si llegas a casa cuando ha anochecido, no tienes que encontrar tu apartamento completamente oscuro.

Necesidad de compartir.

Si tienes un familiar joven o mayor con el que te lleves bien, puedes pedirle que se quede en tu apartamento un fin de semana. También puedes visitar de vez en cuando a tus amigas o incluso matrimonios que tengan una relación de familia estable. Eso te ayuda emocionalmente y también te recordará los retos que representa compartir la vida con otras personas, lo que te ayudará a apreciar tu situación en la vida y comprender que no cargas con la peor parte. ¡Medita en tus ventajas, dones y bendiciones!

!Aprende a sentirte acompañada y a disfrutarlo!

Dos puntos finales, amiga mía: 1) aprende a compartir contigo misma. Lee libros, sea los de tu biblioteca o los que puedes comprar y colocar en tu tableta electrónica. Busca un pasatiempo como bordar, cocinar platillos exóticos, coser, pintar o toma cursos sobre estas cosas que te llamen la atención. Poco a poco verás como no tienes tiempo para nada más que disfrutar y apreciar estar contigo misma.

2) No te enclaustres, disfruta también de la vida a la interperie. Ve a la playa con buenos amigos, sale de excursión y mantén una razonable vida social, si posible, haciendo algo por ayudar a los demás. Ayudar a otros te ayudará a ti misma como persona y como ser humano. 

Y si de vez en cuando decides hacer alguna loca peripecia, toma en cuenta que toda decisión tiene sus consecuencias. Actúa con perspicacia y aprovéchate de la intuición femenina, que al fin y al cabo es otro regalo hermoso que te ha dado Dios. 

Mi mejor amigo se llama “el tiempo.”

Google calendar

Muchas personas, piensan que el tiempo es un enemigo implacable que poco a poco nos va consumiendo y que al final acaba con todo. Y es verdad que el tiempo puede ser un enemigo perenne durante toda nuestra existencia, pero hoy, quisiera que meditaramos en cómo el tiempo es también un amigo. Como amigo, el tiempo resuelve muchos misterios y revela verdades ocultas.  El tiempo no se queda con nada de nadie, incluso, puede ser un gran consolador y fuente de fortaleza.

EL TIEMPO ES UN REVELADOR DE SECRETOS

Solo el tiempo contesta a nuestros hijos la pregunta de con quién se van a casar y si van a hacerlo o no. El tiempo nos revela si seremos abuelos y qué clase de personas serán nuestros nietos. Solo el tiempo nos puede dar la razón en un conflicto doloroso que no parece tener solución y es, el tiempo, el que muchas veces nos abre las puertas que estuvieron cerradas para nosotros. Con el tiempo crecemos y nos percatamos de lo maravillosa que es la vida y de lo pequeños que fueron algunos conflictos pasados. El paso del tiempo nos puede hacer personas agradecidas y puede llegar a sanar heridas y ausencias que parecían incurables o insuperables.  Amigo mío, si dejas que el tiempo pase y escuchas con cuidado lo que nos dice, se revelarán verdades insospechadas.

No podemos controlar el tiempo.

Es verdad que solo podemos medir el tiempo, no podemos verlo, pero lo sentimos pasar sin poder controlarlo, ni acumularlo, como algunos acumulan riquezas. A lo más, solo podemos tratar de utilizarlo lo mejor posible, aunque la gran mayoría de la humanidad suele perderlo solo por placer. Como el tiempo perdido no puede recuperarse, deja a millones desconsolados al paso de cada jornada. Aunque a menudo nos decimos para nuestros adentros: “hago eso después” la realidad es que no tenemos ninguna garantía de que podamos hacerlo, de modo que lo que vayamos a hacer, debemos hacerlo ahora, no después, porque no sabemos qué puede pasar un segundo después de decirnos “lo hago mañana”. El tiempo por lo tanto, es superior a nosotros, es mayor que nosotros y no podemos gobernarlo ni entenderlo completamente. En realidad, tomamos un curso arriesgado cuando decimos: “lo hago después.”

AL TIEMPO NO LE GUSTA DAR GARANTÍAS

Tal vez el lector recuerde la novela de Herbert George Wells intitulada La máquina del tiempo (The Time Machine) es una obra de tipo “ficción” publicada en 1895. Fue la primera novela de uno de los llamados padres de la “ciencia ficción.” En su novela el “viajero en el tiempo” logra llegar a un año muy en el futuro y en vez de ver a la humanidad en mejores condiciones, para su decepción la ve en las peores. Esto nos ayuda a tomar en cuenta el hecho de que aunque muchas veces pensamos que el futuro será mejor, existe la posibilidad de que no lo sea. Y es que no es el simple paso del tiempo lo que nos hace mejorar sino el esfuerzo que pongamos por lograrlo. Dicho de otro modo, el tiempo mismo no cambia nada, amigo mío, somos nosotros los que tenemos que hacer algo para que, con el tiempo, se produzcan cambios.

USEMOS EL TIEMPO COMO NUESTRO ALIADO

Deja que el tiempo te de la razón sin tener que pronunciar palabra.

Tal vez en esta jornada el lector ha tenido un mal día, tal vez una decepción, quizás una injusticia o una mala noticia. La reacción humana es a desesperarnos, a tratar de corregir el problema de inmediato, a anticiparnos al golpe que puediera hacernos daño. Creo que nos pasa a todos, asumimos una postura de defensa y nos “armamos” con razonamientos y pensamientos de revancha. Sin embargo, si nos sosegamos y dejamos las cosas al paso del tiempo, el tiempo obrará como nuestro libertador. El tiempo dará las respuestas porque el paso del tiempo nos brindará la mejor defensa. No importa el campo al que el lector desee dar atención, sea el religioso, el comercial o el político, verá las evidencias de cómo el tiempo contestó, aclaró y sentenció sin importar quién estuviese en contra o a favor.

Queda de nuestra parte obrar siempre de buena fe. Ser pacientes, ser observadores, no buscar la revancha porque el paso del tiempo siempre realza la justicia, siempre devuelve lo perdido, siempre descubre la verdad. Como dijo Steve Jobs, “el tiempo es la mejor medicina para todos los males.”

 

 

El amor y el interés fueron al campo un día…

Así comienza la historia más breve que he escuchado sobre estas dos cualidades, el amor y el interés. Por su experiencia en la vida, el lector sabe que muchas veces es posible distinguir una de la otra. Si se confunden puede que quedemos heridos o decepcionados. La breve historia comienza diciendo: “el amor y el interés fueron al campo un día. Era más el interés que el amor que le tenía.”

EL AMOR

Si nos centramos en las personas y no en nosotros veremos que otros harán lo mismo.

El amor es una cualidad que nos motiva a acercarnos a otras personas para cuidarlas, animarlas o para hacerles algún bien. Se puede decir que el amor genuino no es un simple sentimiento de simpatía o empatía sino que va más allá, animándonos a hacer lo necesario por otra persona, sin buscar nada a cambio. Si existiera una fuerte inclinación a querer recibir alguna recompensa, dejaría de ser amor para convertirse en interés.

Usted y yo expresamos amor a diferentes niveles. 1. Sentimos amor por nuestros hijos y familiares. 2. Sentimos amor romántico por nuestra pareja. 3. También existe el amor que expresamos a nuestros amigos que cae en un nivel distinto a los otros dos ya mencionados. Finalmente, 4. existe el amor a la gente que no conocemos, a los que están en otro país o lugar que sufren alguna desventaja o tragedia. Ese amor que sentimos por las desventajas y sufrimientos de otros es una emoción a otro nivel de amor que igualmente puede motivarnos a hacerles el bien. Así que vemos cuatro categorías de amor y cuatro niveles distintos en los que podemos y debemos ser genuinos.

En multitud de ocasiones escuchamos de tragedias con las que nos identificamos. Tal vez una inundación, un terremoto o cuando una nación cae en pobreza extrema y no solo sentimos amor por esas personas sino que ese sentimiento nos impulsa a hacer algo más. Pudiera ser una donación monetaria, si nos es posible, si es así tratemos de hacerla por medio de alguna organización seria. Una que nos conste que sirve por amor y no por interés. Hacer eso nos produce el grato sentimiento de estar conectados con el dolor ajeno. Esas expresiones de cooperación son altruistas y muestran verdadero afecto por otros seres humanos. Claro, no siempre podemos contribuír con dinero y el dinero no siempre lo resuelve todo. Muchas veces se necesita ayuda personal desinteresada y si nos es posible, podemos hacer trabajo comunitario voluntario que es tan apreciado.

EL INTERÉS

Aunque es cierto que no todo interés es negativo, si lo único que nos mueve es el interés, no vamos a lograr todo lo que pudiéramos como cuando hacemos las cosas por amor. Puedo entender que alguien se esfuerce por brindar un buen servicio para ganar una propina, un ascenso o un reconocimiento, pero aún así, debemos colocar el amor altruista primero, nunca el interés egoísta. Todos comprendemos que hay trabajos duros y abnegados que merecen reconocimiento y el estímulo de una propina pero a nadie le gusta ver a todas luces el interés sentado cómodamente en la primera fila. Cuando esto es evidente, en vez de acercarnos, sentimos que debemos alejarnos. El amor atrae pero el interés egoísta aleja.

Puedo pensar en el caso de las enfermeras. Si no hay ningún amor genuino por el paciente y si solo se piensa en el cheque del día de pago, no se van a exhibir las cualidades que apreciamos tanto en esta profesión. ¿Verdad que enseguida nos damos cuenta de quién nos cuida por interés y no por vocación? Hace poco estuve hospitalizado y tuve enfermeras que venían a sacarme muestras de sangre un par de veces al día. Había una enorme diferencia entre cómo introduce la aguja quien se compadece de tu situación y la manera en que lo hace la que te ve como un pedazo de carne al que tiene que sacarle sangre. Con algunas, confieso que mis pensamientos me decían: .”Hija del alma, ¿por qué no fuiste veterinaria en vez de enfermera?”

¡Pón amor a lo que haces, amigo lector! Si tratas con personas siempre piensa que servirles no es una desgracia ni una humillación. Servir a otros es un acto noble y una muestra de amor. Servir a otros ennoblece, jamás humilla. Aunque necesites el trabajo para dar de comer a tus hijos, piensa en los demás primero. Piensa en los sentimientos y en las circunstancias de los demás seres humanos. Puedes estar seguro de que la mayoría va a recompensar tu bondad con un referido, con una propina, con una buena recomendación o tal vez con una sonrisa que te aliente. Si pones el interés primero, los demás lo verán enseguida y no se sentirán motivados a apoyarte, a recompensarte o a recomendarte.

La historia es muy breve pero dice una gran verdad. No la olvides estimado lector. “El amor y el interés fueron al campo un día… pudo más el interés que el amor que le tenía”.

Vivimos en los mejores tiempos y en los peores tiempos.

No tengo duda alguna: vivimos en los mejores tiempos y los peores tiempos. Sí, hay muchas razones por las que estar agradecidos de vivir en estos tiempos, y hay otras tantas que nos llevan a concluír que vivimos en los peores tiempos.

Es verdad que hoy disfrutamos de las mayores ventajas así como de los mejores inventos y adelantos. Algunos de ellos, como los relacionados con la tecnología nos dejan estupefactos. No hace tanto tiempo atrás la humanidad desconocía la maravilla de los teléfonos inteligentes, las microondas así como de computadoras móviles y tabletas que son comunes en nuestros días. Hace algunos años las redes sociales virtuales eran inconcebibles y totalmente innecesarias ya que las personas disfrutaban de vivir en comunidades en las que la vida social era intensa y agradable.

No hace tanto tiempo las amas de casa planchaban con planchas de hierro que se colocaban sobre una hornilla para que se calentaran y luego se aplicaban con cuidado a la ropa fabricada con tejidos naturales delicados, llenos de color. Hace menos de un siglo era común teñir los tejidos en la bañadera de la casa. Se teñía la fibra con colorantes naturales como el café, té, el curcuma, el azafrán, las hojas de manzanilla, curry, remolacha, arándanos y cerezas. Las fibras sintéticas de hoy como el nylon, el polyester y el dacrón, eran desconocidas. Eran populares el algodón, el yute y el lino. De origen animal la seda, la cachemira, el pelo de camello y por supuesto, la lana. Al ser artesanal, cada tejido, color y costura era un poco diferente y particular. Por supuesto, los últimos cien años no solo han cambiado la forma de vestirnos sino también la forma de vivir e incluso la forma de ver la vida. Hoy compramos la ropa hecha, las modistas han quedado solo para los ricos y famosos. A nadie se le ocurre teñir una prenda en casa. Cada vez más mujeres se suman a las que etrabajan fuera del hogar convirtiéndose en amas de casa a medio tiempo. La plancha es prácticamente un objeto desconocido que solo se ve en los hoteles. Sí, ha habido mejoras importantes y también pérdidas sobresalientes.

¿ES VERDAD QUE TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?

La vida hace 100 años era dura para todos. Era dura para los niños que caminaban a la escuela, ¡eso si tenían la dicha de ir a la escuela! Era dura para las mujeres que permanecían todo el día haciendo las labores del hogar. Era dura para el cabeza de familia que trabajaba de sol a sol sin las consideraciones que hoy ofrecen las leyes. Si dejamos de romantizar el ayer veremos que no es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. No olvidemos los millones que murieron en dos guerras mundiales y por plagas como la gripe española y la peste bubónica.

ES MEJOR NO COMPARAR

Los males de hoy no son peores que los de ayer. Siguen siendo males horribles con los que todas las generaciones han sido plagadas. Ninguna ha quedado sin cicatrices dolorosas. Por lo tanto, vivir comparando los tiempos pasados con los nuestros no produce mucho porque, de todas formas, nada cambia nuestra realidad presente. Hay que evitar el romance por lo viejo y la negatividad por lo nuevo. En cualquier época, vivir feliz no ha sido cosa fácil. El mundo siempre ha ido demasiado aprisa y la vida se nos sigue escurriendo como agua entre los dedos. Por lo tanto, en vez de lamentarnos por lo que no tenemos hoy, debemos ponernos las pilas y enfrentar nuestra realidad con el mejor optimismo posible. La verdad es que siempre ha habido que luchar por los valores que son verdaderamente importantes como la familia, el trabajo, la espiritualidad y el amor al vecino. Puestas a prueba, estas son las cosas que al final nos pueden hacer personas felices y dar un propósito en la vida. Cada generación tiene cosas que lamentar y cosas que elogiar.

Te invito a ver lo bueno que tienes a tu alrededor, porque lo hay. A buscar sentido a la vida, porque lo tiene. A permanecer luchando por los valores que te proporcionan felicidad y un sentimiento de valía personal, porque siguen estando allí. En todas las épocas ha habido héroes, campeones y gente feliz. Siempre ha habido cobardes, traidores y gente infeliz. Resolvámonos a hacer de estos tiempos, los mejores tiempos. No dependemos del pasado para lograrlo. Dependemos solamente de cómo forjemos nuestro presente hoy, ahora mismo, sin dejar de buscar todos los días, la verdad, la fe y el amor.

 

 

Perspicacia -¿qué es y cómo nos ayuda?

El conocimiento nos ayuda a tomar decisiones.

Si sabes que estás sobre los rieles de un tren, eso es conocimiento. Si escuchas al tren venir por los rieles debes saber que si sigues donde estás, el tren va a pasarte por encima. No lo has visto pero sientes las vibraciones en los rieles, escuchas el sonido de la locomotora. ¿Debes salir de ahí? ¡Claro que sí! ¡Eso es perspicacia! De modo que el conocimiento, saber algo, no implica automáticamente que vamos a hacer lo correcto. Se necesita tomar una acción que sea la correcta en el momento correcto. El  conocimiento te ayuda y la perspicacia te lo confirma. ¡Dos valiosos testigos que nos guian de forma sabia!

¿QUÉ ES PERSPICACIA?

Es un sentido que nos ayuda a tomar decisiones. No es una simple cualidad que unos tienen y otros no. Todos poseemos el sentido de la perspicacia, pero no todos actuamos en armonía con lo que ese sentido nos dice.

Se nos ha dicho que los seres humanos poseemos 5 sentidos principales: Tacto, olfato, vista, oído y gusto, pero sabemos que poseemos otros sentidos. Por ejemplo, sabemos si subimos o bajamos, aún con los ojos cerrados. Percibimos la altura. Distinguimos cuando estamos en peligro e incluso podemos predeterminar lo que sucederá si tomamos cierto derrotero. La perspicacia por lo tanto nos ayuda a ver lo que va a suceder antes de que suceda, permitiéndonos tiempo para actuar.

La perspicacia nos ayuda a tomar acción.

En una de mis clases hago el siguiente ejercicio para enseñar a mis estudiantes qué es la perspicacia. Tomo tres láminas del tamaño de una hoja papel carta. Cuando volteo la primera, en ella se ve un lanzador que vestido con su uniforme de pelotero lanzando la pelota. En la segunda lámina les muestro a otro pelotero en el momento en que batea la pelota. Y cuando voy a enseñar la tercera lámina le pregunto a la clase ¿Qué voy a enseñar en esta lámina? Todos los que tienen conocimiento del deporte de baseball  me dicen: “¡el pelotero llegando a la primera base!” Entonces les muestro la lámina del pelotero llegando a la primera base. Les digo: ¡eso es perspicacia! Ustedes pudieron apreciar un patrón que en el baseball va a moverse de cierta y determinada manera y con ese conocimiento pudieron determinar lo que sucedería. ¡Pues en la vida real sucede lo mismo! Un patrón de sucesos, nos llevarán, irremediablemente a determinadas consecuencias, buenas o malas. Si usamos perspicacia, podremos ver estos elementos antes de que sucedan. ¿Lo hacemos?

¿POR QUÉ NO NOS DEJAMOS LLEVAR POR LA PERSPICACIA?

  1. Por causa de los sentimientos.
  2. Porque pensamos que somos la excepción a la regla.
  3. Por ignorancia. 

1) Los sentimientos son hermosos, están ahí para que disfrutemos de emociones como el amor, el afecto y la amistad. Un ejemplo: Cierta madre comienza a ver en su hijo un comportamiento distinto a su conducta habitual. Actúa de forma misteriosa, anda de mal humor e irritado todo el tiempo, duerme más de lo necesario o duerme muy poco. Las calificaciones en la escuela van de mal en peor. Esa madre perspicaz sabe que algo no anda bien. La perspicacia le dice que es posible que su hijo esté usando alguna sustancia ilegal. Un día cuando el muchacho está en la escuela, revisa su cuarto con cuidado y encuentra una bolsita pequeña con lo que definitivamente es una droga. En vez de hablar inmediatamente con el padre y confrontar al muchacho, calla. No dice nada y piensa que tratando con cariño al chico, todo va a salir bien. Su perspicacia le ayudó a descubrir lo que sucedía pero sus sentimientos la traicionaron.

2) Es común que pensemos que somos diferentes a los demás, y lo somos, pero eso no quiere decir que podemos evitar que un buen día nuestro hijo vaya preso por violar la ley. No somos la excepción y nuestros hijos tampoco. Tenemos que meternos esto en la cabeza y actuar inmediatamente cuando sucede algo malo, ilegal o impropio en la vida de los que amamos.

La ignoracia puede bolquear la perspicacia.

3) La ignorancia, no por selección, sino la verdadera ignorancia puede bloquear la perspicacia. Un sobre con un polvo blanco puede ser azúcar, cal o polvo talco. Puedes verlo y no llegar a ninguna conclusión específica por causa de la ignorancia. La ignorancia de los padres es una de las causas de por qué tantos jovenes caen en adicciones y en conductas ilegales como ingresar a gangas, vender drogas o robar. Los padres deben estar al tanto de lo que sucede en la calle, en la comunidad y en las noticias. No pueden aislarse y encerrarse en la ignorancia.

Desarrollamos el sentido de la perspicacia aprendiendo, permitiendo que el conocimiento nos de luz. No pensemos que somos la excepción. Siempre hay consecuencias por causa de nuestras acciones. Estemos al tanto de lo que sucede en nuestra familia y usemos la perspicacia al observar lo que hacemos y lo que hacen nuestros hijos.

Hemos dicho “perspicacia” no hemos dicho “sospechas” que muchas veces están basadas en prejuicios. La perspicacia no se basa en prejuicios sino en observación, conocimiento y hechos. Nos ayuda a actuar con discreción y sabiduría. Aplicada a la vida de familia puede permitirnos ser de verdadera ayuda a los que amamos. Aplicada a los negocios puede evitarnos pérdidas cuantiosas. ¡Vale la pena pues, ser perspicaz!